Encuentro orgásmico con mi adorada prima
Dos primas que se hacen gozar la una a la otra sin tener la menor idea del sexo lésbico.
Dos primas que se hacen gozar la una a la otra sin tener la menor idea del sexo lésbico
He aquí la historia de dos primas que prueban el sexo lésbico por primera vez. Y a diferencia de lo que normalmente reza en este tipo de historias ninguna de las dos tenía tendencias lésbicas, cada una tenía su respectivo novio, nunca habían pensado en tener sexo con otra mujer, nunca habían visto porno lésbico, nunca sus novios les habían pedido un trío, y a pesar de tantos nuncas, las dos terminaron revolcándose para cual de lesbianas arrechas y cual de las dos más puta. Cada una de las dos tenían amplia experiencia en todo lo relacionado con vergas, porque desde muy niñas experimentaron las mieles del placer; porque cual de las dos más hermosa, y con esas caritas tan perfectas desde muy niñas no fue sino que les crecieran las téticas y les ancharan las caderas para verse perseguidas por cuanto hombre las veía, sin excluir a los primos y tíos con los cuales también resultaron revolcándose. La belleza es una maldición para las mujeres jóvenes, porque con su inocencia y viéndose abordada por cuanto hombre las mira siempre terminan cayendo por cuanto gañan con buena parla del que se dejan enredar, y efectivamente este fue el caso de estas dos primas, que desde muy pequeñas se dieron a entregarse al primero que las embobó y luego las hizo a un lado después de cumplir su objetivo, pero véase que en este caso en especial esa zapateada que les hizo su primer gañan sólo reforzó las ganas de estas dos muñecas por probar cuanta verga se les atravesara. Y era tanto su afán de probar y probar vergas, siempre en busca de la que más las hiciera gozar, tanto así que raramente repetía con el mismo hombre. Pero como ya mencione cual de las dos más hermosa, se maduraron viches, como las niñas de tierra caliente. Desde muy niñas tuvieron curvas y no antes de cumplir los quince ya eran todas unas muñecas, todo en ellas inspiraba sexo, ambas con sus cuerpos esbeltos, parecían cortadas con la misma tijera; pelo largo que les llegaba hasta el culo, completamente liso, siempre como recién cepillado y ni hablar de la habilidad con que sabían moverlo con esa gracia y estilo que solo las mujeres coquetas saben hacerlo, color azabache, tan negro que al darle la luz parece que brillara de lo negro y el hermoso contraste que ese pelo tan oscuro hacía con la blancura de su piel, el color de su piel era tan blanco que parecían sacadas de un cuadro renacentista. Era tanto su parecido que podían pasar por hermanas, ambas salieron igual que la abuela, que en sus tiempos mozos al igual que sus nietas, era merecedora de cuantos halagos se pueda uno imaginar. Y de ahí su parecido, ambas estilaban ese porte europeo que tanto las distinguía. Manos delgadas y largas, con dedos muy finos y uñas levemente larga y como recién pintadas, pies pequeños, y como todo lo de ellas les gusta exhibir sus hermosos pies usando sandalias y al igual que sus manos las uñas de los pies también como recién pintadas y qué hermosura de dedos, delgados, derechos, pequeños, ninguno deforme, todos juntos se veían en completa armonía y con esa hermosura que solo la piel blanca le sabe dar al cuerpo. Senos medianos, proporcionales a su porte no era pequeños ni grandes, salían lo suficiente para hacerse ver, firmes, no como esos que rebotan al primer movimiento brusco, y eso sí, para que tener brasieres teniendo las téticas firme, eso como en todo lo de ellas, eran para lucirse; amantes de las blusitas de tiritas, que dejaban al aire sus perfectos hombros y su largo cuello, no tenían el más mínimo