HELENA Y ANA HISTORIA DE UN AMOR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nosoycompasivo.
Helena y Ana, historia de un amor
Hola, mi nombre es Helena, tengo 45 años, soy una sumisa, una esclava, en presencia de él, mi cuerpo empieza a vibrar como si fuera un consolador gigante, desde que me hizo su esclava, mi vida ha dado un giro de 90º, antes era muy reservada con mis amantes, no pasaba de las posturas clásicas, pero mi amo me enseñó que existe otra forma de disfrutar el sexo y la sumisión es la que me llena y satisface, siempre con el permiso del amo y bajo su supervisión, lo deseo de una forma que él no se puede ni imaginar, pero me conformo con saberlo yo.
Soy catedrática en una de las universidades más importantes, tengo un nivel social alto y económicamente estoy servida.
Cuando me hizo suya, mi amo me llevó a su casa y me adiestró.
Él ha tenido que irse a su ciudad, pero antes me dio un encargo, el cual a pesar de la dificultad he logrado conseguir, para ello tuve la ayuda de Ana.
Ana es el chofer de mi amo, pero no es su esclava por que el amo así lo desea, ella tampoco tiene características de ser sumisa, trabaja para el amo porque tiene un buen sueldo y solo trabaja cuando el amo está fuera, lleva de chofer con mi amo desde que tenía 18 años, pues estuvo bajo la tutela de los abuelos del amo desde los 10 años, pues sus padres que trabajaban en la casa murieron en un accidente de tráfico, estudió hasta los 17 años, pero a ella lo que le gustaba era viajar y conducir coches de alta gama, por lo que cuando cumplió los 18 se sacó el carnet de conducir y se puso de chofer de la abuela, se casó a los 19, pero no funcionó, se divorció y no volvió a tener pareja, cuando nació mi amo tenía 20 años, y cuando el amo cumplió 10 años y se fue a estudiar fuera de la ciudad, la abuela le confió el servicio de chofer del amo, así que siempre lo acompañó en todos sus estudios, viajó por todas partes y en cada sitio compraba un coche nuevo para el trabajo, ella era feliz así, y cuando me dieron orden de conquistar a Luciía, el amo le pidió que me ayudara, que la gratificaría bien, pero que no hiciera nada que le desagradara, ella realizó su trabajo a la perfección y fue a partir de ese momento cuando entró en mi vida de una forma extraña, deseaba tenerla como amante, como compañera, es por eso que me atreví a pedir permiso al señor, yo me esperaba una negativa y un castigo, pero él fue generoso y me permitió su conquista.
En este relato os contaré cómo lo voy a intentar y los resultados que consigo.
Mi intención es hablarle con más ternura, invitarla a vivir en la casa, pues ella vivía un par de calles más abajo.
Lo primero que le pedí es que se trasladara con nosotras, para no tener que llamarla cuando necesitara el coche y porque me apetecía tener compañía de una persona, ella al principio fue reticente, pero viendo mi cara de pena aceptó y dos días después estaba ya instalada en casa, cogió una habitación en la parte baja de la casa, nosotras vivíamos arriba, Lucía dormía a los pies de mi cama por orden del amo, por lo que teníamás libertad para estar a su bola.
Después de unos días de adaptación, todos nos hicimos a una rutina, nos levantamos temprano, yo me duchaba con Lucía, la sobaba un poco para ponerla cachonda sin dejar que se corriera, bajábamos a desayunar las tres y salimos para la universidad, Ana nos dejaba e iba a realizar tareas, la compra, llevar la ropa a la lavandería, en fin ese tipo de tareas, y a las 8 de la tarde nos recogía, a mí en la universidad y a Lucía tres kilómetros, llegábamos a casa, Lucía y yo subíamos a cambiarnos tal como nos ordenara el amo por correo electrónico y bajábamos a cenar, al principio a Ana no le hacía mucha gracia, pero cuando le comenté que era una orden del amo, cambió de actitud y nos dejó a nuestro aire, yo miraba que la cosa no tomaba el camino que yo deseaba, por lo que decidí con permiso que Lucía comería sola en la habitación.
