Las tijeras no son solo para cortar.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hugo y su novia decidieron marcharse al rededor de las 11 y yo me ofrecí a llevar a Frida a su casa más tarde, ya que no quería pasar tanto tiempo sola. Mis padres llegarían por la madrugada de un viaje de negocios. Charlamos un rato más y por un instante sentí envidia por Frida. Mientras yo medía 1.65 ella medía 1.80 mientras yo era china y de cabello castaño oscuro, ella era lacia y rubia. Sus ojos eran azules y los mios cafes claros. Mientras yo usaba sostén de talla 34 B apuesto que ella, incluso podría ser 40. Lo único en lo que la superaba era en nalgas, las mías siempre han sido redondas y firmes naturalmente. 11:15 mis padres llamaron diciendo que llegarían hasta el 10 de marzo. Frida me pidió un consejo y fue ahí donde comenzó todo…
Me comentó que se sentía confundida, puesto que no sabía en concreto sus preferencias sexuales. Sentí un poco de incomodidad pero auné valor y le dije que podía ir con un sexólogo. No dijo nada pero noté que se enjugó una lágrima. Me acerqué y la abracé como muestra de solidaridad pero ella mal entendio la situación. Recargó su rostro en mi pecho. Yo usaba una blusa strapless negra. Metió su mano debajo de mi blusa y tocó mi abdomen. Me estremecí y me separé. Como estábamos sentadas rn el piso (sobre la alfombra) ella me dio un empujonsito y me tomó por el cuello. Acto seguido lo besó, luego lo lamió y mordisqueó suavemente. Hubo algo de ello que me pareció agradable, así que no me separé. Recordé cuando un ex novio me besó el cuello y otras partes del cuerpo, sin embargo esta sensación resultaba más embriagadora.
"Tú me vas a ayudar a desvanecer ésta confusión. Te va a gutar Renata" susurró en mi oído.
Me levantó la blusa y desabrochó mi brasier, besó mis senos y lamió mis pezones, suspiré y tuve la necesidad de tocar algo así que le acaricié la espalda. Subió por mi cuello y finalmente besó mis labios. Yo respondí al beso. Primero fue suave y luego muy apasionado. Nuestras lenguas juguetearon mientras nos acariciábamos y desnudábamos. Mordí su labio inferior y ella el mío. Después me dejé llevar y disfruté de su cuerpo rozando con el mío. Sus senos eran enormes y no pude evitar no tocarlos. Debido a que era mi primera vez tuve miedo pero me animé y lamí sus pezones imktando los movimientos en círculos que ella había hecho. Cinco segundos después me dijos que iba a hacer algo que me fascinaría, sólo me dijo que abriera mis piernas. Mordió mis muslos y escupió en mis íngles. Antes me hubiera parecido asqueroso pero esa vez me parecía excitante. Luego sucedió algo que me excitó aún más, sentí su lengua en mi vagina, la humedad de su lengua provocaba que me retorciera, abrió levemente mis labios y luego su lengua entró hasta mi vulva. Me retorcí y gemí, gemí de un modo estruendoso, le pedía más y ella me lo daba al doble. Tuve 12 orgasmos. Cuando se hubo cansado, tomé las riendas del asunto. Está vez era mi turno. Le dije que no sabía cómo hacerlo y ella contestó que sólo lo intentará y que hiciera lo mismo que ella.
Yo besé sus pies y todo su fémur, abrí dulcemente sus piernas y extrañamente saborée lo que ví: su sexo, de un tono rosado. Me sorprendió el ver tan húmeda su vagina. Hice mi trabajo. Lamí en circúlos su rajita, cuerdo el sabor entre dulce y salado. Luego decidí dejar de hacer esos moviemientos ya que ella sólo suspiraba. Creí que lo estaba haciendo mal, así que respiré hondo y mordí sus labios. Posteriormente succioné, cada vez con más fuerza y probé más a detalle sus jugos. Frida me tomó del cabello, se retorció incluso más de lo que yo lo hice, gimió y gimió, sus grititos me excitaban y yo la succionaba más y más hasta el grado en que ella se arqueó, su cabeza estaba en el suelo, su vagina elevada a unos 30 cm de altura en mi boca y sus pies firmes en el suelo. Sentí la necesidad de tomar aire así que la solté, cuando me volví hacie ella noté que ella tocaba sus enormes tetas y sus pezones estaban duros. Le miré la cara, estaba roja, tan roja como un tomate, sus ojos estaban cerrados y ella emitía bufiditos. La besé por el abdomen, subí a sus chichis en las cuales me perdí 10 minutos o más. Mi cuerpo estaba sobre el suyo y mientras me dedicaba a comer esos pechos, sentí algo frío recorrer mi espalda. Era algo alargado, y duro. Bajo por mi columna y llegó a mi trasero. "Quiza te duela" dijo y sentí cómo eso alargado se metía por mi culo. Grité. Ella río y dijo "Es un pene postizo Renta, pero funciona mejor que uno de verdad". Me incorporé y le dije que aún no estaba preparada para ello. Me sorprendió el ver aquél artefacto, era muy grande, de 40 cm quizás, y lo más extraño: de color morado. Ella me dijo que estaba bien y lo aventó al sofá.