pudor, con estas blusita sus téticas no dejaban nada a la imaginación, por los lados se podían ver los senos, tapando solamente sus pezones, pero de frente se podían ver claramente sus pezoncitos en forma de tetas de perra acabada de dar cría, gordos y salidos, pero blanditos. Bajando un poco más se estilaban sus hermosas caderas, no grandes como las de las negras o las latinas, sino que esa medida proporcional y coquetona, que sale lo suficiente para hacerlas llamativas, pero lo suficientemente grandes para dejas un espacio entre el estomago y los pantalones que no se ajustan por lo grande de sus caderas y lo delgado de su estomago y ahora viéndolas de espalda se aprecian sus hermosos culos que hacen juego con sus caderas, no son redondos, pero si grandes, de esos que se contonean hacia los lados al caminar, y aquí como en todo lo de ellas, amantes de los shorts de tela jean, lo suficientemente cortos para medio dejar a la vista la parte inferior de sus nalgas, ambas eran de una estatura promedio más bien tirando a altas y sin un quilo de más. Y por último dejo la cereza del pastel, su cara, labios gruesos, rosados, de bocas grandes, nariz respingada, pómulos grandes, amplia frente, ojos grandes de color azul, penetrantes, de amplias cejas y pestañas grandes, dientes incisivos de conejo más largo de lo normal que les imprimía cierto aire infantil, en resumidas cuentas tenían carita de ángeles, exceptuando los ojos que al mirarlos fijamente parecía que se los quisieran devorar a uno. En definitiva cuenta, mi Dios las dote del porte necesarios para llamar la atención de cuanto hombre las miraba, pudiéndose dar el lujo de ser unas completas perras y elegir a voluntad a quien se iban a follar y a quien no.
Parecía que habían nacido para ser perras, y a diferencia de lo que uno se pudiera imaginar por ser tan hermosas no distinguía de feo o hermoso, ellas querían probar todas las vergas que más pudieran, y cómo iban a comparar a unos de otros si sólo se fijan en los jóvenes y hermosos, ellas querían descubrir al súper follador, así que por su cama pasaban jóvenes, viejos, tíos, primos, altos, bajos, gordos, flacos y aunque lo normal era que se quedaran amañadas con alguno de los tantos que se follaban, nada las satisfacía, pero cuando encontraban uno que las hacía pasar bueno, se lo rotaban, no tenían el más mínimo escrúpulo, era perras por gusto propio, no se habían separado desde que eran niñas, todo lo compartía, todo lo hacían igual para las dos, cuando la una probó verga, la otra hizo lo mismo, y desde pequeñas, cuando les salieron las curvas y probaron verga, se dijeron la una a la otra que iban a ser las súper putas porque que cosa pa’ sentirse rico, y que si el que se los metió por primera ves las hizo sentir así, estaban seguras de que debía de haber otro mejor que las hiciera gozar.
Pero volviendo a lo que nos acontece, ellas por su estilo de perras sin pudor se veían desnudas constantemente cuando se vestía, a ellas les daba igual que la una mirara a la otra, lo de ellas eran las vergas, y como estaban cortadas con la misma tijera, ver a la otra desnuda era igual que mirarse al espejo, no iban a ver nada nuevo, desde pequeñas cogieron la costumbre de bañarse juntas porque era imposible que uno mismo se bañara la espalda, así que la una a la otra la asistía en esa tarea, por nada más, y es que las dos amaban tanto a los hombres que ver a otra mujer desnuda no les causaba nada, nada había ahí para ellas, porque si digamos pensaban en tetas pues pa’ eso tenían las de’llas, que si un culo lo mismo que lo anterior, en resumidas cuentas, ni la una ni la otra tenia la más mínima inclinación lésbica como para decir que la una se follo a la otra.
