¿Sabe igual el semen de un negro que el de un blanco?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fue hace 10 años.
Yo tenía 12 y ya era una chica que sabía sobre el sexo, pero solo la teoría, gracias a internet, pero con 12 años, me tocaría esperar hasta pasar a la práctica.
Qué distinto es verlo en fotos o vídeos, de verlo en la vida real…, pero vuelvo a hace 10 años.
Pero esta (la práctica) llegó como llega en tantas casas, gracias a los juegos “ocultos” entre hermanos, que es una prueba por la que pasa mucha gente, ya sea por casualidad o por haber ocurrido en un momento dado en un lugar dado (jugar a los médicos o a los papás…, y siempre hay algún hermano más mayor que hace de papá, jeje.
Yo creo que esa situación se ha dado muchas veces).
En mi caso, no fue un juego porque ya éramos un poco mayores para jugar a médicos y pacientes que se quitan la ropa, yo con 12 y mi hermano con 17, estábamos en la adolescencia, yo más jovencita que él.
Era verano, y entro en la habitación de mi hermano, que está durmiendo la siesta por la tarde, solo con la ropa interior puesta.
Pero.
Me asomo y le veo tumbado boca arriba, y con su polla tiesísima, pero debajo del bóxer.
Una tienda de campaña, jaja.
Mmmm, me quedo mirando un buen rato intentando aprovechar que mi hermano está dormido y tengo todo el tiempo para intentar vislumbrar cómo es su polla bajo la ropa interior.
No lo vislumbro bien, porque el efecto de “tienda de campaña” hace que vea que tiene un mástil gordo y largo que convierte a su ropa interior en eso, una carpa de circo.
Menos mal que es un bóxer de tela elástica, porque si no, la rasgaría, jaja.
Me debí emocionar demasiado, porque estuve ahí varios minutos (no sé…, 4, 5), rodeando su cuerpo tendido…, y en eso que resopla porque me ha oído los pasos, entreabre los ojos, se mueve, se da cuenta de que su polla tiesa ha estado a la vista mía, que me aparto hacia la puerta con sonrisita pícara.
– Joer, qué quieres, ya me has despertado (dice él agarrándose la polla para intentársela colocar, pero estando tan tiesa es imposible, así que se pone de lado)
– Es que, ya son las 5 y media y tal y tal (no me acuerdo para qué tenía que avisarle).
Jeje, creo que tienes que comprarte ropa interior de talla mayor (así de osada me mostré con sonrisita malvada).
Y, con sonrisa burlona, sabiendo que no podía esconder nada, me dijo mi hermano:
– No se me baja.
Ya se me bajará.
Y además, estos gayumbos son elásticos.
Como ya habíamos hablado acerca de su erección, pues ya no me corté ni me fui, y seguí mirando su polla que seguía tiesa.
– Pues vaya, que no sabía que se te ponía tan grande “eso”, jaja.
¿Y tienes que esperar mucho para que se te baje? (dije yo, bastante interesada viendo “eso”)
– A veces, se me pone dura cuando menos me lo espero, y es incómodo, jeje.
Pero con pantalones la puedo sujetar un poco, pero en gayumbos, pues la tela es tan fina y elástica, que mi polla está en libertad.
Pero, que guarra eres, sigues mirando!!!.
Como sigas mirando, te voy a dar un pollazo.
– A ver, venga.
(estábamos en broma, pero le retaba)
Y, levantándose, se me acerca y me pega un pollazo (todavía debajo de su ropa interior).
Yo salgo corriendo riéndome, pero sin salir de la habitación, y en un quiebro, agarro su cintura y al bajar su gayumbo, sale a relucir el gran pollón de mi hermano.
Todos son risas, y mi hermano me insulta en plan de cachondeo.
Se empieza a vestir y, como me dijo, se intenta colocar su polla bajo su pantalón, y se la sujeta.
Ya he visto su polla, durante unos segundos.
Hasta ahora nunca le había visto desnudo (por delante), salvo un par de veces de espalda (viéndole el culo) en el cuarto de baño.
Esa misma noche, ya hicimos el recado que teníamos que hacer (que no me acuerdo), al irnos a la cama, cada uno a su habitación, yo en camisón y le veo a él en gayumbos otra vez.
Y le digo:
– Anda, ahora no está tu polla como esta tarde (viendo su bulto prominente, pero no puntiagudo)
– ¡Claro!, ahora no estoy cachondo.
Que guarri fuiste esta tarde, ¿me querías ver la polla tiesa? (me contestó mi hermano con sorna)
– Sí (dije yo….
, y me quedé parada sin decir más)
– No has visto ninguna.
No habías visto ninguna (murmura mi hermano).
