Una familia demasiado liberal
En mi niñez conocí a un compañero que junto con su familia, me introdujeron al mundo del nudismo y exhibición.
Historia Real, pero algo larga:
En 5 de primaria a mediados del ciclo escolar, llegó un chico nuevo que llamaré Luis. Era un niño de casi once años, unos meses menor que yo, pero poco más alto. Para nuestras edades aun teníamos cuerpos de niño, pero a la vez se empezaba a notar el desarrollo hacía la adolescencia. Yo siempre fui algo introvertido, porque mis padres me cuidaban mucho. A diferencia de otros niños, a mi no me dejaban salir solo o ir a lugares donde los demás empezaban a ir. Lo que causaba que tuviese pocos amigos. Pero eso cambio con la llegada del compañero nuevo, que capto la atención de los demás por su acento nuevo y que practicaba basquet. Lo sentaron a mi lado y de a poco comenzamos a llevarnos bien. Tal vez fue el hecho que compartiéramos asiento en clase que nos unimos tanto al punto de llegar a ser mejores amigos. Le presente a mi familia y él me presento a la suya. A mi familia le daba igual con quien me llevase, no eran muy sociables con las personas. Pero la familia de Luis era muy unida, me recibían como uno más de ellos, pedían permiso a mis papás para que me dejasen ir con ellos a ciertos lugares para que yo les mostrará por ser nuevos en la ciudad. Fue así que se ganaron la confianza de mi familia y me empezaron a dejar salir. Ya con once años me sentía un adolescente algo independiente. Podía ir a casa de Luis solo siempre y cuándo usará su teléfono para llamar.
El señor William o Will como decía su papá que le llamará, que no le gustaba que le digan señor, porque se sentía muy joven. Me invito a su cumpleaños. Por suerte mis papás me dejaron ir. Llegue y su mamá me indico que Luis estaba en el patio con su papá haciendo carnes asadas. Me invito a pasar y salí al patio. El señor Will estaba asando carne sin camisa, vistiendo un short mientras que con otro brazo cargaba a Luis que se encontraba dormido, y él solo utilizaba una camisa dejando ver su trasero al aire libre. Pensé en retirarme para no causar incomodidad, no entendía porque mi amigo estaba desnudo siendo cargado como un bebe por su papá. El señor me vio con alegría y me invito a salir al patio con ellos. Me dijo que Luis lo estaba ayudando, pero se paso toda la mañana jugando en la alberca inflable que compraron, que le agarro sueño y él lo arrullo para dormirse. Me sorprendía que lo tratase de esa manera tan tierna, pero más me sorprendía pensar que el pene de mi amigo estaba pegado al pecho de su padre. Quería preguntar del porque estaba sin ropa, pero me quede callado mejor y supuse que estaba nadando desnudo, solo se puso la camisa y ya. Su papá me invito a sentarme, y siguió cargando a Luis un rato más. Cuándo finalmente se canso, lo acostó boca arriba en un camastro que tenían, y le vi el pene a Luis, En aquel momento era un poco más chico que el mío, a pesar de que fuera más alto y delgado. Me dijo el señor Will que lo dejase dormir un rato y ya cuándo se levante podemos nadar juntos o jugar. Dije que estaba bien. Discretamente me quede sentando platicando, pero por ratos volteaba a ver a Luis aun desnudo. No era común viese a alguien y menos compañeros así. Ya unos minutos después que sentí eternos, no sé bien la razón. Pena o morbo. Luis se despierta, y su papá le dice: «Mira ya llego Beto hace rato y tu de bello durmiente». Lo primero que hizo mi amigo fue cubrirse su pene con las manos, poniéndose rojo como un tomate y reclamándole a su papá del porque no le puso un short o algo. Ya el señor William le respondió: «Pero si tu siempre andas