AMIGOS, por ErotikaLectura
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ErotikaLectura.
Pedro esta pilladisimo por Elena, no hay mas que ver la cara de panfilo que se le pone en cuanto ella aparece y las tonterias que hace sin darse cuenta de que resulta de lo mas ridiculo. Cuando se pone en ese plan me entran ganas de darle un par de tortas a ver si espabila.
Y direis vosotros que quien diablos soy yo para meterme en lo que haga o deje de hacer Pedro, pues soy su mejor amiga. Desde renacuajos hemos sido uña y carne, vecinos de toda la vida, inseparables en todo, siempre compartiendo juegos, penas, dudas, travesuras y castigos.
Tenemos entre nosotros tanta confianza y complicidad que a primera vista, la gente que no nos conoce nos toma por pareja o por hermanos. Por eso me duele tanto verle hacer el payaso por una niñata presumida, frivola y sin el mas minimo sentido del humor.
Igual ya os habeis dado cuenta de que Elena no me cae muy bien que digamos. Aunque una cosa he de reconocer, tiene buen gusto el condenado, que siempre se va a enamoriscar de las mas despampanantes. Porque otra cosa no pero guapa es un rato guapa la chica, y encima tiene un tipazo de los que quitan el hipo. Como yo le digo a Pedro, para adornar al menos si que vale.
La cuestion es que ultimamente parece que se quiere integrar en nuestra panda de amigos y tengo que soportar, cada vez con menos paciencia, la imagen patetica de Pedro, entre otros pretendientes, babeando por sus huesos.
A ver si por leer estos pensamientos mios vais a sacar la impresion equivocada de que estoy celosa o algo parecido, que si algo tenemos claro en nuestra amistad Pedro y yo es que es solo eso, amistad. La atraccion fisica que pudimos sentir alguna vez la afrontamos con jueguecitos tempranos en los que cada uno descubrio gracias al otro el funcionamiento del sexo opuesto. Una vez superada esa fase, el interes que mantuvimos entre nosotros fue tan amistoso como siempre. Ademas, ambos hemos tenido parejas, lios y rollos que no han supuesto nunca un problema. Asi que de celos nada.
Estoy yo dandole vueltas a todo esto porque el gracioso de Pedro me ha llamado esta mañana desde el pueblo. Sus padres tienen una casita en un pueblo donde pasan todos los dias que tienen libres y como ellos estan de viaje y su hermano mayor se ha mudado bastante lejos, le ha tocado a el ir el fin de semana a regar las plantas y echar un vistazo a que todo este en orden. Pues no se le ha ocurrido mejor idea que la de invitar a Elena. Claro, ella, que se ha debido oler la encerrona, le ha preguntado si iba a ir mucha gente y el capullo de mi amigo le ha dicho que aun no lo sabia pero que yo iba seguro. Asi que a posteriori me ha llamado a mi para suplicarme que le haga de carabina; como podreis comprender estoy que trino, porque… para un fin de semana que no curro me va a tocar pasarlo soportando a mi amigo y a su princesita en plan cortejo. Espero que la gente se anime a ir y al menos podamos montar una fiestecita chula.
En fin, mejor no me hago mala sangre, un amigo es un amigo y a veces hay que hacer sacrificios. Justo eso es lo que iba pensando cuando sali de la academia donde voy los sabados por la mañana para intentar aprobar de una vez la dichosa fisica. Pero la sorpresa fue mayuscula cuando me encuentro con Elena en la puerta.
– Hola Bea. – me saluda toda sonriente.
– Hola, ¿que pasa? – intentando no ser demasiado seca.
– Pedro me ha dicho donde estabas y como he conseguido que mi padre me deje el coche he venido a buscarte. – como si fuese lo mas normal del mundo, aunque yo no acabe de pillarlo.
– ¿Para? – y mientras le pregunto me doy cuenta de que no soy precisamente amable.
– Pues… – duda un instante – habia pensado en llevarte a casa, que cojas tus cosas e irnos juntas a “La Charca”. – asi llaman los Ruiz a su casa del pueblo.
– No tengo nada preparado. En realidad tenia pensado comer en casa, echarme la siesta y coger el autobus de las siete.
– Quiza te tenia que haber llamado antes, pero no tengo tu telefono y Pedro me ha dicho que tiene prohibido darselo a nadie. A veces parece que te tenga miedo. – dice en plan de coña.
– Pues por lo visto no me tiene el suficiente – digo en voz alta aunque era mas bien un pensamiento mio. – Anda, vamos. Ya que has venido habra que aprovechar el coche de tu padre.
