Casi una amiga más
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por scissor45.
Hola, este es mi primer relato y espero que les guste.
Primero voy a describirme.Tengo 20 años, soy de estatura promedio, tengo el cabello corto y con rulos de color castaño. Mi cuerpo es normal, no soy delgada ni gorda, tengo pechos pequeños, cintura pequeña y cadera ancha y buenas piernas y trasero gracias al deporte. Esto que contaré a continuación sucedió hace unos meses.
Martina es la mejor amiga de mi hermano menor. Tiene 16 años y es lesbiana. Usa el cabello corto y ropa de varón. "Chongo" como suele decirse por acá. Tiene el cabello rubio oscuro, caderas algo anchas y senos pequeños. Es definitivamente hermosa.
Desde pequeña siempre me pareció linda y últimamente se me ha acercado mucho más que de costumbre. Soy abiertamente homosexual y la conozco desde hace años.
Era el mes de abril, y hacía ya unas semanas que hablaba con Martina por twitter y whatsapp. Hacía rato que las conversaciones subían de tono y ella me daba a entender que tenía ganas de tener sexo pero no estaba viendo a nadie.
Un Sábado por la tarde, estando yo sola en mi casa, le envié una foto y le dije que estaba aburrida, a lo que ella respondió que si estaba sola, ella podía divertirme. Me asombró lo atrevida de la muchacha y le seguí la corriente para ver hasta dónde era capaz de llegar; quería saber si en realidad era capaz de tener sexo conmigo o sólo estaba histeriqueando como suelen hacer las chicas a esa edad.
Le dije que mi hermano había salido y que no sabía hasta qué hora estaría fuera pero que mi madre no volvía hasta la noche y dejó de responderme.
Divertida, le envié un mensaje diciéndole que estaba bien, que si no se animaba me lo dijera, y ella respondió que mi hermano tampoco volvería hasta tarde (le había preguntado) y que en media hora estaba en mi casa para divertirnos un rato.
No podía creer que después de meses intentando, iba a tener para mí a esa pendeja. Me llenaba de morbo y me calentaba desde hacía años y últimamente no le podía sacar los ojos encima en cuanto entraba a mi casa. Sin embargo, estaba nerviosa porque ella era menor y no sabía qué podía llegar a pasar. No quería que se enganchara ni nada, sólo quería tener sexo.
Llegó unos minutos más tarde y la hice pasar. Debo aclarar que Martina es muy callada y tímida cuando estamos frente a frente y ni bien entró, me di cuenta que estaba nerviosa.
Yo me senté sobre la mesa mientras miraba televisión y le pregunté si quería tomar algo a lo que me dijo que no, que estaba bien. Hubo un par de silencios incómodos que ninguna podía romper con nada.
Ella bajaba la mirada mientras observaba a uno de mis gatos jugar con los cordones de sus zapatillas, y yo ya me la comía con la mirada.
Tenía puesta una remera a rayas azul y gris, un pantalón de jean oscuro y zapatillas negras. No paraba de peinarse el corto cabello y sonreír nerviosa.
En un momento, el pequeño animal se quedó enganchado en sus cordones y ella se agachó a ayudarlo. Cuando volvió a pararse, se colocó mucho más cerca de lo que estaba antes. Quedó en unos segundos parada entre mis piernas y con sus manos en mis muslos.
No levantaba la vista, miraba para abajo y estaba a unos centímetros de mi cara. Me acerqué a ella otro poco hasta que mi nariz rozó la suya, esperando que diera el próximo paso, pero solo sonreía y me acariciaba las piernas. Yo tenía puesta una calza oscura y un remerón y sentía sus manos tibias en mis piernas, no podía más. La agarré de la cintura y la acerqué, así los centímetros que nos separaban desaparecieron. Giré un poco la cabeza y la besé.
En cuanto me empezó a besar me di cuenta de que no iba a parar. Estaba totalmente desquiciada, me mordía los labios y succionaba desesperada. Besaba muy bien y me calentaba muchísimo.
Parada entre mis piernas empezó a meter sus manos por debajo de mi remera y a acariciarme la espalda, no daba más. Me paré y la arrastré contra la pared.
No paraba de acariciarme las piernas, el culo, la espalda. Yo la apoyaba contra la pared haciendo presión con mi pelvis contra la suya mientras seguíamos besándonos sin parar.
En un momento, Martina me tomó de la cadera y me separó de ella, arrastrándome hasta el pasillo que llevaba a mi cuarto. Conocía mi casa muy bien y no dudó en llevarme hasta la entrada de mi cuarto y abrir la puerta.
