Un encuentro sin limites
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Bres.
Esther y yo fuimos los primeros en llegar a la mansión donde habíamos sido citados por Juan e Isa. Estaba situada en pleno campo a una decena de kilómetros del pueblo más próximo. Habíamos buscado un lugar tranquilo donde poder disfrutar haciendo realidad nuestras más deseadas fantasias, practicar sexo sin límites con otra pareja. Para acceder a la mansión había que traspasar una verja la cual se abría por control remoto.
Dejamos el coche y nos dirigimos a la casa donde nos recibieron nuestros anfitriones. Tras saludarnos y tomar una copa en el salón cada pareja pasó a su habitación. Disponiamos de dos horas para relajarnos y prepararnos para lo que nos esperaba. La bañera jacuzzi climatizada a punto de un relajante baño, y sendos albornoces de seda blancos sobre la cama, junto a dos tangas del mismo color, y un liguero con sus medias, también blanco, estaban a nuestras disposición. Nos desnudamos y nos introducimos en el jacuzzi, mientras nos bañabamos y entre caricias, Esther me confesó su excitación y su nerviosismo ante nuestro encuentro con la otra pareja. Le pedí que se calmara, mientras trataba de relajarla acariciando su clítoris. Finalmente inició una serie de jadeos, mezclados con gemidos, que delataban su placer. Dejé que se corriera y la abrazé hasta quedar adormilada en mis brazos. Tras el relajante baño, la ayude a ponerse las medias y el liguero. Me coloqué el tanga y cubrí mi cuerpo con el albornoz de seda, luego Esther hizo lo mismo y ambos nos dirigimos al salón donde nos esperaba la otra pareja.
Allí, Isa y Juan estaban sentados en el sofá tomando una copa. Llevaban puesto un albornoz como el nuestro pero de color azul. Al vernos entrar Juan despojó a Isa del albornoz, mostrándonos su cuerpo cubierto tan solo por el tanga azul y el liguero. Las manos de Juan acariciaban la cintura desnuda de su mujer y luego sus senos, mientras ella nos miraba sonriente. Luego Juan acercó la boca a los pezones y jugueteo con ellos mientras su mano derecha fue directa a la vulva, acariciándola primero por encima y luego por debajo del tanga. Isa se extremeció al notar la mano de su marido urgar en su almeja y apenas se ruborizó cuando Juan nos preguntó:
«¿Que os parece la putita de mi mujer?, apuesto que estáis deseando ver y tocar su ardiente chochito». Yo asentí mientras besaba a Esther en la boca. Aún tardaria unos minutos en despojarla del tanga, el tiempo que Isa comenzó a jadear. Acercaron su boca y se besaron también mientras los dedos de Juan seguían jugando en la cuevita de su mujer. «Nena, te estás calentando mucho, tantas ganas tienes de que te follen», oí que le susurraba al oido. «Si deseo notar vuestras pollas taladrando mi coño, mientras meto mi lengua en el coñito y ojete de tu nueva amante»
A continuación, hizo que se tumbara sobre la mesa y le quitó el tanga. Un pearcing adornaba su clítoris, que destacaba en su depilado coño. Juan siguió susurrándole cosas al oido, tratando de excitarla más de lo que ya estaba, mientras seguía acariciándola cada vez con más intensidad. «Tócame mi amor, dame más gusto, lo necesito», decia Isa sin pudor.
«Te vamos a hacer de todo», le contestaba Juan, mientras le separaba los labios vaginales con los dedos y nos lo mostraba bien abierto. «Y cuando digo todo es todo».Se notaba que a Juan le gustaba exhibir a su mujer y a esta que la exhibiera.
«Cariño, estoy impaciente por ver tu follado chichi, y comprobar si es mejor que el de mi putita», dijo Juan dirigiéndose a Esther, mientras ceremonioso seguía acariciando los labios vaginales de su cada vez más caliente mujercita, a la que terminó por meterle los dedos en su coño y extraerle el DIU que llevaba puesto.