De camino Elena centra la conversacion en mi, no para de preguntarme por mis estudios, por mi trabajo de camarera, por como organizo mi tiempo, por mi familia, yo contesto con frases cortas y evasivas que no dan mucho juego a continuar con la charla, pero ella no parece darse por vencida. Hacemos asi todo el trayecto, ella parloteando y yo pensando lo tonta que debe ser para no darse cuenta de que no la trago. Cuando llegamos al barrio y aparcamos me pregunta por Pedro, y ahi si le doy rollito, empiezo a venderle a mi querido amigo como si fuese el hombre perfecto. Aunque yo se que no pegan ni con cola no creo que haya mejor forma de que Pedro se de cuenta que liandose con ella. Suele ocurrirle, todas son perfectas hasta que las consigue.
En el portal nos cruzamos con mi hermana. Me cuenta a toda prisa que va a comer con la abuela y que mis padres estan en casa de unos amigos y se quedan a comer alli. ¡Con la siesta que me podria pegar hoy que reina el silencio en mi casa!, cosa que no ocurre muy a menudo, y me tengo que meter un viajecito con la pija de Elena.
Subimos en silencio hasta mi casa, entramos y le señalo en direccion al salon para que me espere alli, yo voy a la habitacion que comparto con mi hermana a coger los cuatro trapos que pille y meterlos en una bolsa de viaje. Estoy ahi rebuscando entre los cajones, porque mi hermana se dedica a ponerse toda mi ropa sin pedirme permiso y cuando busco algo no lo encuentro, cuando me doy cuenta que Elena esta apoyada en el marco de la puerta mirando. Me siento un poco avergonzada por el desorden que hay y porque me da la impresion de que esta comparando su, seguramente repleto y organizadisimo vestidor de ropa de marca, con mi desastroso armario.
– Mejor me esperas en el salon. – le suelto sin ningun deseo ya de disimular que me incomoda su presencia.
– Pedro vive cerca, ¿verdad? – dice ella al cabo de unos segundos de silencio en los que por lo visto ha decidido no hacer ni caso de mi borderia.
– Justo en el portal de en frente, si te asomas a la ventana ves la de su habitacion. – decido seguirle el rollo, a ver si se cansa.
– Y por lo que me cuentas de el se nota que le aprecias un monton. – yo ya empiezo a dudar de que pueda estarse calladita un rato.
– Claro, es mi amigo del alma. – digo yo con tono de sorna.
– No, en serio. Me gustaria saber si te gusta. – y su tono de voz ha cambiado al hacer la pregunta, ha sonado serio de verdad; aun asi la miro con cara de burla. – Me pones muy dificil hablar contigo – y hace una pausa que me obliga a dejar de meter cosas en la bolsa y mirarla. – Lo que en realidad quiero saber es si hay algo entre vosotros. – se decide a soltar por fin.
– Mira Elena, Pedro y yo somos muy amigos, pero nada mas. Ademas, y no deberia decirte esto porque ya tendrias que haberte dado cuenta, lo tienes en bandeja. Es mas, si te vas tu solita a pasar el fin de semana con el nos das una alegria a los dos. – Y me quedo esperando a ver si acepta la solucion.
Se hace el silencio mientras nos miramos, parece un poco disgustada, igual he sido demasiado directa para una nena tan delicada pienso ironicamente. Entonces, muy oportunamente se oyen crujir mis tripas. ¡Mierda!
– Yo tambien tengo hambre – dice – ¿preparo algo y lo tomamos antes de irnos?
– La cocina es toda tuya – le ofrezco bastante aliviada de que me deje sola.
Cuando acabo de hacer la bolsa y me dirijo a la cocina me doy cuenta de que estoy hambrienta. Lo ultimo que habia comido era una bolsa de patatas fritas la noche anterior. Ha hecho un par de tortillas francesas, con pan tostado y tomate, la verdad es que se ven de lo mas apetitosas.
– Esta muy rica, gracias – reconozco despues del primer mordisco – me has sorprendido, pensaba que no sabrias ni encender la cocina. – Ella rie y me hace reir a mi.
– Paso mucho tiempo sola, asi aprendi que me gusta cocinar. Aunque siempre es mas divertido si se cocina para alguien.
Mientras comemos me habla de su vida de pobre niña rica, y muy a mi pesar me hace sentir un poco de simpatia por reconocer tanto sus privilegios como sus carencias tan abiertamente.
– Oye Bea, ahora cuando acabemos de comer te echas un ratito si quieres ¿vale? – me dice de repente – Asi descanso yo tambien un poco que anoche dormi fatal.
– Me parece genial, ya empiezas a caerme mejor. – esto va acompañado de una amplia sonrisa, y mientras lo digo me da la impresion de que no miento.
Le ofrezco echarse en mi cama y tumbarme yo en la de mi hermana, pero me dice que prefiere dormitar mientras ver la tele, asi que se queda en el salon mientras yo me voy a mi cuarto.
