Herencias y maldiciones 4
Continúa la historia intergeneracional de jovencitas y maduras.
Llegaba la mañana siguiente, Bertha se levantaba feliz y contenta, durante el día buscó un colegio donde matricular a Alejandra, su objetivo era enseñarle a ser una dama y que adquiriera conocimientos, se dirigió a un colegio cuya rectora, Ninfa era muy buena amiga.
-Hola ninfa.
-Hola bertica como estás? A qué debo el honor de tu visita? – Lo que pasa es que tecnicamente adopté a una niña, hija de una de mis sirvientas que fue llevada presa entonces era para preguntarte si había cupo? – Claro amiga, para este año no podría pero para el año entrante ya tendrías ese cupo. – Gracias amiga.
Luego de que Bertha llegó del colegio, se dedicó la tarde a cuidar su jardín, Alejandra la ayudaba con los riegos, pasarle los instrumentos de jardinería y ponía cuidado al tratamiento de las plantas. Mientras Bertha seguía consintiendo las plantas hablaba con Alejandra: – Alejandra, me encanta que estés en casa conmigo, eres una niña muy juiciosa y obediente y pues mi misión es hacerte una mujer de bien, decidí matricularte en el colegio. El año entrante irás a estudiar. – Señora Bertha, muchas gracias, no sé cómo agradecerte. – Yo si sé cómo me puedes agradecer, esta y el resto de noches dormirás conmigo y harás y te dejaras hacer lo que yo quiera entendido? – Señora Bertha, la verdad me da miedito – Es mi condición o si no las puertas están abiertas. – Está bien señora Bertha.
A la noche, Alejandra se dirigía a la habitación de Bertha, al abrir la puerta y entrar, encontró a Bertha totalmente desnuda, la niña quedó con la boca abierta al ver a la mujer, Bertha rompió el trance. – desnúdate y acuéstate acá en la cama. La niña, pensando en lo que le pasaba si no hacía caso, se desnudó y se acostó boca arriba en la cama, Bertha se subió en la cama arrodillada y colocó su vagina a la altura de Alejandra. – Abre esa boquita hermosa tuya. Alejandra, no le quedó más remedio que abrir la boca, mientras recibía esa mata de vello púbico entre negro y canoso con que venía la vagina de Bertha, Alejandra, adivinando lo que quería Bertha, empezó a lamer y chupar con vellos y todo dicha vagina, Bertha se sentía en las nubes de la excitación, ella se masajeaba sus senos mientras gemía, miraba hacia abajo y al ver esa mirada inocente de Alejandra, una niña de 6 años sumisa y humillada succionando su vagina, le excitaba de una manera increíble, Bertha movía su pelvis al ritmo de la lengua de Alejandra, cada segundo aceleraba el movimiento ya agarraba la cabeza de Alejandra y la pegaba con fuerza a su vagina, así duró buen tiempo hasta que Bertha tuvo un orgasmo, de color blancuzco que cayó en la cara, boca y cabello de Alejandra, Bertha se sentía liviana luego de su orgasmo, luego se levantó e hizo levantar a Alejandra, la empezó a besar en la boca saboreando sus propios jugos. Luego, la hizo sentar en una silla alrededor de su cama, y puso su cola en la cara de la niña y abriendo bien su trasero para mostrarle su ano velludo le dijo – Alejandra, saca tu lengua y empieza a lamer. Alejandra obedeció y empezó a lamer con vellos y todo el ano de Bertha, la mujer volvió a excitarse y empezó otra vez a gemir, Bertha lograba coger la cabeza de Alejandra y hundirla en su cola para que la niña acelerara las lamidas a su ano, tanto fue así que Bertha tuvo otro orgasmo, y obligó a la niña a beberselo todo y dejar limpia su vagina.
Terminada la faena, la mujer y la niña se fueron a dormir y esta era la rutina diaria de la niña hasta que entró a estudiar, pero esta es otra historia
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