La extraña vida de Laura Reviere III
Laura se anima a probar a su hermana con consecuencias emocionantes.
Un lugar cálido
Desperté en una reconfortante calidez. Adur ael viento se veía helado a través de la ventana de la sala pero mi cuerpo envuelto en una calidez muy familiar. Me estiré con suavidad y logré girarme hasta ver a Pau de frente. Aquello que habíamos hecho ayer estaba mal, mal por todos lados, aún así, no podía comenzar a juzgar a Pau cuando yo misma me había ofrecido hasta cierto punto. ¿Yo en el fondo lo quería? ¿Pau me gustaba? ¿Ahora que seríamos…?
-Buenos días -la voz de Pau me saco de mi barullo mental. Mi hermana tenía una enorme sonrisa en los labios y estiró una mano para acariciarme el dorso de la mano.
-Buenos días- ¿Que debía decir? ¿Gracias? «Te quiero» o quizás disculparme por todo aquello. Elegí no decir nada
-¿Dormiste bien?
-Si, dormir bastante bien, gracias.
-Me imagino -Pau me regaló una traviesa sonrisa.
-Creo que debemos levantarnos ya, son casi las diez y no hemos desayunando, muero de hambre -sali de la manta y me senté en el sillón durante unos segundos. Mi ropa interior estaba en el suelo de la sala.
-¿Todo está bien, Lau? -mi hermana me tocó el hombro.
-Si, todo está bien, es solo el hambre.
-Va, haré de desayunar entonces -Pau también salió de la cobija hacia la helada sala-, si gustas puedes darte una ducha o dormir un rato mas- aquella última frase tenía un poco de tristeza de fondo. Pau se fue a la cocina luego de esquivarne y sin decir nada más.
Perdón Pau, pero ¿Que se supone que esperas que haga ahora? No sé si… solo estoy muy confundida, tomé mi ropa interior del suelo y me vestí para evitar el frío. Fui a mi cuarto y me puse los pantalones de mi pijama por encima de mis medias al muslo. Me fui a sentar a la mesa, no tenía sentido tratar de huir en aquella casa tan pequeña.
-¿Quieres café? -Pau puso dos tazas y yo asentí. Pau me dió una taza y el azúcar-, Laura quiero que me perdones -Pau se disculpo sin mirarme-, no debí haberte tocado así, debí haber parado todo aquello, en serio lo siento.
-Pau no digas eso -suspiré pesadamente- yo también quise, me ofrecí básicamente así que no es todo culpa tuya, solo que ahora ¿Que vamos a hacer?
-Nada ,tú y yo seguiremos como antes -Pau me dió un plato de comida-, tú a lo tuyo y yo a lo mío.
-¿Es neta? -mi voz salió un tanto enojada- ¿Y lo de ayer que? ¿Todo eso que me dijiste? ¿No era cierto? Dijiste que me querías.
-Claro que te quiero Lau, eres mi hermana y …
-!No te hagas pendeja¡ -grite y me puse de pie- !Ayer no era tu hermana¡ ¿O estabas muy borracha, fue eso, no?
-!Claro que no¡ Pero por favor, Laura es lo mejor para ambas mira yo sé que tú…
-Ayer fuiste la mejor -dije con la voz rota-, nunca me había sentido así, y ahora quieres que lo olvide todo ¿Así de fácil?
-Perdon Lau, solo…
-¡No te perdono¡ ¡No puede simplemente poner estos sentimientos en mi cabeza y luego tratar de irte! ¡No dejaré que me hagas a un lado! -arroje la silla hacia atrás y fui directamente hasta Paulina y la tomé por la muñeca. A jalones la puse de pie y la empujé contra el desayunador, cortando su vida de escapé.
-¿Era esto lo que querías ayer? -agarre a Pau por las mejillas y la bese a la fuerza. Hundí mis labios con violencia en los suyos, Pau medio me besó y me empujó lejos de ella.
