Termas Placenteras.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los cuatro andamos en la franja de 35 a 40 años de edad y entre 1,75 y 1,90 metros de estaturas – descalzos – Las dos mujeres con todo lo que importa – cintura, caderas, tetas, glúteos, piernas – en su justa medida y tonicidad, rostros agradables, esto es, califican para atractivas sin llegar a lindas, ni a hermosas.
Los dos varones, en aceptable estado físico.
Mariel – mi esposa- y Alicia, son ex compañeras de secundaria y universidad y mantuvieron estrecha amistad aunque la vida las separó geográficamente y las dos parejas, nos juntamos asiduamente por iniciativas de ellas.
Julián y Alicia viajan a nuestra ciudad o Mariel y yo – Carlos – nos trasladamos a la de ellos o, como en la ocasión que voy a relatar, nos vamos juntos de fin de semana largo (o vacaciones) a alguna localidad turística.
En esta “escapada” dejamos los hijos con los abuelos, alquilamos un departamento de dos dormitorios, baño y cocina comedor, en un tercer piso en Colón, en la provincia de entre Ríos, cuya principal atracción son las aguas termales.
Cabe aclarar que, desde bastante tiempo a esta parte, Alicia, de cuerpo presente, me inquieta y, si está en malla de baño – usa bikini – me embelesa.
A las termas se está en malla por lo que se presentaba arduo lidiar con la excitación venérea.
A la noche del primer día, muy lluvioso, en la cocina (las chicas se declararon en rebeldía de modo que preparar la cena quedó a cargo de los varones) escuchamos las risas ruidosas de ambas en el balcón cubierto:
– Están divirtiéndose como nunca, parece.
– comentó Julián.
– La verdad que da gusto verlas, sin los chicos, despreocupadas y alegres – respondí.
Transcurridos una decena de segundos, Julián agregó:
-Hablando de bien ver, Mariel se cuida y está cada vez mejor, su físico despierta interés y su modo de ser y carácter la hacen muyyy atractiva.
–
“¡Acabáramos, tenemos apetitos sexuales simétricos!!“ Dije para mis adentros y en voz alta:
-Alicia no se queda atrás, en complexión, aspecto, inteligencia y vitalidad.
Seguro que es una compañera de “hacha y tiza” – y no era devolución de gentilezas, así la veía –la veo-.
Demoró en replicar, como buscando las palabras adecuadas:
-¡Ahyyy Carlos, hace tiempo que quedaron en el olvido los 3 o 4 polvos diarios!.
–
“Demasiado de algo bueno aburre con el tiempo.
La pasión en las parejas tiende a mermar con los años“ recordé haber leído e incorporado a mis convicciones.
Luego:
-.
Julián, existe una justificación científica: nuestro cerebro está configurado para buscar y disfrutar cosas nuevas y no se conforma con los placeres predecibles.
–
– Te voy a decir más, Julián: Hay que disfrutar alguna transgresión, son momentos robados que tienen tanto más premio desde que son arrancados a la moral pacata de una sociedad que pone la exclusividad como obligación principal en una pareja.
Sin embargo, la transgresión vale todos los afrodisíacos del mundo.
Novedad + Prohibición = Cóctel insuperable, Julián.
Por añadidura al reducir las frustraciones sexuales y / o sentimentales, dejamos de hacer caer sobre la pareja todo lo áspero de la vida.
–
Lo miré en los ojos y vi su perplejidad.
-Lo que decis tenes que admitirlo también para tu mujer, supongo.
–
-¿Yo dije lo contrario? ¡Claro que vale para las dos mitades! –
-No había pensado de ese modo.
Tal vez lo ponga en práctica – murmuró.
Le faltó decir: “ya mismo y con tu mujer que me tiene a mal traer.
”
A la hora de la cena y de la sobremesa, con el acumularse de copas y la pérdida de inhibiciones que conlleva el alcohol, hubo algarabía, chistes y alusiones atrevidas al placer sexual.
Por ejemplo:
-¿Por qué te casaste con este y no conmigo.
Se me antoja un beso tuyo.
– Julián
-¿Te gustaría no? Te vas a quedar con las ganas.
– Mariel
No era habitual ese ambiente, en el cual señoreaba una fuerte atracción erótica entrecruzada, en nuestras reuniones.
.
A la misma hora y circunstancias del segundo día, entre Julián y Mariel hubo largos momentos de dedicación exclusiva de pupilas en las pupilas, palmaditas y roces intencionados.
Obvio que él, durante la tarde en las piletas de las termas, había dados varios pasos en la maniobra de aproximación y había, a todas luces, hecho progresos evidentes.
Alicia y yo, en cambio, sin dejar de participar de la animación, de las alusiones procaces y chistes eróticos, estábamos entre intrigados, dudosos, irresolutos, confusos.