De esta manera Ana y yo teníamos más privacidad y podíamos tratar cualquier tema, una noche decidí empezar a realizar mi plan.
¿Qué opinas de mi relación con tu jefe?
Ella al principio se me quedó mirando, y después de un rato me contestó.
A mí, personalmente ese tipo de situación no me agrada, pero veo que a ti te hace feliz y disfrutas con tu situación, que te gusta cumplir las órdenes que te dan y lo comprobé cuando conseguiste a Lucía para el jefe y en este tiempo que vivimos juntas te he empezado a ver como a una mujer normal, no como una esclava, eres atractiva, tienes una agradable conversación, un buen gusto para la ropa, lo noto por lo que vistes cuando vamos a la universidad, eres condescendiente con Lucía, la tratas bien, solo la castigas cuando te lo ordena tu amo.
Yo conforme iba hablando empezaba a darme cuenta que lo que me pasaba cuando estaba al lado de ella, era que me estaba enamorando, empecé a sentir un cosquilleo por todo el cuerpo, pero totalmente distinto al que siento con el amo, con el amo me siento servil, sumisa y esclava, con ella el sentimiento era de cariño, de afecto, mi corazón palpitaba de una forma diferente, me sentía más cómoda, más mujer a su lado, mis ojos brillaban de una forma distinta, mi piel se erizaba al verla, mis labios se volvían más carnosos, mis pezones se endurecían, mi coño empezaba a lubricarse, en fin me gustaba como mujer, no como esclava,
Ella tenía que notarlo, pues la ropa que me ponía al llegar a casa era más bien escasa y se notaba todos mis cambios hormonales, de entrada mi ropa interior era de lo más transparente a la vez que sugerente, el resto de la ropa era solo un pequeño complemento de mi atuendo.
¿Qué dices de cómo visto en casa?
La verdad que te hace un cuerpo muy bonito y excitante, además te sienta muy bien, estás sugerente y sensual a la par que te muestras en toda su extensión, aunque parece que no tapa nada, solo muestra lo que realmente tienes, la verdad es que me gusta cuando estás en casa así vestida.
Cuando acabé de escucharla, la expresión de mi cara debía ser un poema, pues las pulsaciones de mi corazón subieron a mil, mis pezones ya erectos se pusieron más rígidos y mi coño no paraba de chorrear sobre la braga, tuve que disculparme, diciéndole que tenía que ir a observar a Lucía, subí y al entrar en la habitación, agarré a Lucía por los pelos, me bajé las bragas, acerqué su cara a mi coño y le ordené que me comiera hasta que tuviera por lo menos un orgasmo, la verdad es que cuando acercó su lengua a mi clítoris y dio la primera lamida me corrí de una manera nueva, distinta, si es que realmente existen distintos tipos de orgasmos, le dije que siguiera, que me lamiera toda, que metiera más la lengua, que me mordisqueara el clítoris, yo mientras tanto me estaba acariciando los pechos y pellizcando los pezones, solo pensaba en Ana, pensando que en lugar de Lucía era ella quien me comía el coño, pensando en ello tuve un segundo orgasmo más intenso que el anterior, aparté a Lucía, me encaminé al baño, me lavé en el bidé, me sequé bien, me perfumé un poco, sobre todo el sexo, me puse una braga más sugerente y me cambié de sujetador poniéndome uno que marcara más mis pechos y bajé.
Ana estaba de espalda fregando la loza y en cuanto escuchó el ruido de mis tacones, se dio la vuelta y su cara cambió de color y soltó un silbido de aprobación.
Joder, Helena, si antes estabas sexy, ahora estás que te sales, ¿y ese cambio?
Nada, que Lucía estaba un poco mimosa y tuve que consolarla un poco, me dejó perdida y tuve que cambiarme, espero no te moleste.
No, mujer, no me molesta, es solo que nunca te miré tan hermosa, si fuera hombre, te cotejaría ya.
Bueno, ya es tarde y mañana tenemos que madrugar, me voy a la cama, buenas noches.
