Andrea
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde pequeña he vivido las relaciones de pareja y el sexo de manera muy normal. En mi familia nunca ha habido tabús en lo que se refiere a éstos temas. Mi madre ha tenido varios maridos y novios, al igual que mi hermana mayor, y muchos han convivido con nosotras. Por eso para mí, las relaciones sexuales eran algo ordinario en la vida familiar. No pocas veces pillé a mi madre haciéndolo en mitad del salón o la cocina. Y a mi hermana otras tantas. Incluso, aún recuerdo haberla encontrado masturbándose frente a nuestro pobre “Niko” (un pequeño pinscher que me regalaron cuando cumplí los catorce años). Por eso ya hay poco que me sorprenda en el sexo.
Yo misma me he dado gusto muchas veces frente a mi Niko, imaginándome que me penetraba y me llenaba con su leche. Aunque eso es imposible, ya que el pobre es tan pequeño que solo se puede contentar con lamer y relamer los jugos de su dueña. Jajaja. Con esto no quiero decir que me falten los hombres que llevarme a la cama. Esta feo decirlo, pero la verdad es que no estoy nada mal. Jajaja.. mido 1,71, soy rubia (teñida, pero rubia), estoy muy delgada, y tengo unos ojos azules que son mi principal arma para cazar lo que me propongo. Aunque mi impúdica mente siempre está pensando en ir más allá. Por eso no solo me contento con hombres, sino que también lo he intentado con alguna amiga, y más que amiga. Aunque eso es otra historia.
Mi última conquista fue el monitor de spinning de mi gimnasio. Un chicarrón del norte, morenazo y con un cierto parecido a Chayanne (así le llaman mis amigas). Aunque no le veo mucho futuro a lo nuestro, ya que no ve con buenos ojos mis aventuras sexuales.
Precisamente la razón de que lo nuestro no funcione la tiene una de mis “más que amigas”. En la última disco a la que acudimos el sábado pasado, Chayanne (lo llamaré así) me invitó a más copas de las que yo podía tomar, y me sentaron mal (la verdad es que iba bastante colocada). Cuando llegó el momento de irnos, me escapé y lo dejé plantado. Sabía que en otra disco cercana trabajaba Alba, una de mis mejores amigas, y la verdad, no me apetecía nada esa noche hacerlo con mi novio. Así que tomé esa decisión.
La verdad es que el teléfono no paró de sonar, pero no me importó.
Cuando fui a entrar a la disco, el portero no me dejó. Algo normal, ya que eran las 7:00 y estaban cerrando. Al decirle que yo era la novia de Alba me dejó entrar con cierta sorpresa. (Parecía desconocer que Alba era lesbiana). Allí estaba ella, terminando de recoger la barra. Al verme se le iluminaron los enormes ojos negros que tenía, y me plantó un besazo en la boca que hizo que se me empaparan las bragas.
Tras ayudarla a recoger todo, nos marchamos. Al mismo entrar a su coche comenzó a meterme mano por debajo de mi mini, provocando que empapara todo el asiento de su coche. La verdad es que ni ella ni yo podíamos disimular lo excitadas que estábamos de aquel encuentro inesperado.
Una vez en su casa comenzamos a comernos las bocas en la entrada de su comedor. De camino a la habitación quedó todo el suelo alfombrado de nuestra ropa: sus pantalones y camiseta, mi vestido, nuestros sujetadores y bragas.
Una vez en la cama comenzamos a besarnos y a tocar todas las partes de nuestro cuerpo. Yo estaba tan excitada que en mi vagina no paraba de fluir el flujo, y según podían sentir mis dedos, ella estaba igual.
Sin pensarlo más me decidí a saborear toda su vagina, pero un fortísimo orgasmo me dominó, dejándome fuera de combate durante unos segundos.
Alba comenzó a hacer conmigo lo que yo me proponía hacer con ella hace unos minutos, y mi calentura fue en aumento.
Tras darme la vuelta comencé a comérselo como ella me lo hacía a mí, y no tardó en llegar su orgasmo que me dejó toda la boca con su sabor.
Tras quedar unos minutos abrazadas, decidí poner en práctica una postura que había visto en ocasiones en internet, y sentada junto a ella introduje una de mis piernas junto a la suya, quedando las dos abrazadas por ellas. Así comencé a moverme como si yo misma fuera un tío y me quisiera tirar a Alba. Ella comenzó a gemir, ya que parecía venirle otro orgasmo y a mi misma aquello me provocó un placer que pocos hombres me han dado. Tras unos minutos escuchando nuestros gemidos y el chap-chap de nuestros coños uniéndose y separándose, llegamos las dos al orgasmo más fuerte que había recibido desde hacía meses.
Esa noche no la voy a olvidar nunca.
Lo que si voy a olvidar son las continuas llamadas del tonto de Chayanne pidiéndome explicaciones de por qué lo dejé tirado en aquella disco, pero eso no vale la pena contarlo.
Ahora mismo al escribirlo aquí y recordarlo estoy tan cachonda que no voy a tener más remedio que masturbarme como una loca.
Espero que a vosotros también os pase. 😉
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