¿Te gustaría verla otra vez? (y sonríe)
– Vale (digo yo) (yo no había visto ninguna en directo.
En fotos de internet, sí…, pero es tan distinto…)
Se hace mi hermano el interesante, con las manos sujetas a la goma de sus gayumbos…, tarda un par de segundos, y empieza a bajarlo hasta quitárselos.
Una polla ancha, unos huevos gordos.
Vaaaaaya, sonrío y me quedo con la boca abierta.
Me dice mi hermano:
– Pero, tanto te gusta ver mi polla, en castigo te ordeno que me la toques para que se me ponga durísima como esta tarde, porque ahora está blanda.
No me hago de rogar, agarro esa morcilla que no abarca mi mano y toco una polla por primera vez.
La sonrisa no se me quita.
– A ver…, agarra mi polla, pero sube y baja, haz que se ponga dura (no dice la palabra “paja”, pero se sobreentiende).
Me agarra mi mano que agarra su polla y empieza a bajar el pellejo, empezando a asomar el capullo.
El pene empieza a hincharse todavía más, a empinarse hacia arriba y a estirarse.
En poco tiempo, tengo el mástil de mi hermano en su posición como la pasada tarde.
Tras un rato, me dice que siga pajeándole, pero ya yo sola, sin su mano de ayuda.
Empieza a jadear, ya no está mi hermano como esta tarde, sino jadeando con la boca entreabierta.
Yo entiendo y sé que le está gustando, que le estoy dando placer sexual y eso me gusta todavía más.
La casa está en silencio, nuestros padres duermen en su habitación, todo son susurros, y jadeos ahogados por parte de mi hermano, y mis ojos abiertos y grandes como platos.
Su polla está turgente, muy dura, con unas venas remarcadas como cañerías, un glande hinchado y brillante.
Yo quiero seguir hasta el final, porque me gustaría ver como mi hermano se corre y ver como sale el semen.
Eso ya lo he visto en fotos y vídeos, pero verlo en directo es emocionante.
Como no hay problema, sigo hasta el final, que se presenta saliendo primero cremita blanca en cascada a borbotones, luego para y lanza un chorrazo que me cae en el camisón (ya lo limpiaré, pienso en ese momento), otro chorrazo, un tercero y luego otra vez borbotones en cascada.
Un charquito de semen y un olor que no había olido antes (en internet hay sonido e imágenes, pero no olores).
Trabajo finalizado.
Mi hermano me dice:
– ¡¡Qué bueno!!!, hacía tiempo que no echaba tanta leche.
No sé si es la emoción de que alguien me pajee y eso de hacerlo en la clandestinidad o qué.
¿Mañana otra? Te daré una sorpresa.
– Sí.
Me ha gustado.
Mañana otra, como quieras.
Por mí, sí.
Y ya está.
Adecentamos la habitación.
Mi hermano limpió con papel higiénico el suelo y una silla, yo me fui al cuarto de baño a limpiar el camisón.
Le saludo a la salida del lavabo y me voy a dormir.
Me costó dormir ese día.
Me he enrollado mucho en esta primera escena, pero ya que meto esta narración en “incestos”, pues quien quiera leerlos, ya tiene aquí mi primera paja que hice a mi hermano.
Día siguiente: Pareciera que no hubiera pasado nada, porque seguimos haciendo vida normal (la pereza del verano), pero… Llega de nuevo la noche, y cuando se acuestan nuestros padres, nos miramos como cómplices porque él me prometió una sorpresa, y yo le prometí que le haría otra paja.
Vamos a su habitación, yo ya estoy en camisón, él se empieza a quitar la ropa, y cuando queda en gayumbos, veo que su polla ya estaba casi hinchada.
Se baja la ropa interior y salta su polla.
La agarro sin que me diga nada y empiezo a bajar y subir mi mano.
Me dice mi hermano:
– La sorpresa es que hoy me la vas a comer, ¿ok? (jeje, menuda sorpresa.
Él quería que le chupase la polla y dice que me iba a dar una sorpresa.
No me niego)
Pero…, ¿cómo se come eso? Agarro su polla y me la acerco a la cara.
Qué inmenso glande, con esa rajita en la punta que tantas veces se han visto en grafitis.
Le miro, me mira, me dice “empieza a lamer, empieza la punta, sigue por abajo, o al revés…, como quieras.
Me das lametazos en los huevos, déjame la polla mojadita de tu lengua”.
Y dicho y hecho, empiezo donde arranca la polla, donde se junta a la bolsa de los huevos, y, empiezo a subir mi lengua por todo su miembro.
No sabe a nada, pero huele.
Huele a polla, un olor penetrante, maravilloso.