«Esta noche no lo vas a usar, correrás el riesgo de quedar preñada de nuevo».
«Como tu quieras mi amor», dijo sonriente Isa, cuya excitación crecía por momentos. Juan me entregó el DIU y siguió acariciando el rosado clítoris de su ardiente mujer . «Mirad lo duro que se le pone, y aún lo estará más cuando le pase mi lengua, ¿o quereis hacerlo vosotros?», dijo Juan.
Le indique a Esther que se acercara y me masturbara.
«Quieres ver ya el chochito de mi ramera», le pregunté tratando de descargar su tensión mientras la mano de mi mujer desaparecía bajo mi tanga. Juan vino hacia nosotros y le metió la lengua en la boca a mi mujer manteniéndola dentro un buen rato, mientras Esther me acariciaba, al ritmo que su excitación marcaba. Mi pene no tardó en tornarse tenso. «Te gusta como te lo hago», dijo soltándose de la boca de Juan. Entonces éste le espetó, «Quiero que te hagas una paja como las que te haces cuando estas solita, ¿porque te las haces verdad?», le susurró Juan a mi mujer. «Si me las hago hasta correrme, acaso tu mujer no se las hace», contestó ella. Juan volvió a meterle la lengua en la boca intensificando su profundo beso. Luego se separó y le dijo, «si, ella se masturba, pero estoy convencido que tu la superas, tienes más experiencia y seguro que te mojas más, ¿verdad so guarra?».
«Quitále el tanguita y muéstrame su tesoro. Siempre me ha gustado contemplar, acariciar y follarme un chochete cuarentón». Una vez liberada del tanga, Esther se lo abrió con los dedos, y mirándome le espetó a Juan «Mira, así me acaricio, pensando en lo que nos haréis a Isa y a mi esta noche. Es todo tuyo, mi amor, haz lo que desees con él».
Entonces Juan le extrajo el DIU, con la misma maestría y habilidad con que había quitado el de su mujer. «De aquí sales con barriga y como mi zorra» y se puso a morrearla. Mientras Isa se me acercó y abriéndose de piernas se quitó el pearcing y me lo entregó. Me puse a lamerle su almeja, mientras Juan hacia lo propio con la de Esther. Las lenguas iban del coño al ano sin descanso, mientras los cuerpos de las dos mujeres se estremecían de placer y los primeros gemidos se escapaban de sus bocas.
«Me gusta mucho como me lo haces», decía Isa, mientras notaba su primera corrida. Poco despúes Esther soltaba un gemido que delataba también la suya.
«Oh follame ya que no aguanto. Follame y hazme tuya delante de mi esposo y de tu mujer», repetía Esther al oido de Juan. Este le hizo tragar una pastilla estimulante, entregándome otra a mi para que se la diera a Isa. «Con esto se van a poner a tope», dijo Juan, mientras acariciaba el coño de mi mujer haciéndola retorcerse se gusto.
«Ahora os toca a vosotras comernos la polla», les dije mientras me colocaba en uno de los sillones. Juan hacia lo propio en el otro y Esther no tardó en llevar su pene a la boca, mientras se masturbaba y le susurraba, «te gusta sí». Isa ensalibó mi verga antes de acogerla en su boca y hacerme una excelente mamada.
Juan entonces pidió a Esther que le comiera el chocho a Isa, comenzando con ello un número lesbico que fue subiendo en intensidad, bajo la dirección de Juan que mientras dirigia a las dos mujeres se bebia un botellín de cerveza. «¿Sabe bien el coño de mi mujer?, seguro que el tuyo esta delicioso y superfollado». Tras varios minutos en los que mi mujer lamió sin descanso toda la raja de Isa, a la vez que ésta engullía hasta la raiz mi erecta polla, Juan entregó a Esther el botellín .«Méteselo en el coño a esa puta», y Esther obedeció. Poco a poco el botellín, de un quinto, fue penetrando en la vagina de Isa cuya boca había soltado mi verga y jadeaba su excitación.