Aunque no al límite de sofocar la creciente apetencia sexual mía por ella y de ella por mí, según creía percibir y más tarde comprobaría.
Para el café nos trasladamos de la mesa al sofá, de varios cuerpos, del living, Mariel y Julián nos precedieron y ocuparon un extremo, muy juntos los dos, Alicia y yo en el otro.
.
Ambos pares quedamos separados por, aproximadamente, un metro e iluminados tenuemente por una lámpara de luz cálida de baja potencia.
Transcurrido un lapso de tiempo, al dirigir mi mirada a la otra punta de sofá, percibo que Julián – que me daba la espalda – tenía su mano entre las piernas de Mariel, de frente a mí, la cual, al verse observada – y en falta – me hizo un mohín frunciendo los labios y un ademán de la mano, a modo de enviarme un beso, un beso volado y el mensaje: “Te quiero pero ahora, me voy a transar a éste”
En lugar de sentir enojo contra el comportamiento de los dos, experimenté excitación y una erección evidente – se me abultó el short – Alicia, de espaldas a la pareja tramposa, ignoraba lo que estaban haciendo, notó el bulto y se ruborizó intensamente, tal vez pensando que ella lo había disparado.
-Voy al baño – dijo Mariel, mientras se paraba y desaparecía por el pasillo que lleva a los dormitorios y a la toilette.
Julián se sirvió una enésima copa, intercambió unas palabras con nosotros mientras bebía calmadamente, luego alegó que iría a cambiarse la remera transpirada.
Con Alicia continuamos con la conversación, embarazosa por lo sucedido hasta ahí – yo por los mimos presenciados y mi excitación, ella por mi erección inocultable y por estar sola conmigo con ese “condimento” de significado inequívoco.
–
Puesto que ninguno de los dos ausentes volvía, decidí ir a ver qué ocurría – con la excusa de ir al baño –
Ocurría que estaban “amasijándose” a besos y caricias recíprocas en la cama de uno de los cuartos – el que teóricamente debíamos ocupar Mariel y yo – Retrocedí sin entrometerme ni estorbarlos y con la excitación en las nubes.
Sólo había un blanco para tanto despertar de deseo sexual: Alicia.
Volví a sentarme a su lado y:
-Alicia, nuestras medias naranjas están acostadas manoseándose a full y nosotros les hacemos tanta falta como los perros en misa.
–
-¡No te lo puedo creer!!-
Amagó levantarse como para ir a constatar lo que había oído.
La tomé de la cintura y la obligué a volver a sentarse:
-¿Vas a caer en el ridículo de hacerles una escena?? –
-¿A vos que te parece? ¿Me tengo que quedar en el molde como si nada? –
-Lo mejor es dejarnos llevar por la corriente, nosotros también ….
–
Pretendió disimular pero sus ojos apuntaron al – se detuvieron en – bulto en mi short.
Aproveché su momentáneo ensimismamiento para besarla en el cuello y subir una mano de la cintura a su teta derecha.
No dijo ni mu y, enseguida, se prendió en el primer beso desmedido y en los sucesivos, de lengua versus lengua.
Las manos hicieron su parte en ese preámbulo: mi izquierda hurgando en su entrepiernas, la suya manoseando la hinchazón en la tela de mi short causada por el pene recte – erecto.
-¡Ésta es justo lo que me recetó mi doctor! – le susurré al oído.
-¿Ahhh siiii? Si es por tu salud … no queda otra – replicó suspirando y sonriendo
No habiendo nada para agregar al prefacio, entramos en materia:
-¿Vamos a la cama, bombón? –
– Estoy toda transpirada, necesito un baño.
–
-Yo también, vamos a ducharnos juntos.
–
-¡No seas zarpado, Carlos, me da calor! –
-Eso es bueno: calentura es lo que necesita el gallo para comerse la gallina.
–
Camino a la ducha, al pasar frente a la puerta abierta del cuarto, a la luz de un velador, entrevimos a Julián – desnudo – montado sobre Mariel, en acción propiamente dicha.
Con cuidado cerré ambas puertas, la del dormitorio y, luego la del baño.
Bajo el chorro de agua tibia, lejos de ceder, mi erección se incrementó con el manoseo de/y a Alicia y la calentura de ambos, ni hablar.
Sospecho que más que absorbida por las toallas, el agua en nuestros cuerpos se evaporó por las pieles recalentadas.
Ya sobre la cama ella acometió contra mi miembro que apuntaba al cielorraso.
Lo lamió todo, se lo metió en la boca y se entretuvo con él unos minutos.
No muchos: se me tiró encima, me dio un beso alucinante y pidió imperiosamente lo que, entendía, tenía ganado por derecho de reciprocidad:
-¨Cogeme de una vez, porfiiii!!!!!¨.
–
No me lo hice repetir invertimos las posiciones y le entré hasta lo más recóndito de su raja (por lo menos así lo creo yo, por lo que ella dijo, más tarde, haberse sentido totalmente llena).
