Les. Yo a los 10 años con una mujer (1ª Parte)
Cuando tenía 10 años me mudé a Italia con mi familia y terminé enamorándome de mi canguro de 29 años. Con ella perdí la virginidad y aprendí muchas cosas… Hoy tengo 27 años y sigo guardándole el secreto..
(En este relato todos los nombres son falsos).
ME MUDO A ITALIA Y CONOZCO A MARÍA (ok)
No todos los niños muestran interés por el sexo a la misma edad. Yo siempre fui muy precoz, con tan solo 5 años descubrí mi propio placer y usaba a mi muñequito Flofi para rozarme con él y satisfacerme… Con 8 añitos me di cuenta de que, pese a ser una niña, me gustaban las niñas. Me enamoré de una chica de 9 años de mi colegio y fui la niña más feliz del mundo cuando me tocó besarla jugando al juego de verdad o reto en el cumpleaños de una chica del barrio.
Pero poco tiempo después me tocó mudarme a Italia por el trabajo de mi padre, acababa de cumplir 10 años y nos mudamos a mitad de curso, así que iba muy perdida. Sabía bastante inglés pero nada de italiano, así que mis padres procuraron que lo aprendiese rápido para poder adaptarme y no perder el año escolar. Su plan fue apuntarme a clases de italiano todos los días, no dejarme ver la televisión en español, ni escuchar música que no fuese italiana. Una inmersión lingüística total, pero lo que mejor les funcionó fue María. María era una española que vivía en nuestro pueblo. Mis padres la reconocieron porque era cajera en el supermercado. María era espectacular, tenía 29 años, pelo ligeramente rizado, negro y largo. Ojos de un marrón verdoso y unos labios perfectos. Su cuerpo siempre me llamó la atención porque era muy delgada pero tenía los músculos marcados como si fuese asidua al gimnasio o hubiese practicado mucho deporte de joven, su culo era espectacular y siempre llevaba escotes cuando no estaba en el trabajo o en casa. Eso me despistaba mucho cuando estaba con ella.
María necesitaba ingresos extra y mis padres le ofrecieron un sobresueldo simplemente por pasar las tardes conmigo ayudándome a hacer los deberes del colegio, hablándome en italiano, jugando conmigo… Básicamente todas mis horas libres las pasaba con ella y eso me encantaba. La verdad es que en poco más de un mes aprendí lo suficiente para hacer amigos y comenzar una vida nueva en Italia pero mis padres no dejaron de llamarla. Se hicieron amigos ya que mi padre trabajaba fuera y los fines de semana aprovechaba para hacer planes familiares, pero cuando querían irse mis padres a pasar el día fuera, llamaban a María para quedarse conmigo y yo estaba encantada. Mi madre, por otro lado, también la adoraba. Al principio nunca nos dejaba solas (obviamente) e incluso algo tan simple como ir al parque, lo hacíamos las tres. Pero poco a poco María fue ganándose la confianza de mi madre. Primero empezó a dejarnos solas para ir a hacer pequeñas compras, luego comenzó a dejarnos solas cuando tenía trabajo atrasado y una vez en el aniversario de bodas de mis padres me dejó a cargo de María a solas por primera vez.
Yo al principio sólo la veía guapa. Nos mudamos en Febrero y recuerdo que María siempre aparecía con guantes y gorro y me hacía mucha gracia que una adulta como ella llevase gorros de ositos o bufandas de unicornios, pero el «problema» llegó en primavera. Yo hacía unos 3 o 4 meses que me había mudado y ya tenía amigos en el colegio. El clima era muy parecido al de mi ciudad en España y empezaba a hacer buen tiempo.
Una tarde, María vino a casa para acompañarme al río. Por ese entonces María ya venía menos. Como un par de tardes a la semana, puesto que yo ya no necesitaba apoyo con la lengua, pero a mis padres les venía bien tener a alguien que se hiciese cargo de mí cuando no podía, ya que en Italia no tenían amigos, ni familia y con María ya tenían mucha confianza. Ese día los niños de mi colegio habían quedado para ir a un río que quedaba a las afueras del pueblo. Allí jugaban en verano ya que en primavera crecía con las lluvias. Mi padre estaba trabajando y mi madre quería aprovechar para hacer limpieza en casa, así que le pidió a María que me llevase y ella pareció encantada de poder llevarse un poco de dinero extra por estar conmigo toda la tarde.
María llevaba en Italia desde que terminó la carrera, así que durante el viaje al río le estuvo contando a la madre de mi amiga que era la primera vez que se bañaba en un río y le hacía mucha ilusión. Jamás imaginé que la inocencia de su sonrisa en aquel coche de camino al río se convertiría en mi perdición cuando se empezó a quitar la ropa frente a mí para quedarse en bikini. Como dije antes, siempre la vi guapa, pero ese verano empecé a darme cuenta de que María era prácticamente perfecta. Recuerdo lo nerviosa que me puse al verla venir hacia mí con un bote de crema en sus manos decidida a ponérmela por todo el cuerpo. Me dio miedo que notase que temblaba o que el corazón se me había acelerado así que le dije muy convencida que yo me la pondría sola y aceptó.
Tras jugar con mis amigos un largo rato, las madres y padres que nos estaban vigilando nos llamaron para merendar algo. Nos sentamos todos alrededor de una mesa de camping de madera enorme que había alrededor del río y empezamos a comer algunos bollos de chocolate y frutas que habían traído. En ese momento alguien me tocó el hombro.
– Sarita, déjame sentarme que no quepo, siéntate tú en mis piernas.
Casi como una autómata, me levanté, dejé que María se sentase donde yo estaba y me dejé conducir por sus brazos hasta su regazo. Jamás olvidaré la sensación de notar mi espalda desnuda contra su vientre desnudo y la sensación de saber que entre nosotras sólo había un fino pareo y nuestros trajes de baño húmedos. Intenté hacer como si nada y seguí comiendo, por suerte los niños terminaron rápido y fue la excusa perfecta para salir corriendo de allí. Pero desde ese día, yo ya no volví a ser la misma.
Esperando la continuacion
Excelente. Para cuándo la 2da parte?
Excelente relato.Vamos por mas.5 estrellas