EL SABOR DE NUESTROS SUEÑOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Parte I
EL SABOR DE AMALIA
Este es un regalo para Amalia…
amiga de mi profunda imaginación…
Hoy en la madrugada desperté pensando en ti. Hacía calor y sobre mi piel sentía unas gotas de transpiración que me envolvían tratando de refrescarme. Recordé lo que me pediste y me coloqué una braga y me volví a recostar en mi cama. Cerré mis ojos y abrí mi imaginación…lenta y suavemente introduje mi mano derecha (aquella que me aferraste ayer hasta hacerme terminar) hasta sentir mi pubis y mis labios verticales y comencé una caricia con mis dedos…te imaginaba en mi habitación, de pie, mirándome…
De pronto sentía tu voz que me llamaba quedamente y yo entreabría mis ojos en medio de una ola de placer y humedad que me inundaba y te veía que empezabas a desnudarte…
Estabas con un vestido hermoso, decorado con flores…y lo empezabas a deslizar por tu cuerpo y debajo él sólo estabas tú…plenamente desnuda y pude ver una cierta humedad en tus labios verticales. Tu rostro estaba levemente enrojecido y te acercaste a mi cama por el lado izquierdo, y te colocaste muy cerca de mí…pude sentir ese olor a almizcle que emanaba tu sexo y veía esas gotas de placer que bajaban por tus muslos,…extendí mi mano izquierda hacia tu monte de Venus y sentí tu piel húmeda, tu agitación y tu respiración desbocada…mientras mi mano derecha continuaba su onanística tarea…sintiendo mi húmedo clítoris respingar y mi braga muy húmeda…
Mi mano siguió el ritmo de tu respiración y mientras introducía mis dedos en tu túnel del amor, sentía tus quejidos que anunciaban un exaltado orgasmo que era mi regalo del día…y al sentir las pulsaciones de tu clítoris le acerqué mi boca y mis labios horizontales muy húmedos junto a mi lengua esponjosa lo rozaron, y lo besaron, y lo acariciaron …y tu clítoris seguía pulsando y emanando gotas de placer en medio de tus labios verticales, y de pronto te agachaste y te recostaste sobre mí en un violento espasmo, mientras mi mano derecha terminaba en mi propio clítoris, en una sucesión de olas de placer y sentíamos una y otra vez nuestros propios orgasmos. Y luego de un rato nos quedamos quietas… muy quietas…sintiendo nuestras acompasadas respiraciones….vibrando nuestros cuerpos de excitación…sintiendo tu cuerpo tibio sobre el mío…te tomé de los hombros y te acomodaste a lo largo de mi cuerpo…
Era el momento del reposo…de nuestro descanso…o un intermedio antes de continuar con mi imaginación desbocada sobre tu cuerpo…pasando mi lengua en cada rincón tuyo…en tus axilas sudorosas…en tu vientre….en tu ombligo…en la humedad de tus labios verticales…en medio de nuestros pensamientos…en medio de mi imaginación nos quedamos dormidas…
Abrí los ojos…estaba sola…desnuda…sintiendo las pequeñas olas de mi reciente orgasmo….mi braga húmeda… la saqué de un tirón y la acerqué a mi rostro…sentí un olor a sexo almizclado…. pasé mi lengua sobre esa humedad y percibí un sabor dulce y algo salado en una mezcla difícil de expresar…pero ese es el sabor a ti…
Parte II
EL SABOR DE YOLANDA
Esta mezcla de pasión y sueño es para Yolanda
mi cómplice y fiel compañera
Tuvimos un segundo encuentro clamoroso, fue como estar conectadas a través de la ensoñación, se abrió la noche en un perfume dulce de flores y una brisa afable que recorría nuestros cuerpos dio cabida a la claridad, la luz que entraba por la ventana era la luz traslúcida de un nuevo amanecer.
Yo miraba sobre aquella luz, como una imagen sobrepuesta tu silueta, y rápidamente me di cuenta de que estabas desnuda, esperando delirante a que yo apareciera y me sumerja sobre la misma luz que te envolvía, y lo esperabas ansiosa como si hubieras esperado todo un fin de semana y sus días para verme.
Yo simplemente me detuve a contemplar la hermosura de su cuerpo, su piel era como un cáliz que lo consumía a través de mis ojos. Sus ojos ansiosos querían como comerse el tiempo, su cintura ligera contenía sus manos a los costados, y la luz de la ventana que resbalaba por sus exuberantes caderas encendía unas chispas de luz sobre sus curvas, sus piernas bien contorneadas y sólidas se plantaban firmes sobre el suelo, pero más arriba se encontraba su ombligo y me llamaba como una ola flameante de fuego que quería encender mi pasión, y aún más altivos, más señoriales, me esperaban sus senos, altivos y amplios abriendo en medio la brecha hacia su corazón, senos rígidos mezclados con el perfume de las flores, senos rellenos de pasión dulce que me incitaban a seguir su bamboleo cuando la propietaria de estos los movía.
Exquisito cuerpo que mi incontenible pasión quería poseerlo, y en un arranque de emoción no me aguante más y salte sobre ella, me planté en frente suyo con mi silueta inconfundible de mujer, al verme, sus ojos se iluminaron y las palpitaciones de su corazón se llenaron de tanta dicha que pusieron a conmocionar todo su cuerpo, pues mi cuerpo era el cuerpo que había estado aguardando con ansias locas, para amarlo, para besarlo, para llegar al paroxismo con él, para entregarse como una gatita cariñosa con su ronroneo.
