La lesbiana que me convirtió en su putita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por mimadaa.
Honestamente cuando me desperté ese día jamás hubiera imaginado que sería una locura.
En la empresa en la que trabajo uno de nuestros camiones que trasportaba vinos sufrió un percance en la carretera, por supuesto todos se movilizaron y al ser yo el comodín favorito de mi jefe sobre todo cuando se trata de relaciones con el gobierno, pues no tuve más remedio que ir personalmente a la oficina de ecología para que me extendieran un certificado que era necesario para el manejo de esa mercancía.
En fin, al llegar ahí, afortunadamente, salieron a mi paso personas conocidas, que se habían quedado ahí después del cambio de administración municipal.
Salude a un par de ella.
Pero de pronto veo venir a una silueta bastante ruda que de inmediato llamo la atención, pues no puedo negar la cruz de mi parroquia, me encanta lo rudo, lo puerco y lo soez.
Pero para mi sorpresa no era un hombre, sino Gilda, una chica a simple vista lesbiana, pero más bien con tintes a ser un hombre, grandota, alta y robusta; siempre vestida con jeans masculinos, camisas de cuadros y hasta sombrero.
Se deja el poco bigote y patilla que pueda salirle, no usa accesorios, salvo un cinturón piteado con una hebilla enorme.
Se para como un hombre rudo y aunque es una chica (o chico) bastante llevadera, su pinta es de todo un macho mexicano.
Cuando llegó al lugar en el que estaba la salude como a las demás con un beso y un abrazo, pero debo decir que cuando me agarró con sus manotas la cintura, sentí esa descarga eléctrica extraña que sólo me viene cuando un macho me va a tratar con toda una puta.
Y creo que ella se percató de eso, porque nunca se fue de la sala en la que yo estaba esperando el documento que ya había pedido.
Se paseaba como amedrentando con sus botas, se ponía en las esquinas.
Y entre más la veía, más me imaginaba lo que me haría esa cabrona si me tuviera encuerda en la cama y ahí comencé a escurrir, como la zorra que definitivamente soy.
En fin, hacía mucho calor en el lugar, por lo que me terminé toda mi botella de agua de un litro y en unos momentos ya quería ir al baño.
El lugar donde se encontraba las oficinas de ecología está horrendo, pero las oficinas por dentro nada mal, eran originalmente una casa.
Isabel la chica que me ayudaba con el certificado me dijo que pasara al baño al fondo que ella tardaría unos 30 min más pues no había más que ella y otra persona en la oficina así que lo haría personalmente.
Gilda aprovechando eso inmediatamente me dijo – Yo te digo donde está el baño – Y yo ni tarda ni perezosa me fui detrás de ella.
Llegamos al baño que estaba en lo que seguro había sido la recámara principal de esa casa, hasta ese lugar aún no se extendían las oficinas.
– Es aquí guapa- Me dijo Gilda.
Entré y en fracción de segundos sentí un empujón y escuché el seguro de la puerta, a voltear recibí una cachetada que me dejó media tonta y casi a la par estaba pegada a la pared del baño sintiendo a centímetros de distancia la respiración de Gilda.
– Ahora sí pinche putita, me voy a dar vuelo, hace como 3 años que te traigo ganas.
Pero andas con tus bobadas de noviecitos, a ti lo que te falta es que te cojan bien y te dejen bien picoteada y llena para que no andes buscando verga –¡Aaag escuchar eso me excitó tanto! Que yo misma me saqué la blusa y hasta me revente el brassier.
La tipa cabrona se me prendió bien rico de las tetas, me las mamaba con nadie lo había hecho antes, una succión bien cabrona, me mordía, me las restiraba, se dio vuelo.
Me bajó a jalones el pantalón y me aventó a la taza del baño, hasta que quede sentada ahí en la tapa, me abrió de patas como pollo y me jaló mi tanguita de encaje blanco, la reventó toda.
que rico yo ya estaba revolcándome de placer para entonces.
– Que rica agina tienes hija de tu puta madre, te la voy destrozar cabrona, que rica estás – y así salvajemente me clavo tres dedos la cabrona mientras me ponía la otra mano en la boca porque obviamente tenía que callar el grito desgarrador que di, lo bueno que no había más que dos personas en la oficina esa.
Me remolineo los dedos adentro bien rico, los sacó de mi panocha que estaba escurriendo a chorros y – Chúpalos puta, chúpalos perra come vergas, órale chúpalos – entre más me decía, más me calentaba, nunca había sentido una excitación así, sentía que se me estaba reventando la vagina de lo caliente que me tenía esta desgraciada.
Y así como me tenía bien ensartada, me gritó – párate puta, párate – y me empinó en el lavabo – me puso como de perrito pero parada, ella se hincó en el piso de tal forma que mi vagina atascada de jugos le quedaba en la cara y que se me prende a mamarme.
¡Wow! No, que delicia, esa pinche bestia me estaba haciendo conocer la gloria, .
Me mamaba como cuando le quieres sacar el juego a una naranja hasta dejarla seca, me limpio cada rincón de la pepa con la lengua, me chupo, me sacó un mar de líquidos y se los tragaba todos.
Y me succionaba como becerra y con la fuerza de un macho vaquero, que agarra a la mujer como le da su puta gana, al mismo tiempo me metía y me sacaba los dos dedos, yo gemía como con ningún hombre lo he hecho, era una pinche gata en celo maullando de sentirse bien saciada.
Yo ya no podía más, el piso estaba de hecho empapado de saliva y fluidos, yo volteaba a ver la cara de esa “mujer ” y el escurridero y la porquería me hacía que sintiera el vientre a punto de estallar.
Hasta que no pude más y reventé, uffff el orgasmo múltiple más rico de mi vida, venía uno, se iba y venía otro, interminables, deliciosos, sentía que se me iba la vida, que no iba a aguantar tanto placer.
Apenas me recuperé un poquito y la vieja marimacho esa, que ya se había quitado el pantalón, me pasó una cepillo que estaba en el baño – Ahora tú ensarte pendeja, dale como me gusta, pícame la vagina que esperas!!! – Pues me la agarré bien rico, le metía y le sacaba el mango del cepillo en su vagina enorme, me la picotee bien sabroso y como una puta loca con una fuerza que no sé cómo aguanto.
Gemía, pero sus gemidos era graves, oscos y mientras me la estaba atravesando con el cepillo ella me jalaba de los pelos, como a una puta, obvio un macho nunca pierde el control.
Llegó el momento que ya no aguantó porque obvio ya estaba bien caliente la cabrona y cuando de repente el cepillo salió disparado por los latidos de la vagina de la mujer esa y a la par chorros y chorros de jugos que le brotaban de ahí, fue tan impresionante y tan puerco que ahí mismo tuve otro orgasmo sólo de ver ese cuadro.
Obvio no podíamos tardarnos más, la Gilda se puso el pantalón y yo también me puse toda la ropa, me ordenó que limpiara todo el mugrero con el trapeador que había en el baño mientras ella se adelantaba.
Como a los 5 minutos salí y la chica que me hacía el oficio me encontró en el camino – Ya está listo Claudia, ¿Todo bien? – Sólo atiné a decirle con una amplia sonrisa – <Muchísimas gracias, todo muchísimo mejor de lo que pude haber imaginado”.
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