Buenas noches.
Nos separamos y cada una se fue a su habitación, en cuanto entré en la mía, Lucía estaba como loca.
Ama, déjame masturbarme y correrme, me dejaste toda cachonda después de tus orgasmos, mi coño está hirviendo, mis pezones quieren salirse de los pechos, ama, por favor, llama al amo para que me permita correrme, si lo consigues, haré lo que me pidas.
Yo la vi tan caliente y excitada, que me dio pena, saqué el móvil de mi mesilla de noche marqué el número del amo y esperé nerviosa a que el amo contestara.
Dime puta ¿¿Qué te pasa? ¿Qué quieres?
Amo, tu esclava desea hablarte de tu otra esclava Lucía.
¿Qué le pasa?, ¿no se porta bien?
No es eso, amo, es que la pobre lleva ya un mes sin tener un orgasmo, ella suplica que le permitas correrse.
Pon manos libres
Ya está puesto, amo
Estás como una perra, so puta, no eres capaz de aguantar sin correrte.
No es eso, amo, si tú no lo deseas, aguantaré hasta que tú lo ordenes, pero deseo satisfacer a mi amo y dedicarle un buen orgasmo, esta esclava está lo suficientemente cachonda para correrse como una perra que es, selo suplico, amo.
Bien, te voy a permitir tener un orgasmo, pero será Helena la que te masturbe, tú mantendrás los brazos a la espalda y de rodillas.
Helena,métele en el culo un vibrador, actívalo y empieza a masturbarla, yo te marcaré el ritmo.
Así se hará.
Me encaminé al armario, lo abrí y dentro cogí un consolador mediano, unas esposas y le metí el consolador en el culo a Lucía, lo puse al máximo, le puse las esposas por la espalda.
Amo, estamos listas.
El amo me ordenó que le empezara a acariciar los pezones lentamente, que Lucía aguantara hasta que yo le diera permiso, me indicó que le pellizcara los pezones y que con la otra mano acariciara su vulva lentamente, deteniéndome en los labios interiores y el clítoris, Lucía empezó a gemir de una forma desenfrenada, el amo la escuchaba y me ordenó que parara de tocarla, que empezara a masturbarme delante de su cara y que le acercara el coño a su boca sin que pudiera lamerla, yo me quité toda la ropa y totalmente desnuda me empecé a masturbar, el amo me ordenó que me frotara con fuerza y cuando me llegara el orgasmo que cogiera a Lucía por la cabeza y que le metiera la boca en mi coño y se comiera todos los líquidos que salieran de mi sexo, yo ya estaba excitada por lo de Ana, pero por respeto al amo en ningún momento pensé en ella, mi sexo estaba a punto de estallar en un fuerte orgasmo cogí a Lucía por el pelo, acerqué su cara a mi coño y le ordené que chupara mientras me corría de placer, ella empezó a chupar como una loca y mi coño no paraba de manar, cuando terminé de expulsar líquido se lo indiqué al amo, entonces me ordenó que le quitara las esposas, yo obedecí y le mandó a Lucía que se frotara el coño con fuerza hasta tener un orgasmo, ella se llevó las manos hasta su sexo y comenzó a tocarse con fuerza y al cabo de tres minutos empezó a sentir que su cuerpo iba a explotar y comenzó a correrse como si de su coño brotara un manantial, empezó a gritar entre fuertes espasmos y se cayó al suelo entre fuertes temblores.
Me corro amo, me corro, tu fiel esclava te agradece que le permitieras correrse y te está agradecida, soy y seré tuya, mi amo, esta perra esclava no sabe cómo demostrarte tu sumisión, deseo que a través de este orgasmo que he tenido pensando en ti te lo demuestre.
Vale, esclava, ya sé que eres mía, ahora ducharos y que Helena disfrute de ti cuanto desee, yo me voy a dormir con mi nueva esclava, cuando vengáis a casa os presentaré, adiós.
El amo colgó, ambas nos dirigimos a la ducha, nos lavamos la una a la otra, nos limpiamos a conciencia, nos secamos y me acosté en la cama, Lucía se disponía a acostarse a los pies de la cama.