Eso sí, morbosas y corrompidas las dos, siempre que salían terminaban follando, les encantaban los desconocidos, iban a las discoteca sólo con la intención de pescar algún desconocido que las hiciera gozar esa noche, y con semejante hermosura tenía a todos los hombres rendidos a sus pies, y algo si habían aprendido con toda su basta experiencia, que los feitos eran más rendidores, y se esforzaban más en dar placer, lo que no tenían de hermosos lo tenían de folladores, así que rara vez se las veía salir con el más hermoso de los hombres, porque tipo bonito es demasiado creído y por creerse tanto no se preocupaba como los feitos de dar el ciento diez porciento, pero eso no era lo mejor de ellas, la cereza del pastel llegaba cuando llegaban a la casa después de una buena moteliada, se sentaban la noche entera hilvanándose en los más mínimos detalles, que si la tenía grande, o gruesa, o cabezona , que cuantas veces la hizo venir, que cómo lo hicieron, que si valía la pena para que la otra se lo melonee también, y es que las dos tenían una conjura, que si había pasado bueno, le pedían el teléfono y con el más mínimo miramiento, la otra lo llamaba y se lo comía, en realidad la vida de ellas era putiar, pensaban en pichar, se soñaban pichando, cuando conocían a alguien lo primera que pensaban era si picharía rico o no y con esos afilados ojos sabían decirlo todo sin siquiera hablar, no le rehuían la mirada a ningún hombre, por fiero que sean, ellas en su interior se sentían más valiosas que cualquier mugriento hombre, estaban tan acostumbradas a tenerlos a todos a sus pies que de ahí venía lo de sentirse superior.
Las dos se aplacaron a los veinte años, casadas de tanto vagabundear, con este y con el otro, sin llenar nunca la copa, que era lo que ellas soñaban alcanzar, se dijeron la una a la otra que casi todos los hombres pichaban igual, que lo único diferente que tenían casi todos era el tamaño de la verga, y vea aquí otra ocurrencia en la cual estaban de acuerdo las dos, en que el mejor tamaño era el del promedio, que si muy chiquito no se siente y que si muy grande que les duele, además ambas amaban el sexo anal y que lo más rico se sentía con una verga no tan grande. Una noche entera se gastaron llegando a la conclusión de cuál era la verga perfecta, empezaron a comparar hombre por hombre de los que había compartido, que si este me hizo venir muchas veces, que si me lo metió por el culo y me hizo gozar, que si aguanto mucho o poquito, y agarraban a comparar a otro, y no llegaban a la solución, en lo único que si estaban completamente de acuerdo, es que esas vergas mountrosas como la de los negros, a pesar de que se antojaba uno mucho al verla, lo que casi siempre ocurría era que terminaba aporreando el coñito y que además casi siempre la verga parecía de gelatina, y compararon, al uno, al otro, y que si era rendidos o no, que si la hacía venir una o otra vez, que eso dependía mucho de cuanto había tomado el susodicho y divagaron, toda una noche y llegaron a una conclusión inverosímil, iban a dejar esa vida atrás y se iban a entregar a un solo hombre que las hiciera gozar, no importaba cuanto se demoraran en encontrarlo, que la una llegó a la conclusión de que follar desconocidos era contraproducente, porque el de turno no sabía que era lo que le gustaba o no a ella, en cambio uno que con el tiempo la conociera bien, la podía hacer sentir que se llenaba la copa que tanto soñaban en llenar, la otra como si le hubieran revelado un secreto mágico, llegó a la misma conclusión que la otra, pero le dijo, si me voy a entregar a uno sólo no puede ser ningún mentecato, que tenían que seguir puteando para encontrar el hombre perfecto, y así quedaron. Después de la noche que divagaron sobre las vergas irónicamente el ganador era el tipo promedio, que ni feo ni bonito, definitivamente los bonitos no servía para nada y que si los feos les bajaban la arrechera de lo feos, entonces se concentraron en los tipos promedio, pero baya problema, a esos ni se les ocurría acercarse a ellas, como las veían tan hermosas pensaban inmediatamente en que los iban a rechazar y en cambio ellas se las pasaban toda la noche rechazando a los bonitos. Pero ellas se tenían mucho aprecio a si mismas y como iba a ser que ellas fueran las que tuvieran que ir al ataque. Qué problema tan horrible, y tuvieron que gastar otra noche pensando en un plan que resolviera el problema y de tanto echar cabeza la