Sala Swinger
Nos dimos cuenta que dos tíos se habían sentado en el sofá y se estaban masturbando viendo cómo follábamos. Era como una peli porno, pero en directo..
Una vez le hablé a mi mujer que de soltero había ido a una sala swinger en Barcelona y que la experiencia fue de lo más morboso. A ella le picó la curiosidad y me dijo que no le importaría probar. Yo me puse contentísimo de que ella accediera, así que fuimos un viernes por la noche. Al entrar una chica nos hace una introducción de cómo funciona la sala. Luego fuimos a la barra del bar y pedimos un cubata para ir templando los nervios. Había unas mesas con parejas charlando y otras con hombres solos que miraban con cara de vicio a las mujeres. Después de tomar las copas nos dirigimos hacia una puerta que daba acceso a un mundo abierto a todo tipo de lujuria. La luz era tenue y pudimos avistar lo que era un pasillo francés. Una pared con varios orificios donde los hombres que habían al otro lado metían la polla a la espera de que se la tocaran o mamaran. Los ojos tardaron unos instantes a acostumbrase a la poca luz y pudimos ver 3 pollas que sobresalían de los agujeros. Le propuse a mi mujer un juego: yo iba al otro lado y ella tenía que adivinar qué polla era la mía. Aceptó. Fui al otro lado y le dije a los tres tíos el juego que había propuesto y que intercambiaran posiciones. Ellos aceptaron entusiasmados al saber que iban a tener el premio de ser lamidos por la boca de mi mujer. Así lo hicimos. Metimos nuestras pollas en los agujeros y esperamos nuestro turno. Yo me puse el último, con lo cual pude saber en todo momento cuándo mi mujer se la estaba chupando a uno u otro por los gemidos que emitían. Llegó mi turno y pude notar su boca húmeda tragando poco a poco cada centímetro de mi polla mientras jugueteaba con la lengua sobre mi glande. Al poco la saqué y fui al otro lado de la pared. La vi arrodillada mamándosela de nuevo al que tenía a mi lado y luego al otro. Me acerqué y le dije:
-Seguro que esa no es la mía. -Y me reí.
Ella se levantó y dijo que no sabía cual era, pues todas estaban duras como piedras y más o menos del mismo tamaño, a excepción del primero, que la tenía muy gorda y apenas le cabía en la boca, con lo cual, ese, no podía ser yo y se rio. Pasamos a otra sala donde había una habitación pequeña vacía, luego otra algo más grande con una pareja besándose. Nos detuvimos un momento a mirar. Ella le besaba apasionadamente mientras él sostenía su polla dura en la mano, luego le agarró el cuello y bajó su cabeza hasta que se encontró con su pene que comenzó a chupar mientras nos miraban. Pasamos al final del pasillo, a una sala algo más grande donde había una cama en medio rodeada de un sofá semicircular. Allí había sentada una pareja desnuda mirando a otra que estaba jugando en la cama. En la entrada, de pie un tío solitario observaba la escena. Entramos y ella se puso al lado del tío a hacer de voyeur. La pareja estaba haciendo un 69 y lo hacían bastante bien. Estaba excitado viendo cómo aquella zorrita se metía aquella enorme polla en su boca mientras imaginaba que era la mía. Me toqué el paquete para darme placer mientras miraba. El tío de al lado se había sacado la polla y muy disimuladamente se la estaba acercando a la mano de mi mujer, el contacto se produjo, él no la retiró, esperó su reacción. Ella la cogió con su mano izquierda y comenzó a masturbarle sin quitar los ojos de la pareja que ahora él le estaba follando las tetas. La mano del tío se coló por debajo del corto vestido de mi mujer y llegó a su coño que comenzó a acariciar. Ella se mordía los labios en señal de que estaba gozando. Le metí mi mano por detrás y le acaricié el culo mientras el otro la masturbaba. No llevaba sujetador y sus pezones se notaban duros encima de la blusa. No le terminó la paja, se dirigió hacia el sofá y se sentó al lado de la pareja desnuda. Ella, abierta de piernas se dejaba tocar el coño mientras le hacía una paja a su pareja o quien fuera… Yo me puse de pie a su lado, saqué mi polla y se la ofrecí a mi mujer que aceptó encantada metérsela en la boca. La mujer de al lado, de unos treinta años, buen cuerpo, se relamía los labios mirando. La saqué de la boca de mi mujer y me puse en medio de las dos, ofreciendo mi polla dura, erecta a quien quisiera comerla. Las dos se abalanzaron sobre ella y me la chuparon, mi sorpresa fue al ver que el tío también se unió a la mamada, así que mi polla fue mamada por las tres bocas mientras el tío que estaba en la entrada se acercó y nos miró. Se sentó al lado de mi mujer con la polla en la mano mientras se la tocaba suavemente. Luego yo me puse de rodillas y comencé a lamer el coño de la treintañera y el de mi mujer que ya se había quitado la ropa. La pareja de la chica fue a por el tío solitario y comenzó a mamarle la polla, el cual no le importó en absoluto. Luego fuimos todos a la cama. Yo me puse encima de la treintañera y le hundí mi dura polla en su coño. He de decir que todos íbamos con preservativo, es obvio. Giré la cabeza y el tío que estaba siendo pajeado por mi mujer hizo lo mismo a la vez que el otro se puso encima de él y le follaba. Mi mujer gemía de placer mientras me miraba cómo follaba a aquella tía y yo miraba el trío que estaba haciendo. Luego, el tío que había primero en la cama me dijo de cambiar y acepté gustoso. Las pusimos a las dos a cuatro patas y comenzamos a follarlas mientras azotamos sus duros culitos. Nos dimos cuenta que dos tíos se habían sentado en el sofá y se estaban masturbando viendo cómo follábamos. Era como una peli porno, pero en directo. Mi mujer se puso a cuatro patas frente a nosotros, el tío de mi lado se quitó, se tumbó debajo de mi mujer y ella se metió aquella enorme polla en su coño cabalgando como una loca, el tío que pajeaba antes mi mujer se puso detrás de ella y se la metió en el culo. Ella soltó un grito de placer sintiendo como era follada por dos pollas duras, dándole fuerte una y otra vez. Se corrió, pero los otros siguieron follándola. El tío que se estaba follando al otro tío ya había metido su polla en el culo de la otra chica que gemía sin parar mientras se masturbaba a la vez que su culo era penetrado una y otra vez. Yo cogí del pelo a la zorra que me estaba follando obligando a mirar a mi mujer y ambos nos mirábamos mientras follábamos como locos. Le di duro mientras me corría en su coño y decía «¡puta…zorra!» mirando a mi mujer y ella sonreía con placer. Cuando los dos se corrieron dentro de mi mujer ella quedó a 4 patas, momento que aprovechó uno de los que estaban mirando para metérsela por detrás sin avisar. Y ahí estaba, mi mujer siendo follada de nuevo mientras me miraba con sorpresa, pues no esperaba tener otra polla dándole placer y haciendo que se corriera como una bestia. Mientras se corría le metí la lengua en la boca y con las manos manoseé sus tetas y sus pezones. El otro seguía dándole fuerte y duro por detrás hasta que se corrió también.
Fue todo un espectáculo de gemidos, orgasmos, placer sin límites, sin tabúes donde cada uno buscaba el placer por puro placer.
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