Coctel de tetonas en la playa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MilkyQueen.
Mi marido y yo tenemos muy poco tiempo de casados.
A pesar de que somos jóvenes, nuestro trabajo y rutina no nos dejan tener mucho tiempo libre para nosotros.
Las pocas veces que salimos a comer lo hacemos durante un par de horas y regresamos a tratar de dormir un poco.
Somos bastante tranquilos, aunque a mí siempre me encantaron las fiestas y tomar un poco de alcohol de vez en cuando.
Un fin de semana, en la época de primavera, le llamaron a mi marido por teléfono.
Era uno de sus mejores amigos, Sergio, que le avisaba que habían comprado unos boletos para ir a la playa y que nos invitaban a ir.
A Víctor, mi marido, no le gustaba mucho la idea porque no quería gastar mucho dinero, pero durante esa época estaríamos libres y le dije que sería una excelente oportunidad para liberarnos del estrés del trabajo.
Sergio lo había animado porque le dijo que podríamos salir en pareja, ya que su esposa Aury también saldría de vacaciones y no habría problema.
Sentí un poco de nervios, ya que nunca había tratado a sus amigos más que por teléfono, realmente nunca los había visto en físico.
Pero pensé que sería bueno que Víctor se distrajera con ellos y que durante el viaje podría conocerlos mejor.
Siempre hablaba de ellos y tal vez tendrían algo bueno que compartir.
Mi marido entonces le confirmó que iríamos y Sergio le dijo que pasarían por nosotros el viernes de esa semana, y que pasaríamos aproximadamente una semana viajando a la playa y sus alrededores.
El viernes llegó y nosotros habíamos preparado maletas y cerramos la puerta con candado.
Víctor me ayudaba a terminar de guardar la ropa cuando llegó una camioneta verde y se estacionó frente a nuestra casa.
De la camioneta bajó un hombre de mediana estatura, con un cuerpo bien torneado y lentes oscuros.
Tenía cabello oscuro y corto.
Se veía como todo un Junior imponente.
Víctor bajó a recibirlo y le dio la mano.
Yo me apresuré a bajar con él para que nos presentaran.
-¡Cabrón, ya te extrañaba! ¿Cómo estás? –le preguntó Sergio.
-Bien, ya preparando todo, ¿qué tal su viaje? Mira, ella es mi esposa Fer – le dijo Víctor, presentándome ante él.
Nos saludamos de beso en la mejilla y pude percibir un aroma fuerte y varonil emanando de él.
-¡Mucho gusto, Fer! – me dijo muy contento Sergio.
– Vicky siempre está hablando de ti, ¡lo tienes atarantado! Deja presentarte a mi bombonaza, ¡Aury! ¡Ven amorcito!
De la camioneta bajó una chica de 1.
50 m aproximadamente, con el cabello corto y levemente alborotado.
Su piel era blanca y tenía unas tetas enormes, y aunque era un poco más gordita que yo, su cuerpo se veía bastante incitante.
Traía puestos unos pantalones cortos que le marcaban los muslos a la perfección y una blusa delgada de algodón que transparentaba su brasier blanco.
Las manos estaban llenas de anillos y pulseras brillantes y el maquillaje pronunciaba sus enormes labios.
Era una chica que despedía sex appeal por donde se le viera.
-¡Hola Vicky! – saludó primero a mi marido, – ¿cómo estás? Ya vámonos, anda.
Después volteó a verme a mí y me miró de arriba hacia abajo.
“Uuuh, mal presentimiento”, pensé.
Lo que menos necesitaba era a una chica superficial que me criticara.
Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.
-Hola nena, tú eres Fer, ¿verdad? ¡Mucho gusto! – me dijo con voz animada.
No sé por qué me había mirado así desde un principio, pero era mejor irse con cuidado con ella.
Después de los saludos, comenzamos a cargar las maletas en la camioneta y subimos todos.
Aury y yo nos quedamos en la parte de atrás, para darles un poco más de privacidad a los caballeros, ya que hacía tiempo que no se veían y platicaban animadamente.