¿Qué haces? ¿No ordenó el amo que dispusiera de ti como quisiera?, pues acuéstate conmigo y empieza a besarme.
Ella se tumbó en la cama, acercó sus labios a los míos y me besó con pasión, le metí la lengua, le lamí las encías y la separé de mí, le ordené que me fuera besando todo el cuerpo y que se detuviera donde yo se lo ordenara, comenzó por mi cuello, fue bajando lentamente y cuando llegó a mis pechos, le ordené que se esmerara en calentarme bien, mientras ella me lamía, yo solo pensaba en Ana, me imaginaba que era ella la que me comía todo el cuerpo, en ese momento le ordené a Lucía que siguiera hasta el final, ella metió su cara en mi coño y comenzó a comérmelo con ardor, yo seguía pensando en Ana y al cabo de un buen rato tuve un gran orgasmo, cuando acabé de correrme, le ordené a Lucía que se fuera a dormir a su sitio.
Ella, sumisa, se levantó y se acostó a los pies de la cama.
Yo me cubrí y pensando en Ana me quedé dormida.
Por la mañana nos levantamos, nos duchamos y bajamos a desayunar, cuando llegamos a la cocina estaba Ana desayunando, desayunamos las dos y nos fuimos las tres en el coche, Lucía se bajó donde la recogemos y a partir de este punto iría en autobús hasta la facultad, después de dejarla en la parada.
Oye Ana, me apetece esta noche dar una vuelta, tomar unas copas e ir a bailar, ¿te apetecería acompañarme?
Claro que me apetece, hace tiempo que no salgo de noche y me encanta bailar, creo que lo podemos pasar bien, pero ¿y Lucía?
No te preocupes por ella, ella se quedará en la casa, pues el amo de momento no la deja salir.
Pues perfecto, esta noche salimos.
Me dejó a la puerta de la facultad y se fue.
A mí se me hizo el día larguísimo, no paraba de pensar en Ana y cómo tendría que conquistarla, además pensaba qué ropa llevar, casi no comí y cuando eran las 8, Salí de la universidad a toda prisa, como siempre Ana me estaba esperando dentro del coche, pero en lugar de sentarme en la parte de atrás, abrí la puerta delantera y me senté a su lado.
¿No te importa que me siente delante contigo?
No, así podemos hablar de los planes para esta noche.
Comenzamos las dos a realizar planes para la noche a donde ir a cenar, donde bailar tomar unas copas, de si ligaríamos algún chico, entonces Ana se detuvo y me preguntó si podría salir con otros chicos, yo le contesté que el amo me dio permiso para ligar esa noche, Ana se tranquilizó, paramos de hablar cuando subió Lucía.
Cuando llegamos a casa, bajamos y vi que Lucía sacaba del maletero unas bolsas de ropa.
¿Fuiste de compras para esta noche?
Sí, no quiero que te ligues a todos los chicos, me compré ropa para estar a tu altura de belleza.
Entramos en casa, le dije a Lucía que esta noche saldría y que tenía que permanecer en la habitación hasta que yo llegara, le ordené que se subiera la cena, ella cogió su cena y subió a la habitación de servicio, pues quería tener la mía libre, cuando ella ya estaba encerrada, yo me metí en la habitación y me puse a ver qué ropa me ponía, me decidí por un conjunto de falda y blusa, de color oscuro, pero sobre todo mi preocupación era la ropa interior, me decidí por un conjunto de tanga y sujetador negro insinuante, me duché, me sequé y como la otra vez, me perfumé todo el cuerpo deteniéndome en los pechos y el coño, bajé a la cocina y allí estaba Ana, cuando la vi, mi cuerpo sintió un calambrazo increíble, llevaba puesto un vestido de color rojo, con una abertura por debajo que le llegaba casi a los glúteos y la espalda totalmente al aire, le estaba tan ceñido que se notaba que no llevaba ropa interior, ella se echó a reír.