Medio adormilada siento que Elena entra en la habitacion, se acerca, me empuja un poco para hacerse hueco y se tumba a mi lado. Quedo de lado, dandole la espalda. Me llega el olor de su perfume y me gusta. Noto sus dedos deslizandose por mi pelo, peinandome y masajeando mi cabeza. La sensacion de relajacion que me invade es de lo mas placentera. Estoy ya casi dormida cuando noto uno de sus dedos dibujando el contorno de mi oreja, bajando por el cuello y paseandose por mi hombro para apartar el tirante de mi camiseta, eso hace que me despeje un poco de mi somnolencia, pero lo que me hace despertar del todo y poner todos mis sentidos alerta es sentir un beso en mi espalda. Sin atreverme a moverme empiezo a pensar si ha sido realmente un beso o me lo he imaginado; otro beso, menos leve que el anterior, me saca de dudas. Si me hago la dormida sera menos violento, me digo a mi misma. El cuerpo de Elena se pega a mi espalda y su boca empieza a susurrarme a pocos centimetros de mi oreja:
– Me gustas, Bea. Me gustas muchisimo. Desde el primer dia que te vi no te puedo borrar de mi cabeza. No encuentro la forma de acercarme a ti, ni de que me prestes atencion. Hoy me has sonreido por primera vez y has hecho que me vuelva loca. Te deseo, te deseo, te deseo, te deseo,… – sus ultimas palabras se mezclan con besos en mi cuello mientras una de sus manos baja por mi espalda, rodea mi cintura, se pierde bajo mi camiseta y acaricia mi vientre.
Me he quedado sin palabras, sin pensamientos y hasta sin respiracion, lo unico que funciona ahora mismo en mi cuerpo son los sentidos. La piel se me ha puesto de gallina, no se muy bien si debido al paseo de su mano por mi cuerpo, a los besos y palabras que me atacan desde el cuello o a la presion de su cuerpo contra el mio. Soy incapaz de reaccionar, y esa a ella le parece una buena reaccion.
Sus besos no paran y son cada vez mas atrevidos, mas humedos mas agresivos, de vez en cuando noto sus dientes arañando mi piel o su lengua acariciandola. Su mano recorre mi cuerpo desde el cuello hasta las caderas pero evitando el contacto directo con mis pechos. Su voz no ha parado de repetir “te deseo” entre susurros. Sus pezones contra mi espalda me convencen de que sus palabras son ciertas. Mi respiracion ha vuelto a funcionar, pero no puedo evitar que sea profunda y entrecortada, como tampoco puedo evitar entrecerrar los ojos con cada escalofrio.
Cuando su mano por fin acaricia uno de mis pechos se me escapa un leve gemido que se mezcla con otro suyo. Agarro su mano y me giro para pedirle que pare, pero cuando tengo su cara frente a la mia solo puedo decir esa frase que me ha calado hasta los huesos: “Te deseo”.
No recuerdo quien beso a quien, solo se que estabamos mirandonos a los ojos y al instante siguiente estamos devorandonos la boca, besandonos con pasion, con prisa, con una entrega que mezcla lenguas y labios en un baile perfecto. Nos abrazamos con fuerza, intentando el mayor contacto entre nuestros cuerpos, nos acariciamos la cara, el cuello, el pelo. Sabemos que queremos mas, pero nos deleitamos haciendo larga la espera, largos los besos.
Noto como mide cada paso por miedo a que me eche atras, noto como controla sus caricias y sus movimientos, noto como me desea sin atreverse a atacarme y decido quitarme la camiseta para dar luz verde a sus actos. Me mira los pechos como si no creyese que se los ofrezco y abrazandose a mi cuerpo comienza a frotar su cara contra ellos. Sus labios, su nariz, sus ojos, sus mejillas se frotan contra mis pezones mientras me aprieta entre sus brazos. Tanta ternura y tanto deseo juntos me desarman; la aparto de mi el tiempo y la distancia indispensables para quitarle a ella tambien la camiseta y el sujetador. Sus pechos son grandes y firmes y me doy cuenta de que me apetece muchisimo tocarlos. Alargo mi mano y siento su cuerpo estremecerse cuando entro en contacto con su piel, me dedico a modelar sus formas con intriga y delicadeza, sus pezones se han oscurecido, contraido y excitado.
Estamos asi, arrodilladas en la cama la una frente a la otra, cuando Elena toma las riendas de la situacion y se decide a besar mis pechos con la misma pasion con la que me besaba la boca hace unos minutos; mientras, yo intento no separar mis manos de sus maravillosas tetas. Se que jadeo cada vez mas, y que no puedo evitar movimientos que delatan mi excitacion. Por eso cuando nuestras miradas se encuentran, en la suya se lee una peticion y en la mia una aceptacion.
– Deja que te de placer, tu solo dejate llevar. – y sus habiles manos ya han desabrochado mi pantalon antes de que acabe la frase.
