AVENTURAS TRIBALES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Actualmente tengo 53 años, tengo dos hijos varones ya mayores y soy divorciada, recién me he encontrado con este foro donde la gente se ha atrevido (bien sea real, bien se fantasía) a tocar temas muy escabrosos y aunque no es mi intención que me juzguen, me encantaría compartir una historia absolutamente verídica y algo traumática, sucedió allá por el lejano 1988 en ese entonces tenía 23 años, yo era muy atractiva, debido a mis orígenes eslavos mi físico llamaba mucho la atención
Espero no aburrirlos y disculpen si me extiendo más de lo necesario, pero me gustaría compartir parte de mi historia personal para darle más credibilidad a mi relato y se pueda comprender mejor los acontecimientos que a continuación voy a narrar
De pequeña mi padre me llevó a las cataratas de Iguazú, e hicimos varios viajes a la amazona, la naturaleza salvaje, la vida autóctona, la fauna me impresionaron de inmediato y asi nació mi amor por la selva, los animales y las culturas indígenas
Fue asi que entré a trabajar a una compañía petrolera británica que operaba en Venezuela antes de la llegada del régimen chavista, ahí conocí a mi marido y padre de mis hijos aunque ahora estemos divorciados, su trabajo consistía en explorar regiones recónditas del planeta, estudiar la zona, para analizar las poblaciones, problemas de salubridad, comunicación y elaborar mapas cartográficos, yo solía acompañarlo a muchos de sus viajes y aunque no siempre fueron afortunados (en una ocasión el enfermó de malaria y yo me contagié de dengue hemorrágico en otra ocasión), por lo general eran una maravilla, eran casi como continuas lunas de miel, yo aproveché para iniciar mi curso en antropología e cumplir así mi añejo sueño: estudiar los pueblos y culturas indígenas del planeta, visitamos varias regiones de África Central y del Pacifico Sur, fue así como empecé a tener contacto con las costumbres más extrañas y desconcertantes que por lo general caracterizan a estos pueblos, por su supuesto las más chocantes siempre suelen ser de índole sexual
Comúnmente las personas suelen imaginar que las costumbres más desagradables se efectúan en África cuando en realidad las prácticas sexuales más bizarras y horripilantes las practican los pueblos del pacifico sur, principalmente en Papua Nueva Guinea, de hecho la mayoría de los occidentales creen saberlo todo cuando la verdad es que hay cientos (si no miles) de tribus con distintas costumbres cada una a cual más rara y salvaje, en resumen nosotros los occidentales apenas si conocemos la punta del iceberg en cuanto a costumbres tribales se refiere
Pues bien, mi marido tenía trabajo que hacer en Nueva Zelanda y por capricho mío organizó un viaje a Papua Nueva Guinea, y aunque en ese entonces se desconocía mucho acerca de estas regiones ya había escuchado ciertas historias que motivaron mi curiosidad y espíritu aventurero, de ese modo y por cuestiones meramente climáticas llegamos a la isla de Umbukul, una isla no muy grande pero densamente habitada por comunidades pequeñas, nuestra intención no era explorar costumbres sexuales de tribus remotas, pero fue lo que terminé haciendo finalmente y muy a mi pesar, ya que conforme fuimos adentrándonos en ese mundo, nos dimos cuenta que el sexo no solo era una cuestión de placer o de reproducción, si no que para esas gentes tiene un significado primordial, es decir, el sexo es en el sentido ritual, social y cultural de esas comunidades, para nosotros los occidentales pueden ser prácticas aberrantes, inmorales o libertinas, pero para ellos no es gran cosa, es más pueden ser por meras cuestiones de estatus, creencia o simple tradición
