Herencias y maldiciones 3
Termina la primera generación y comienza la segunda de jovencitas siendo objeto de deseo de señoras.
Herminia llegaba cansada de trabajar y apenas saludaba a su hija y se iba a descansar, María del Carmen también llegaba cansada pero del sexo con eulogia, pensaba en que no le gustaba, pero cada vez que se acercaba ella, tenía un apetito voraz por ella, eso lo causaba el brebaje, así eran todos los días, hasta que una noche, a Herminia le tocó trabajar tiempo extra, y Eulogia se quedaba con María del Carmen, ella de lo que le aprendió a Eulogia pudo hacer un antídoto para el brebaje, así que cuando lo bebió no sintió el efecto, pudo resistir los encantos de Eulogia, ésta, al no poder esta vez poseerla intentó violarla, pero María del Carmen logró un cuchillo cerca a la cama y se lo enterró en el vientre, mientras Eulogia agonizaba exclamó contra María del Carmen: – niña ingrata, mi sombra y mi líbido te acompañarán, tus hijas hasta la cuarta generación conocerán la lujuria antes de los 10, y solo sentirán placer si mujeres son las que se acercan, tu marido, y los maridos de tus hijas se irán y solas quedarán y en vejez se irán a quedar. Y dicho esto, Eulogia exhaló su último aliento, poco después llegaba Herminia, y al ver la escena huye con María del Carmen y su rastro se pierde en la oscuridad.
20 años después
María del Carmen ya es una mujer divorciada, su exesposo la dejó con una niña de 6 años a la que llamó Alejandra y ya estaba sola ya que su madre, Herminia había fallecido, Alejandra es una niña mona, de ojos azules muy hermosos, era alta para su edad, piernas muy bonitas y se vestía muy lindo con un vestido blanco de pepas rojas, medias blancas y sandalias negras, con un moño grande blanco, lo que resaltaba su inocencia y hermosura. Herminia, la madre de María del Carmen y abuela de Alejandra había fallecido, así que a María del Carmen le tocó sola, ella consiguió un empleo como sirvienta en la casa de una mujer llamada Bertha, una viuda de aproximadamente 50 años, cuyo marido falleció en el bogotazo, ella era una mujer con clase, hermosa, cabello canoso y largo, mirada altiva, con un buen cuerpo, vestía de un traje morado, con guantes y un sombrero que resaltaba su hermosura y su clase, María del Carmen se excusó con Bertha por traer a su hija: -Señora Bertha, discúlpeme usted, lo que pasa es que en estos momentos no tengo con quien dejar a mi hija, y quisiera que usted me dejara traerla, no causará molestias ella se portará bien. – María no hay ningún problema, tienes una hija muy linda como se llama? – Alejandra, señora. – Alejandra, muy bien, tranquila María no hay ningún problema. Bertha miraba a Alejandra y estaba maravillada de verla muy bonita, cada vez que la veía se sentía excitada, no tenía dicha sensación desde que estaba casada. Bertha quería tener a Alejandra para sí y buscaba una oportunidad para hacerlo. Cierto día, la policía llegó a la mansión de Bertha: – Que pasa señores porqué llegan así a mi casa? – Perdone la molestia señora Bertha, estamos buscando a la señora María del Carmen Maldonado. María del Carmen se acercó y el policía preguntó: – Es usted la señora María del Carmen Maldonado? – Si señor. – Queda usted detenida por el homicidio de la señora Eulogia González. – Señor, me permite despedirme de mi hija y la puedo dejar al cuidado de la señora Bertha? – Si señora, tiene 5 minutos para hacerlo. María del Carmen, entre lágrimas se despidió de su hija y le encargó a Bertha que cuidara de su hija mientras ella estaba en prisión. Salía María del Carmen esposada, dejando atrás todo, la oportunidad de Bertha estaba servida y no la iba a desaprovechar.
Esa misma noche, Bertha llamó a su habitación a Alejandra, la cual le dijo: – Alejandra, como bien viste tu mamá se tuvo que ir y me dejó encargada de ti, eso no va a ser gratis. – Señora, no me vaya a sacar por favor, haré lo que sea, pero por favor no me saque no tengo donde ir. – Bien, si no quieres que te eche de la casa vas a hacer lo que yo quiera está bien? – Si señora. Dicho esto, Bertha se desnudó de la cintura para abajo, dejando al descubierto una vagina velluda, con algo de canas, se sentó y abriendo sus piernas ordenó: – Arrodíllate, y pon tu cara aquí. A la niña le daba miedo pero más pudo el miedo de quedarse fuera de la casa. – Saca la lengua y empieza a lamer. La niña sacó la lengua y la pasó por la vagina, la niña intentó safarse, pero Bertha le recordó la advertencia y la niña no tuvo remedio que seguir lamiendo, se estaba familiarizando con ese sabor, mientras Bertha respiraba pesadamente y empezaba a mover su pelvis, Bertha tomó la cabeza de Alejandra y la pegó del todo a su vagina y la niña seguía lamiendo, Bertha ya gemía y movía su pelvis, montó sus piernas en la espalda de la niña, y apretaba con fuerza su carita a su vagina y movía cada vez más rápido su pelvis, hasta que tuvo su orgasmo, un líquido blancuzco untaba la carita de la niña, la obligó a limpiar con su lengua el resto de líquido vaginal hasta que la dejó limpia.
– Éste va a ser tu trabajo, yo me ocuparé de ti, Alejandra pero a cambio vas a hacer esto y más o si no ya sabes.
– Si señora. Luego se fueron a dormir, Bertha se sentía una mujer feliz y dichosa, Alejandra sentía mucha incertidumbre, se sentía avergonzada pero a su vez más curiosa, y en su mente quedó la vagina de Bertha, la vagina que tiene que satisfacer de ahora en adelante para asegurar su supervivencia.
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