única conclusión a la que llegar fue: el que quiere celeste, que le cueste. Además ellas ya soñaban con el momento en que tuvieran su costillita, al que pudieran adiestrar en las cosas del amor y así poder sentir que la copa está llena. Bien, iban a dejar a un lado su ego, y que si antes la belleza había sido su más fiel aliado, ahora se convertía en todo un estorbo. Y para ya no darle más cuerda a este asunto y llegar a la parte que nos interesa, ellas fueron las que se dedicaron a cazar novio, pero les resulto tan fácil que no vieron resentido su ego; una sonrisita, cualquier estúpida pregunta y como no era el hombre que tenía que buscar, el ánimo se le subía y se volvía en todo un parlanchin y así obraron hasta que las dos cumplieron su sueño de tener una costillita en la que pudieran depositar sus deseos más íntimos y lograr que eso, su único follador llegara a hacerlas gozar como ellas tanto sueñan, porque aquí vale acotar, que ese par de angelitos estaban entregas completamente al sexo, desde que les salieron las téticas y follaron por primera vez, así que su máximo logro era lograr conseguir el follador perfecto, y tanto se empeñaron en ello y por fin lo lograron, y como eran tan hermosas y los novios que consiguieron tan promedios, que ellos se esforzaron hasta el cansancio en complacerlas, y como ellas sabían que tenían el sartén por el mango, todo fue tan sencillo como enseñarles que era lo que tenían que hacer y ellos tan laboriosos, tan deslumbrados con su belleza siguieron a capa y rabo todo lo que tenían que hacer.
Y he aquí donde por fin llegamos al asunto, si me esmeré en describir a las más follonas y putas, es para que se entienda que dos mujeres no tienen que tener inclinaciones lésbicas para follar con otra mujer.
Ellas ya llevaban dos años entregadas a un solo hombre, pero eso de tener inclinación de puta, no se puede dejar de la noche a la mañana, las dos seguían sentándose toda una noche a darse al morbo de las historias, y se dieron cuenta que ya no tenían de que hablar, que antaño la pasaban delicioso rajando de todos los hombres, que ya hablar de los novios las cansaba, ellos hacían muy bien su trabajo, que de eso no se quejaban, pero de la sensación de llevar a un completo desconocido a la cama y la emoción que se sentía al sentirse que se esperaba una completa sorpresa, de no tener ni idea de que iba a acontecer. Sí, eso lo extrañaban las dos, y sin decirlo siquiera las dos comprendieron que habían nacido para ser putas, pero aun así les costaba volver a su vida de antes porque ese par de novios las hacían gozar como nunca antes habían gozado, a sí fuera más de lo mismo.
Una tarde cualquiera, Andrea llegó de su entrenamiento de voleibol, estaba muy cansada y se acostó apenas llegó a su casa, así como estaba vestida, y se sumió en un profundo sueño. La luz apenas entraba por la ventana, ya se estaba empezando a ocultar el sol. Andrea estaba a medio iluminar, estaba bocabajo y su short se apretaba contra su coño y dejaba ver parte de su culo; si hay algo rico del voleibol es ver a todas esas niñas culonas con esos shortcitos tan pequeños apretándoles el coño y dejando ver el culo, es algo hipnótico, no se sabe como todas las culonas se juntan para hacer ese deporte, pero no hay ni una con el culo chiquito.
Y ahí estaba Andrea, bocabajo, con las piernas abiertas, a media luz. Mary llevaba tanto tiempo sin satisfacer su afán de ser puta que de alguna manera lo tenía que saciar, y estaba ahí, mirándola, sin pensar concretamente en nada, sólo mirando, y se le antojó ese culo que se dejaba ver sólo la mitad de la nalga, pero ella veía un poco más allá, nunca había pensado en lo rico que se ve una mujer, toda lisa, invitando a deslizar la mano en esas carnes. A Mary, que nunca había tenido ni el más mínimo pensamiento por su archí amiga Andrea, por toda esa arrechera que llevaba reprimiendo sus instintos, le explotó la arrechera en la cara, y con la lujuria dominando su mente, se le antojó de lo más morboso del mundo, darle una tocadita a su amiga Andrea, al fin y al cabo ella era toda una puta y si se le antojaba eso en ese momento pues lo iba a dejar salir, sin meterle mente, es sólo un pequeño antojo, además que si Andrea se llegaba a despertar no le iba a decir nada, no la toca también cuando le enjabona la espalda en el baño, y si le hacía algún reclamo ella le iba a decir que era tan solo una caricia de cariño de lo tanto que la quería.