Llegamos a la aldea Niktal o algo así se llamaba, habitada por la tribu adyani (ojo, los nombres que se dan estas tribus no tienen nada que ver con raza o etnia, es mas bien como una especie de distintivo o apellido familiar) inmediatamente nos dimos cuenta que estaba habitada en su totalidad por mujeres, el guía nos explicó que había elegido llevarnos al sector femenino de la aldea ya que las mujeres eran menos hoscas y agresivas que el sector masculino, es decir, eran más accesibles a personas extranjeras, el guía que mi marido había contratado nos explicó que habíamos llegado en una buena época, pues aunque en la aldea habitaban normalmente hombres y mujeres por igual, durante esos meses hombres y mujeres se separaban temporalmente en dos sectores por cuestiones rituales, obviamente los “rituales” masculinos eran más importantes y por eso, no les permitían acceder a extranjeros o mujeres a su sector
Las mujeres también tenían sus “costumbres” pero dado que las féminas eran menos importantes en esa cultura, no eran tan estrictas como los varones, pero sus “practicas” no dejaban de ser igual de sorprendentes y raras, al pisar la aldea nos recibieron una pequeña multitud de niñas pequeñas y algunas jovencitas, unas mujeres un poco mayores nos observaron curiosas a distancia, de pronto y sin previo aviso, como si fuese lo más natural del mundo, una de las jovencitas metió su mano en mi entrepierna pellizcando suavemente mi vagina, yo me quedé pasmada, no podía creer lo que la rapazuela atrevida estaba haciendo, pero no me atreví a alejarla ni agredirla, el guía nos lo había advertido previamente, debíamos tener cuidado con nuestros movimientos, mi entonces marido también se quedó perplejo pero de momento no dijo nada, el guía no pareció darle mayor importancia al manoseo
Cuando la jovenzuela retiró la mano, se acercó otra chica y con igual descaro se apoderó de mi concha, y luego llegó otra, y otra y las niñas mas pequeñas de igual manera manosearon mi paparrucha, mi marido veía atónito la escena pero con una expresión divertida, aquello me exasperó mucho, ¿acaso no pensaba hacer nada al respecto? él podía estar pasándosela bien, pero a mi me estaban violando la intimidad un montón de pequeñas salvajes, sin embargo, él había entendido de inmediato que las aborígenes no se estaban propasando, estaban saludando de una rara manera, el guía nos explicó posteriormente que más que un saludo o bienvenida, era una especie de “talismán” de buena suerte
Las “fantasmas blancas” (o sea nosotras las occidentales o mujeres de piel blanca) tenían fama en esas tribus de ser muy fértiles a la hora de procrear hijos, y las niñas y jovencitas tenían la costumbre de manosear la vagina de alguna extranjera blanca que llegase a la aldea, esperando “contagiarse” de ese modo de la fertilidad de la mujer blanca y así tener más y mejores posibilidades de quedar embarazadas cuando los varones las pidieran en matrimonio, ni mencionar que, para su idiosincrasia nosotras las mujeres blancas éramos muy afortunadas, no solo éramos bellas, también éramos ricas y felices, es decir, atraíamos una buena vida, éramos un talismán de buena suerte, mientras más contacto tuvieran con nosotras, mas serían felices el resto de sus vidas, me llamaron “badurani” o “espíritu de felicidad” ya que según ellas, mi belleza me hacia feliz…
Después que las pendejitas manosearon mi entrepierna a placer, se acercaron las mujeres mayores, eran cuatro y lucían bastante más serias, sin decir nada y en un tono ceremonioso, cada una metió su mano en mi vagina y la sobó sin contemplaciones, sus “saludos” fueron un poco más largos y bruscos, para ese entonces ya tenía yo mi vagina sumamente húmeda ante tanto manoseo impune, una rápida mirada a mi esposo me di cuenta por como miraba la escena que estaba muy excitado, yo estaba sumamente roja y abochornada, aquello no había sido para nada placentero, pero no podía quejarme, a eso había ido, a conocer y experimentar (y créanme que el viaje organizado y pagado por mi marido no fue nada barato)