El camino a la playa era largo, por lo que nos advirtieron que tardaríamos mucho tiempo en carretera y que podíamos dormir si queríamos.
Yo estaba un poco cansada así que le pedí disculpas a Aury por dejarla sola.
Ella, sonriendo, me dijo que no había problema, y me acomodó una pequeña almohada que tenía en la cabeza.
El movimiento continuo del vehículo me arrulló y entré en un sueño profundo, mientras escuchaba a lo lejos cómo Víctor y Sergio iban platicando.
Cuando daban alguna vuelta rápida, podía despertarme rápidamente sólo para ver si íbamos bien, y podría jurar que Aury me miraba constantemente.
Preferí no volver a abrir los ojos hasta que ella se quedara dormida, por lo que me acomodé dándole la espalda y estirando las piernas un poco más.
Cayó la madrugada sobre nosotros y entre sueños pude sentir que una mano se metía bajo mi falda de mezclilla, buscando mis labios vaginales suavemente.
“Pobre Víctor, está tan emocionado que quiere que lo desquite ahora mismo” pensé pícaramente, y abrí un poco mis ojos.
Cuando pude ver la silueta de la mano, vi que tenía alrededor unas grandes pulseras doradas.
Sin hacer muchos movimientos, alcé la mirada y vi que Aury era la que estaba metiéndome la mano entre mis piernas.
Su cara irradiaba placer y dejaba ver la lengua, como percibiendo las feromonas en el ambiente tan caliente que se había generado recién.
No sabía qué hacer, me sentía incómoda pero no quería hacer un escándalo y arruinar el viaje.
Así que fingí que estaba dormida y me acomodé, y Aury quitó rápidamente la mano.
Cuando cerré bien las piernas, sentí que mi pantaleta estaba húmeda.
Cuando desperté nuevamente, ya estábamos en una gasolinería a 20 minutos de la playa.
Aury, para mi fortuna, ya no estaba en la camioneta conmigo.
Sergio y ella salieron y sólo Víctor estaba conmigo.
Le tapé los ojos y jugamos un poco, mientras me ofrecía sándwiches para desayunar algo.
-Amor, no quiero que te vayas a enojar, pero… – comencé a decirle, pero no sabía bien cómo formular mi queja sin generar problemas.
Víctor me miraba atentamente.
-… ¿Sería posible que no pasara tanto tiempo con Aury en el viaje?
-¿De qué hablas, hermosa? ¿Te hizo alguna grosería?
-No, no… Es que… Siento que no le caigo bien…
-No te preocupes chiquita.
Sergio dice que Aury es muy buena amiga con las mujeres, y yo la he tratado y es genial.
De cualquier forma, si surge algo en el viaje házmelo saber y hablaré con Sergio, ¿vale?
No me había quedado muy tranquila con eso, pero no tenía más remedio que soportarla todo el viaje.
Aury y Sergio regresaron tomados de la mano muy contentos, y me dieron los buenos días.
Traté de ser cortante con Aury, pero ella actuaba como si no hubiera pasado nada en la noche.
Tal vez ni siquiera había pasado nada, tal vez había sido mi imaginación… ¿Habría sido una fantasía?
Llegamos finalmente al hotel cerca de la playa.
Era bastante modesto y más grande que donde pasamos nuestra luna de miel.
Fue algo maravilloso, y una experiencia totalmente nueva, en todos los sentidos…
Para poder reservar una buena habitación, Sergio había reservado una habitación para cuatro personas, que se dividía en dos cuartos para darnos más privacidad entre parejas.
Sergio y Aury se quedarían en el cuarto cercano a la entrada y Víctor y yo nos quedaríamos en el cuarto cerca del balcón.
Teníamos acceso a todos los servicios y realmente nos trataron como dioses.
Aury comentó que quería ir a la playa pero no tenía bikini ni traje de baño, y Sergio nos preguntó si queríamos ir de compras con ellos.
Yo tampoco tenía un traje de baño así que les dije que sí, y Víctor no tuvo más remedio que asentir.
Ellos conocían un centro comercial amplio y en pocos minutos ya estábamos ahí.
