Claudia, del voyeurismo al bisexualismo (Parte III)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MilkyQueen.
Hola amigos y amigas de SST, les traigo el final de esta historia sobre Claudia, la mujer que le dio rienda suelta a mi bisexualidad por medio de sus sesiones íntimas. Si quieren conocer la historia completa, no olviden visitar estos links:
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Recuerdo que fue en mi cumpleaños número 13. Cuando me enteré de que Claudia había entrado en depresión, salí corriendo a ver qué le había pasado. Seguramente el infeliz de Santiago le había hecho algo, y lo peor es que no podía contarle a nadie porque nadie sabía que ella estaba de novia con él.
Llegué tocando la puerta con desesperación. Laura me abrió la puerta y su cara se iluminó.
-Qué bueno que llegas, creo que Claudia no quiere hablar con nadie. A lo mejor tú la puedes hacer entrar en razón.
Eso esperaba yo también. Me dijo que ella estaba en su cuarto y esta vez subí sin esperar calentarme con ella. Ella me necesitaba ahora más que nunca. Toqué la puerta de su cuarto (pues estaba cerrada) y no abrió. Cuando la llamé por su nombre, tardó un poco en abrir la puerta, pero al final se levantó y me recibió. Su carita preciosa estaba llena de lágrimas, hinchada, con los ojos rojos de tanto llorar. Ojalá que Santiago no estuviera rondando por ahí, pues de lo contrario me le iría encima aunque me partiera la cabeza en el intento.
-Perdón, es que… Bueno, ¿quieres pasar? Gracias por venir.
Pasé y me senté en su cama, y ella cerró la puerta con llave. Ni siquiera quería hablar con su madre, suponía que había sido algo muy vergonzoso. Ella se sentó al lado de mí y la tomé de las manos, tratando de transmitirle mi apoyo y mi amor incondicional. Creo que ella lo sintió porque suspiró y se tranquilizó.
-Clau, ¿qué pasó? ¿Qué tienes? Todos estamos muy preocupados por ti.
-Pues… Es algo que pasó en la escuela, pero… No es nada… Todos piensan que es algo grave, pero son cosas de la edad… Y las hormonas y…
-¿Tiene que ver con Santiago?-me brotó la pregunta sin pensarlo. Ella abrió mucho sus ojos y quitó sus manos de las mías, asustada.
-¿Quién te…? No, ¿cuál Santiago? ¿Quién es?
-En serio Claudia, yo lo sé. Sé quién es Santiago, ¿es por ese cabrón?
Su labio inferior comenzó a temblar y lloró de nueva cuenta, llevando sus manos a la cara. Asintió con mucho dolor.
-S-Sí, es que… Es…Es un cabrón miserable… ¡Lo odio!
Lo gritó con mucho odio y tristeza. Entre sollozos, logró contarme que aquel tipo no le había sido fiel, y que terminó embarazando a otra chica mientras tenía relaciones con Claudia. Ella se había enterado porque la otra chica supo que Santiago estado cogiendo con Claudia y fue a su escuela a intentar golpearla, y fue ahí donde se enteró del engaño de Santiago.
Me hirvió la sangre, y más al verla en ese estado. Ella siempre estaba sonriente y dispuesta para los demás, pero ahora… ¿Cómo podía ayudar a alguien? Se veía terrible. Traté de consolarla abrazándola contra mi pecho, y ella me devolvió el abrazo.
-¿Qué va a pensar mi mamá de mí?-me dijo, mientras lloraba,-ella no sabe que yo… Bueno, que yo ya no soy virgen…¿Qué le voy a decir?
-Tú no te preocupes, déjame ver que se me ocurre. Por mientras, quiero que te tranquilices. Para eso estoy acá, porque me preocupas.
-Gracias nena, siempre estás para mí.
Pasaron los minutos y platicamos de otras cosas, especialmente porque yo quería que se calmara y no pensara en aquel estúpido de Santiago. Para entretenerla, se me ocurrió decirle que se probara de nuevo el vestido de XV años, para ver si había engordado. Entre risas me dijo que sí, y mientras yo aprovecharía para contarle otra historia a la madre y dejarla tranquila. Bajé las escaleras y su madre me preguntó expectante si me había dicho algo. Rápidamente inventé otra historia y le dije que había peleado con una de sus amigas y que la traicionó, y por eso había estado tan deprimida. Laura se quedó tranquila, y dijo que después hablaría más tranquilamente con Claudia. La conversación con Laura se extendió, y al final me dijo que tenía que salir porque tenía que recoger a Berenice de sus clases particulares.