Pero Mary siente miedo de lo que está por hacer, la cabeza le dice que no, pero el corazón la empuja a que sí, a quién le hace caso? Siendo ella una real puta termina por ceder a la lujuria, eso es lo que manda en su vida desde pequeña, darse a los placeres de la carne, y ya dominada completamente por la lujuria, se le hace divertida la tarea, y que si se me enoja la Andrea, me la llevo para el baño y la enjabono por completo pa’ que no se le olvide que al igual que yo también es una completa puta.
Vuelve y se para en el marco de la puerta, y sin pensarlo se queda mirándola y de empieza a pasar los dedos por el coñito por encima del pantalón, se le dibuja una sonrisa en los labios, vuelve a mirar a Andrea, lo que más le gusta de todo lo que ve, es ese shortcito, más específicamente como se le ve el coño, se le antoja grande e intenta acordarse cuando están desnudas en el baño y no se puede acordar de haberle visto el coño, pero es que se ve tan imponente en esos pantaloncitos, y reparándolo bien se da cuenta que la tela está metida en su coño y se ve partido en dos, pero igual se ve muy grande, mientras tanto sigue presionando su coño sin quitarle el ojo de encima a Andrea.
Vuelve y sonríe, ahora se le mete la idea de recorrer el cuerpo de Andrea, por lo menos las piernas, se ven tan ricas, y entra y se sienta en la cama, pone los dedos sobre las piernas de Andrea y suben y bajan, su piel es suavecita y repara al mismo tiemplo lo templadas que tiene las pierna, puro músculo endurecido. Pero lo que de verdad se le antoja es tocarle el coñito, ¿qué sentirá en ese coñito cuando está entrenando con esos pantaloncitos presionándole el clítoris?, ¿será que siente placer?
Y no le da más vueltas, le pone los dedos en el coñito y lo palpa, quiere hacerse a la idea de que tan grande lo tiene, bastante grande, por lo menos siente todo el bulto que hacen los labios de ese coño, baja un poquito, buscando el clítoris, inmediatamente lo siente, también es muy grande. Piensa que si debe de sentir placer cuando está entrenando, cómo no, ese pantaloncito roce que no ha rosado su clítoris.
Y se hace esas preguntas no deja de sobarle el clítoris a Andrea. ¿Será que si la hago excitar tendrá un sueño húmedo?, como nunca en su vida había tocado a una mujer, se siente tonta pero lo que está haciendo le gusta, pero se aburre tocándola sobre esos pantaloncitos, y como son tan chiquitos se da cuenta que no necesita meter mucho los dedos para sentir directamente su coñito. Y manos a la obra, con una mano le estira el pantaloncito, y con la otra va dejando deslizar los dedos, empuja cada vez más hacia adentro y siente su coño, pero no está mojado, y se da a la tarea de hacer que se moje, pone sus dedos encima del clítoris y empieza a mover, despacio, sin afán , Mary no quiere que ella se despierte hasta que su coñito no esté mojado.
Qué perra se siente Mary, se siente la más puta de las putas, no es sólo el hecho de que esté tocando un coño, sino que es el coño de su querida a dorada primita, su amiga del alma, pero lo peor de todo, lo está disfrutando, sintiendo su coño mojado, con ganas de tocarlo, pero prefiere concentrarse primero en el coñito de Andrea. Qué grande tiene ese clítoris, no hay ni que hundir el dedo para sentirlo, desliza nuevamente los dedos hacía abajo y lo siente empantanadito, vuelve y sube al clítoris y empieza a hacer más presión
-Nunca me imaginé que llegara a ser tan puta, y con lo mucho que me gusta la verga y aquí gozando con un coño –piensa Mary-
Andrea empieza a salir de su sueño y cae en la cuenta de que le están tocando el coñito y se queda haciéndose la dormida, la excita pensar que el novio no le respeta ni el sueño para hacerla gozar, se va a quedar quietecita esperando a ver con que ocurrencias le va a salir el novio.
