Las mejores vacaciones de mi vida en Nayarit
Estaba decidida a salir desnuda a la playa y entregarme a cualquiera que quisiera hacerme suya. Mis hermanas no me dejaron, así que tuve m primera orgía incestuosa lésbica..
Las mejores vacaciones de mi vida en Nayarit
Hola, mi nombre real es Nohemí Andrade Morán, tapatía de nacimiento y actualmente vivo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México. Estoy por cumplir 20 años de divorciada, y la experiencia que les quiero relatar la viví en mayo de este año 2021. Mido 1.68, mis senos son grandes y muy bien proporcionados para mi estatura, de cintura esbelta y cadera promedio con nalgas envidiables (eso dicen mis amigas). No soy modelo de revista pero considero que soy muy bonita del rostro, además que sé maquillarme muy bien.
Me conocen por mis relatos anteriores: «El albañil se convirtió en mi mejor amigo», «Mi primera experiencia como yesex» y «El regalo más hermoso».
En este, mi cuarto relato quiero platicarles de una experiencia en la playa de Los cocos, en el Estado de Nayarit, que viví con mis hermanas en el mes de mayo.
Todo comenzó una noche en que, estando en casa, sufriendo del calor extremo del mes de mayo, platiqué con mis hermanas para que nos fuéramos de vacaciones a alguna playa. Esta fue la conversación:
-Ay, Nohemí (dijo mi hermana Eunice, a quien de cariño le decimos Nay): ¿De qué sirve que ganas tanto dinero como putita, si no lo disfrutamos? Solo despensa y pago de servicios de la casa y a meter al banco. Con este horrible calor, en lugar de estar sufriendo aquí, debiéramos estar en alguna hermosa playa llena de hombres lujuriosos con ganas de cogernos hasta volvernos locas, ja, ja, ja.
-Ay, te pasas… Tú solo piensas en sexo. Tú tienes tu marido…
-¿Y qué? Tú tienes a cuanto hombre se te antoja y aparte te pagan. En cambio mi marido solo me coge de a gratis. Ja, ja, ja.
-Ya, nos estamos saliendo del tema. Nada más que pase todo el alboroto en la colonia por las fiestas de la iglesia, nos vamos a Chapala (donde hace algunos años grabé un video para mi segundo álbum).
-No, a Chapala no. Vamos más lejos. A un lugar donde nadie nos conozca, un lugar caro, donde podamos gastar de lo que has ganado con ese culito.
-Ay, ya no te pases, eh. Debieras de ir tú también a buscar que te cojan y te paguen, a ver cuánto aportas para la casa. Tienes muy buenas nalgotas.
-Sí, hermanita: nalgas tengo de sobra, pero también panza y eso es lo que espanta a los hombres; mi bola de manteca y mi cara que da miedo. Tú porque tienes ese cuerpazo y esa cara bonita.
-Ahí vas otra vez. Ya, no se diga más. Terminando las fiestas de la iglesia en la colonia, nos vamos.
Para ir más directo: una vez que terminó la algarabía de las fiestas anuales que en mayo se celebran en mi religión (esta fiesta se realiza para celebrar el cumpleaños del dirigente mundial de la iglesia y es independiente de la fiesta de agosto que comente en mi relato anterior «El regalo más hermoso»), dos de mis hermanas y yo nos fuimos a Nayarit. Nos hospedamos en un hotel cerca de la playa en los cocos. Renté una habitación muy cómoda y bastante amplia.
Personalmente iba decidida a disfrutar mis vacaciones, a olvidarme de mis servicios sexuales a cambio de dinero; pero no contaba con que mi cuerpo está muy acostumbrado a tener muchos orgasmos semanalmente. Entre los orgasmos que me generan mis clientes (en relación a lo que platiqué en mis anteriores relatos) y los que me provoca Marcelo (el albañil de mi primer relato) que es mi amante de planta y estoy con él los días que no voy a la plaza; disfruto de muchos orgasmos y esto mi cuerpo lo resintió estando de vacaciones, por lo que en la segunda noche de estar en el hotel, sentí una necesidad irresistible de un orgasmo.