-Te quedas en tu casa y gracias por venir, de verdad. Por favor le dices a Claudia que llego en unas horas porque vamos a pasar por la despensa a casa de su abuela.
Así la despedí, y de repente me cayó la realidad como balde de agua fría. Eso quería decir que… ¡estábamos solas! Tenía a Claudia a mi entera disposición, y si la situación lo permitía… Quizás podríamos culminar lo que siempre quise… Podría hacerla mía finalmente.
Subí como relámpago las escaleras y toqué la puerta, y ella me dijo que abriera. Cuando abrí, me sentí nuevamente como aquella ocasión en los vestidores. Lucía el vestido salmón nuevamente, y se veía igual de preciosa que aquella vez que se lo probó. Su cadera y su cintura se marcaban deliciosamente, y sus tetas sobresalían pícaramente. Me quedé parada ahí, admirándola, y comenzó a reírse.
-¿Por qué me ves así? ¡Como si de verdad me viera bien!-me dijo, sonriendo. Me dio gusto volver a verla así.
-Es que… En verdad luces preciosa-le respondí tímidamente. Ella volvió a sonreír y daba vueltas para que yo pudiera ver cómo le quedaba el vestido. La verdad, cada vez que lo hacía me ponía más nerviosa.
-¡Ya! No quiero arruinar el vestido, ¿me ayudas a quitármelo? El broche me aprieta un poco las bubis.
Sentí un flechazo en mi cabeza. Tal vez ella me había dado la señal, o quizás sólo lo estaba imaginando. Pero esa era la oportunidad que había estado esperando desde hacía mucho tiempo. Me acerqué a ella y comencé a desabrocharle el corset, y cuando lo hacía, rozaba la piel de sus tetas con mis manos y la miraba a los ojos. Ella se quedaba tranquila, pero un tanto nerviosa.
-Eh, ¿mi mamá está abajo?
-No, salió. Me dijo que te dijera que va a tardar un tiempo.
-¿Y qué le dijiste sobre lo de…?
-Nada importante, que te habías peleado con una amiga.
-Ok…
Quizás tenía miedo de que la atraparan como las veces que cogía con Santiago, pero yo no sería tan tonta como él. Seguí concentrada en mi objetivo, y comencé a quitarle el corset con las manos, rozando su piel con mis manos. Al parecer ella comenzaba a sentir algo también, porque sus manos encontraron las mías de nuevo. Me miró a los ojos y me sonrió.
-No sabes cómo me alegra que hayas venido.
Retiré el corset y brincaron sus enormes tetas frente a mí. Tenía puesto un sostén azul con puntos blancos, que le apretaban más sus tetas y me incitaban a comérmelas. Sentí que su piel se iba erizando, y pude ver a través de su sostén que sus pezones se pusieron duros. Cuando estaba dispuesta a hacerle de todo, ella se movió bruscamente y se apartó, un tanto nerviosa. Quizás se sentía mal, o no le gustaba, pero ella se había excitado…
Claudia hizo como que no había pasado nada y se quitó el vestido, poniéndose una blusa sin mangas blanca y un bóxer rojo. Yo estaba recostada viendo la tele y ella se recostó junto a mí, y al sentirse tranquila, se quedó profundamente dormida. Vi ahí mi oportunidad nuevamente, y miré que aún tenía el sostén azul. Volví a rozar su piel con las yemas de mis dedos, y vi que se erizaba de nueva cuenta. Ella no se movió, por lo que me atreví a más cosas. Durante el transcurso de mis visitas fisgonas a Claudia, había visto una cantidad enorme de pornografía, y durante esos videos había visto varios donde una mujer le lamía el coño a otra desenfrenadamente, y la hacía retorcerse de placer. Con cuidado me bajé a la altura de su short y se lo bajé hasta los tobillos, y dejé al descubierto su vagina cálida y depilada. Acerqué mi nariz a su sexo y el olor me hipnotizó aún más. Metí mi nariz aún más cerca de sus labios y vi que Claudia gimió un poco. Dudé un poco, pero finalmente saqué mi lengua y la rocé suavemente contra sus labios vaginales, y Claudia se movió un poco más.