Mary vuelve a bajar los dedos, estalla su lujuria, ahora si que está bien mojada. Ahora ¿qué hago? Vuelve a tocar el coñito de Andrea, le corre el pelo y le empieza a morder la orejita. Andrea está muy arrecha, es la primera vez que el novio la coge dormida, se queda quietecita, la mata la curiosidad, ¿qué más le irá a hacer mientras se aprovecha de ella por estar dormida.
Mary se impacienta, ¿por qué no se despierta?; le tira todo el pelo para un lado y le empieza a lamer los cachetes, se acuerda que ella le conto que le habían chupado una de esas tantas veces, que a había sido la primera vez que le habían echo eso y que se puso muy arrecha. Mary no va a dejar de hacerlo hasta que se despierte, así que saca esa lengua arto mojada y muy despacito se la pasa por el cachete.
Andrea no aguanta más, voltea bien su cara para darle un beso al novio, Mary no pierde la oportunidad y la empieza a besar. Andrea conoce muy bien a su novio, esos labios tan suavecitos no son los de él, abre los ojos y se voltea hacia arriba. Mary a pesar del brinco tan fuerte de Andrea no le saca la mano, firme en sus caricias para hacer gozar ese coñito.
Andrea está muy arrecha a pesar del susto, y como Mary está tan cerca de su cara no logra distinguir quién es. Se tira más de para atrás y se da cuenta que es Mary, tan atrevida, cogiéndola dormida, y ella segura de que era el novio. La verdad es que la tiene gozando y al igual que Mary, Andrea lleva ya dos años reprimiendo también sus instintos de puta y como Andrea cuando está arrecha piensa con el coño y ese está gozando con las caricias de Mary, piensa con más velocidad que un rayo, que es inevitable admitir que ella era toda una puta, y que ya se había follado a todos sus primos, como se iba a cohibir de follarse a su primita adorada, así que se agarra del cuello de Mary y sin mediar palabra empieza a darle un beso.
Ellas se conocen como la palma de la mano, no en vano pasaban noches enteras contándose como las habían echo gozar. Por su parte Mary insiste con los cachetes de Andrea, lengua completamente mojada deslizándose suavemente
-No creo que me puedas poner más perra de lo que ya estoy, pero si te advierto te voy a volver mi putica y me vas a tener que hacer gozar –advierte Andrea-
-Sobra que me lo digas, desde que te empecé a tocar lo hice para hacerte gozar –repone Mary, y añade- Exceso de ropa
Y las dos se desvisten a la carrera, sin los toques sutiles de las lesbianas que se quitan las ropas la una a la otra muy despacio.
Ninguna de las dos tienen la más mínima idea de por donde empezar, ninguna de las dos se excita más por ver a la otra desnuda, eso de verse desnudas es cosa vieja.
Andrea estaba a punto de venirse cuando Mary ya no pudo tener más la mano dentro del pantaloncito de Andrea con el segundo brinco que pegó. Pero Andrea en ese momento tenía una necesidad imperiosa de revolcarse sobre Mary, así que la sienta en la cama y se sube encima de su muslo y a una velocidad frenética, empieza a mover ese culo hacia delante y hacia atrás, mientras se cuelga del cuello de Mary y le da un ardiente beso mientras no para de moverse.
Mary por fin haya el momento de tocarse, sintiendo el mojado que está dejando Andrea en la pierna en que se está revolcando. Y mientras se está tocando Mary, siente un gran alivio porque mientras le estuvo tocando el coñito a Andrea se tuvo que aguantarse las ganas de estimular su clítoris.