Tumbandome en la cama y levantando el culo consigue sacarme los pantalones, luego ella se quita los suyos y se tumba a mi lado. Volvemos a besarnos, volvemos a tocarnos, nuestras piernas se entrecruzan y noto el muslo de Elena entre mis piernas, presionando mi sexo. Me muevo contra ella al mismo ritmo que lleva su lengua en mi boca. De repente noto su mano deslizandose bajo mis braguitas y creo que me voy a derretir; no se apresura, va calentandome la piel segun avanza, frotando la yema de sus dedos mientras gana milimetros en su descenso. No puedo decir que su mano no avise hacia donde se dirige, y sin embargo cuando por fin llega no consigo evitar que mi cuerpo sufra un espasmo y mi beso se corte por un gemido.
Estoy muy humeda, lo se, lo noto. Pasa por mi cabeza la sombra de la vergüenza por que me toque asi, pero su respuesta a mi excitacion es tan grata, su cara expresa tanta alegria, sus manos tanto deseo, su boca tanta dulzura… que abro mis piernas para compartir con ella lo que me esta haciendo sentir. Sus besos comienzan a desplazarse por mi cuerpo, hacia abajo, despacio pero sin parar de bajar, por mi menton, mi cuello, mi torso, mis pechos, mi abdomen, mi obligo, mi cintura, mi vientre, hasta mi pubis, donde se para como reverenciandolo, estudiandolo, deleitandose con su vision antes de hacerlo con su sabor. Con una mirada que me promete mil placeres y la punta de su lengua asomando entre sus labios comienza mi delicioso suplicio.
Llegado a este punto pierdo totalmente el hilo de lo que me hace o deja de hacer, solo se que con sus labios, lengua y manos me da mas placer del que he sentido nunca con ninguna otra persona. No consigo llevar la cuenta de cuantos orgasmos estoy disfrutando, ni del tiempo que pasa mientras nos recorremos el cuerpo la una a la otra. En este banquete de sensaciones olfateo, miro, saboreo, toco y escucho cada reaccion de su cuerpo y descubro en ello el mejor de los afrodisiacos. Cuando, sudorosas y agotadas, volvemos a la realidad ya esta anocheciendo. Lo unico que empaña mi estado de relajacion y felicidad es un runrun que me anda por la cabeza y que se llama como mi amigo, Pedro.
La he jodido, me digo a mi misma de repente y ¡Pluf! mi felicidad se desvanece para dejar paso a un terrible malestar. Soy una traidora y una guarra, le he fallado a mi mejor amigo. ¿Que hago? ¿Que hago ahora?
– ¿Estas bien? – me pregunta abrazandome.
– Pedro – eso y mi gesto de pesar es toda la explicacion que necesita.
– Seguro que lo entiende – dice ella.
– Esta colado por ti, Elena – parece que no se quiere enterar por mas claro que se lo digo. – ¡Vaya amiga estoy hecha!
Sin darle tiempo a replicar me levanto y me voy a la ducha. Mientras me estoy secando ella pasa al baño para ducharse tambien. La miro mientras se ducha, no puedo evitarlo, tiene un cuerpo perfecto: proporcionado, delicado, sensual, y me doy cuenta de que a pesar de lo mal que me siento volveria a acostarme con ella.
– ¿Que vamos a hacer? – me dice cuando sale del baño ya vestida y me encuentra arreglando la habitacion y con las bolsas dispuestas para irnos.
– Ir a “La Charca”, Pedro nos esta esperando – tengo que decirselo, es mi amigo, ademas de traicionarle no le voy a engañar.
– Se lo vas a decir, ¿verdad? – no es un reproche, se nota por su tono de voz que no le sorprende mi decision.
El viaje lo hacemos en silencio. Yo voy pensando en como contarselo, imaginando posibles reacciones por su parte y respuestas por la mia pero, a pesar de mi preocupacion, no puedo evitar distraerme a ratos reviviendo los recientes momentos compartidos con Elena. ¿Que pensara ella? ¿Que diablos pasara por su cabeza?, decido que ya tengo bastantes problemas por ahora y que de momento no quiero saberlo.
Llegamos. El viaje se me ha hecho corto, todavia no he elegido las palabras con las que voy a herirle. Pedro ve el coche y sale sonriente a la puerta, se oye musica, al final parece que la panda se ha animado a venir. Le pido a Elena que me deje en el patio y vaya a aparcar el coche detras.
Me bajo del coche, y mientras camino hacia la casa, voy diciendome “¡Por favor! ¡Por favor! ¡Que solo sea un capricho! ¡Que no sienta nada mas profundo por ella!”… y en el fondo de mi corazon, no se si mi suplica se refiere a los sentimientos de mi amigo o a los mios propios.
Un relato de Erotika Lectura.
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Autor: ErotikaLectura
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