Como ya era muy noche y me sentía cansada por haber andado todo el día en la playa, lo único que se me ocurrió fue masturbarme, pero no lo disfrute, solo tuve secreciones. Mi cuerpo deseaba más. Ya mi organismo no disfruta solo con juguetear mi clítoris, sino que necesito más cosas, aquellas fantasías que les cumplo a mis clientes y todas las cosas que me hacen. No es solo el juego en mi clítoris, sino el deseo de ser admirada, tocada por todos lados y lo que más me fascina es que me hagan sexo oral y que me chupen la colita. Me gusta muchísimo cuando me miran completamente desnuda y me dicen que soy hermosa. Me fascina estar sobre mis rodillas inclinada hacia adelante con las pompis levantadas y completamente expuestas para que me miren por detrás mientras me dicen palabras de halago acerca de lo limpio de mis partes más íntimas y lo bello de esa hermosa vista que tienen ante ellos.
Pasaba la una de la madrugada. Estaba sin poder dormir. Tenía muchos deseos de un orgasmo.
Encendí las luces de la habitación y desperté a mis hermanas. La primera en reaccionar fue Eunice, y le platiqué cómo me sentía:
-Niche, la verdad es que tengo muchas ganas de un orgasmo, ya me masturbé pero no estoy satisfecha. Mi cuerpo pide más, quizá si alguien me lo hace mientras yo me relajo. Necesito ser tocada y acariciada. Por favor, mastúrbame.
-No, Nohemí. ¿Cómo crees? Somos hermanas. Eso sería pecado.
-Ay, Niche. No me vengas con esa bobada del pecado. No manches. Mastúrbame, ándale. Te lo estoy pidiendo por favor.
-No, nena, me da cosa… somos hermanas. Dile a Rutshi.
Entre las dos despertamos a Ruth y le platicamos la situación. Les dije a las dos que mi cuerpo necesitaba un buen orgasmo porque masturbarme no me satisfacía. Les pedí que entre las dos lo hicieran.
Como Ruth, es la más apegada a la religión, quiso dar un sermón moralista y le dije:
-No me vengas con eso Ruth, bien que te tragas lo que compro con el fruto de mi trabajo como yesex y el estar aquí, ¿de dónde crees que salió? Si no me masturban, me voy a ir a la playa a esta hora y me voy a desnudar y voy a coger con el primer hombre que se me atraviese; además, nunca he cogido al aire libre. Sería una buena experiencia, además aquí nadie me conoce.
-No, nena, no hagas eso. Está bien, yo lo hago, pero que conste que no soy machorra, lo hago solo porque eres mi hermana y porque no quiero que vayas a trabajar. Se supone que vinimos a vacacionar, no para que vayas a trabajar.
-Ir a coger a la playa no sería para trabajar, más bien sería para aplacarme las ganas.
-No, no vayas, yo lo hago.
Mis hermanas se miraron, como diciendo: ¿Qué hacemos?
Les dije:
-No sean tontas, no es nada del otro mundo. Solo tóquenme y acarícienme de la manera en que les gustaría que sus maridos se lo hicieran a ustedes y como no hay con qué penetrar, utilicen las manos y la boca. Olvídense de que somos hermanas y háganme todo lo que quisieran que sus maridos les hagan a ustedes.
Estaba completamente desnuda, así que me recosté en la cama, me acomodé bocarriba, traté de juntar mis pies con mis pompis y abrí las piernas lo más que pude.
Pasaron unos segundos y al no ver acción por parte de mis hermanas; enérgicamente les pregunté que estaban esperando.
En ese momento, por el deseo tan fuerte que tenía de un orgasmo, mi vagina estaba húmeda. Más que deseo, era necesidad.
No pensé que tener tantos clientes de diferentes tipos y tamaños me fuera a convertir en ninfómana.
Nay se atrevió a dar el primer paso y comenzó a acariciarme las rodillas y los muslos. Como les había dicho que no me vieran como hermana sino que me hicieran lo que ellas desean que sus esposos les hagan, se los exigí de nuevo.
