Maribel, mamá; Sofía, hija; y Carolina, tía.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo he tenido relaciones sexuales desde muy pequeña y mi hermana igual, tal es así que quedo embarazada a sus 17 años, cuando terminaba su secundaria.
Soy lesbiana desde que tengo uso de razón.
Con todo estos quiero decir que soy una mujer muy caliente y que necesito el sexo como parte fundamental de mi vida.
Como es natural, después de tanta experiencia en el sexo soy bastante viciosa y no me asusto de nada.
De hecho, desde que era adolescente que a mi hermana la veía como una mujer muy deseable a la que hubiera metido en mi cama
sin ningún problema, pero nunca había expresado nada que me hubiera hecho avanzar en ese sentido.
Bueno, como digo yo solía ir a casa de mi hermana con mucha frecuencia.
Tanto ella como yo somos dos mujeres que se pueden considerar espectaculares.
Nos consideramos muy sexys y nos gusta ir vestidas bastante provocativas.
En ocasiones comentamos con risas como íbamos vestidas, que casi parecíamos putas, pero nos daba igual.
Mi sobrina era con sus 12 años un auténtico espectáculo.
Había heredado lo mejor de cada una de nosotras.
Era bastante alta y tenía unos pechitos chiquititos que me volvían loca y su ombliguito al aire hacía que no pudiera apartar mi vista de esa zona.
Hubiera dado cualquier cosa por cogerla.
Como no podía ser, me conformaba con mirarla y con darle caricias de vez en cuando.
Nos queríamos mucho y yo aprovechaba lo juntas que a veces estábamos para darle algún "abrazo" de más.
Ella no creo que percibiera nada.
Yo tenía un vicio oculto respecto a ella que me gustaba mucho.
Cuando estaba en su casa solía ir nada más llegar al cuarto de baño.
Allí estaba la cesta de la ropa sucia, que para mí era un tesoro.
Yo buscaba en seguida las tanguitas de mi sobrina y también las de mi hermana.
Muchas veces me había masturbado oliéndolas, primero las de mi hermana para calentarme y después las de mi sobrina, lo que me hacía explotar en un orgasmo bestial.
Como es natural, cuando alguien hace algo muchas veces acaba por confiarse y comete un error.
Yo un día lo cometí.
Bueno al menos eso creí al principio, aunque luego las cosas fueron justo al revés de cómo yo me temí que fueran a ser.
El caso es que un viernes estaba yo en casa de mi hermana después del mediodia.
Mi sobrina estaba en casa de sus compañeros porque ese dia empezaban sus vacaciones de invierno.
Eran las 3 de la tarde y mi hermana trabajando (como lo hace en la actualidad) como cajera en un banco.
Yo, como casi siempre, estaba muy caliente, así que me fui al cuarto de baño y empecé a buscar en el cesto de la ropa.
No había tangas de mi hermana, si no unas de mi sobrina blancas.
Comencé a olerlas y enseguida me vino la imagen de Sofi.
Esa imagen que me ponía mala de calentura y ese olor que también conocía.
Me senté en la taza del inodoro, levanté mis faldas, bajé mis bragas y empecé a masturbarme.
Estaba yo a punto de acabar cuando de pronto se abrió la puerta.
¡Dios!, yo quería morirme.
Se me había olvidado poner llaves en el baño y allí en la puerta estaba mi hermana.
“¡Perdón!”, dijo al verme en tal situación y cerró la puerta.
Yo rápidamente me levante y me quería apresurarme a dejar la tanguita de mi sobrina en su sitio.
De nuevo y de golpe se abrió la puerta de golpe y era mi hermana entrando rápido hacía mi y enojada.
“¿Qué haces?”, me dijo mirándome las manos en las que yo trataba de ocultar la tanguita.
“¿Qué haces con la tanga de Sofi, Carolina?”
Yo me quería morir.
Me habían descubierto in fraganti y no podía disimular ni mentir.
La vida me había enseñado que lo mejor en estos casos es decir la verdad.
“Perdóname, Maru”, dije bajando los ojos y roja como un tomate y mientras trataba de subirme mi propia tanga.
“¡Te estabas pajeando con la tanga de mi hija! ¡Hija de puta!”, me increpó.
“Perdóname…”, balbuceé de nuevo.
“Pero…¿por qué?”, preguntó ella.
“Mi vida, perdóname.
Estaba tan caliente….
”, dije.
“¿Te pone caliente Sofi?”, me preguntó.
De pronto había bajado el tono y ya no era de reproche, sino que empezaba a ser de curiosidad.
Vi una puerta de esperanza.
“Si Maru, mi amor, lo siento…Me gustan las mujeres y tu hija no es una excepción….
”, dije.
“Pero si es muy nenita”, argumentó.
“Maru, vos sabes que no es una nena y que está en la edad en la que el sexo te inunda todo”, la dije.
“La verdad es que se puso tremenda”, dijo ella como pensando en alto.
“¿Verdad?”, pregunté yo intentando buscar complicidad.
De pronto, Maribel, cayó en la cuenta del tema de las bragas y me dijo:
“Claro, así me faltaban mis bombachas y las de Sofi siempre”, se me quedó mirando.