desnudo en la casa. Además es tu amigo y los dos son varoncitos, ya no andes de mamón». No recuerdo que respondió Luis pero fue de una manera medio grosera, su papá le amenazó que si seguía así, iba a agarrar el cinturón y le iba a pegar delante de mí para que tuviese pena con justa razón. Ya le pidió el cinturón a su mujer, ella salió para ver que sucedía y el señor Will le dijo la situación. La señora igual que su esposo le dijo a Luis: «Ay hijo, exageras. Nunca usas ni calzones delante de la familia y Beto es como de la familia. Ni le importa» «¿Verdad Beto?». No sabía que quería llegar con esa pregunta, pero dije no, y ella dijo «Ahí está, ya vénganse a comer mejor». Ya los dos fuimos a comer y resignado Luis se quedo solo con la camisa puesta, sin usar que cubra sus partes nobles. Terminando de comer, la señora Karina, su mamá nos dijo que esperemos una hora para nadar. Mientras podemos ir a jugar un rato. Subimos al cuarto de él, y fue inevitable sacar el tema del nudismo. Ya algo apenado me confesó que ellos están acostumbrados a verse y andar desnudos en su casa. Se le olvido que su papá me había invitado así que estuvo como un día normal. Le dije que no había nada de malo, y me dijo que para estar a mano, también le muestre mi pene y mis nalgas. Me dio algo de pena por sus papás presentes, pero insistió que era lo justo. Cerramos la puerta y me baje el short y mi ropa interior. Me inspecciono mis partes y con confianza me agarro los testículos diciendo que ya me estaban creciendo. Le pregunte del como sabía y dijo que él aun se baña con sus primos mayores y ya les vio desnudos. También me platicó del pene de su papá y la vagina algo peluda de su mamá. He de confesar que esa platica empezó a calentarme, imaginándome a sus padres desnudos. Me propuso que nademos desnudos en la alberca ya que nos habíamos visto todo y le dije que me daba pena con sus padres, a pesar de que dijo que no había problemas con ellos, no quise. Se puso un short de playa, me presto uno y nadamos vestidos aquel día. Me fui a casa, pero antes de irme, Luis me pregunto si no tenía problema con que cada vez que fuera a su casa, el estuviese desnudo como hoy. Dije que estaba bien, me agrado la confianza que me tuvo para mostrarse así delante de mí.
Fue así como que la mayoría de veces que iba a su casa, Luis estaba desnudo como si nada. También sus papás empezaron a tenerme tal confianza que lo mimaban delante de mí aunque él no quisiese. Eran unos padres muy cariñosos. Que les gustaba ponerle apodos tiernos, cargarlo a propósito para jugar con él, ese tipo de cosas infantiles que no acostumbras ver en alguien de once años. Algunas veces se notaba que el señor William lo hacía para molestarlo por mi presencia y otras porque le nacía. También fue tanta la confianza que hubo conmigo, que cuándo se portaba mal, su papá le pegaba delante de mí, a mano, con cinturón, o una vara que tenían de mimbre. Recuerdo muchas escenas de mi amigo siendo reprendido por el señor William, dándole a su trasero desnudo, mientras Luis suplicaba y lloraba del dolor. En aquellas ocasiones, me sentía mal por él y no sabía que hacer. Solo me quedaba callado observando, y Luis era obligado a permanecer contra la pared en cada una de esas tundas. El señor Will, me pedía que lo vigilará y si se movía de ahí le avisará sin dudar. Era tanto mi miedo que lo obedecía. Solo me hacía el tonto en la habitación, jugando o algo, mientras él se limpiaba las lagrimas de vergüenza y dolor. Era el único defecto que puedo decir tenía el señor William como padre, pero igual mi amigo se ganaba cada una de esas tundas. Aunque más tarde se reconciliaban.