Igual que en el viaje, nos volvimos a separar, y Aury y yo quedamos juntas de nuevo.
Me sentí incómoda, pero en esta ocasión trataría de evitarla completamente.
Mientras ella se adueñaba de cientos de trajes y bikinis para probárselos, yo me escurría a otro pasillo y empezaba a escoger algunos un poco más completos.
No me gustaba usar bikinis por mi físico, ya que sentía que al estar un poco gordita no luciría bien.
Era un complejo que me había seguido toda mi vida, y no lo había podido superar.
Encontré un traje de baño completo de color azul marino que me gustó mucho, y pasé a los probadores a checar qué tal me quedaba.
El probador era bastante grande y estaba oscuro, así que prendí la luz tenue que lo iluminaba y comencé a desvestirme para probármelo.
Cuando ya tenía el torso desnudo, sentí que abrieron la puerta del probador y mi intuición hizo que me tapara rápidamente con mi blusa.
Era Aury, entrando intempestivamente a mi probador.
-¡Ay nena! Te estuve buscando todo este tiempo, ¿puedo entrar a probarme los trajes contigo?
Sentí incomodidad porque no quería que estuviera viéndome mientras me cambiaba, pero no tuve el valor para decirle que no.
-Claro Aury, si quieres déjalos en el sillón de la esquina.
Aury se fue brincando a dejar sus cientos de trajes y comenzó a desnudarse.
Mientras yo me tapaba con los brazos y me iba desnudando con otros, me agaché para quitarme los pantalones.
Cuando los estaba quitando, sentí que Aury posó sus manos en mi culo.
Al sentir su tacto, brinqué y me destapé el pecho, mirándola fijamente ya enojada.
Aury se sonrojó.
-¡Ay, Reina! Perdóname, es que se me atoró mi ropa y no quería que te ensuciaras, estoy toda sudada.
La situación me estaba incomodando.
Le dije que no había problema y seguí probándome el traje de baño.
Ella seguía desnuda, y mientras me cambiaba y ella se probaba los trajes, pude ver sus enormes tetas.
Eran realmente grandes, y los pezones eran grandes y rosados.
Nunca había visto unas tetas tan bonitas, tenían un color tan lindo que parecían hechas de terciopelo.
Se veían muy suaves, y realmente eran más grandes que las mías.
Cuando se probaba los bikinis, sus enormes ubres desbordaban por las orillas.
Prácticamente sólo se tapaban sus pezones.
Se veía vulgar, pero de alguna manera le quedaba bien.
Comencé a subirme el traje de baño y sentí que la parte del busto me apretaba.
No podía acomodarme el pecho en el traje y decidí que no me lo llevaría.
De repente, sentí unas manos sosteniendo mis tetas firmemente, mientras subían y bajaban como un masaje muy gentil.
La sorpresa me dejó helada, y miré hacia atrás.
Nuevamente era Aury manoseándome, y tenía su torso desnudo apretado contra mi espalda.
Pude sentir sus pezones erectos recorriendo mi retaguardia.
-No Fer, te lo tienes que acomodar así.
Deja te enseño, así podrás lucir tus lindas bubis con el traje.
Sentí que la primera vez ya lo había acomodado, pero seguía jugando con mis tetas.
No sabía qué hacer, por un lado me sentía avergonzada y por el otro comencé a sentir calor en mi ser.
Las piernas comenzaron a temblarme y volví a mirar al espejo.
Aury me miraba y estaba detrás de mí, con expresión rebosante de lujuria.
-Ay Fer, tus nenas son tan suavecitas y bien formadas.
¡Tienes que lucirlas bien!
Sentí que sus dedos se deslizaban entre mis pezones y comenzaba a apretarlos suavemente.
No pude evitar emitir un gemido y pude ver que Aury se relamía jubilosa.
Sus tetas seguían restregándose contra mi espalda y cuando sentí que su mano bajaba hacia mi entrepierna, sonó su celular.
Ella se quedó estática durante unos minutos, decidiendo si contestaba o no el celular, y terminó por acomodarme las tetas en el traje y contestar.
Sintiéndome sucia y caliente a la vez, terminé por quitarme el traje antes de ensuciarlo.