Con mis manos tomé sus muslos y lo separé, para que no me apretara con sus piernas fuertes. Pensé que al final de cuentas Claudia se despertaría, por lo que empecé a lamer con más fuerza, encontrando entre esos movimientos su clítoris. Tenía un sabor dulce y suave, era como si su olor mismo fuera palatable. Mi lengua comenzó a inundarse con sus líquidos y succioné un poco, lo que a ella le encantó porque miré que su cadera se contoneó rápidamente. Ella comenzó a gemir y sus caderas se estaban moviendo al ritmo de mis lengüetazos, hasta que un movimiento rápido la hizo levantarse de golpe. Se sentó y me miró sorprendida, y al verla que la miraba me excité y lamí más profundo su coño. Pensé que me quitaría, pero no lo hizo. Su mirada cambió y se volvió sumisa, quedándose sentada recargándose contra las almohadas de su cama. Se sonrojó y seguía moviendo sus caderas, mirándome fijamente. Me detuve un momento.
-Perdón Clau, no pude evitarlo…
-Pero es que… Eres tan joven y yo… A mí no me gustan las mujeres…
-Sí soy chica, pero yo sé lo que quiero. Y a mí no me gustan las mujeres, a mí me gustas tú.
Se sonrojó demasiado y abrió aún más sus piernas, como aceptando lo que le había dicho. Al fin podía apreciar más su coño cálido y húmedo, emanando ese olor que me traía como perra en celo. Abrí aún más sus piernas y gracias al ballet, quedó completamente abierta de par en par. Seguí más emocionada en mi labor, lamiendo y succionando su clítoris y jugando con sus labios. Claudia se retorcía y sentía cómo frotaba su pubis contra mi lengua.
-Menos mal que no te gustan las mujeres, Claudia-le dije, riéndome de la ironía del asunto.
-Ah cállate, no deberías hacer esto… Menos a tu edad-Me replicaba entre gemidos.
-Tú tampoco, apenas vas a cumplir 15 años-le respondí jugando. Ella se rió y yo seguí con mi tarea de hacerla sentir bien y que olvidara a Santiago. Empujaba con mi lengua sus labios y lengüeteaba su clítoris como si fuera un dulce. Ella seguía moviéndose sensualmente en mi boca, y con el pasar del tiempo, tomó mi cabeza entre sus manos y se movió con más fuerza.
-Aaah nena, nunca lo pensé de ti… Pero… La mamas tan rico, no pares preciosa… Cómete mis jugos, chiquita…
Eso me calentaba aún más y comencé a rozar mis dedos contra su coño. Mientras lamía y rozaba ella seguía frotándose y gimiendo, diciéndome palabras sucias. Sentía que se iba desenvolviendo conforme yo le daba más placer, hasta que el final sentí que ella se frotó más rápido y se corrió en mi boca. Sentí que todos sus fluidos corrían en mi lengua, y me los tragué. Sabían deliciosamente salados, y ella se sintió avergonzada.
-No puede ser, ¡sólo eres una niña!
-¿Y eso qué?-repliqué, ofendida- Te chorreaste en mi boca, así que estamos a mano.
-Ah no, ¡eso es lo que crees!-me replicó jugando. Al parecer, el orgasmo que había tenido la puso caliente y dispuesta a todo. Se lanzó hacia mí y me dio un beso húmedo muy profundo.
Nuestras lenguas se rozaron apasionadamente y ella se agarraba las tetas, como conteniendo la calentura. Pensé que eso lo podría hacer yo, y terminé el beso y me prendí a sus tetas. Había pasado tanto tiempo de imaginármelas en la boca, y ahora las tenía para mí sola. Incluso si hubiera una pequeña espiando como yo, no habría ningún problema. Ella puso sus manos contra la pared y sus tetas quedaron colgando, dispuestas en mi cara. Las tomé y las apreté hasta donde pude, pues sus tetas eran enormes. Las masajeaba y hacía movimientos como simulando ordeñarla. Al parecer a ella le calentaba porque gemía y seguía hablándome:
-Aaaah sí, ordéñame, ¿quieres mi lechita? Sigue chupando y no pares, vas a hacer que me acabe toda, ¡demonios!