Yo no dije nada por lo que reconocía mi culpa.
Pero siguio.
“¿También yo te pongo cachonda?.
¿También te pajeas oliendo mis tangas?”, me preguntó un poco incrédula.
“No sabes lo caliente que me ponen las dos.
Si, claro, vos también.
Muchas veces pense en que estábamos las tres y
me muero de ganas.
Claro que te deseo.
Mucho más de lo que te imaginas….
”
Con los nervios de aquella situación y esa declaración a mi me dio por llorar como una loca.
Maribel se apiadó de mi y me abrazó.
“Mi amor, no llores….
no pasa nada”, y empezó a darme besos en la cara para calmarme.
”Shhhh, que no pasa nada.
Yo te quiero mucho y esto podemos arreglarlo”
¿Arreglarlo?, pensé, que significa arreglarlo.
En seguida lo entendí.
Mi hermana empezó a besarme en la boca con besos suaves.
Después fueron besos más apasionados.
Poco después ya me estaba metiendo la lengua en la boca y me estaba empezando a sobar el culo.
Yo creí estar en el cielo.
Mi hermana no solamente no estaba enojada conmigo, sino que me correspondía.
“Maru, cielo, ”dije yo, “como te deseo”
“Y yo a vos, tonta.
¿Por qué no me lo dijiste antes?”, me preguntó.
“No me atrevía, Maru”, ya nos reíamos.
“Dale, vamos a mi cuarto”, dijo llevándome de la mano.
Cuando llegamos, ella se puso frente a mi y empezó a desnudarme.
“Maru, que feliz me haces”, le dije.
“A mi, espero que, además de hacerme feliz, me hagas la mejor mamada que me hayan hecho nunca”.
Entrábamos en el terreno del sexo explícito.
“No lo dudes, mi amor.
Soñe tantas veces en hacerte el amor”, dije.
“El tiempo que perdimos”, me dijo.
Ya nos habíamos desnudado una a la otra y nos tumbamos en la cama.
Nos abrazamos y nos besamos profundamente.
Después de un rato, ella empujo mi cabeza hacía abajo.
“Veni, Caro, chupame la concha”
No lo dudé.
Nos pusimos en posición del 69.
Por fin tenía ante mi aquello que tanto había deseado.
Nos hicimos una mamada increíble y yo estaba a punto de acabar.
“Espera, mi vida”, me dijo ella, se levantó y se fue.
Yo no entendía nada.
, pero antes de que la llamara para que volviera ya estaba de vuelta.
Se acercó hasta mí y me puso algo en la cara.
¡Era la tanguita de Sofi!
“Disfruta, hija de puta”, me dijo y metió su cabeza entre mis piernas y empezó a lamerme.
Yo no lo podía creer.
Mi hermana aceptaba y me proponía incluso que tuviera fantasías con su propia hija.
Era la gloria.
Tardé mi poco en correrme dando gritos y llamando a mi hermana y a mi sobrina.
“¡Te amo!”, dijo Maribel.
“¡Te amo, hermana!, le dije.
“Ahora me toca a mi.
Cómeme bien, puta”, me ordenó.
Nos pusimos en posición y empecé a comerle la concha con todo el interés y cariño que tenía.
Para mi sorpresa, Maribel agarro la tanguita de su hija, que habían quedado encima de la cama, y empezó a olerlas profundamente.
Yo me quedé de piedra a la vez que encantada de aquello.
“¡Que bien huele la putita!”, dijo.
“¿Te gusta?”, pregunté.
“Creo que me estoy enamorando perdidamente de mi hija”, asintió.
Pasaron pocos minutos cuando Maribel acabo en mi boca susurrando “Caroooo.
ahhhhhhh… Sofiiiiii…Las amooooo”
Yo me incorporé y me abracé a ella.
“Mi amor, lo que faltaba para todo fuera perfecto entre nosotras”, le dije.
“Si, mi vida”, me contestó besándome en la boca.
“¿Desde cuando te gusta Sofi?”, le pregunté directamente.
"Desde hace mucho, Caro.
Está tan buena la hija de puta”, dijo como si se relamiera.
“Es verdad”, dije yo.
“¿Te gustaria tener algo con tu hija?”, pregunté.
“Ya me hubiera gustado, pero no me atrevi”, me dijo.
“¿Pensas que le gustan las minas, como a nosotras?”, le pregunté.
“Seguro.
Ahora te cuento”, me dijo.
A mi me dio un vuelco el corazón.
“Contame”, pregunté impaciente.
“Mira desde hace tiempo quiero hacer una cosa.
Con esto que nos acabo de pasar, quizás sea más fácil”, dijo misteriosa.
“¿El qué?”, pregunté ansiosa.
“Mira”, dijo incorporándose un poco, “muchas veces entre en su cuarto y vi que cerraba Internet corriendo, pero a mi me
dio tiempo a ver que eran páginas de lesbianas.
Además, yo mire en el Explorador las direcciones que mira y siempre son de putas”.
“Bien”, dije yo.