Ya adentro me apoyó contra una de las paredes y me sacó la remera. Me besaba el cuello sin parar. Me podía mucho. En mi cabeza sólo estaba lo perfecta que era y las ganas que tenía de cogerla ya mismo.
Martina se retorcía cada vez que la besaba y me apretaba más contra ella. Le desabroché los botones de sus jeans y acaricié su sexo sobre la ropa interior, estaba completamente mojada; en cuanto sintió mi mano suspiró y me mordió el cuello, dejándome una marca oscura.
La llevé hasta la cama sin dejar de acariciarla y cuando llegamos me subí sobre ella, con mis piernas rodeandola.
Le quité la remera que traía puesta y enseguida desabroché su corpiño. Sus pechos pequeños y blancos me enloquecieron; tenía pequeños pezones de color rosado que estaban erectos por la excitación. Bajé por su cuello dando pequeñas lamidas y mordidas, ella se retorcía sin parar mientras suspiraba y cada vez se agitaba más. Cuando llegué a sus pechos las devoré sin esperar; era hermosa y tenía la piel muy suave. Con la lengua hacía circulos sobre uno de sus pezones, lo mordía y lo succionaba con fuerza, mientras acariciaba y apretaba el otro con los dedos. Martina empezaba a gemir cada vez más fuerte. Estaba hambrienta de ella. Esta pendeja me había calentado muchísimo en el último tiempo y ahí por fin la tenía toda para mi.
Mientras seguía chupándole las tetas deliciosas que tenía, ella intentaba torpemente desabrochar mi corpiño, así que la ayudé para que jugara con las mías mientras yo me sacaba las ganas de llenarla de pequeñas marquitas.
Con una fuerza que desconocí en ella, me agarró de la cadera y me levantó acercándome a su cara y comenzó a comerme las tetas ella a mí. Lo hacía demasiado bien. Por lo que habíamos hablado sólo había tenido sexo con dos personas en su vida, pero parecía que había aprendido mucho. Su lengua hirviendo recorría mis pezones hinchados y duros por la calentura y yo nada más gemía de placer, mientras ella me apretaba las tetas con fuerza. Necesitaba penetrarla ya y sentir sus jugos en mis manos, pero antes quería hacerla pedir por favor que la cogiera.
Bajé y comencé a besarla profundamente mientras me movía sobre ella para que mis tetas rozaran apenas las suyas y nuestros pezones se tocaran. Amaba sentir esa sensación que parecía casi electricidad, me calentaba mucho, y la verdad, para ese momento, estaba ya completamente mojada mientras la pendeja me tocaba por encima de mi calza que estaba ya empapada con mis jugos.
Intentó meter su mano por debajo de mi ropa para tocarme y no la dejé. Quería disfrutarla primero.
Bajé su pantalón hasta las rodillas y ella terminó por sacárselo junto con los zapatos. Quiso tocarse, pero la agarré por las muñecas juntando sus manos por sobre su cabeza con mi mano izquierda, mientras que con la derecha comencé a acarciarla por encima del bóxer de varón que traía puesto. Sabía que podía penetrarla cuando quisiera, pero amaba esa especie de tortura y su carita completamente desencajada de la calentura. Se mordía los labios gruesos, estaba despeinada y cerraba los ojos cada vez que la tocaba, arqueando su espalda.
Sus jugos traspasaban la tela del bóxer y me mojaban las manos, así que decidí que estaba lista.
Me coloqué entre sus piernas y me dirigí directo a su vagina. Comencé a lamerla por encima de su ropa interior y gimió con fuerza. Amaba el olor a sexo que la empapaba.
-Olivia, me vas a matar. Ah… ¿Qué me hacés?
-Nada, hermosa, nada más te probaba… sos deliciosa.. Me moría de ganas de tenerte así.
No paraba de gemir mientras le quitaba la ropa interior de golpe y con mi lengua comenzaba a acariciar su clítoris. Era una delicia; estaba completamente depilada y mojadita para mí. Tenía su concha a mi disposición. No soporté y comencé a jugar con mi lengua, comiéndome sus jugos, que chorreaban por sus nalgas.
-Ahhhhh… Por favor, no pares.
-No voy a parar, te lo aseguro.
Introduje uno de mis dedos de golpe y largó un gran suspiro.
-Cogeme, por favor. No puedo más, te quiero adentro mío, cogeme.
No necesitaba más. Sin dejar de chuparle y succionarle el clítoris introduje otro dedo en su vagina hirviendo. Estaba muy caliente y apretada. Me calentó muchísimo, era prácticamente virgen. Sentía como sus paredes apretaban mis dedos.