Nay se acomodó de mi lado derecho y Ruth a mi izquierda. Entre las dos se dieron valor y comenzaron a acariciarme las piernas, el abdomen y los senos. Se acomodaron bien en la cama y me hicieron disfrutar de ese toqueteo tan atrevido que aumentó mi excitación. Podía sentir como fluía la humedad de mi vagina por la excitación de tener mi primera experiencia lésbica, ¡y con mis hermanas..!
Estaba teniendo mi primera experiencia lésbica a la vez de una orgía e incesto a la vez. Wow… Sí que tuve una noche para recordar. Por eso quise compartir este relato.
Solo cerré los ojos y me dejé llevar. Escuché como se agitaron las respiraciones de mis hermanas. Estaban como mudas, solo tocándome y sin hablar. Lo único que rompía el silencio de la habitación eran mis gemidos. Con los ojos cerrados disfruté las ardientes caricias que a cada momento iban aumentando de intensidad.
No sé quién de las dos se haya animado a tocar algo más que mis piernas, abdomen y senos pero sentí una mano que se escurrió por mi ombligo y bajó hasta mi vagina. Dos dedos subían y bajaban sobre mis labios mayores y uno en medio acariciando mi rajita súper mojada y el clítoris que estaba muy levantado.
Estaba comprobando eso que se dice acerca de que solo una mujer es capaz de hacer gozar de verdad a otra mujer, ya que sabe encontrar el lugar exacto así como aplicar la fuerza y velocidad precisa para jugar el clítoris. No sé quién de las dos me estaba acariciando la vagina, pero por lo rico que me hizo sentir y las ganas que tenía, enseguida tuve un orgasmo. No fue muy abundante, pero me gustó. Al momento del orgasmo tuve muchas contracciones y lancé gemidos ahogados que a ellas las excitaron más.
Se suponía que la intención era tener un orgasmo y lo acababa de conseguir, pero ellas no se detuvieron. La respiración de cada una de ellas, era similar a estar mirando una película porno. Estoy segura que para ellas también era su primera experiencia tocando una mujer.
Tenía los ojos cerrados solo dejándome llevar. No sé a quién de las dos deba agradecer el placer en mi vagina y a quién el placer a mis senos chupando mis pezones, que en cada lengüetada me electrizaba todo el cuerpo.
Abrí los ojos y me incorporé bruscamente. Ruth estaba cerca de mi cara (supongo que ella se comió mis senos) y la tomé del cuello con mi antebrazo para recostarla sobre mí al momento de plantarle un enorme beso en la boca. Le metí la lengua. Ella no reaccionó como mi hermana. Estoy segura que también lo estaba disfrutando porque me correspondió a ese beso en el que nuestras lenguas se entrelazaron como pelea de serpientes.
Bebí su saliva y ella la mía. Estábamos en ese húmedo beso, cuando sentí una lengua haciendo contacto con mi vagina. Eunice pegó su lengua lo más abajo que pudo y subió hacia el clítoris como si estuviera degustando un helado. Repitió esto muchas veces mientras que en mis gemidos y contracciones de cintura y cadera me comía la lengua de mi hermana.
Verdaderamente estaba disfrutando dos lenguas, una en mi boca y otra en mi vagina. Le estaba chupando la lengua a mi hermana Ruth, mientras mi hermana Eunice me chupaba la vagina. Yo bebía la saliva de Ruth mientras Eunice bebía mis jugos lubricantes. Estando en esa posición, atrapada entre dos bocas tuve un nuevo orgasmo. Eunice lo bebió como mujer sedienta en el desierto. Pude sentir como atrapó mis fluidos con su lengua y labios sin dejas escapar una sola gota. Mis gemidos quedaron ahogados en la boca de Ruth.
Me sentí rendida, pero quería más. Me dejaron descansar unos cuantos segundos en lo que ellas también descansaron y tomaron un breve respiro. El rostro de Eunice brillaba de manera hermosa, ese brillo provocado por estar empapado de mis jugos vaginales.
Las sonrisas de las dos me hicieron sentir muy complacida.