Realmente sentía mi concha húmeda, era muy buena calentando a la gente y lo peor es que lo sabía.
Mientras ella terminaba de hablar por teléfono, yo me cambié rápidamente.
Ya no quería más situaciones raras entre nosotras, por lo que salí del probador y pasé a pagar mi traje.
Aury salió detrás de mí.
-Era Sergio, Fer.
Dice que ya terminaron de comprar sus trajes, ¡vamos a apurarnos para ir a la playa a asolearnos!
Era increíble cómo es que evadía esa situación de tensión sexual.
Hacía unos minutos me había manoseado por completo y ahora me hablaba casualmente.
Yo traté de seguir el juego y no mencionar nada más.
Sergio condujo de regreso al hotel y nos cambiamos de ropa.
Víctor y yo estábamos en nuestro cuarto cuando le mostré mi traje de baño.
Recordando cómo Aury me había acomodado las tetas en el traje de baño, logré hacer que mis pechos se vieran más grandes.
Cuando se lo mostré a Víctor, se puso como loco y pude ver que comenzó a sudar.
-Fer, te ves deliciosa mi cielo.
¿Será de mala educación si comemos antes que ellos, amor?
Y diciendo esto, se levantó y cerró el cuarto con llave, y aún con el traje puesto me dio una cogida rápida.
Aún estaba mojada, por lo que su verga caliente entró sin problemas en mi coño.
Rápidamente lo cabalgué como loca, sintiendo cómo palpitaba dentro de mí.
Sacó mis tetas del traje y comenzó a masajearlas, y se las llevó a la boca.
Tratamos de hacer poco ruido, pero seguramente Sergio y Aury nos habían escuchado.
Víctor se había excitado viendo mi traje de baño, y yo estaba excitada… Por otras cosas…
Terminamos de coger y rápidamente nos limpiamos, y Víctor se puso el bóxer para salir a la playa.
Salimos al cuarto y Sergio y Aury estaban en la cocina, preparando algunas cosas para comer más adelante.
Sergio tenía puesto un bóxer blanco que resaltaba aún más su cuerpo tonificado, y Aury tenía puesto un bikini rojo que le apretaba las tetas y las caderas.
Se veía exuberante, y por alguna extraña razón quise chuparle las tetas.
Supuse que era sólo porque Víctor me había cogido recientemente y aún estaba caliente.
Salimos a la playa y todo transcurrió normal, nos tomamos muchas fotos y estuvimos jugando volibol toda la noche.
Realmente nos la estábamos pasando genial.
Víctor y yo jugamos contra Aury y Sergio, y realmente me distraía cada vez que ella brincaba y las tetas la seguían bamboleándose por todos lados.
Aury era un monumento de mujer, llamaba la atención y todos los hombres que la veían se la comían con la mirada.
Sergio se daba cuenta y orgulloso la presumía, diciendo que era “su princesa” y “su bizcochito”.
Terminamos cansados y regresamos por la tarde al hotel.
Sergio nos invitó a tomar un trago, pero la verdad yo no tenía muchas ganas de volver a bajar porque me sentía cansada.
El aire acondicionado del cuarto se sentía genial y no quería perdérmelo.
Víctor y Aury querían ir al bar del hotel, pero no querían dejarme sola.
-No se preocupen chicos, de verdad.
Sólo necesito un descanso.
Mañana salimos a tomar algo, ¿vale?
Víctor estaba inquieto porque no quería dejarme sola.
Hablé con él algunos minutos a solas y le dije que iba a estar bien, que él necesitaba convivir con sus amigos.
Yo estaría bien y cuando él llegara, posiblemente yo ya estaría dormida.
A regañadientes aceptó, y los tres se fueron y me dejaron sola en el cuarto.
Pasé a la parte de nuestra habitación y me cambié de ropa.
Me puse un pequeño camisón blanco, esperando que cuando Víctor llegara hiciéramos el amor como lo habíamos hecho más temprano ese día.
No tenía ropa interior para que él hiciera de mí lo que quisiera.
Sin embargo, el cansancio me venció y me quedé dormida en la cama.