«Haz que se lo trague como si fuera la polla que está deseando recibir tras la paja que le has hecho con tu lengua». Luego le entregó otro botellín, este de un tercio, «este es para que se lo metas por el culo». Mientras lo hacía Juan le hablaba a su mujer.
«Cuéntale a Esther a como te follo delante de tus hijos». Asi descubrimos uno de los secretos ocultos de la pareja, que asiduamente realizaban el acto ante sus pequeños, a los que desnudaban y acariciaban antes de entregarse el uno al otro.
«Me pone desnuda en la cama , totalmente abierta y le va relatando a los dos todo lo que me hace, después me come todo el higo, mientras yo les cuento a los niños que a su padre le gusta masturbarme mientras vemos películas porno. Luego me folla por delante y por detrás entre mis jadeos de placer, es realmente excitante hacerlo delante de ellos, lástima que sean pequeños y no puedas hacerlos participar», contaba Isa, encendida recordando el encuentro ante sus vástagos.
«¿Y vosotros follais delante de los vuestros?», preguntó Juan a Esther.
«Son ya mayores, y no nos atrevemos» contestó.
«Pero te gustaria ¿verdad?», dijo Isa
«Ojala me lo hicieran los dos a la vez, mientras Fran se folla a nuestra hija».
«Lo haremos cariño, lo haremos», le dije. Noté como mi mujer se encendía, estaba al borde del climax.
«Ven y hazme una mamada, antes de ponerte a cuatro patas para que te folle». le dijo Juan a Esther. Para entonces mi polla ya estaba dentro del chocho de Isa, todo mojado.
«Mira como se la chupa, ¿quieres que te lo haga yo a ti?», decía Isa, mientras mi polla se clavaba por entero en su vagina y la hacia jadear de nuevo.
«Ya se la va a meter en el coño, seguro que está muy húmedo», repetia Isa.
«Fóllame ya, no aguanto, soy toda tuya, echame toda tu leche dentro aunque me preñes», gritaba Esther también entre jadeos.
«Oh que gusto me da tu coño, muévete como una puta, como cuando estás con tu marido o el amante de turno», le decia Juan.
Una sinfonia de jadeos, gemidos y respiraciones, no tardó de llenar la habitación.
«Dame, dame más», reclamaba Isa.
«Mi amor, no pares metela toda, así, así, me corro», jadeaba Esther
«Tu mujer se acaba de correr como una perra», le dije a Juan
«Pues la tuya, es un torrente, la muy guarra se está corriendo a gusto»
«¿Quieres que te de por culo?», pregunté a Isa.
«Sí, cariño, a tu mujer ya le están dando».
Efectivamente, Esther a cuatro patas recibía en su ano la verga chorreante de Juan.
«Menuda mujer tienes, está toda salida». Los efectos estimulantes se dejaban notar en ambas mujeres.
Deje a Isa preparandose el culo y me puse a follar a Esther.
«Así, mi amor, dame gusto, mientras me enculan», repetia mi mujer
«¿Que deseas que te hagamos?», le susurré al oido
«Lo que querais, podeis hacerme de todo, quiero que sea un encuentro inolvidable, deseo que me preñeis».Aquello me excitó mucho más «lo haremos, os preñaremos a las dos».
«Te vamos a atar a la cama y te vamos a azotar, golpear y te daremos corrientes en chocho y tetas», dijo Juan adelantandole parte de lo que iba a ser el castigo.
«También te vamos a meter bolas en el coño y en el ano, y orinaremos en tu boca», le dije.
«Por último follarás con mi perro», añadio Juan.
