Internado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tras el jardin del colegio, en la oscuridad de la tarde, se ocultaban los bloques de edificios. El internado fue la solucion que mama estimo conveniente para que tuviera una educacion disciplinada.
Apenas saliamos a la calle y el tiempo libre que las monjas nos dejaban era muy poco para intentar ir a una discoteca o algo por el estilo. Sola en un internado. En una ciudad extraña. Sola con unas amigas que tambien estaban solas.
En el internado compartia habitacion con Marta, una chica de Santander. Marta estaba muy desarrollada para tener diecisiete años. Las dos conseguiamos sacar chocolatinas de la cocinas sin que las monjas lo advirtieran. Nos unio nuestro gusto por lo prohibido.
Los viernes por la tarde haciamos las maletas y nos arreglabamos para pasar el fin de semana con nuestras respectivas familias. Mama me recibia cada vez con mas cariño porque notaba que en el internado estaba madurando y convirtiendome en una señorita. Una de esas tardes, Marta se cepillaba el cabello delante del espejo de nuestra habitacion. Llevaba puesta la falda plisada del uniforme y todavia no se habia puesto la camisa- Solo llevaba puesto el sujetador y estaba preciosa.
Marta se dio cuenta de que me habia quedado paralizada detras suyo mirando su imagen en el espejo. Sonrio y continuo cepillandose con una mano mientras que con la otra liberaba sus pechos de la prision del sujetador. Me acerque poco a poco oyendo solo sus gemidos y el ruido de mis zapatos y mi respiracion.
Mis manos empezaron a seguir a las suyas, recorriendo sus duros pezones. A mis dedos, siguio mi lengua y las faldas cayeron al suelo. Nuestras bocas se unieron mientras caiamos en la cama. No se si su sexo sabia a cielo, lo unico que se es que yo lo llegue a tocar gracias al calor de su lengua.
Asi, mi amiga empezo a comerme poco a poco, deteniendo su mojada lengua en mi humedo clitoris una y otra vez obligandome a gritar que no parara continuamente. Una vez me hube corrido, me acerque a ella y la bese tiernamente para, a continuacion empezar a chuparle sus erectos pezones, accion que hizo de forma concienzuda mientras que le acariciaba el coño con una mano.
Cuando estaba mojada al maximo recorri con la lengua todo su cuerpo, parandome en el ombligo un buen rato. Ahora era ella la que gritaba compasion y pase a comerme su clitoris hasta que Marta grito que se corria.
De repente, un ruido. Unos pasos. Alguien detras de la puerta. Pese a estar cerrada con llave, la monja de guardia tiene la llave maestra. Abre. Se queda parada. Sin saber que hacer o decir. Vacila. Cierra la puerta. Es joven, unos veinte años. Nos mira, sonrie y empieza a quitarse el habito lentamente, muy lentamente.
Que hermoso relato.Que bien llevado. Como con una elegancia literaria nos llevas a esas delicas de lesbos que tanto nos excita a los hombres.¡BRAVO!