Comencé a tener sueños húmedos.
Soñé que Víctor entraba al cuarto, me abría las piernas y metía su cara en mi sexo, lamiéndome la concha con frenesí, como un lobo hambriento.
Cada lengüetazo que él me daba me hacía gemir, y sentía que mis pezones se ponían duros.
Así, entre sueño y sueño comencé a despertarme, porque se sentía demasiado real.
Cuando abrí los ojos, pude ver a Aury a la altura de mi entrepierna, entretenida lamiéndome el coño.
-¿A-Aury? ¿Qué haces aquí? ¿No ibas a ir con los chicos al bar? – le pregunté extrañada.
Aury siguió lamiéndome el coño y lo hizo tan bien que me estremecí y no pude mantenerle la mirada.
-No te preocupes Fer, ellos no van a venir.
Están entretenidos contando historias tontas de secundario.
Aury comenzó a lamer mi clítoris y sentí que la punta de su lengua bailaba.
Me hizo gemir bastante fuerte, y tuve que llevarme una almohada a la cara.
Estaba avergonzada, no sabía qué hacer, me sentía extraña, pero Aury tenía una lengua mágica.
-Así me gusta, mamacita.
Que te retuerzas de placer.
Desde que te toqueteé las tetas ando bien cachonda, y ahora me las vas a pagar.
Comenzó a rozar mi concha con sus dedos y empezó a juguetear con ellos dentro.
Mi espalda se arqueó y poco a poco mis piernas se abrieron, dándole paso a sus deseos.
Me tenía a su disposición, ya ni siquiera me acordaba de Víctor.
Sacó sus dedos totalmente humedecidos y pegajosos de mi coño, y se relamió sonriendo.
-Ay chiquita, estás súper rica.
No cabe duda que mamar coños es genial.
Estás bien sabrosa Fer, y quería probarte después de la cogida que te metió Vicky.
Te traigo ganas desde que nos conocimos, tetona.
Me ruboricé y la miré apenada, pero ella se acercó a mí y me besó.
Mientras ella me besaba sentí que su lengua buscaba a la mía, y respondí de la misma forma.
Era un beso húmedo y candente, y metió su mano en mi coño de nuevo.
Nos separamos y me tiró de espaldas a la cama, quitándome el camisón a la fuerza.
Cuando miró mis tetas, las tocó con delicadeza y se arrojó contra ellas, comenzando a mamarlas.
Posó su rodilla sobre mi concha mojada y me masturbó con fuerza.
-Uuuhm, sí, eres tan rica chiquita.
Ese pendejo del Vicky no sabe apreciar lo que tiene en casa.
Si vieras cuantas mamadas tuve que darle a Sergio pensando en ti.
Sus palabras tan obscenas me hacían sentir más y más caliente, pero me sentía culpable por tener sexo con la amiga de Víctor, y al parecer Aury lo notó.
Se detuvo, me tomó de la cabeza y me besó durante un largo tiempo.
Había cedido mi voluntad a su disponibilidad.
-Fer, no tengas miedo.
Ellos no se van a enterar.
Además, sé que mueres de ganas por cogerme.
Me has estado probando y quiero que juegues conmigo, preciosa.
Intercambiamos lugares y ahora ella se encontraba desnuda, acostada en la cama.
Abrió sus piernas y dejó ver su coño caliente, precioso y bien depilado.
Yo había tenido fantasías de lamerle la concha a otra mujer, pero jamás pensé que lo podría realizar en verdad.
Le separé las piernas y metí mis labios en los suyos, y comencé a lamerla enérgicamente.
Sentí cómo sus muslos me apretaban las mejillas, y comenzaba a retorcerse y a gemir como toda una puta.
-Uhm sí tetona, dame más, pásame tu lengüita en mi panocha.
Házmelo como se lo haces a Víctor, perra sucia.
Al oír eso, sentí que era un desafío y comencé a lamerla con más detalle.
Mi lengua pasaba sus bordes y mis dedos empezaron a meterse en su concha y en su ano.
