Ella
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morita.
Nos habíamos topado casualmente en la cafetería – delicatessen cercana a la oficina. Me gustan los emparedados frescos de pepino, mantequilla y jitomate, entre dos rebanadas de pan negro y solo suelo conseguirlos al estilo inglés en este sitio. Al parecer no era la única con una fascinación por el estilo europeo.
La primera vez que la note, solo fue de aroma. Yo me encontraba devorando mi sándwich y hojeando las últimas notas de mi presentación (cabe decir que cuando me pongo nerviosa, me da por comer) pero algo me distrajo de mi concentración y fue su aroma. Al pasar junto a mí, instintivamente cerré los ojos y aspiré profundo, mmm… ¡Qué delicia! Levante la mirada demasiado tarde, ya que solo alcance a ver como doblaba la esquina, me paré enseguida y quise ver quien era la dueña de ese manjar olfativo, la parte posterior de su cuerpo alejándose rápidamente fue lo único que vi.
Paso tiempo para que nuestros horarios coincidieran nuevamente, ahora yo era la que llevaba prisa cuando pasé cerca de un grupo de oficinistas, que al parecer estaban festejando un onomástico, me llamo la atención una risa franca, fresca y sobretodo porque provenía de “ése” olor. Mi memoria se activo como un gatillo detonando una ola de sensaciones en mi cuerpo, y olvidando el poco tiempo con el que contaba, me senté en otra mesa con una vista espectacular… ella.
Si no han tenido algún tipo de obsesión en la vida, no podrán comprender lo que en ese mismo momento me sucedió. Ahí fue cuando entendí que el tiempo se detiene, todo se borra, todo se va menos la imagen que te capturo el alma.
Era bellísima, trigueña, de cabello largo y negro, sonrisa angelical y cutis perfecto.. los ojos verdes que combinaban.. con todo en el mundo y desde mi pobre ángulo, solo podía ver su pecho. Dios estaba de buen humor cuando la creó. Llevaba un vestido con escote en v, que resaltaba su bronceado y esos senos que te pueden quitar el aliento. Mis ojos recorrieron ese canalito que se hace solamente cuando eres una 36c. Firmes, redondos y seguramente con unos pezones quitasueño.
De solo verla, me ruborice y por supuesto, si existe la ley de Murphy, me tenía que tocar a mi. Sus ojos tropezaron con los míos en ese preciso momento, y parece que leyó mi deseo porque solo sonrío y dirigió su mirada hacia su escote. ¡!!Dios santo de mi vida!!! Me voltee como chica de secundaria cuando se ve descubierta y tiré mi celular, el sándwich no sé donde quedo y la azucarera paso a mejor vida.
Con la pena del mundo, no se si porque hice todo un espectáculo que termino en aplausos y risas, o porque ella me vio.
Esa noche tuve sueños con ella, no podía quitarla de mi mente, incluso tuve que recurrir a tocarme y pensar en ella y ni siquiera sabía su nombre.
No piensen que me asusta o que me sorprende este tipo de atracción, desde que cumplí los 26 años, descubrí que no solo me gustaban los hombres, sino que las mujeres eran presa de mis suspiros, esas curvas que sólo mi genero posee, son simplemente encantadoras. Ya había tenido experiencias casuales con otras chicas pero ninguna con seriedad.. ya saben, una copas extras y el deseo de experimentar, son una buena formula para aceptar este tipo de encuentros.
Pero esta mujer, le había quitado la porción de feromonas a muchas de nosotras, aunque no me considero una belleza, tengo lo mío y sobretodo soy muy autentica y sensible, ingenua y atrevida y sobretodo me gustan las sensaciones placenteras.
Me volví, desde ese día asidua a este lugar, con la esperanza de volver a encontrármela (casi me hago socia del mismo) pero pasaron los días y mis expectativas se empezaron a disipar hasta que sucedió.