-Me voy a venir, maldita perra –gritó Andrea-
En la cara de Mary se dibujo una sonrisa, le hizo mucha gracia que la llamara “maldita perra”. Y Andrea empezó a decir con una voz que sonaba entre gemido y grito juntos:
-Me hiciste venir maldita puta, me hiciste venir –gemía Andrea-
-Ahora vas a hacer venir a esta maldita puta –cogiéndole la mano a Andrea y poniéndola en su coñito-
Mary sintió los dedos de Andrea penetrándola fuertemente, y mientras que ella la penetraba, volvió a frotar su coñito. Cómo gemía Mary sintiendo esos dedos adentro y afuera, Andrea se masturbaba casi a diario y sabia como mover esos dedos en el coño de Mary para hacerla explotar de placer.
-No parés, no parés que me voy a venir –gimió Mary-
-Así es que me gusta maldita perra, que te vengas revolcándote en mí –le dijo Andrea hablándole susurrado en el oído-
-Me vine, me vine –dijo Mary revolcándose en los dedos de Andrea-
-Vos qué pensás de que nos chupemos los coños –le dijo con mirada penetrante Andrea a Mary- ¿O te da asco?
-A mí no me da asco, yo estoy acostumbrada a tragarme la leche de todos los perros que me follan, me va a dar asco tragarme lo que te salga a vos del coño- dijo Mary- Pa’ mí a la que te da asco es a vos
-Jajaja… Yo no me ufano de tragar leche como vos porque a mí lo que más me gusta es que se vengan en mis tetas, pero a mí no me da asco de vos, te paso la lengua por el coño así lo tengas chorriando, a la hora que sea –afirmo Andrea-
-No se diga más, para serte sincera, desde que te empecé a tocar mientras estabas dormida, ya estaba segura de que te iba a chupar el coño, así que acóstate en el borde de la cama y abrime esas piernas como la perra que sos –mandó Mary-
Qué espectáculo el que daban este par de perras, cual de las dos mas hermosa y delicada, todo en ellas era un destello de sensualidad, con sus cuerpos blancos y delicados, su forma de gemir endulzaba los oídos, sus ardientes besos tan apasionados.
Andrea obedeció al instante, y le abrió esas piernas hasta donde no le daba más. Ahora sí, Mary calmo su curiosidad: ¡qué coñito tan hermoso!. Claro que era el primero que miraba, pero es que en verdad daban ganas de chuparlo, era tan bello como su dueña, rosadito, con los labios grandes y un clítoris grande. Y aunque Mary nunca habido chupado un coño en su vida, sabía muy bien cómo le gustaba a ella que se lo chuparan, así que esperaba que a Andrea le gustara.
-Ahora si me podés decir maldita perra o a lo que vos te de la gana porque voy a sacar esa perra que hay en mí, y aunque en mi vida jamás me había imaginado chupando un coño, no voy a parar de chuparte hasta que te vengas –Dijo Mary-
-Así es que te quería oír maldita perra arrabalera, me vas a chupar el coño como si no te gustara nada más en la vida, y me vas a hacer gozar como nunca había gozado –Ordenó Andrea-
Y es que en ese preciso momento Mary cayó en la cuenta de lo lejos que la había llevado su lujuria, ella la adoradora de las vergas a punto de tener un coño en su boca, prometiendo que no iba a parar de chuparlo hasta hacerlo llegar al orgasmo, dejando que su prima la llamara como le diera la gana, y esa forma que tenía ella de decirle perra, con esa voz de mando con que lo decía, todo eso le confirmaba que ella había nacido para ser una perra, y sin más dilaciones se metió ese coño en la boca y lo succionó con fuerza, aquí no había primero piquitos en las tetas, ni piquitos en los muslos, ni suaves besitos en el clítoris, aquí se trataba de dos perra que en su vida habían pensado en estar con una mujer y que hacían lo mejor que podían.
Mary lo estaba haciendo de maravilla, miraba la cara de Andrea para saber si lo estaba haciendo bien, ella no paraba de gemir y le repetía sin cesar que no fuera a parar y Mary no paraba, le movía esa lengua presionándola duro contra ese clítoris, contra esos labios, la ponía lo mas abajo que podía y con fuertes envestidas la subía hasta llegar a su clítoris para luego meterse labios y clítoris en la boca para chuparlos duro. Y Andrea se estremecía, blanqueaba los ojos, no paraba de gemir, y Mary concentrada en hacerlo bien, sin dejar de mirar a Andrea.