Ya con doce años, nuestra amistad creció más y mis papás me dejaron por primera vez quedarme a dormir en su casa. Fue una noche que cambió todo. Mis horarios máximos eran a las seis de la tarde, a esa hora ya tenía que estar en casa o recibía una tunda casi como la de Luis. Aquella vez estaba muy emocionado de poder estar más horas afuera. Estuvimos jugando vídeo juegos hasta que su mamá ordeno a bañarse. Su papá entro al cuarto por Luis y le dijo que fueran a bañarse. Los dos se bañaban juntos antes de dormir. Algo que mi amigo no me había contado. Luis no quería dejarme solo en la habitación, y el señor William me preguntó si quería bañarme con ellos. Lo primero que pensé fue ¡Por Dios No! Ni siquiera veo a mis padres desnudos, que vergüenza ver a otro mayor así. No respondí nada y Luis dijo que fuera, que no tuviera pena. Es normal. Me convencieron y fui al baño con ellos. Me costó desnudarme, pero el señor William dijo que de seguro Luis ya me ha visto desnudo, no pasaba nada y como en repetidas ocasiones me mencionaban, yo era parte de su familia. El no tuvo problema con desprenderse de toda su ropa. Finalmente vi ese pene enorme que una vez mi amigo me mencionó. Fue algo sorprendente que quería crecer y tener uno similar. El baño no fue incómodo como esperaba, la estaba pasando bien con los chistes del señor William y las pláticas sobre chicas que nos empezó a preguntar. Con tanta naturalidad nos hablo de coger, como ligarse a una chica, cosas de hombres. Me sorprendía tanta su seguridad de no importarle decir ese tipo de cosas delante de su hijo y su amigo de doce años. Durante el baño no fue la excepción de tratar a Luis como un chiquillo. Lo enjabono completo y enjuagaba el jabón de su cuerpo. Sin importarle el tocar sus testículos, pene o trasero. Este último fue algo peculiar como metía la mano en la cola de su hijo para asegurarse limpiarselo bien. Recuerdo que dijo: «Este chamaco ya es todo un adolescente y aun no sabe limpiarse el culo». Luis avergonzado le pedía que se detuviera tanto de hacerlo como de decir esas cosas, pero el señor William le dijo que era verdad. Yo solo me reía, se me hacía inocente aquella escena de padre e hijo. Nos terminamos de bañar, el señor William nos secó a ambos. Creo que el convivir tanto con ellos, quise ser tratado igual que Luis y me deje llevar. Nos fuimos al cuarto, los dos únicamente vistiendo nuestras toallas. Hablamos de la experiencia del baño y le confesé que la pase bien, fue algo divertido. Él comentó que igual la paso bien pero a veces su papá se esmera por humillarlo. Cómo ya los conocía bien, dije que no pasaba nada y todo quedaba entre nosotros. Me gustó tanto la sensación de estar desnudo en el cuarto, que decidí también seguir desnudo como mi amigo. Se sorprendió, a la vez que le agrado la idea, y esa noche los dos nos la pasamos completamente desnudos hasta quedarnos dormidos. Nos dormidos desnudos, pero para desayunar nos pusimos ropa interior y una playera. En la cocina doña Karina estaba sirviendo la comida, usando un camisón transparente, algo blanco pero se veía perfectamente su ropa interior. Se caracterizaba por tener unos pechos grandes y ser un poco robusta, al contrario de su esposo y su hijo que eran demasiado delgados. El señor William igual se encontraba ahí sentado, esperando que su esposa sirviese la comida. Él igual estaba solo con un calzoncillo blanco, demasiado pegado, que se le notaba el enorme bulto entre sus piernas. Parecía que lo hacían a propósito. Ya sentados al comer, la señora Karina sacó el tema que entro al cuarto y nos encontró durmiendo desnudos, yo en ese momento sentí que se me salió el corazón de la pena. La mamá de mi amigo me vio el pene y mi trasero. Fue como un balde de agua fría cayendo sobre mí, me quede sin saber que decir. Pero el señor WIlliam intervino diciendo que le da gusto que ya tenga la confianza para hacer ese tipo de cosas en la casa. Me dieron una platica de lo cual importante soy para su familia y que me ven como un hermano para Luis, por eso no tienen ningún problema conmigo con ese tipo de cosas. Eso me dio ánimos. En mi familia nunca pude intentar algo así y con ellos era un nuevo mundo.
De esa manera se disparó en mí la oportunidad de experimentar cosas en la pubertad. Me encantaba ir a casa de Luis a desnudarme junto con él siempre que podía. Al igual que a su hijo, el señor William a veces me trataba como a un niñito y al estar desnudos, agarró la costumbre de nalguearnos jugando y nos decía: «Mis nalgoncitos». Fue un ambiente tan preciado, que quería ser parte de ellos para toda la vida. Sé que si mis padres se hubiesen enterado de lo que sucedía tras la puerta de los García, tal vez una demanda de acoso o algo se hubiera llevado a cabo. Pero nunca conté de lo que viví con ellos, solo a personas cercanas, demasiado de confianza y a una que otra novia.