Uní mis labios a los suyos en un beso prolongado mientras le entraba y salía lenta y suavemente pero sin pausas alternando, de tanto en tanto, embestidas prepotentes.
La cogida se transformó en porfía de pelvis, en la fase de entrada yo forzando la mía hacia abajo, Alicia respondiendo con parecida vehemencia con la suya hacia arriba, en procura de la penetración más extrema de la historia, todo “condimentado” con una florida gama de exteriorizaciones vocales: gemidos, suspiros, monosílabos, frases entrecortadas, grititos, etc… hasta que “chilló” complacida por el spray de mi semen derramándose en su entraña.
Una vez derrumbados, lado a lado, ella murmuró sonriendo:
– Me diste a lo bestia ….
nunca me habían culiado como vos, tan intenso y delicioso .
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¡cómo me llenaste!!! ….
¡me alucinó!! –
Le devolví los halagos calificándola de diosa para arriba.
Después de un breve intervalo para recomponer fuerzas, hubo un segundo polvo, con introducción de sexo oral de mi parte, tan vehemente y vivo como el primero.
Mientras recobrábamos la calma, oímos, provenientes del otro lado del tabique, murmullos, jadeos y sonidos de cama – con necesidad de ajustes – maltratada.
Ahí Alicia pareció ubicarse en el tiempo, espacio y excesos en curso:
-Decime Carlos ¿Qué les ocurrió a ustedes dos que pergeñaron este dislate amoral? –
-¿Julián y yooo? Nada, no arreglamos ni convinimos nada de esto….
.
te lo juro –
– ¡No te creo!! Mariel nunca me hubiese ocultado si planeaba tener algo con mi marido –
-Me imagino que no.
Son amigas de toda la vida –
Recordé la charla con Julián, de la tarde/noche anterior.
-¿Sabes, Alicia, lo que me parece que pasó?-
-¿Qué?-
Le hable de mi calentura, reprimida, por ella.
La charla en la cocina el día anterior.
De la confesión de Julián de andar “alzado” con Mariel, sus lamentos por la frustración sexual que experimentaba en su matrimonio.
De lo lavado, por el tiempo, de mi sexo con mi esposa -y viceversa – De mi opinión, de que es bueno, tanto para el varón como para la hembra, disfrutar de vez en cuando, de una buena trampa.
-Creo que, a partir de esa charla, Julián se tiró el lance con Mariel y se impuso.
–
-¡Se la puso, querras decir!!!! ¿Será? ….
.
tal vez fue como vos lo imaginás ….
.
.
no deja de ser una cuádruple cochinada.
–
Esa primer noche, con Alicia, cerramos la cuenta de choques “cuerpo a cuerpo” en cuatro.
En el otro dormitorio, no creo, que hayan desentonado.
A la mañana siguiente fui el primero en levantarme.
Me siguió Mariel que me abrazó desde atrás, me besó en la mejilla y agregó un saludo:
-¡Hola, mi amorrr!!! – blando y apacible.
-¡Hola Nena! – mi réplica le sonó distante.
-¿Estás bien, vosss? –
-¡Mejor sería un lujo! …… Te coges el marido de tu amiga, sin decirme “agua va”.
–
Pidió indulgencia por “trenzarse” con Julián, pero alegó percibir que yo estaba en la misma senda con la amiga.
No estaba desencaminada.
-¿Y vosss? ¿Acaso no te la volteaste a Alicia? –
Convinimos, provisionalmente, que era “empate” y, por ende, “estaba todo bien”.
Se nos unieron – venían juntos – Alicia y Julián Habían hecho su catarsis.
No hubo, crítica, tanteo ni averiguación, colectiva.
Fue como si no hubiera sucedido nada raro, extraño o desacostumbrado.
A punto tal que ese último día del fin de semana largo, a la siesta y a la noche, mantuvimos las “nuevas” parejas con desparpajo de semen y fluidos vaginales, con apenas intervalos de tiempo para respirar
De regreso a casa, no hubo cuestionamientos.
Si gratitud recíproca por acomodarse al gusto, voluntad y decisión del otro.
La infidelidad, improvisada fue exactamente eso: un aliento, un soplo de viento fresco en nuestros hábitos.
Ni siquiera fue una traición, fue otra cosa – un delicioso momento – y punto.
Como valor agregado, el sexo con Mariel, dio un salto de calidad:
Las hormonas se desperezaron,
La pasión repuntó, bastante.
El “bobo” late un poco más alegre,
Reapareció la segregación de adrenalina.
Por el lado de Alicia y Julián, sucumbir a la tentación, en las termas, jugó eficazmente el papel de válvula para aliviar las tensiones.
Digo porque, Mariel comentó que su amiga le está sugiriendo repetir en un próximo fin de semana.
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