«Lo que querais, hare lo que querais, quiero disfrutar como nunca, sentirme todo lo puta que soy»
Tras atarla y entre sollozos, Juan le propino a Esther un castigo brutal. Latigazos en la espalda, gluteos y muslos, y con una palmeta, ademas de puñetazos en el vientre y todo el coño. Tras dos bofetadas en el rostro, me la entregó para que le diera yo las corrientes. Puse sendas pinzas en el labios vajinales y solte unos cuantos voltios que la hizo combulsionarse, luego hice lo propio en su pezones, y para remate le introduje unas ocho bolas en el ano.
Durante el castigo Esther no dejo de gritar, y a nuestras preguntas de si lo dejabamos, ella respondia, «no, soy toda vuestra y lo que me hagais se que os safisface, que es lo que más deseo».
Isa presenciaba toda la escena, sabedora que a ella le esperaba un castigo similar, A diferencia de Esther ella ya habia asistido a alguna sesión sin limite, además de que Juan y ella introducían el látigo y las corrientes en sus relaciones.
Dimos descanso a Esther y seguimos con Isa, inicialmente le hicimos un sandwich para provocar su excitaciòn, luego de corrernos ambos dentro de su coño, la atamos a la cama boca arriba y la azotamos los senos el vientre y los muslos, y hasta me atreví a palmearle el chocho. Luego me ensañé con sus pezones, a los que atravesé con agujas, haciendola chillar, y animado le hice algo similar en su clítoris. Juan se encargó de darle corrientes, las mismas que a Esther, y de introducirle las bolas en su ano, en este caso seis.
Después hicimos que una a la otra la liberara de las bolas, mientras Juan fue en búsqueda de Sultán, su pastor alemán. Cuando regresó con el perro, las dos mujeres esperaron su turno,. Juan habia preparado al perro , cubriendo sus patas delanteras para no dañar a las mujeres. Me acerque a Esther y le dije
«Quiero que seas la primera y que cuando te lo esté haciendo le digas a Juan que te orine en la cara».
«Si mi amor, creo que me van a gustar las dos cosas». No cabe duda de que estaba en un estadio de excitacion nunca antes alcanzado.
Cuando el perro y Esther iniciaron la faena, me di cuenta de lo que mi mujer disfrutaba, parecìa una auténtica perra en celo, y despues de que el animal se viniera sin que nadie le dijera nada le chupo el pijo al animal , luego se volvio hacia Juan y le pidio que la meara.
«Quiero enjuagarme con tu meada».
Despues fue Isa la que folló con Sultán. Fue algo más corto que el de Esther, también tuvo su meada aunque sobre su chocho.
Tras darnos un baño volvimos al salón y allí decidimos intercambiar la pareja el resto de la noche,cada uno de una habitación. Cada uno podia hacer a la mujer del otro lo que deseara, pero las corridas debían ser vaginales y sin ninguna protección.
Isa y yo follamos a discreción, en todas las posturas imaginables, y sospecho que Juan y Esther también. Durante uno de los descansos y tras oir los gemidos que Esther daba en la habitación contigua,Isa me dijo.
«Seguro que Juan tiene a tu mujer atada a la cama y le come el coño como un poseso. Es una de las cosas que mas le gustan, sentir como se le ponen a una hembra los pezones y el clítoris duros y notar como se corre, mientras ella chilla. En un maestro y más si da con una mujer como la tuya que por lo que he visto cuando lo hacía con Sultán , está salidísima».
La verdad es que había observado a mi mujer disfrutar con el sexo como rara vez la habia visto. Extremadamente sonrojada por la excitacion. Quiza en nuestro primer encuentro con otra pareja, donde le hicimos el primer sandwich. Me moria de ganas de ver lo que le estaba haciendo Juan, pues sus chillidos eran realmente espectaculares.
«Ven vamos a verlos», dijo Isa mientras corria el espejo y dejaba ver la otra habitación sin que ellos nos viera a nosotros.