No es pis, no es orina, es olor a polla, no sabría decir a qué huele.
Es un olor representativo y exclusivo.
Pues lamo el tronco, subo, lamo y doy varias pasadas con mi lengua a su grande glande.
Mi hermano ya está jadeando, ya está con la boca entreabierta.
Está a 100.
Me dice: “Chupa, métetela en la boca”.
Y me como esa gran polla.
No me la puedo comer, porque solo me cabe el glande, pero chupo con gusto.
Hago como he visto en videos de internet, meto y saco mi boca de su polla, y él está encantado
– ¿Quieres mi leche? Aquí viene, te la regalo, no la escupas que tiene más nutrientes que la leche de vaca (y sonríe con una risa sorda.
Y es que no podemos hacer mucho ruido.
Ahora lo pienso y me daría un infarto que nos hubieran oído nuestros padres)
– ¿A qué sabe tu leche?
– Pues a leche…, de hombre.
No lo sé.
Es para las mujeres, jaja.
La respuesta sarcástica no me responde nada, así que tendré que saber por propia experiencia a qué sabe la leche de hombre.
– Ahí va, ya viene, ya viene!, me dice, haciendo gestos de que pare de chupar y que mantenga el glande dentro de mi boca.
Zas, chorro, chorro, chorro.
Me llena mi boca.
Cuando noto que tengo en la boca cantidad suficiente empiezo a tragar y el recorrido del semen por mi lengua hasta mi estómago.
Pues…, mientras que la polla tiene un olor característico (e incluso el mismo semen), el sabor es más sutil.
No sabe a mucho.
No tiene mucho sabor, así que no me incomoda.
Está bueno (si tiene tantos nutrientes, jaja)
Le he dejado la polla mojada de mi saliva, pero limpia de semen.
Me lo he tomado todo.
Huele a semen o huelo a semen, porque tengo en los labios.
Se seca su polla con pañuelos de papel, y nos vamos cada uno a dormir.
Podría pensar ahora…, e incluso creo, que chupar la polla a un hermano es quizá un poco más atrevido que solo verle desnudo e incluso tocarle sus genitales.
En fin…, pero no pasó de ahí.
Cada par de días, nos confabulábamos para tener un hueco de intimidad, que él sacase su polla, y yo le ordeñase y luego me bebiera la leche recién salida del manantial de sus huevos gordos.
En verano, en su habitación casi siempre por la noche, una vez que estábamos libres.
Pero alguna vez le mamé su polla fuera de casa, incluso en el campo, y a plena luz del día.
Pero nada de exhibicionismo.
Antes nos cerciorábamos de que nadie nos veía.
Es que…, cuando mi hermano estaba muy cachondo y quería vaciar sus huevos, a veces no estábamos en el mejor sitio ni la mejor hora, y había que buscar un lugar para ello: en la casa de la sierra de mis tíos: nos vamos de caminata él y yo diciendo que íbamos a dar un paseo a tal sitio…, pero las intenciones eran otras.
En lo alto de un risco, se desnuda por completo y vamos a lo que vamos, a mamar, a mamar.
Fueron tantas veces en ese verano que ya no es que me habituase al sabor suave de su semen, sino que me creía que era un nutriente muy bueno.
Con discreción, le vaciaba sus huevos, y me lo bebía todo.
Ahí, en un risco, a las 12 del mediodía, yo vestida (de excursionista, botas de trekking), él desnudo (se había desnudado, pecho al aire, bermudas y gayumbos bajados), y, yo a mamar.
Además me gustaba verle desnudo porque tenía un buen cuerpo, de chico deportista de su edad.
Siempre es agradable ver eso.
Y, bueno, voy a la última parte de mi relato, que me alargo mucho en recuerdos emocionantes.
Adicta a su semen, mi hermano estaba encantado, y quiso darme una sorpresa.
(Seguimos en verano, han pasado un par de meses desde el primer lechazo que me bebí)
– Te gusta mi leche, ¿no? (me dijo eso tras un orgasmo suyo con sus eyaculaciones abundantes)
– Sí.
Jaja, me he vuelto una adicta (realmente, yo no le pedía leche.
Él me ofrecía y nunca me resistía…, porque me gustaba)
– ¿Has probado alguna vez leche de negro? ¡Claro que no!, jajaja.
¿Querrías?
– ¿Qué????? ¿A qué te refieres?
Mi hermano tenía un amigo colombiano, negro, de su edad.
Me explicó que le había dado curiosidad el verme a mi chupar la polla de su amigo y beber su leche…, y luego explicar las diferencias de sabor.
A mi me dio un poco de corte, no estaba del todo conforme, no porque no me gustasen los negros o ese amigo, que estaba muy bueno, sino porque me daba un poco de vergüenza que se supiera lo que hacía.