Yo llevaba mi té calentito de menta y hierbabuena, justo para empezar el día, cuando me la encontré frente a frente, mis piernas temblaron, mi boca se seco y mi mente se nublo. ¿Les ha pasado que ensayas miles de frases que puedan denotar tu inteligencia en solo un segundo y cuando llega el momento, descubres que has practicado en vano y solo alcanzas a murmurar palabras que solo un klingolinano podría entender?
Pero Dios cuida a sus animalitos más nobles porque en ese momento ella alcanzó a verme y solamente a decirme ¡cuidado, ahora no vayas a tirar nuevamente el azúcar! ¿mmm…?, mi mente rápidamente rememoró el ultimo encuentro… o sea ¡que si se había fijado en mi! todo esto paso en un segundo, en lo que mis labios solo se limitaron a sonreír, pero juro que sus ojos, ahora, se toparon con mi escote y sonrió con lasividad.
Volví a sonrojarme, ya casi a punto de salir del establecimiento decidí quedarme a tomar el almuerzo ahí, estando yo al pendiente, si se iba o se quedaba y darme algún tipo de valor para por fin… hablarle.
Por serendepia, ese día llevaba una falda azul media rodilla, zapatillas y una blusa semi transparente, que invitaba a fantasear, así que me acomodé en un lugar donde mis piernas ofrecieran un espectáculo, cosa que me asegure con dos o tres miradas de hombres, incluso uno se acerco a mi mesa y me dijo que si podía acompañarme y grande fue mi sorpresa cuando ella se presentó junto a él y le dijo: “lo siento, no queremos más compañía, tenemos mucho de que hablar”.
“Siendo cosas de mujeres, las dejo” no sin antes dejarnos ver lo dispuesto que estaría de hablar en otra ocasión.
Así que la mujer de mis sueños, esa desconocida se sentó frente a mí. Yo nerviosa, le agradecí el sacarme del apuro, y se presento.
“Me llamo Verónica y te he visto por aquí, de hecho tengo que confesarte que te he buscado porque algo, en ti, me llamo la atención” Y yo no pude ni saludarla.
Así de simple fue, nos relajamos y empezamos a hablar sobre las nubes y las estadísticas nacionales, sobre arte y ecología, sobre perros y gatos.. teníamos tantas cosas en común que no nos dimos cuenta de la hora y quedamos de vernos otro día.
Así empezamos a cultivar una incipiente amistad ya que descubrimos que trabajábamos para la misma institución pero en diferentes áreas y edificios, así que si se me atoraba algo, ella me ayudaba y viceversa. Así pasaron varios meses, yo seguí deseándola, tratar de adivinar como era sin la prisión de la ropa e incluso a veces llegue a pensarme correspondida, una caricia por aquí, un roce accidental por allá pero nunca paso algo mas…sino hasta la fiesta de fin de año.
Emocionada ese día, me puse un vestido que sabía resaltaba mi belleza natural, me fui al salón arreglarme el cabello y toda exuberante me presente puntual a la fiesta que se llevaba a cabo en un salón de un prestigioso hotel del sur de la ciudad. Me senté en la mesa correspondiente, platicando con los compañeros de la oficina, rechacé algunas propuestas, acepte otros bailes, pero estaba pendiente de ella, que acertó llegar despampanante, un vestido largo que delineaba su figura, el cabello recogido y dejando suspiros por todos lados. No fue a saludarme, ni siquiera se acercó, realmente me sentí dolida. Sobreponiéndome a mi obsesión (la cual ya se había bajado un poco) decidí divertirme.
Entre al baño para retocar el labial y momentos después entro ella con una cara descompuesta, al principio pensé que se había excedido en copas, pero no me espere lo que a continuación paso.
Me saludo y me pregunto si me estaba divirtiendo, a lo cual asentí con un gesto y le devolví la pregunta con la misma cortesía, cuando vi una lágrima deslizarse por su mejilla y se me rompió el corazón. La abrace y cuando su cuerpo estaba junto al mío, susurro quedamente a mi oído.. “estoy celosa, ni siquiera me has visto que me arregle para ti”. Mi pecho empezó a palpitar como si fuera a darme un ataque al corazón, las palabras que por fin oí, me dejaron helada y caliente al mismo tiempo.