Tras unos largos minutos de dialogo con las mujeres, el guía se dirigió a nosotros y nos dio la mala noticia, ni él ni mi marido podían quedarse en la aldea, yo era más que bienvenida pero por cuestiones supersticiosas ninguno de los dos podía quedarse, mi marido parecía esperar la situación y sin perder la calma me pidió mi opinión, yo le sugerí lo lógico en ese momento, que él y el guía se fueran al sector masculino y ahí se quedaran mientras yo permanecía en el sector femenino, pero el guía se opuso rotundamente, aquello no era recomendable, la primera razón era la ya mencionada, los varones eran mucho menos accesibles a extranjeros y la segunda razón era mucho más temible, pero eso lo comprobaría yo los días siguientes
El guía aseguró que las mujeres me tratarían y me cuidarían bien, no me faltaría techo ni alimento, el hecho de que durante ese tiempo no se les permitía a los hombres andar por su sector, tranquilizó bastante a mi marido, finalmente llegamos a un acuerdo, él regresaría a Rabaul junto con el guía y vendrían por mí al cabo de 3 días, suficientes para conocer a fondo las costumbres tribales de la aldea y vaya que lo hice, más de lo que yo hubiera deseado, lo cierto es que esos 3 días cambiaron para siempre mi forma de ver la vida
Lo primero “raro” fue que me obligaron a despojarme de mi blusa, y andar con las tetas al aire, en eso una mujer joven llegó con una nena de escaso un año y me la entregó, yo recibí a la pequeña que lucía algo somnolienta, la mujer tomó mi teta y metió el pezón en la boca de la beba, la niña inmediatamente empezó a mamar, quise explicarle a la mujer que yo no estaba lactando, pero eso pareció no importarle, la niña mamaba con bastante avidez y fuerza, pasados 20 minutos la niña se durmió y se la entregué a su madre, en eso llegaron dos nenas más un poco más grandes, yo calculo unos 3 o 4 años, me tomaron de la mano y me sentaron en una piedra, acto seguido cada una se apoderó de mis pezones y empezaron a succionar
Joder, aquello me estaba sobrepasando, las niñas mamaban mis chupones de una manera casi sensual, carajo, no lo iba a soportar, tuve problemas para controlar mis gestos y ahogar mis gemidos, sus chupadas me estaban excitando, tuve serias dificultades para detenerlas y decirles que ya había sido suficiente, en eso se acercaron 3 mujeres más con niñas pequeñas de diversas edades, me negué a seguir dándole mis tetas a mas mocosas, pero una de las viejas me hizo entender con señas bastante gráficas que tendría que hacerlo si quería quedarme, no tenía opción, en total calculo que 20 niñas chuparon mis chichitas durante casi 2 horas, durante ese tiempo creo recordar que tuve más de 5 orgasmos pues no estaba yo acostumbrada a amamantar y mis pezones menos, ni siquiera había tenido hijos todavía, después de ese raro e intenso momento llegó la hora de la comida, ¿Qué carajo había sido eso? Un ex misionero neozelandés me explicó posteriormente todos y cada uno de los sucesos que viví esos tres días, para empezar, el amamantar era básico sobre todo para las futuras mamas más jóvenes, y las mujeres de la aldea eran parte de un todo, no era raro que una mujer amamantara al niño de otra mujer, especialmente si ésta enfermaba, era como una especie de acto de solidaridad y de confianza entre las hembras de la aldea, yo debía probar ser digna de confianza y hembra de la tribu dando mis pechos a las hijas de las demás mujeres, los varones y sus bebes tenían las tareas más duras en su sección, ya que al no haber mujeres para amamantar, ellos estaban obligados a ordeñar vacas y cabras para darle a los pequeños durante ese periodo, solo en determinados casos, se le permitía a algunas mujeres seguir conservando a algún bebe varón durante la etapa de “entrenamiento”.