Pero, con un poco de vergüencita, dije que…, “Bueno….
, pero que nadie se chive”
– Vale (dijo mi hermano).
Yo me he pajeado alguna vez con xxxx (el nombre del chico negro, que no lo voy a poner, claro), y llevo varios días con la curiosidad de si te beberías la leche de él, ya que te gustan tanto la leche de hombre.
Mira, llamo a mi amigo (el negro) y quedamos para mañana en xxxxx (un parque un poco boscoso, ideal para parejas que se dan achuchones con intimidad y para esto mismo.
Yo en ese parque ya había mamado la polla de mi hermano varias veces).
Y llegó el día.
Con mi hermano había perdido los nervios, pero ahora estaba nerviosa.
Vamos al parque, nos vamos al fondo, una zona que podemos divisar de lejos si viniera algo y con suficiente intimidad.
Veo al amigo negro, y me muero un poco de vergüenza.
Él sonríe, y yo también.
Total, ya estamos ahí para eso, ¿no?.
Negro, oscuro.
No mulato, sino negro (no africano, claro, pero negro negro).
– Hola, (me dice el amigo negro), ya me ha contado xxx (mi hermano) que te gusta el semen y quieres probar el de un negro.
Yo te doy todo lo que quieras, jeje.
Siéntete a gusto y siéntete bien, que no vamos a decir nada.
Y, tras las bienvenidas, empiezan a bajarse la ropa, gayumbos y a mostrar sus enormes penes, anchos, morcillones, esperando una “mano amiga” que los endurezca.
Ahora estaba como en las pelis porno, en medio de ellos, con una mano agarrando un pene blanco (de mi hermano) y en la otra agarrando un pene negro (del amigo).
Qué cosas, ahí estaba yo coordinándome los movimientos de mis manos bajando prepucio, hinchando glandes, hinchando pollas que apuntan al cielo.
Y empiezo a mamar, primero a mi hermano, que le dejo la polla toda mojadita.
Tras medio minuto, le digo al amigo “ahora te toca a ti.
Tu polla huele también muy bien y es muy grande.
Me gusta”.
Eso hizo que al negro se le iluminara la cara, entreabiera la boca y suspirase de placer.
Estaba lamiendo un inmenso rabo negro, y al final del lametón, me meto el glande, caliente, pero no rosa como el de mi hermano, sino un color granate oscuro oscuro, solo un poco más tirando a granate que el resto de la polla que es negra.
Meto ese pedazo de glande y hago un mete y saca la polla en mi boca.
Despliego todas mis artes chupatorias que he ido mejorando en estos dos meses, y el negro no resiste mucho pues a los varios minutos, me dice que se va a correr.
Eso no me lo pierdo.
¿A qué sabe el semen de negro?, y noto los chorrazos en mi paladar, en mi boca, llenándose.
Una vez llena mi boca, empiezo a tragar, y lo dejo seco.
Le he vaciado los huevos.
¿Sabor?.
, pues como mi hermano, ¿a qué saber el semen? No puede saber distinto.
Pues sabe casi igual… yo diría que un poco más dulzón el del negro.
No sé… sería la distinta alimentación.
El caso es que, una vez vaciados los huevos del negro y saboreado su semen durante un minuto, agarré el rabo de mi hermano y le empecé a chupar como una loca para vaciarle a él también, cosa que hice al cabo de unos minutos.
Mmmmm, ahí estaban esos dos rabos inmensos, pero ya no miraban al cielo sino que apuntaban para abajo, pero seguían siendo inmensos.
– ¿Hay alguna diferencia de sabor? (me pregunta mi hermano)
– Sí…, pero no sabría decir (digo yo).
Un poco más dulzón….
Bueno, la verdad es que son casi iguales.
Si me tapas los ojos, no podría diferenciarlos.
Se secaron las pollas con pañuelos, se subieron la ropa, y fuimos al barrio.
Seguí mamando el rabo de mi hermano durante mucho tiempo más.
Tanta leche me habré bebido, jajaja.
Y, el negro, una vez conocido el secreto, también le mamé su polla en otras ocasiones…, menos ocasiones, claro, pero también se la chupé (por ejemplo, si venía de visita a casa, nos las apañábamos para irnos a un lugar cómodo donde no nos molestasen, y les mamaba las pollas a los dos).
Ellos estaban encantados, y yo estaba muy nutrida.
No, ya no les mamo las pollas a ambos.
Ya he crecido.
Su leche me vino muy bien para mi desarrollo físico (jajaja) (realmente, es que ya nos hemos hecho mayores, y estas cosas quedan como recuerdos)
Y cuando perdiste tu viginidad y con quien?