Dios, que cara tienes puesta, ni que vieras un fantasma, estás roja como una colegiala al ver al chico que le gusta sin camiseta.
Yo también me eché a reír.
Es que sabía que eras guapa, pero con esa ropa estás deslumbrante, vamos, que voy a tener que ir a cambiarme o no me comeré una rosca, pues los chicos se tirarán a ti como locos, espera un minuto que me cambio para ir a juego.
Volví a subir y me quité la ropa, me puse un vestido del mismo estilo que el de Ana, pero de color malva, desde luego me quité la ropa interior, bajé y entonces fue Ana la que se puso colorada.
Joder, Helena, vamos a ser las reinas de la noche.
Bajamos al garaje y Ana cogió las llaves del descapotable, un Jaguar de color metalizado, nos subimos camino de La Roca, el mejor restaurante de la ciudad, Ana pidió una mesa para dos en un reservado, yo le indiqué que íbamos a dejar a los comensales sin deleitarse con nuestros cuerpos, ella se echó a reír y seguimos al jefe de sala hasta nuestro reservado, en la mesa ya estaba dispuesta una botella de champán, nos sentamos y el camarero nos llenó las dos copas y se retiró, cogimos nuestras copas y brindamos por una noche agradable y sugerente, juntamos las copas y dimos un fuerte sorbo, al poco rato llegó el jefe de sala a mostrarnos el menú, las dos nos decantamos por un plato de pescado y un vino blanco , después de tomar nota del pedido se retiró, entonces volvimos a beber un poco más de champán y Ana empezó a hablar.
Sabes, Helena, te estoy empezando a coger cariño y eso es muy raro en mí,pues no soy de tener amistades, más bien soy muy reservada, pero estando contigo me desinhibo y me siento más suelta, más sociable, haces que vuelva a sentir ganas de disfrutar la vida, como sabrás, quedé huérfana muy joven y los abuelos del jefe me adoptaron, mi educación fue muy dura, rosarios, retiros, castigos, tenía que ser la mejor, pero a mí lo que me gustaba eran los coches y sobre todo conducirlos, es por lo que dejé los estudios y a escondidas practicaba con los coches de la casa, los cogía y daba vueltas por la finca.
Pero tanta educación, tanta disciplina me alejaron de las personas y me concentré en los coches, hasta que me mudé a la casa y empecé a conocerte mejor, me di cuenta de tu hermosura, de tu sensualidad, esos atributos que yo no tengo y que tampoco me esfuerzo en tener.
Túestás loca, Ana, decir que no eres hermosa ni sensual es que no sabes cómo es tu cuerpo, eres la mujer más sexi que conozco, tu cuerpo emana sensualidad a raudales, tendrías a tus pies a las personas que te propusieses, eres agradable, tienes una conversación fluida, eres lista, sabes vestir, y cuando quieres como hoy.
Me superas en belleza, no digas lo que estás diciendo que me ofendes, yo también te tengo cariño.
En ese momento estuve a punto de revelarle mis sentimientos por ella, pero me contuve, me di cuenta que no era el momento, llegó el camarero con el pescado y el sumiller con el vino, lo abrió delante de nosotras y se quedó pensando a quien dárselo a catar, al final se decidió por Ana, esta cogió la copa, la agitó un poco, llevó la copa a su nariz, la olfateó y a continuación le dio un breve sorbo, reteniendo durante un par de segundos el líquido en su boca, lo tragó y dio su aprobación, entonces me llenó la copa hasta la mitad y acabó de rellenar la de ella, la dejó sobre una cubitera y se retiró, las dos nos echamos a reír de nuevo, comentando la cara que se le puso cuando no sabía a quién servir primero, empezamos a cenar el pescado y a beber con deleite, mientras tomábamos el pescado hablamos de cosas vanales, y antes de terminar pedimos otra botella de vino, la cual nos la terminamos también, una vez terminamos de cenar y nos retiraran el servicio, el jefe de sala nos preguntó si queríamos café o alguna infusión, las dos pedimos café y entre risas una copa de brandy y un puro.