Pero lo más bizarro de ese intenso día llegaría en la noche, la cena consistió en sangre cocida de vaca (sacrificaban a la vaca que ya no daba leche) mezclada con jugo de algún árbol o planta, no recuerdo bien, algunos insectos, fruta y carne cocida, ya obscurecía cuando vi reunidas a varias mujeres de distintas edades, parecían discutir algo de importancia y no tuve problemas en intuir que yo era parte esencial de la discusión, algo estaba por suceder y no me equivoqué; en eso, una de las viejas me llevó a la que sería mi choza, el lugar era pequeño, pero limpio y acogedor, en realidad era agradable, en uno de los extremos estaba un pequeño taburete con una jarra de agua y una especie de camastro hecho de paja, cubierto con una sábana tejida, no era muy cómodo pero serviría, la vieja encendió una especie de yerbas aromáticas en unos jarrones de barro que dispuso en varios puntos del cuartucho y una fragancia algo picante llenó el lugar, aquel especie de humo servía para ahuyentar a los mosquitos que durante la noche eran feroces
Ni bien me había acostado, una menuda figura apareció en la puerta de mi choza, no me sorprendió ni me alarmé demasiado cuando pude notar a pesar de la oscuridad que se trataba de una niña, tenía el pelo largo aunque de momento no pude notar sus facciones, dado todo lo raro que había sucedido a lo largo del día, ver a una niña husmeando en mi habitación no se me hizo para nada extraño, al principio tomé su actitud como travesura de niña curiosa, pero al cabo de unos minutos me di cuenta que la muchachita no se iba, ¿Qué deseaba? Le dije que se fuera a dormir, pero me di cuenta que eso era absurdo ya que ella no hablaba mi idioma, ¿acaso pretendía que yo la amamantara como había sucedido con el resto de las niñas pequeñas durante esa misma mañana? No me pareció el caso ya que la niña era muy mayor como para ser lactante
Le volví a pedir esta vez con señas, que se marchara y me dejara dormir, pero tampoco hizo caso, en ese momento dejé de insistir y guardé silencio, algo estaba por suceder ¿Qué extraño ritual tenían en mente ahora estas locas personas? La niña, de unos 10 u 11 años llegó hasta mi cama, levantó la sabana y se acostó a mi lado, estaba completamente desnuda, la pequeña me abrazó y yo correspondí a su abrazo, por un breve instante estuve tentada a echar a la niña de mi cama:
-“que linda criatura.
” – pensé yo
La niña empezó a acariciarme de forma sensual, me alarmé un poco, aquello estaba yendo demasiado lejos, yo traté de detenerla pero en eso comenzó a besarme en la boca, entendí lo que estaba pasando, era hora de practicar los deberes maritales, la madre de la niña me había elegido como “tutora” aunque nunca me pidió mi parecer dada mi condición de extranjera, debí suponer que la etapa de “entrenamiento” también abarcaba los aspectos sexuales, pero no tenía idea que empezaran en esas cuestiones de edades tan pequeñas, aquello era repugnante y antinatural, pero en ese momento pensé que yo misma me lo había buscado, eso era lo que siempre había querido ¿no? Conocer y experimentar, no podía retractarme ahora
No sé qué diantres me pasó, tal vez fue la sangre de buey que bebí o esas raras hierbas, pero empecé a corresponderle, era obvio que ya lo había hecho antes varias veces y que sabía lo que hacía, la niña bajó hasta mi cuello lentamente y se centró en mis pechos, de esa forma mi primera experiencia “lésbica” fue con una niña de escasos 10 u 11 años, que vergonzoso…
La explicación era simple, todo aquel pandemónium era el periodo de aprendizaje para el matrimonio, para ser buenas esposas y buenos maridos, ambos sexos se separaban durante un tiempo y practicaban por su cuenta diversos actos comunes durante el matrimonio, desde cazar, cocinar, construir, decorar, amamantar y obviamente sexo, hombres y mujeres se separaban a practicar estas cosas, para hacerlo sin distracciones y sobre todo para no “contaminar” estas prácticas cotidianas con las ideas e intervenciones del sexo opuesto, por esa razón, el guía se opuso a que mi marido se quedara en el sector masculino, ya que en el difícil supuesto de haber accedido a admitirlo durante la “ la etapa de entrenamiento” de los varones, él hubiera tenido que participar en esas prácticas sexuales, es decir, penetrar y ser penetrado y peor aún, se hubiese visto obligado a hacerlo con niños, y al igual que yo, al ser hombre blanco hubiera sido muy codiciado, me explicó que durante esas etapas las mamás