-!Basta Lau…¡
No le di tiempo de nada, volví a atacarla con fuerza, aprensandola contra el desayunador. Pau trato de empujarme y yo a ella hasta que terminamos rojas del esfuerzo y con la ropa arrugada. Nuestra fuerza se fue y por fin pude abrazarla con suavidad.
-Solo, déjame… solo déjame ayudarte -dije y me ti mis manos debajo de su pijama. Acaricié su vientre y su ombligo, levanté su blusa y le di algunos besos en el abdomen. Pau parecía disfrutarlo pero desviaba la mirada como si no quisiera que me diera cuenta. Bese y lamí su vientre y mis beso me dejaron de rodillas frente a ella. Tome su pantalón y lo baje hasta sus tobillos, revelando su panty azul oscuro. Bese sus muslos y pase un dedo por su monte.
-Laura, espera -Pau quiso agarrarme las manos pero yo hundí mi dedo con fuerza en su panty que ya estaba ligeramente humedo. Separé gentilmente sus rodillas y pude ver una ligera mancha de lubricación en su ropa interior. Una pequeña risa invadió mis labios, con cuidado, comencé a pasar mis dedos por en medio de su vagina y sobre la ropa, las caderas de Pau se sacudieron casi al instante- ¿Quieres que te toque, no? ¿Quizás pueda meter mis dedos? -mire a Pau que solo asentía.
Baje el panty de Pau hasta sacarselo y mi hermana quedó solo en su camisa. Toque en medio de sus labios, el interior estaba tibio y mojado. Metí dos de mis dedos dentro de Pau cuya respiración se aceleró. Mis dedos entraban y salían de Pau, los movía en círculos escarbando en su vagina como yo lo hacía cuando estaba sola. Apreté su clítoris ligeramente mientras continuaba con mis dedos. La cocina se llenó de húmedos sonidos, de mi pajeando a mi hermana hasta que por fin el orgasmo la atrapó y sus piernas se vencieron del esfuerzo. Medio atrapé a mi hermana que cayó casi en mis brazos. Mis dedos quedaron empapados y tibios.
-Laurita, no puedo más -Pau ma acarició el cabello y me dió un cansado beso en los labios- por favor, chúpamela, quiero sentir tu lengua hermanita. El tono suplicante de Pau me emociono. Jamás se la había chupado a otra mujer pero decidí esforzarme, así que me metí entre sus piernas y se agarró de la barra de la cocina. La vagina de Pau era blanc y tenía algo de bello, acerque mi nariz y pude notar el olor a jabón y calor humano. Metí mi lengua en su raja y lamí desde atrás hasta su clítoris. Pau se estremeció y sujeto mi cabeza con su mano, clavó mi nariz en su clítoris. Agarre a Pau por los mismos y comencé a mamársela con fuerza. Metía mi lengua en sus pliegues, el sabor de su lubricación era raro, salado, suave y al mismo tiempo muy dulce. No olía mal y mis cachetes estaban todos llenos de moco transparente. Moví y metí mi lengua en mi hermana, con fuerza, tratando de tocarla en lo más profundo. Saboreé el interior de su cuerpo. Bebí de sus jugos.
-Lau, Lau no pares -suplicó Pau perdida en el placer que le daba-, más fuerte, más fuerte.
Lamí y lamí hasta que la quijada me dolió. Pau se revolcaba contra el desayunador, arqueo la espalda y abrí la boca para gemir. Las rodillas me dolían pero quería que mi hermana acabará. Metí dos dedos nuevamente y succioné su clítoris con suavidad.
-!Lau! -Pau terminó en un intenso gemido. Casi cayó al suelo mientras me bebía su venida. Las dos estábamos agotadas. Pau se recargó en la pared y la uso para poder sentarse y yo me quedé de rodillas, agitada y con la boca llena de los jugos de mi hermana. Nos miramos y compartimos una sonrisa. Me limpie con el antebrazo, ahora estábamos a mano.
Fin de la parte III
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