Nuestras miradas de inmediato se confundieron en un brillo de pasión, nos tomamos locas en un enlace de nuestros cuerpos y acabamos en un beso fervoroso, pero acabamos sólo de reconocernos, de buscarnos, pues no había nada que nos contenga para amarnos sólo como nosotras sabíamos hacerlo.
Tomó mis manos y las puso sobre sus pechos, comencé a amasarlos y en cada caricia quemaba mi pasión en su piel, dejándole las huellas imborrables de mi amor. De mi amor incontenible, de entrega que se comía su boca en besos apasionados, en besos lujuriosos que querían arrebatarle hasta su alma a través de su aliento. Más tarde bajé por su cuello, lo bese como una vampiresa sedienta, la mordí en la V y ella se abalanzó sobre mí apoyando una de sus piernas flexionadas sobre mi cadera, manteniéndose erguida en un sólo pie, como una contorsionista.
Su postura me permitió tomarla por una de sus nalgas, se la amasé tan bien y tanto como lo había hecho con sus tetas, sus gemidos pronto llegaron hasta mi oído como su respiración entrecortada. Mientras que con mis labios succionaba uno de sus pezones hasta tenerlo dentro de mi boca.
Ella con la excitación que la consumía y la enloquecía se aferró a mis nalgas, las tomó con fuerza, dejo que la invadiera mi pubis, sus gemidos desgarraron su garganta y alcanzaron el cielo. Simplemente dejo que me la comiera y al mismo tiempo que acabara en ella, pues los labios de su vagina se habían separado al entrar en contacto con los míos, fue un encuentro de vellos, de fluidos, de pieles y de calores indescriptibles, nuestros cuerpos se habían convertido en uno sólo, ella era mía y yo era suya, nos poseíamos, nos copulábamos, nuestros cuerpos vibraban al unísono a través de nuestra piel. Y caímos juntas, desvanecidas de tanto placer.
Cuando me había recobrado, ella todavía estaba a mi lado, se encontraba abrazada a mí y una de sus piernas estaba sobre las mías, uno de sus brazos rodeando mi cintura, con su cabeza arrimada sobre mi pecho, entre mi hombro y uno de mis senos, y su pubis había encallado en una de mis caderas. Sentí su respiración que la reanimaba y seguido soltó un suspiro sobre mi pecho. Levantó la vista, me recibió con una sonrisa y con su mirada ardiente, separó su cuerpo de mi costado para que pudiera verlo, no paraba de sonreírme y pronto se hizo de mi mano para llevarla hasta su pubis.
Presionó mi mano sobre su monte de Venus y se estremeció muy quedito, luego dejo a merced de mis acciones toda su intimidad. Mis dedos con sus sudoraciones emergentes resbalaron como en mantequilla dentro de sus labios vaginales. Así fue que me encontré con su cálida y húmeda abertura, me dio la bienvenida con una descarga de esas emanaciones esponjosas que bajaron en algo la calentura de sus pieles, mis dedos de ahí en más hicieron el trabajo de devolverle a la pasión encendida.
Entré a su ser con un par de dedos, ella al recibirlos en su interior se retorció, y en un estremecimiento, acabó de darme la bienvenida, nuevamente era parte de mí y mis excitaciones hablaban claro el lenguaje de su cuerpo. Sentí como su interior se abría y al mismo tiempo se volvía a aprisionar a mi encuentro, en ese interior húmedo y cálido, mis dedos se encontraban prisioneros de sus entrañas; y así hubiera querido quedarme, unida a ella por la eternidad. Al fin fue fácil llevarla hasta el clímax, simplemente aceleré el movimiento de mis dedos en su interior y al mismo tiempo que se sacudía toda, gemía descontrolada, daba pataleos y me pedía más, mis dedos sencillamente se encontraban inundados de sus emanaciones, aún en su interior lo sentía y a medida que culminaba mis acometidas ella caía extraviada y perdida en un petite morte. Sentía su fragilidad, casi y podía caer con ella en su extravió, dejé que disfrutara de ese momento porque sé que me lo agradecería toda la vida.
Recobró las fuerzas y su sonrisa de gratitud estaba ahí puesta sobre su rostro, luego quise secar su entrepierna con la sábana, pero ella me detuvo y se alzó sobre la cama para ponerse de rodillas; inclinándose sobre sus pechos, acarició con su rostro sus flujos y se puso a probar con la punta de su lengüita el sabor de esas emanaciones que habían caído sobre las sábanas, yo le daba de palmadas en las nalgas mientras la veía hacerlo. Se lleno de ternura al hacerlo con devoción y fue aún más placentero cuando me convidó a disfrutar junto a ella de ese saborcito a mujer que de su cuerpo había salido.
Me fui perdiendo en ese sabor profundo, sabor de la pasión y del desenfreno, olor a humedad y piel apasionada.
Sobre la sábana caía la luz de la ventana, el rayo de luz lo inundó todo, todo el ambiente. Y perdimos de vista nuestras siluetas en ese rayo de luz que consumía todo como una hoguera, sólo quedó el olor a flores dulces esparcido por toda la eternidad, hasta que nuestros cuerpos vuelvan a juntarse.
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