Yo quede absorto con la escena. Tal y como había dicho Isa, estaba atada en aspas a la cama, pero Juan ya no le comía el coño, sino que la follaba, mientra ella chorreando en sudor le pedia que le diera más gusto.
«Quieres oirlos» dijo Isa mientras accionaba el sonido de la habitación.
«Amor, revientame de gusto. Nunca antes he tenido tantos orgasmos seguidos», decia Esther con la voz entre cortada.
«Pues esto no es nada comparado con lo que te haré cuando paras a mi hijo, ¿Porque quieres darmelo?
«Sí mi amor, no sabes como deseo que me dejes preñada si no lo estoy ya».
«Tu marido seguro que le hace una barriga a Isa que además está en sus días fertiles»
«Yo también lo estoy, pero amor no te corras aún, comeme el coño un poco más»
Como si fuera una orden Juan puso su boca en el chocho de Esther y comenzó el ritual. Aquello terminó por calentarme, así que mientras presenciaba la escena puse a Isa a cuatro patas y la entré por detras. Mi nabo salía y entraba en su coño e Isa no tardó en correrse una vez más. Su jadeos me impedían oir con claridad lo que mi mujer y Juan se decían. Ambos además estaban cada vez más excitados. Esther casi demacrada por el esfuerzo pues a cada lametón de Juan su cuerpo se retorcía.
«Me vas a inundar con tu leche, mi amor»
«Si como hace tu marido con mi mujer, menudo polvo se estarán echando también».
«Vamos metemela, quiero notarla de nuevo dentro de mi»
«Deseo darte por el culo»
«Luego, ahora follame el coño como antes»
Juan la volvió a penetrar y no tardó en correrse, descargando dentro de la vagina de Esther.
«Me has inundado toda, mi amor, cuanto gusto me has dado, creo que me has preñado».
Yo seguí follando a Isa, alternado su coño con su culo, trasladándola al climax,
«¿Me dejarás que te folle en presencia de tus hijos?», le pregunté
«Oh sí, me lo harás como ahora, después de que su padre se folle a Esther, pues sabes que lo harán en cuanto tengan ocasión».
El imaginar a mi mujer haciendolo con Juan ante sus hijos, me excitó sobre manera. Terminé por correrme dentro de Isa y luego nos besamos juntando nuestras lenguas.
Caímos rendidos y cuando desperté al día siguiente Isa seguía dormida, me levanté y miré por el espejo, Juan y Esther también dormian. Me di una ducha y cuando salí del baño los tres se habían levantado, mientras ellos se duchaban preparé la bolsa de viaje y espere a que Esther volviera a la habitación. Cuando llegó lo primero que hizo fue besarme.
«Mi amor he disfrutado como nunca, y espero que tu también«. Nos despedimos de la otra pareja y volvimos a casa. Durante el regreso, Esther me contó lo que Juan la había hecho y que yo había podido ver, aunque me hice de nuevas. Me dijo que seguramente estuviera preñada.
«Se ha corrido dentro de mi coño hasta seis veces».
«Yo en el de su mujer otras tantas»
Fiel al compromiso adquirido ni Esther ni Isa tomaron la pildora del dia después. Un mes despues al volver del trabajo Esther me confirmó su embarazo.
«Mi amor, estoy de cinco semanas, justo desde que tuvimos el último intercambio, a mis cuarenta y tres años estoy preñada otra vez».
Confirmada la noticia le pedi que llamara a Juan y se lo comunicara, en parte por conocer si Isa había corrido la misma suerte. Saltó el buzón de voz y Esther le dejo el mensaje.
«Conseguiste hacerme la barriga que querias, llamamé».
A los dos dìas sono el telefono, lo cogí y era Juan , «al volver he oido el mensaje. Podemos vernos el sábado y ver que hacemos, ah por cierto Isa, también lo está».
Faltan dos meses para que ambas tengan a nuestros hijos. Pero esa será otra historia
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