Coquetamente, Ruth se chupaba el dedo índice de su mano izquierda mientras sonreía con picardía.
Eunice me miraba y se saboreaba como si estuviera mirando su manjar favorito. Movía las cejas de arriba para abajo con señalamientos de aprobación y deseo. Su risa de lujuria me hizo sentir un deseo enorme de ser penetrada, pero: ¿Cómo sería si no había un pene disponible?
Tras esos cuantos segundos de este otro orgasmo, me incorporé y jalé a Eunice, la hice recostar bocarriba para ponerle mi vagina en la boca formando un 69. Por la posición en que estaba, Ruth no soportó quedar solo mirando mi colita y, mientras Nay se comía mi vagina, Ruth se comió mi ano.
Ruth me lubricó muy bien el ano con su lengua y enseguida me introdujo dos dedos. En su función de mete y saca me provocó muchas cosquillitas, pero como es de manos chicas y dedos cortos, no me deba tanto placer, solo cosquillitas en el esfínter. Le pedí que me metiera la mano completa.
Juntó los cinco dedos de su mano izquierda, como simulando un cuello de botella y los introdujo lentamente forzando mi entrada. Mi esfínter aún está (o estaba hasta ese momento) bastante apretado, ya que de mis clientes, el pene más grueso que ha entrado en mí, no rebasa los quince centímetros de circunferencia.
Le fue bastante difícil entrar, además que por la naturaleza de mi propio cuerpo, mi colita se apretaba de manera involuntaria. Me metió los dedos en la boca para que los lubricara con mi saliva a la vez que ella lubricaba mi colita con su lengua para intentar meter la mano. Así lo hizo muchas veces hasta que logró abrirme completamente.
Ciertamente es de manos chicas, pero acomodando así los dedos, sentí que me estaba introduciendo un gran aguacate (palta, pagua o cura, como se le conoce en diferentes países).
Cuando logró entrar y los nudillos pasaron mi esfínter, sentí como su mano quedó atrapada dentro de mí. No hizo labor de mete y saca, sino que empujó lo más que pudo hasta que la muñeca le quedó envuelta por mis pliegues del ano. Estando dentro de mí, contrajo los dedos para cerrar la mano apretando el puño. El placer que sentí cuando percibí el esponjamiento de mi recto es algo que no puedo describir.
Al momento en que apretó el puño dentro de mí, sentí que todas mis fuerzas abandonaron mi cuerpo y me quedé completamente flojita, recostada sobre Eunice, quien en ningún momento dejó de chuparme el clítoris y lengüetear toda mi rajita mientras bebía mis fluidos como si estuviera muriendo de sed.
Quería gritar, pero no tenía fuerzas para hacerlo.
No sé qué palabras utilizar pata describir que todas mis fuerzas abandonaron mi cuerpo.
En mi mente quería pedirle que sacara la mano, porque me dolía mucho, pero no tenía fuerzas ni para hablar. Por la falta de fuerzas, a penas y podía respirar de manera entrecortada. Por lo entrecortado de mi respiración, sentí que la falta de oxígeno me generó mucho sueño. Creí que me desmayaría.
Mis hermanas, seguramente pensaron que me estaba entregando como les he platicado que lo hago con mis clientes, o que me estaba poniendo flojita para que hicieran de mí lo que quisieran a su entero antojo.
Ruth sacó la mano de mi colita pero sin abrirla, es decir: al sacar el puño sentí como si estuviera sacando una sandía por el agujero del tamaño de un limón.
El enorme placer de sentir como el ano se me va cerrando rápidamente por su propia naturaleza, es maravilloso.
Apenas estaba intentando tomar aire, cuando: sin abrir la mano, me la empujó de nuevo para abrirme una vez más.
Se tomó muy en serio eso de no verme como su hermana y que me hiciera lo que desea que su marido le haga a ella, porque empujó el puño con mucha fuerza, parecía que lo hubiera hecho con coraje o no sé; lo cierto es que el puño entró de una empujón sin compasión y hasta entró un buen trozo de su brazo. No sé qué tanto haya entrado, pero creo que me llegó al estómago.