En ese instante quedamos sentadas frente a frente. Nos sonreímos y lejos de sentirme rara com todo ello, me sentía más bien complacida. En cambio, algo me decía que la cosa no acaba allí. Nos besamos con much euforia. Jamás un hombre me había besado de ese modo, tan suave y fuerte a la vez. Jamás un hombre hizo que una lengua me supiera tan a algodón como la de Frida. Jamás había deseado tanto intercambiar de saliva y lamer labios… Por un instante nuestras vaginas se juntaron y provocó algo en mí, un escalofrio que me llegó a las entrañas. Supe que ella igual porque emitió un pequeño "mmmm". Me tocó los pechos y me hizo sentarme, abrió mis piernas y luego dijo. "¿Sabías que las tjjeras no sólo sirven para cortar?" No entendí claramente sus palabras, pero por su expresión juguetona supe que tenía algo sexoso en mente. Ella también abrió las piernas y las entrelazó con las mías de modo que primero estaba mi pierna derecha, luego su pierna izquierda, después la mí y fianlmente su pierna derecha. Nuestras vaginas quedaron juntas. Frida comenzó moviendo su cadera. La imité. Nuestras vaginas se frotaban provocando un efecto placentero.
Sentía como la temperatura me subía y se acumulaba en mi sexo. Gemí y ella también. Cada vez aumentábamos el ritmo. Nuestras caderas se movían en círculos y de izquierda a derecha. El roce de las vaginas era más excitamte de lo que pensé. Entonces lo sentí venir. Algo cayó de mis entrañas: era un orgasmo, suspiré y emití un "ahhhh" y un "ohhh" en un tono sensual. A pesar de estar apoyándonos de nuestras manos y de lo cansado que era esa posición no dejamos de hacerlo, incluso, lo hicimos con más fuerza. Ésta ocasión ya no íbamos de izquierda a derecha ni suavemnete en círculos. Lo realizmos con rudeza. Íbamos de enfrente a hacia atrás y viceversa, comenzamos a sudar y nuestras sonrisas pícaras se desvanecieon. Nos mirábamos a los ojos de una manera retadora, el color de nuestro rostro se enrojeció y subió de temperatura. Lo que antes habían sido gemidos y sensuales "ahhh" "ohhhh" "mmmm" se habían convertido en ruidosos gritos, en frases como "Cógeme como nunca antes" "Follar de raja a raja es mejor que follar con la mierda de verga que un hombre te ofrece" y en rostros serios extasiados de placer. Cuando justo estábamos a punto de terminar le metimos más fuerza y sentí cómo nuestros flujos nos hacían corrernos con mayor facilidad. Al terminar nos separamos y exploramos lo hinchados que estában nuestros labios (de la vagina) y sentimos la vulva de ambas. Éstas palpitaban. Luego nos tumbamos en el suelo nos besamos tiernamente, acariciamos nuestros rostros y nuestros cuerpos. Mi vagina ardía en fogosidad y a pesar de todo debía admitor que lo que había sucecido me maravilló por lo rico que se sentía.
"Me mojas mami" dijo Frida
"Tú me mojas, me secas y me hidratas" le dije.
"Renata gracias"
"Gracias a ti, porque fuiste tú quien me ayudó"
"chiquita, tú me ayudaste a mí, por si no lo recuerdas" Frida beso mi teta derecha.
"Uffff pero fui yo quien terminó por descubir que me gustan las mujeres"
Ambas reímos nos miramos y dimos un figaz beso.
"¿Otra vez?" le cuestioné.
"Otra y mil veces Renata" dijo…
Aquella madrugada hicimos el amor 4 veces más. Practicamos no sólo el oral, sino que también dejé que usara su pene postizo para penetrarme tanto vaginalmente como analmente y obviamente no podía faltar mi favorito, el que más disfrutaba, el que me otgasmeba y mojaba, el que me hacía gritar y pedir más hasta convertirme en zorra: la tijera.
Ahora Frida está en otro país, las circunstancias nos separaron. Y ahora cada que veo unas tijeras, recuerdo que éstas no solo sirven para cortar…. También sirven para follar.
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