Mientras nos servían los cafés y las copas, nos mostraban una caja de puros para que eligiéramos, nos reímos como jovencitas que estaban realizando una travesura, los camareros se fueron, encendimos los puros y a la primera calada, casi nos ahogamos del ataque de tos que nos dio, nos reímos de nuevo y apagamos los puros, cogimos las copas de brandy e hicimos un brindis y le dimos un buen trago, noté el sabor fuerte del licor y el calor que bajaba por mi garganta, fue entonces cuando Ana me propuso brindar como si fuéramos unos recién casados, cruzamos nuestros brazos y acercamos cada una su copa a la boca, la sentía tan cerca que no me pude reprimir y después de dar un sorbo, mis labios buscaron los suyos, y la besé suavemente, ella no hizo ademán de apartarse, sino que al contrario abrió su boca y con su lengua humedeció mis labios, yo también abrí la boca y nuestras lenguas se encontraron, nos besamos con pasión, con dulzura, nos separamos y nos quedamos mirándonos la una a la otra y volvimos a estallar en una gran carcajada, sobresaltado entró el jefe de sala a preguntar si nos encontrábamos bien y las dos al unísono le dijimos que en la vida habíamos estado tan bien, él se retiró y Ana me dijo.
Helena, no sabes cuánto deseaba besarte, desde el día que sometiste a Lucía y te vi desnuda empecé a sentir algo que no era capaz de entender y fue cuando me fui a vivir contigo y verte vestida así por la casa, cuando me di cuenta que estaba enamorada de ti, yo no me lo podía creer, pues me consideraba hetera, pero cada vez me fui convenciendo de que mis sentimientos por ti eran de amor, de pasión, y cuando comentaste lo de salir casi me corro, mi cabeza empezó a girar en torno a undía, conquistarte hoy y acostarme contigo.
Ana, eso mismo deseaba yo para esta noche.
Nos quedamos mirándonos a los ojos y volvimos a juntar nuestras bocas, esta vez más apasionadamente.
Pedimos la cuenta y mientras nos latraían, nos terminamos la copa de brandy, una vez pagada la cena, salimos del restaurante cogidas de la mano y con una cara de felicidad como si fuéramos una pareja de novios que se acaban de aceptar uno al otro, entramos en el coche y antes de ponerlo en marcha mis brazos rodearon el cuello de Ana y la besé como nunca lo había hecho, ella me correspondió, y bajando sus manos las posó sobre mis piernas, empezó a acariciarme por encima del vestido, solté un gemido, y le pedí por favor que parara que nos fuéramos a casa y allí tomar una copa y continuar besándonos, ella quitó su mano de la pierna me guiñó un ojo y arrancó el coche, en quince minutos estábamos en el garaje y cuando iba a abrir la puerta, me cogió la mano y llevándola a su sexo.
Mira como me has puesto, en mi vida he estado tan excitada, solo deseo acariciarte, besarte, lamerte y comerte toda.
Ana, subamos, desnudémonos, tomemos una copa y disfrutemos mirándonos nuestros cuerpos y besándonos, luego subiremos a mi habitación y haremos el amor hasta caer rendidas.
Ella asintió con la cabeza,soltó mi mano, salimos del coche, subimos y al llegar al salón me puse enfrente de ella, le di un beso, saqué del mueble bar dos copas, las llené de brandy le di una, la mía la puse encima de la mesa y me empecé a desnudar con calma, lentamente para que Ana disfrutara de cada centímetro que iba descubriendo de mi piel, su cara era radiante, se le veía feliz, yo continué bajándome la ropa y cuando llegué a la cintura la dejé caer del todo, dejando mi cuerpo a su vista, me acerqué a ella, levolví a besar mezclando nuestras salivas, ella me cogió por la cintura y me introdujo su lengua con pasión, yo la dejaba hacer, mi cuerpo era una máquina de sentir placer, me recorría la pasión, me separé un par de centímetros de ella y la empecé a desnudar, ella iba a protestar, pero le puse un dedo sobre sus labios.