Ella movía sus caderas al ritmo de mis lamidas y empezó a gemir más, y el escucharla así me calentaba.
Pude ver cómo comenzó a brotar jugo vaginal de sus labios, y comenzó a reírse.
-Espera Fer, espera.
Tengo algo para ti, lo compré hoy en el centro comercial.
Se incorporó rápidamente y salió por un momento del cuarto.
Volvió a entrar con una bolsa rosa en la mano, y cerró la puerta del cuarto con llave.
De la bolsa, sacó un dildo doble brillante y suave de color morado, y Aury lo acariciaba mientras me veía.
-Uhm tetona, éste lo compré pensando en ti.
Apuesto a que nunca has tenido uno de estos adentro, ¿verdad? Yo te voy a estrenar, mamacita.
Se sentó conmigo y comenzamos a besarnos desenfrenadamente.
Ya no recordaba ni a Sergio ni a Víctor, sólo me concentraba en el cuerpo sudoroso de Aury.
Había desarrollado un fetiche por sus tetas y ella me dejó mamárselas mientras se metía el dildo en la vagina.
Eran deliciosas, su textura era muy suave y sus pezones eran dulces, pude morderlos ligeramente mientras le ayudaba a penetrarse con el dildo.
La mitad del juguete ya estaba adentro de ella y me miró con complicidad.
-Ven perrita, te voy a enseñar cómo se coge a una mujerona.
Me acerqué a ella y abrió sus piernas.
Yo puse mis piernas cruzando las de ellas, haciendo la posición de “tijeras”, dado que esa era la única que recordaba cuando dos mujeres tenían sexo.
A ella pareció no importarle, y me ayudó a penetrarme con el dildo.
La sensación era diferente a cuando Víctor me penetraba, pero se sentía igual de excitante.
Ver a Aury penetrándose con el mismo juguete que yo me hizo calentar demasiado.
Ella me miró y comenzó a hacer movimientos para mover el juguete dentro de nuestros coños.
Sentía cómo mis músculos envolvían el juguete, y veía que el color morado desaparecía una y otra vez devorado por su concha.
Conforme pasaba el tiempo y ella lo movía más rápido, sentí que mi cadera se movía rogando porque me penetrara más rápido y más duro.
Tomé una de sus tetas con la mano y me apreté una de las mías, mientras ella tomaba mi otra teta y sacaba la lengua, pidiendo más.
Nuestros cuerpos se fundían en ese juguete morado.
Lubricábamos como locas la cama y yo sentía que el orgasmo estaba cerca.
Aury pareció entenderlo, porque se detuvo y giró sobre ella misma, como cabalgándome.
Pude ver su enorme culo frente a mí, y no pude evitar darle una nalgada.
-¡Uy, traviesa! Perfórame las nalgas como sólo tú sabrías hacerlo, tetona.
Comenzó a montar el juguete como una puta profesional.
La situación me hacía sentir como si de verdad yo la estuviera penetrando, y escuchaba que gemía más fuerte y entrecortado.
-¡Más, más! Dame más duro, quiero más verga tetona, ¡quiero que me cojas toda!
Tomé su culo con mis manos y comencé a manejarlo, haciendo que saltara más violentamente sobre el juguete.
Me calentaba demasiado la idea de poder poseerla, de tener una verga grande y venosa para descargarle toda mi leche.
Y el juguete me ayudaba demasiado, mientras ella lo cabalgaba lo introducía más y más duro en mi concha, y sentía que el calor del orgasmo llegaba más y más rápido.
-¡Aaay tetona, ahí te va! – gritó entre jadeos sonoros.
Vi cómo su cuerpo se corcoveó y quedó tendida frente a mí, con el juguete aún en su concha.
Al verla así, sentí electricidad recorriendo todo mi cuerpo.
Era el orgasmo más fuerte que había tenido en mi vida.
Ella se tumbó en la cama, quitándose el juguete del coño.
Me lo expuso en la cara y escurría demasiado.
-Fer, vamos a esperar un poco.
Recuerda que las mujeres somos multiorgásmicas – me dijo guiñándome un ojo.
Nos acostamos juntas y ella aún acariciaba mis tetas.
