Herencias y maldiciones 5
La vida de Alejandra desde el colegio hasta sus 18 años resumen de sus vivencias.
Alejandra ha estado emocionada, ya entraba a estudiar al colegio, Bertha, parecía una madre llevando a su hija al colegio, bueno, esa era la apariencia ante la sociedad, ya que puertas adentro de la mansión, había una historia sexual marcada entre la mujer cincuentona y la niña, originada en una relación en un principio de miedo, luego de conveniencia de cada una de las dos, la una por su supervivencia y la otra por su placer.
Alejandra era una niña muy inteligente, despierta y vivaracha, se destacaba en las materias y en las clases de educación física era una de las mejores, tanto así que su primer año lo aprobó en cuadro de honor.
En esas vacaciones, Bertha recibe la visita de su sobrina, Magdalena, una mujer de 30 años, cabello castaño, piel morena, refinada al caminar, con un toque moderno, cintura torneada y hermosa, piernas firmes y trasero mediano, envidia de cualquier mujer y deseo de cualquier hombre. Magdalena llegó a la mansión a pasar vacaciones siempre, ya que tiene un gran cariño por Bertha, su tía y obviamente el cariño es recíproco.
Al llegar a la mansión y ver a Alejandra, Magdalena exclamó extrañada: – Tía, que niña tan bonita, es mi prima? – Biológicamente no, sino que su madre me la encargó mientras paga una pena en la cárcel, ella se llama Alejandra. Alejandra, ven. – Si señora. – Mira, te presento a mi sobrina Magdalena, ella en vacaciones de fin de año normalmente viene, el año pasado no pudo venir por cuestión de trabajo pero este año aquí está. – Mucho gusto señora Magdalena. – El gusto es mío pequeña, pero no me digas señora, más bien dime Magdalena solamente. – Bueno. – Alejandra, cuando Magdalena te pida algo, hazle caso sin objetar, o ya sabes. – si señora-. Magdalena miraba con cierto morbo a Alejandra, a pesar de sus 6 añitos, era una niña muy hermosa y deseable y decidió entablar una conversación con ella: – oye Alejandra, queria preguntarte, como haces para lograr que mi tía te de todo? – La verdad, la señora Bertha no me da esto de gratis, yo tengo que obedecer en todo lo que ella me diga, y por todo me refiero a todo, tal es así que todas las noches debo dormir con ella, y tengo que hacerle cosas. – Hacerle cosas? De que me estás hablando? – Si, por ejemplo, ella se desnuda y me obliga a lamer su cosita de abajo, lo difícil de eso es que tiene mucho pelo, pero tengo que hacerselo. – wow Alejandra, es decir, eres la dama de compañía de mi tía, o sea que tú lo haces demasiado bien, porque en eso mi tía es exigente. – Tu sabes algo de esto? – Si, la verdad mi tía inclusive cuando estaba casada, buscaba a las hijas de las empleadas y las usaba a cambio de ropa, juguetes y otras cosas, el esposo de ella nunca lo supo, porque sabía hacerlo, es más, me hacía mirar lo que ella les hacía a esas niñas, y pues debo admitirlo, a veces me daban ganas. – Ganas de que? – De usar a una de esas niñas. La verdad Alejandra, desde que te vi te tengo ganas, y pues mi tía te dejó dicho que debes hacerme caso también no es así. – Si señora-. Dicho esto, Magdalena se llevó a Alejandra hacia un cuarto donde no llegara nadie, se desnudó completamente, mostrando unos senos grandes, con aureola café y con un buen pezón, una vagina con buen vello, aunque con menos que su tía, se sentó, se abrió de piernas y le dijo a Alejandra: -ven, acércate, yo quiero tu boquita. A Alejandra no le quedó remedio que acercarse, Magdalena primero la hizo chupar sus senos, casi no le cabían en la boquita, luego le hizo pasar la lengua por su ombligo hasta bajar a su vagina, la cual, Alejandra, sabiendo lo que tenía que hacer, empezó a lamer la vagina de Magdalena, la mujer se mordía el labio y empezaba a emitir leves gemidos, cuando la niña seguía chupando, la mujer gemía más duro, apretaba más la cabeza de la niña hacia su vagina y hacía movimientos pélvicos cada vez más rápido hasta que tuvo su orgasmo, el cual la niña lo bebió todo.
– Gracias Alejandra, la verdad eres muy hermosa y aparte tienes una boquita que me llevó a la gloria, que buena niña que eres. – Gracias Magdalena.
12 años después
Alejandra cumplía sus 18 años, ya había terminado el colegio y había decidido devolverse a Bogotá a probar suerte para ir a trabajar, la verdad, aunque todo el tiempo Alejandra se dedicaba a satisfacer a sus amas, Bertha y su sobrina Magdalena, ninguna de las dos se atrevió a explorar sus hoyos, y eso le causó más curiosidad a Alejandra, allá en la capital conocería a una persona que la llevaría a conocer un nuevo nivel de su sexualidad…….
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!