Verás, Ana, tú ya me Has visto prácticamente desnuda, es por lo que te pido que me dejes desnudarte para descubrir por mí misma tu belleza.
Ella volvió acercar sus labios a mi boca y me besó con más intensidad, se separó un poco y me ofreció su cuerpo, le di la vuelta y le solté el enganche del vestido en su cuello, era perfecto, sin ninguna flacidez ni arruga, cogí las dos asas y lentamente las fui bajando por su cuerpo acariciándolo con un dedo, ella se puso a temblar y a dar unos pequeños gemidos, ledi de nuevo la vuelta y le bajé el vestido hasta la cintura dejando a la vista sus pechos, eran maravillosos, sin ninguna marca de biquini, se notaba que iba a la playa con el pecho al aire, eran turgentes, con unas aureolas grandes y unos pezones que en ese instante parecían dos mástiles de bandera de lo erectos que estaban, con suavidad acerqué mi mano a uno de ellos y empecé a masajearlos con dulzura, mis dedos bordeaban sus pezones recorriendo su aureola, cambié al otro pecho y repetí la maniobra, en ese instante Ana no se pudo contener más y tuvo un orgasmo, me cogió del cuello y atrajo mis labios a los suyos y me volvió a besar, esta vez con una pasión que no sería capaz de describir, acercó su boca a mis oídos,
Helena, amor mío, me has hecho sentir un orgasmo de locura, no creí que fuera capaz de gozar como he gozado con tus caricias, mis pechos están tan erectos que hasta me duelen, estoy gozando con locura, por favor sigue acariciándome y descubriendo mi cuerpo.
Nos separamos, dimos un buen trago al brandy y le aflojé el cinturón que llevaba ciñendo su cintura en cuanto terminé, su vestido acabó por caerse por completo al suelo, cuando mi vista bajó hacia su pubis mi corazón casi se me sale del cuerpo, era divina, tenía unas piernas adorables, y una vulva que se le notaba carnosa, no me pude resistir más y bajémis manos hacia ese manjar que tanto deseaba, le susurré al oído lo que le pensaba hacer y ella empezó a relamerse los labios con la lengua, cuando mis manos llegaron a su sexo, mis dedos empezaron a acariciar sus labios exteriores, recorriéndolos de arriba abajo e invirtiendo el sentido del movimiento, así durante un buen rato, ella se retorcía, me pedía que continuara, yo seguía con mi plan, cuando entendí que ya estaba preparada busqué su clítoris y empecé a acariciarlo, al principio con lentitud para ir poco a poco aumentando el ritmo, Ana ya no gemía, directamente gritaba de placer, me pedía más, que la follara ya, yo seguí con mi masaje a su clítoris cuando ella alcanzó un nuevo orgasmo llenando mis dedos de líquido.
Helena, por favor, no pares, me estás volviendo loca, en mi vida he disfrutado tanto del sexo como ahora contigo, ámame con pasión,sácame más orgasmos a mi cuerpo, en estos momentos la lujuria me posee, te amo.
Al oír aquellas palabras salir de la boca de Ana, tuve un espectacular orgasmo que me mojó toda, la abracé y la besé con una intensidad que nunca sentí, de nuevo nuestras lenguas se fusionaron como si fuera un solo apéndice, nuestras salivas se mezclaron como si fuera un solo manantial, juntamos de tal manera nuestros cuerpos que solo eran uno, nos acariciamos, mientras seguían unidas nuestras bocas, mis manos empezaron a recorrer sus nalgas, fuertes, duras, carnosas, y mis dedos recorrieron su raja deteniéndose en su ano, realizando un movimiento circular alrededor de él, al principio cerró sus glúteos, pero conforme le iba invadiendo el placer, se soltó y se abrió de piernas para facilitarme el masaje, estuve con el masaje un par de minutos mientras nos besábamos y separé mi boca de la suya, la cogí de la mano y empezamos a subir las escaleras, al llegar a la habitación nos volvimos a besar, suavemente la deposité sobre la cama y volví a separar mis labios de los suyos, empezando a besar su rostro, los lóbulos de las orejas, su cuello, así bajando poco a poco, me detuve en su ombligo e introduje la lengua, lamiéndola con suavidad, empecé a imprimir un movimiento de mete y saca sobre el ombligo que Ana encorvara su espalda y diera gritos de placer, continué bajando y besando y cuando estaba cerca de su pubis, me incorporé y bajé hasta sus pies empecé a chuparle los dedos uno por uno, como se le hiciera una mamada a cada uno de ellos y después lamí su empeine, empecé a subir y cuando de nuevo estaba llegando a su sexo, me incorporé de nuevo y la besé.