Movía mis dedos adentro suyo mientras con mi lengua hacía círculos y golpeaba, succionaba aquel botón que estaba por estallar. Ella se movía sin parar buscando que la penetrara más profundo. Giré completamente mi mano dentro suyo y la escuché gritar; un grito largo y fuerte.
-¿Estás bien? -Le pregunté. Me respondióque si entre jadeos. Parecía una perrita en celo. Seguí con el “mete saca” en el que estaba, subiendo la intensidad y frenando de golpe para hacer movimientos en su interior, estaba cada vez más mojada. Me encantaba como se desesperaba. Sus gemidos eran cortos y suaves, me calentaba tanto… de pronto comencé a sentir que estaba más y más mojada y se tensaba. Estaba por acabar; volví a su vagina y comencé a succionar su clítoris y a apretarlo con los labios.
-Ahhhh ahhhhh si, no pares, seguí así… ahhh… -sus gemidos me tenían loca y seguro lo sabía.
Me clavó las uñas cortas en la espalda mientras se arqueaba acabando por primera vez. Saqué los dedos de su vagina y simulé penetrarla con mi lengua, mientras ella seguía suspirando y yo me tragaba todo su orgasmo sin desperdiciar una gota de su delicioso jugo.
Sin embargo no paré y antes que se recuperara estaba nuevamente penetrándola, esta vez con tres de mis dedos. La segunda vez tardó mucho menos en llegar a su orgasmo. Yo estaba a punto de llegar a uno con solo verla. Tenía mi calza toda mojada por mis jugos y los suyos.
-Mmm.. estas toda mojada, dejame ayudarte -me dijo saliendo de entre mis piernas, obligándome a pararme al lado de la cama.
-¿Vos vas a hacer algo con esta calentura? -le pregunté. No contestó. sólo me bajó de un solo saque mis leggins y mi diminuta tanga y se paró detrás mío. Empezó apoyandome por detrás y tocandome las tetas mientras hacía movimientos pélvicos que no hacían más que provocarme. Sentir su concha todavía húmeda en mi culo me calentaba a full. Mis jugos chorreaban por mis piernas. Me sentía una puta mientras me masajeaba las tetas con fuerza.
Se puso brusca de golpe y me hizo poner en cuatro contra la cama. Metió una de sus manos entre mis piernas y la otra la puso en mi cadera. Comenzó a acariciarme despacio.
-Estás chorreando, parecés una putita… estas muy caliente? -preguntó
-Vos me tenés caliente, pendeja. Cogeme ya, que me muero de ganas.
-Ya? -volvió a preguntar. Acerqué mi culo a ella como respuesta.
Sin preámbulo me metió tres dedos de golpe. Me encantó.
Empezó a cogerme así, de perrito, parada al lado de la cama. Cada vez que me movía para atrás intentando que sus dedos llegaran más adentro, chocaba contra su pelvis y la sentía apoyarme y moría de placer. Apoyaba su cuerpo y se recargaba sobre mi espalda, frotando sus tetas contra mi, mordiéndome el cuello mientras me cogía con fuerza. Me tenía a punto de acabar.
En un momento salió de mí y me ordenó quedarme así; se agachó y se colocó entre mis piernas y empezó a darme un oral tremendo. Sinceramente no confiaba en que una pendeja de 16 años fuera capaz de hacerme temblar así la piernas. Jugaba con sus dedos adentro mío mientras con la lengua hacía círculos sobre mi clítoris que estaba a punto de reventar. No podía parar de gemir mientras agarraba su cabeza con fuerza. Verla entre mis piernas y sentirla lamiendo y succionando mis jugos, devorándome por completo, me fascinaba, me hacía gritar y la veía disfrutando de lo que me hacía sentir. Martina me cogía demasiado bien y yo, la verdad lo estaba necesitando. No pude aguantar más y acabé con fuerza mientras ella seguía chupando. Succionó mi clítoris y lo dejó en su boca mientras me sostenía evitando que me cayera.
Caí sobre la cama y continuó sobre mí. Siguió entretenida con mis tetas otro rato mientras yo me deleitaba con ese culo hermoso que tenía, con esas piernas anchas. En cuanto me di cuenta estaba frotando su sexo húmedo contra mi pierna y mientras se hacía una paja contra mí yo me la comía a besos y disfrutaba de ver y acariciar esas tetas hermosas que se movían contra las mías.
La faena siguió un par de horas en las cuales la muchachita me hizo acabar tantas veces como pudo, incluso como mucha mujeres más grandes no han logrado.
Volví a ver a Martina varias veces en distintas ocasiones hasta hace un mes, que se puso de novia con una chica de su edad y no quiso saber más nada, sigo cruzándomela en mi casa y la verdad sigo teniendo ganas de devorarla entera y sentirla retorcerse de placer.
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