Me sentía tan bien, había sido de las mejores experiencias sexuales de mi vida y ella me había ayudado en eso.
La miré y sonriendo me devolvió la mirada, y nos besamos.
Media hora después, y con nuestros esposos aún en el bar, volvimos a tener sexo.
Esta vez hicimos un 69 en el suelo, y rozamos nuestros coños sin utilizar el juguete.
Nos corrimos juntas una vez más y esperamos una hora para volver a coger.
Esa noche nos masturbamos y corrimos unas 6 veces.
Casi no dormimos y los chicos nunca llegaron a dormir hasta la mañana siguiente.
Aury y yo nos levantamos a las 7 y los chicos aún no llegaban.
Me preocupé un poco al ver que no estaban ahí.
Aury me tranquilizó.
-Descuida Fer, le regalé a mi chocolatito una tarjeta del casino en la costa.
A él le encantan los casinos, así que seguramente se llevó a Vicky para allá.
Me plantó un pequeño beso en la boca y me tomó de la mano.
Le marcó por teléfono a Sergio y efectivamente, Víctor y Sergio se habían quedado hasta tarde y ahora estaban regresando al hotel.
Aury y yo acomodamos todo para que no sospecharan nada, y prometimos no decirles nada a nuestros esposos.
Cuando los chicos llegaron, Sergio venía muy alegre.
-¡Señoras! Espero que no se hayan aburrido ayer esperándonos.
-No te preocupes beibi, nos quedamos dormidas viendo una película, ¿verdad Fer? – le dijo Aury mientras me miraba.
Yo asentí, esperando que no sospecharan nada.
La cogida con Aury había sido una experiencia sexual demasiado buena como para no repetirse.
Así que durante las noches nos escapábamos para poder coger en cualquier lugar donde pudiéramos.
La noche siguiente fuimos a bailar con los chicos, y ella y yo fuimos al baño “para maquillarnos”.
Y mientras los chicos bailaban y tomaban tragos, yo le comía la concha a Aury en el baño público.
Al día siguiente fuimos a un billar cercano y mientras ellos jugaban en la parte de arriba, Aury me mamaba las tetas en la parte más oscura de la planta baja.
Podría jurar que alguien nos vio porque gritó “¡yo también quiero!”.
A Aury pareció no importarle.
Así estuvimos una semana, comiéndonos en la playa mientras nuestros chicos estaban disfrutándola.
Durante el viaje de regreso, la camioneta se llenó tanto de equipaje que metimos bolsas y paquetes en la parte de atrás con nosotras.
Los paquetes taparon el espejo retrovisor, por lo que los chicos no podían escucharnos.
Aury le sugirió a Sergio poner un disco de música rock a todo volumen, y ellos aceptaron encantados.
Mientras ellos escuchaban encantados, Aury y yo frotábamos nuestros coños un poco apretadas por el exceso de equipaje.
Nos acomodamos como pudimos para tener sexo en la camioneta, pues nadie nos veía.
Al llegar a casa, Sergio se despidió cortésmente, diciendo que había sido un placer convivir conmigo.
Pude ver que Víctor estaba contento.
Aury se acercó a mí y me abrazó:
-Fue un placer, Fer.
De verdad espero que volvamos a vernos pronto.
Y guiñándome un ojo se subió a la camioneta nuevamente.
Partieron de regreso a su domicilio y los despedimos a lo lejos.
Víctor me miró alegre.
-Vaya mi cielo, parece que al final ya no tuviste problemas con Aury, ¿verdad?
-No corazón, de hecho quedamos de vernos la próxima semana para tomar un café.
-¿Ves? Te dije que era muy buena para conocer a las mujeres.
“¡Y eso que no sabes qué maravillas hace, dulzura!”, pensé pervertidamente.
Y así hemos estado, cuando podemos quedar para vernos cogemos y llegamos más cachondas a nuestras casas, poniéndole a nuestros señores la cena servida para que ellos la coman.
Esa salida a la playa fue la mejor experiencia de mi vida, y se repite cada vez que Aury me llama diciendo que vayamos a tomar un café.
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