Ya en secundaria que hicimos todo lo posible para quedar en el mismo salón y turno, las cosas fueron subiendo de tono. Luis y yo nos volvimos adictos a la paja. Lo hacíamos en su habitación, su baño y una que otra vez en la alberca al exterior. Teníamos varias técnicas, que la que más recuerdo, es que los dos nos poníamos de espaldas, juntábamos nuestros traseros y los frotábamos uno al otro, mientras con la mano nos pajeábamos nuestros respectivos penes. Se sentía tan rico ese contacto.
Como bien, mi sexualidad se empezó apoderar de mi ser, era obvio que vería a la señora Karina con otros ojos. A veces andaba sin brasier en la casa y eso hacía mi pene reaccionar. A pesar de que seguía en casa la regla de no tener pena. Desde los catorce, no me mostraba desnudo seguido delante de ella. Porque sabía que eso me provocaría otra cosa. El señor William siguió de irreverente con consejos, pláticas, todo lo referente a lo sexual. Como no había pena entre nosotros, le confesamos de nuestras pajas. Nos regaló recuerdo revistas de aquella época con las cuales pasamos grandes momentos, imaginando cogernos a unas viejas de ahí, y seguidamente nuestra paja.
Era obvio que dejábamos de ser niños, y los papás de Luis ya nos daban nuestro espacio y nos dejaban ser. También poco a poco se fueron acabando los mimos. Y cuando me tocaba quedarme a dormir, Luis y yo nos bañábamos solos, ya sin el señor William. Ahora yo era el que bromeaba de supervisar que se lavará bien la cola jajaja.
Sentía que estaba en el lugar correcto con esta familia. Incluso al conocer a sus parientes, que parecían un poco más reservados, conocí a dos primos Eduardo y Gabriel, que eran un par de pervertidos. Nos enseñaron técnicas de masturbación y experiencias de como cogernos a una mujer, según ellos. La familia de Luis les hablo tanto de mí, que me integraron como parte de ellos. Prueba, fue un verano que me llevaron con ellos de viaje, a la casa de sus abuelos. Eran unos viejitos algo amables, que trataban a Luis de manera muy tierna. Ahora entendía de donde saco el señor William esa forma de ser. Para nuestra mala suerte, nos dieron una habitación con sus abuelos. Luis y yo ya nos habíamos acostumbrado a dormir desnudos y una paja antes de dormir. Luis le preguntó a su mamá si podíamos dormir desnudos, y ella dijo que no. Que con los abuelos, no están acostumbrados a hacer ese tipo de cosas. Podrían mal interpretar. Tenía razón. Pero esa noche, no podíamos dormir y al ver que ellos dos se durmieron, decidimos desnudarnos. La adrenalina era tanta que nos dio tanto placer el estar desnudos en una habitación con gente que no nos había visto a los dos, así, que nos excitamos bastante hasta acabar en una paja.
Desde ahí debí suponer que lo que comenzó como un simple acto de nudismo, se convirtió a más. Yo me excitaba a cada rato, pensando cosas como exhibirme ante la abuela y de poner hacer, cogérmela. Luis era igual de pervertido que yo o hasta más, cuándo nos metimos a bañar en la tina de sus abuelos, empezamos a bromear de como sus abuelos habían cogido en aquella tina, y hacíamos la simulación de imitarles. Me había vuelto un total pervertido.
Para tercero de secundaría, Luis fue el primero de los dos en tener novia. Poco a poco dejábamos de vernos diario y su casa la visitaba no tan seguido. Intentaba hacer lo mismo en mi casa, pero no tenía esa confianza o la privacidad que con los García llegue a tener. Para mis dieciséis años, la señora Karina preparó una comida en su casa. Fue algo más familiar, la novia de Luis, unos amigos nuestros y ya. Esa noche Luis se fue a dejar a su novia a su casa y yo me quede platicando con su papá. Salió el tema de hace algunos años, cuándo nos bañaban a Luis y a mí. Recuerdo que dijo algo así como: «Si, ya están bien grandes. Ahora es otra cosa. Todo les da pena, aquel con novia. Imagínate que lo tratará así delante de la novia». Y por alguna razón, me dio cierta nostalgia, ternura, ver su rostro deseando que vuelvan esos días. Algo me animo y le dije que porque ahorita que venga Luis, no nos volvemos a bañar los tres. Pensó que tal vez su hijo no querría pero convencí a Luis. Y más tarde esa noche volvimos a bañarnos con el señor William. Había sido un gran cumpleaños.