Empezó a besarme el cuello y mis manos encontraron su cintura, sus líneas convexas y un solo beso nos trasporto al cielo.
Tome su cara entre mis manos, deslice mis dedos por su rostro y la acerque a mi, mis labios sedientes de los suyos se encontraron, solo para sacar una pasión desbordada, primero suavemente como si fuera lo más preciado del mundo, después nuestras bocas se entreabrieron para recibir el aliento mutuo.
No hubo necesidad de palabras, solo acerté a decirle que la veía en el lobby del hotel. Alquilamos una habitación, en el elevador, seguimos con el reconocimiento de nuestros cuerpos, ansiosos de llenarse de caricias.
Entramos a la habitación, apenas estaba cerrando la puerta cuando me dijo “no prendas la luz, y ven conmigo”.
Me tomo nuevamente entre sus brazos y seguimos con ese beso, sus labios carnosos mordisqueaban los míos, me beso los ojos y siguió con mi cuello, mientras yo solo disfrutaba extasiada de aquellas caricias sublimes.
Su olor se acrecentó, excitándome más, parada, una frente a otra, nuestros botoncitos erectos se encontraron, y empecé a bajar para saciar mi sed de ellos, eran perfectos, una areola obscura coronada con ese pedacito de cielo, lo introduje a mi boca, con tal religiosidad que solo los rosaba, ella empezó a soltar suspiros, llenando la habitación con mi nombre. Mis manos rebosaban de felicidad al verse llenadas con tan sublime acto. La acosté y la vi, ¡era tan hermosa como cualquier expresión artística!, me llene de ella, con una mirada me invito a fusionarnos en un solo ente.
Le termine quitando el vestido, dejándola en una tanga de encaje blanco, que hacia resaltar su tan bien proporcionado cuerpo.
Seguí besándolo, tan suave como la seda más fina, ella seguía diciéndome que la tomara, que era mía, solo mía.
Este tipo de sumisión cuando hay erotismo y sutileza, con un poco de morbo, es un detonador de placer. Si pudiera excitarme más, con esas palabras, deje de ser yo misma para ser de ella.
Le dedicaba las más tiernas palabras mientras mi boca buscaba quitar la tela que me separaba de su paraíso. Cuando llegue a ella, a su sexo, se había dejado poco vello, casi podía ver su línea que guardaba ese pedacito de carne con nombre climático.
Lamí lo que ya estaba humedecido, el olor que despedía era la gloria, introduje mi lengua a ese río seco que solo esperaba mi boca para desbordarse.
Puse mis brazos debajo de sus ricas nalgas para alzar su pubis hacia mi, llene mis manos con sus redondeces así como mis labios aprisionaron su clítoris, succionándolo con tal delicadeza que solo alcanza a notar que arqueaba al espalda y gemía de placer… el poder darle placer era mi recompensa.
Mientras mi cuerpo también reaccionaba, mi tanga mojada estaba ya.
Sus manos aprisionaron mi cabeza para saber que estaba a punto de hacerla llegar al clímax, me decía entre jadeos.. “hazme tuya, hermosa, soy toda tuya”… y de repente me lleno de su néctar, y aun así quería que siguiera ya que no me dejaba de invitar con sus movimientos.
Exhausta y tendida sobre la cama, solo la abrace por detrás, le quite el cabello mojado por el sudor de su frente y la besé, pegadas cuerpo con cuerpo y alma con alma desnuda, ella se volteo para verme de frente y decirme “ahora me toca probar tu néctar, mi hermosa amante”.
No puedo describir las maravillas que me ocurrieron esa noche, sería una insolencia de mi parte tratar de plasmar en burdas palabras lo que solo se siente, al ser amada por una mujer.
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