buscaban o contactaban alguna mujer adulta disponible para que les enseñara los secretos del sexo, y hubo casos en los que al no encontrar alguna “tutora”, eran las mismas madres que se acostaban con sus propias hijas, y aquello, aunque incestuoso, pedófilo y aberrante para nuestros ojos, eran costumbres totalmente normales para esas gentes, esa era la razón por la que la pequeña besaba tan bien, porque de verdad, juro que no miento… la niña besaba como el demonio, con una pasión y maestría que no le había visto ni a mi marido, y como yo era un “talismán” todas las mujeres querían que sus hijas se cogieran conmigo, supe después que hubo un especie de sorteo y la ganadora fue la madre de la niña con la que me follé, ella misma la había mandado a mi choza y por lo visto le habían enseñado previamente bastante bien, sabia como meter el dedo y para que servía el clítoris, no voy a negarlo, después de esa noche, en más de una ocasión me sorprendí a mi misma mirando “descuidadamente” por ahí a ver si de “casualidad” reconocía a la pequeña, con la intención de hablar con su madre y… no se… pero fue inútil, casi todas las niñas de esa edad se parecían, el caso es que esa noche fue una de las más intensas en mucho tiempo, por cuestiones de trabajo y del viaje y todo eso, hacía meses que mi marido no me tocaba y traía un furor bastante fuerte acumulado, tampoco lo negaré, no sentí remordimiento alguno, eran sus costumbres y yo no había hecho nada malo, pero hubo un momento en el que ese complejo moral amenazaba con imponerse y sentí que estaba yendo demasiado lejos, pero no era momento para eso
Por ciertas razones morales, no le hice nada a la niña, ella de hecho fue la que hizo todo, lo único malo de la rapazuela caliente era que mordía, lo que no entendí en ese momento, es que si todo era parte de un “entrenamiento” marital, ¿Por qué realizar prácticas lésbicas? ¿Qué objeto tenia? ¿No era más práctico para sus costumbres chupar penes en vez de vaginas? Lo escabroso del caso, es que sí lo hacían, sí las enseñaban a chupar penes, y en algunos casos a sus hermanos y a sus propios padres, pero eso era en otra época del año y con otros fines, en mi caso no solo era iniciar a las niñas en las cuestiones sexuales, también según sus costumbres, la creencia femenina era simétrica a la de los varones, mientras más jugos vaginales bebía la aprendiz, más mujer se volvía, más fértil y más capaz de criar una familia, no debía olvidar que yo era badurani, el talismán de la felicidad según ellas, tiempo después me enteré gracias a knwolele nuestro guía, que varias mujeres se morían por beber mis fluidos vaginales, creían que ”eso” las haría bellas y deseables para cualquier hombre (lo cual explicaba algunas cosas horribles y repugnantes que sucedieron después), aquella explicación tenia ciertas bases similares en algunos casos de canibalismo, pero la situación de los jóvenes varones era peor, chuparle la verga a los viejos y tragarse su semen no debía ser un espectáculo agradable,
La niña lamió mi culo mientras me masturbaba, lo hacía muy bien, con mis manos separé mis nalgas para facilitarle el trabajo hasta que lancé un abundante squirt, parte del líquido cayó sobre mi pierna, la niña se dio cuenta y ni tarda ni perezosa se abalanzó a lamer el fluido, finalmente se durmió sobre mi pecho, besé su cabeza con ternura y cubrí nuestros cuerpos con la sabana, la pequeña se acurrucó tiernamente contra mi cuerpo, a pesar de todo era una niñita aun, y yo no tardé en quedarme dormida, al despertar me di cuenta que la nena ya no estaba, como dije antes, no pude reconocerla, la obscuridad y sus características físicas me hizo difícil reconocerla, estaba impactadisima por lo que había sucedido, aquel lugar me estaba trastornando, a lo largo del día, pensé varias veces en lo sucedido, mi imaginación se desbordó, ¿Qué tal si daba con la niña? Tal vez… yo pudiera llevarla conmigo y digamos “adoptarla” de algún modo… una especie de vinculo se había establecido entre esa niña y yo, pero en que diantres estaba pensando, lo que pasa es que me dejé llevar por el libertinaje de sus costumbres tribales, pero para eso estaba ahí, para aprender y experimentar
Mi próximo relato se referirá a lo que pasó en el segundo día y puedo adelantarles que fue igual o peor que el anterior… espero que esta primera experiencia les haya sido de su interés y su agrado, hasta pronto
¡Qué rico relato, me encanta las cuestiones «tribales»! 😀