Pasaron los años y entramos a distintas escuelas. Ahora si nuestra amistad ya no era la de antes. Cada uno tenía un grupo de amigos, pareja y el frecuentarnos era más difícil. Hasta que lamentablemente doña Karina falleció. Fue así que me volví a unir a padre e hijo, esporadicamente. Sonará mal, pero confesando algo, me arrepiento de no haber podido verle la vagina o las nalgas desnudas a doña Karina, solo le llegue a ver los pechos jajaja. Pero si me hubiese gustado ver más e ir más allá.
Después de lo de su mamá, Luis se deprimió y busco refugió en su papá. Volviendo a hacer como un niño pequeño buscando su atención. A veces se quedaba dormido en el mueble siendo abrazado por él. Como siempre, fui el único testigo de esos actos. Me quede unas semanas con ellos mientras ambos se recuperaban. Mi apoyo se hizo notorio y afortunadamente superaron el duelo de manera positiva. El señor William más que nunca afirmó que era como un hijo para él y me dijo que podía solicitar de él lo que sea, incluso la casa cuando me quiera mudar o algo. Pensé en su oferta, yo ya tenía veinte años y no tenía esa libertad en casa. Lo platique con Luis y dijo que no le importaba, yo era parte de ellos y con gusto podía vivir ahí. Me atreví y por un tiempo, eramos El señor William, Luis y yo, hasta que Luis se fue a estudiar a otra ciudad. Y yo continué mi carrera en la ciudad que nos conocimos.
Sin esperarlo, nuevamente empezó otra etapa de mi vida. Era obvio que el señor William tenía una vida sexual activa. Al irse Luis, hubo más confianza entre él y yo, y me confesó que engañó a la señora Karina algún par de veces. Si, sentí algo feo que lo haya hecho, pero igual entendía algunos puntos. Con la partida de Luis empezó a salir con chicas y pasó algo que alguna vez me cruzó por la cabeza pero nunca creí fuera a suceder. Tuvimos un trío con una de ellas. Cabe recalcar que perdí mi virginidad gracias a él. Fuimos a un putero, que se le conoce como prostibulo y me pago una puta para que me volviera hombre, a los diecinueve años. Ya que yo no había cogido y Luis si. Tuve una complicidad casi como la que tuve con mi mejor amigo, su hijo. Los desnudos eran presentes entre él y yo. Incluso me encontraba masturbándome y solo me decía: «Dale duro campeón». Causando risas, pero no me detenía en el acto. Cada quien traíamos chicas a la casa y cogíamos con ellas. Engañe a la que ahora es mi esposa, por consejos de él. Pero como decía: «Ni casados están». Volví a sentirme como ese adolescente calenturiento que llegue a convertirme gracias a esta familia. Fueron días que nunca voy a olvidar, y si pudiera repetir, sin duda lo haría.
A la fecha Luis y y yo seguimos siendo amigos. Nunca le confesé las cosas que me contó su papá, ni las que llegamos a hacer. Tampoco sus papás llegaron a saber sobre nuestros juegos de masturbación o lo que hacíamos juntos. Nunca nos penetramos, solo llegamos a tocarnos por si querían saber. El señor William tuvo un accidente y también perdió la vida. Lamentablemente ahora no están presentes, pero de no ser por ellos. No sería la persona que soy hoy, ni disfrutaría tanto mi sexualidad como lo hago ahora.
Es un relato muy padre, yo de pequeño me pasaba el día en mi casa desnudo, ahora no porque el pene se me erecta, pero antes sí.
muy emotivo y buen relato , me encanto-
Wow hermosa historia amigo saludos …. 🙂 😉 🙂 😉
Una buena historia no sé por qué pero me dio cierta nostalgia leer tu relato aún que yo no e platicado el nudismo en casa.