Escúchame, Ana, quiero que este momento sea el más intenso en nuestras vidas por lo que te voy a empezar a comer tu coño con tal pasión que no dejarás de correrte hasta que acabe, si ves que estás cansada o no te apetece seguir dímelo y pararé, pero sé que eso no va a pasar, amor mío, te quiero y quiero que goces como nunca has gozado.
La volví a besar y bajé hasta su coño, lo empecé a besar con ardor, deteniéndome en cada centímetro, lamiendo cada poro, oliendo cada uno de sus aromas, mi lengua llegó a su clítoris y lo lamió con fuerza, ella empezó a gemir y al instante tuvo un orgasmo, mi lengua empezó a penetrar su vulva y a entrar y salir como si fuera un pene, ella se dobló totalmente, me agarró de la cabeza y me oprimió más a su coño.
Helena, no pares, sigue comiéndome el coño, mete más profunda tu lengua, fóllame con esa lengua tan sabrosa que tienes, no pares, quiero sentir un orgasmo detrás de otro hasta caer rendida, te amo, eres lo más hermoso de mi vida, te quiero dentro de mí, amor mío.
Cada vez el ritmo de mi lengua iba acelerándose hasta que tuvo un nuevo orgasmo, me bebí sus jugos como si fuera lo último que iba a beber en mi vida, me di la vuelta de manera que mi coño estuviera a la altura de su cara.
Ana, este es el momento que las dos estábamos deseando, ahora vamos a amarnos las dos a la vez, quiero que me revientes el coño con tus caricias, tus besos, con tu lengua y con tus dedos, a la vez yo también disfrutaré de tus labios vaginales tan carnosos.
Comencé de nuevo a comerle el coño, mientras ella tímidamente iba acercando su boca a mi sexo, sacó su lengua y lentamente empezó a acariciar mis labios aumentando el ritmo según iba cogiendo confianza y gusto por el contacto, luego ya me besó todos los recodos de mi coño, mientras yo le introducía un dedo por el coño empezando a moverlo de arriba abajo, ella separó su cara, dio un grito y tuvo un nuevo orgasmo, después de lo cual volvió a dedicarse a mi sexo, yo ya estaba introduciéndole el segundo dedo cuando empecé a sentir una ola de calor que iba desde mi cabeza hasta mi coño y tuve un gran orgasmo, notaba cómo Ana trataba de beberse todo mi flujo y que me empezaba a meter un dedo, yo por mi parte continuaba masturbándola cada vez con más velocidad y con la otra mano empecé a meterle lentamente un dedo por el ano, ella apartó la cabeza de nuevo y soltó un suspiro, volviendo a lamerme el coño mientras me metía un segundo dedo, lentamente mi dedo fue penetrando su culo y empecé a retorcerlo dentro de él, ella empezó a mover el culo para acompañar el movimiento, mientras me metía un tercer dedo, aumentando el ritmo del vaivén, no me pude resistir más y entre gritos y gemidos tuve un nuevo orgasmo, le metí un tercer dedo en el coño y ella a mí un cuarto dedo, las dos al unísono comenzamos a aumentar el ritmo hasta que a la vez reventamos en un orgasmo de unas dimensiones increíbles, gritábamos, gemíamos, nos sacudían descargas eléctricas transmitidas por nuestras neuronas, ambas caímos a ambos lados de la cama volvimos a juntar nuestros labios y nuestras lenguas y llenas de sudor y flujos nos quedamos dormidas.
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