Vi que movía de nueva cuenta sus caderas, y rocé mi rodilla contra su coño. Ella, agradecida, bajó a la altura de mi rodilla y siguió rozándose, mientras jadeaba eróticamente. Se detuvo un momento y volvió a bajar a mi cara, besándome y comiéndome la boca. Se apartó y juguetonamente me dijo:
-Tengo algo que sé que te va a gustar.
Fue hacia el mueble que estaba al lado de su cama y sacó aquel vibrador en forma de lápiz labial que había visto en aquella ocasión. Me alegré porque, en cierta forma, podría estar en contacto con ese vibrador que tantas fantasías me había brindado. Claudia giró la base y comenzó a vibrar, y lo colocó entre mis labios. Como ya estaba húmeda y demasiado caliente, apenas sentí la vibración me arqueé de placer. Ella sonrió y asumió que lo estaba gozando, y me miraba con ojos de gula. Estaba esperando algo, y miraba el vibrador en mi vagina con mucho deseo. Sin aguantar mucho las ganas, cruzó su pierna y quedó frente a mí en posición de tijera, como muchas veces lo soñé. Acercó su coño al mío, apresando el vibrador en una cárcel de carnes y fluidos sexuales. No sabía qué hacer, pero al parecer ella lo tenía bajo control. Comenzó a frotar su coño contra el mío y cuando sentíamos las vibraciones las dos gemíamos. El mirar sus tetas sudando y brincando me calentaba y las apretaba como podía con las manos, mientras que ella agarraba las mías. Yo agarré el paso de ella y comenzamos a frotarnos la una con la otra, mientras el pequeño vibrador bailaba brindándonos un momento de placer absoluto. Conforme nos rozábamos, yo le confesaba que siempre me había atraído y que quería hacerle de todo desde que la conocí. Claudia me miró y se rozaba más fuerte, apretando incluso mi pierna contra su pecho para sentir más fuerte las vibraciones. Llegó un momento en el que las dos, sudando y gimiendo, estallamos en un orgasmo unísono, y caímos rendidas en su cama. Sentía que mi vagina palpitaba, y miré la de Claudia. Estaba hinchada y roja, llena de líquido traslúcido. Así estuvimos unos 20 minutos, y al final ella se acomodó, desnuda, sobre mi pecho desnudo. Yo la abracé fuertemente, tratando de asimilar lo que acababa de pasar. Al fin había poseído a esa diosa del sexo, había sido sólo para mí.
-Sabes que… Ese orgasmo… Fue el más rico que sentí en toda mi vida-me dijo Claudia, un poco exhausta y sonrojada.
-Déjame practicar y te gustará más, te lo prometo-le respondí sonriendo.
Estuvimos juntas un rato más y después yo me fui antes de que llegara su mamá. Ella me despidió en la puerta de su casa y me dijo que se bañaría. Cuando iba de salida, me jaló del brazo y me plantó un beso muy tierno, y me abrazó.
-Gracias por todo muñequita, gracias por estar siempre para mí.
Regresé a mi casa, sudando y brincando de felicidad. Aunque no se repitiera, había probado lo que durante mucho tiempo sólo me había dedicado a observar.
Unas semanas después ella tuvo su fiesta de XV años y lo disfrutamos en grande, después me dijo que yo le había dado el mejor regalo de su vida y que estaba agradecida conmigo por eso. Durante un tiempo seguimos encontrándonos y saboreándonos, pero después ella encontró a un buen hombre que la ama y la respeta. Yo me quedé tranquila y feliz por ella, y hasta la fecha cada vez que la recuerdo no puedo evitar mojarme. Claudia ahora es toda una MILF, y si tuviera la oportunidad de nueva cuenta, me encantaría tener otro encuentro con ella. Hasta la fecha seguimos hablando, pero evitamos contarles la historia a nuestros respectivos esposos.
Y bueno amigos y amigas esta ha sido mi historia, un poco larga pero espero que haya valido la pena. Ojalá que les guste y seguiré publicando historias para ustedes.
Un beso y un abrazo de su amiga MilkyQueen.
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