En el momento en que el puño me llegó hasta adentro y Eunice se comía mi clítoris sin ninguna misericordia, no sé de dónde saqué fuerzas para lanzar un grito que según yo fue un alarido de león, pero en realidad (por mi falta de fuerzas) se escuchó como un leve gemido.
Una vez tan dentro de mí, Ruth comenzó su labor de mete y saca. En ese mete y saca sentía como si su brazo en realidad fuera un árbol que entraba y salía de mi colita.
Estaba gozando lo que muchas veces había visto en los videos pornográficos que disfruto en mi soledad.
Ruth sacaba el puño y mientras mi ano se iba cerrando, lo lengüeteaba por dentro y por fuera, cuando estaba cerrado completamente volvía a empujar el puño sin ninguna compasión y de un solo golpe como si quisiera llegar hasta mi garganta. No sé que tanto de su brazo haya introducido en mí, pero sentía que me estaba partiendo por la mitad.
Además del placer enorme, también había dolor porque la única lubricación era su saliva y mi humedad interna.
Como había ido a vacacionar, no traía ni un condón, para que se lo hubiera puesto en el brazo por aquello del lubricante que trae de fábrica.
Yo no le estaba haciendo sexo oral a Eunice, solo estaba en posición de 69 para que se comiera mi vagina.
Mis dos hermanas me estaban dando un placer que ninguno de mis clientes me ha dado jamás. Esas chupadas de vagina y el brazo de mi hermana dentro de mi colita (que ya comprobé que no es tan chiquita) me hicieron tener un nuevo orgasmo que fue simultáneo por ser vaginal y anal al mismo tiempo.
Eunice, en ningún momento dejó de chumarme la vagina y Ruth, no dejó de hacer su función de mete y saca.
Este orgasmo fue un squirting que casi ahoga a Nay, que es la que estaba pegada de mi vagina.
Después de eso, Eunice me comentó que sintió la sensación de vómito cuando mi squirting se le fue a la boca y le inundó la cara y le entró un poco por la nariz. Dijo que sintió la sensación de querer empujarme y lanzarme de encima de ella, pero que a la vez pensó que no podía hacerme eso, porque estaba muy contenta de verme cómo yo lo estaba gozando.
Tras ese hermosísimo squirting, me quedé rendida, mi cara quedó recostada sobre la vagina de Nay, quien con mucho cuidado me empujó suavemente de la cadera para liberarse de debajo de mí.
Ruth, con mucho cuidado sacó la mano de dentro de mí y ayudó a jalarme de la cadera para girarme en la cama y que Nay se liberara.
Mientras giraba, sentí que mi ano se iba cerrando. Es una sensación demasiado hermosa que ninguno de mis clientes me ha provocado, ya que de todos los que me han penetrado, ninguno tiene el pene tan grueso como para abrirme de la manera en que lo hizo el brazo de mi hermana Ruth.
Entre las dos me acomodaron en la cama para que pudiera descansar.
Desperté hasta las once de la mañana; me sentía muy cansada y hambrienta, pero a la vez bastante satisfecha y muy complacida.
Todo el día nos la pasamos hablado de eso y les pedí que, como andábamos de vacaciones y no querían que trabajara en esos días; teníamos que repetir la sesión cada noche durante toda la semana que estuvimos en el hotel, para lo que esta vez compré muchos condones, para que mis hermanas los utilicen en sus brazos.
En un siguiente relato les platicaré de cómo convencí a mi hermana Ruth para que se dejara tocar por sus hermana Nay y yo, a tal grado que tuvo unos orgasmos de inundación…
Gracias por leerme.
Hola, estoy con la boca abierta, te busque en redes sociales y si, apareces.
Me llama mucho la atención tu vida, por qué también soy cristiano de echo e Sido pastor, ahora no estamos llegando a la iglesia, pero no nos alejamos, pero quisiéramos experimentar cosas como tríos y cosas relacionadas con el tema swinger, pero precisamente los prejuicios y la reputación han costado trabajo, me gustaría tener comunicación contigo.