-No parés que me estoy viniendo, maldita perra, no pares maldita puta, me estás haciendo gozar como nunca maldita perra, me estás haciendo gozar –gritó Andrea a todo pulmón-
Y sí tiene que ser que la hizo gozar, porque retorció ese cuerpo como una contorsionista, se arqueó, se enderezó, se dejó caer, templo las piernas y después de todos esos movimientos quedó temblando por unos segundos. A Mary se le hinchó el ego al saber que, siendo la primera vez que lo hacía había podido hacer gozar a su prima.
-Ahora si mi maldita perra que ya me toca a mí, vas a saber lo que es bueno –dijo Andrea con un tono de arrechera-
Y es que Andrea en ese preciso momento pareciera que todavía se estuviera viniendo, tenía una mirada de pantera, sus ojos chispeaban, tenía dilatada la pupila, la mirada fija, y es que era la primera vez que se venía así en su vida, jamás había temblado teniendo un orgasmo, y había tenido muchos, fue como un descubrimiento, era increíble todo lo que duró, la intensidad, la fuerza que sintió y volvió su cuerpo de gelatina, había sentido que perdió por completo el dominio de su cuerpo, el orgasmo tomo el control y su cuerpo sólo le respondió a él.
Andrea estaba poseída por una fuerza superior jamás sentía, estaba invadida por la necesidad de chuparle el coñito a Mary, estaba poseída por esa idea que la dominaba. Cuando logró dominar nuevamente su cuerpo, sentó a Mary en el borde de la cama, con una fuerza desmedida, y acto seguido se dejó caer de rodillas y dijo:
-Abrí bien esas piernas maldita perra, que ahora soy yo la que te va a hacer gozar
No había ni terminado de abrir las pierna cuando clavó su cara en el coño de Mary, ella cerró los ojos y se dio al placer de saborear ese coño, que forma de chuparlo, se había entregado a ese solemne momento, como si fuera algo sagrado, no despegaba su boca ni un solo momento, movía su lengua con una fuerza titánica, chupaba y cuando tenía ese coño entre sus dientes movía esa lengua con un frenesí imparable.
Mary se salía del cuerpo y volvía a él como si fuera dominada por una fuerza tan poderosa que lo único que podía hacer era dejar que su cuerpo respondiera al vaivén de esa fuerza. Mary sentía corrientasos en su cuerpo, era tanta la fuerza que Andrea estaba aplicando a su coño, que Mary a veces sentía que no podía aguantar más, pero Andrea la agarraba a la fuerza y la jalaba hacia ella, lamía sin parar ni un solo segundo, Mary gemía sin parar, apretaba los puños, cerraba los ojos, arqueaba la espalda, apretaba el culo, y de tanto placer que sintió su cuerpo se templo, manos y pies quedaron engarrotados, no brinco, no contorsiono su cuerpo, simplemente su cuerpo se tensionó tanto que no lo podía mover y como con un suspiro apenas audible dijo:
-Malparida, me estoy viniendo
Y eso apenas lo alcanzó a oír Andrea porque lo dijo como si fuera su último aliento, y el malparida se lo dijo porque cuando tenía engarrotado el cuerpo Andrea no paro de succionarle el clítoris y Mary ya no aguantaba más esos corrientasos de lo sensible que estaba. Y Andrea al oír que le dijo malparida, entendió que ya no soportaba más su lengua y la dejó venir en paz y le dijo:
-Eso es pa’ que veas que yo soy igual o más puta que vos
Y cuando Mary volvió a tener control de su cuerpo, agarró a Andrea de los cachetes le dio un soberbio beso.
Y está es la historia de estás dos primas, que sin haber nunca deseado mujer, se dejaron llevar por su lujuria, y sin haber tenido ni la más mínima idea de cómo follar una mujer, simplemente de entregaron al instinto y cada una de ellas como mejor se lo dictó su instinto, se dieron hacerse gozar la una a la otra como jamás se habían imaginado que se podía gozar
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