“Se me ocurrio”, empezó a decir
“¿Qué?”, pregunté otra vez ansiosa.
“Mira como yo se que habla con sus amigas en el chat ese, el Messenger, y estoy segura de que estuvo con alguna, pense que yo, o vos, tengamos una relación de cibersexo con ella.
Si es como pienso, sabremos si le van las putas y, lo mejor, hay que saber si tiene fantasías conmigo o con vos”, dijo.
“¡Que buena idea!”, le dije admirada.
“Si funciona, yo voy al ataque sin dudarlo”, dijo riendo.
“Yo me muero por cogerla”, dije.
“Y yo…”, dijo mi hermana.
Para mí, no era ningún problema hacer esto.
Soy informática y se perfectamente manejarme por Internet y los chats.
Esa tarde despues de coger con mi hermana y que no estaba mi sobrina abrí su compu y vi que tenía un icono de Eyeball Chat, que es un software de video chat.
Lo abrí y su usuario era Afrodita12.
Bueno, ya tenía el dato que me hacía falta, así que luego antes que viniera Sofi pactamos mi hermana y yo, nos quedamos en su casa y cuando Sofi llego a eso de las 10 de la noche nos saludo, se baño y se fue a su cuarto diciendonos que estaba cansada y se iba a dormir, mi hermana le dijo a Sofi que yo me iba a dormir esa noche.
Con gran impaciencia, a eso de las 11 de la noche nos conectamos a Eyeball Chat.
Hay varios “rooms”, pero supusimos que ella se podría conectar a dos de ellos, bien al “Teen” o a “Lesbian”.
Alternativamente nos conectamos a esos “rooms” para ver si veíamos a su usuario en la lista de conectados.
Pero no, no aparecía.
Únicamente se conectaban muchos tipos disimulando ser chicas, ya que el “nick” que habíamos elegido era 2LesforGirls.
Si es verdad que alguna llamada era de alguna adolescente que quería sexo.
Nos gustó mucho alguna que enseguida quería una sesión de cibersexo, pero estábamos tan deseosas de ver a Sofi que desechábamos esas oportunidades, que por otra parte parecían divertidas.
Nos comentamos que habría que entrar allí y disfrutar de alguna de aquellas nenitas y no tanto.
Después de casi dos horas de desesperación y sin ninguna señal de Sofi, y a punto de tirar la toalla, vimos en el salón “Teens” que aparecía nuestro “usuario” soñado; Afrodita12.
Rápidamente intentamos contactar y nuestra frustración fue grande al ver que no aceptaba nuestras llamadas y que estaba ocupada por otras.
Pasó mas de media hora en la que estábamos casi histéricas hasta que por fin recibimos una llamada como a eso de las 2 de la madrugada.
¡Era ella! ¡Gracias, Dios mío!
Contestamos rápidamente.
En la cámara salíamos las dos y yo había dispuesto la habitación de forma que no pudiera reconocerla.
Obviamente solamente aparecíamos de cuello para abajo.
Ella, sin embargo, mostraba la cara sin ningún problema.
Al verla, nos dio a ambas un vuelco al corazón y nos agarramos de la mano.
La cámara no era muy buena pero se la veía preciosa, como siempre.
Vestía un camisón bastante transparente blanquito, aunque solamente se le
veían los tirantes.
A través de texto le dijimos que no teníamos micrófono y que deberíamos hablar por mensajes de texto.
Voy a tratar de ser más fiel de transcribir la conversación que tuvimos en aquella sesión.
Yo creo que ustedes se haran una prefecta idea de lo que pasó.
“Hola”
“Hola”
“Quienes son”
“Dos amigas de Rosario”
“Yo vivo también en Bs As Arg“
¿Cuantos años tenes?”
“12.
¿Y ustedes?”
“29 y 30” (mentimos).
“¿Y que hacén en Teens?”
“Nos gustan nenitas ¿Cómo te llamas?”
“Sofia.
¿Y ustedes?”
“Paula y Laura” (mentimos otra vez)
“¿Las conozco?”
“No, ¿Por qué?” (¿Sospechaba algo? ¿Nos habría reconocido? No era probable.
Nos entró miedo).
“No se.
Me resultan conocidas”
“Es la primera vez que nos conectamos” (era verdad).
Pasó un buen rato y por un momento creímos que nos había conocido.
No hacía nada ni nos hablaba.
Estábamos considerando abandonar aquello cuando nos llegó un nuevo mensaje.
“¿Son lesbianas?”
“Si, somos pareja”
“Yo tambien soy lesbiana” (nos dimos un apretón a la mano que nos teníamos agarrada.
Se confirmaba).
“Sos preciosa”.
“Ustedes no se.
¿Pueden mostrarme la cara?”.
“No.
No queremos.
“Ah”.
“¿Estás caliente?” (Fuimos al grano), porque nosotras si.
“Yo siempre” (A las dos nos subieron las mariposas por el estómago).
“¿Queres jugar un rato?”.
“Claro”.
Nos quitamos las camisetas y nos quedamos con las tetas al aire.
“Guau, estan muy buenas”.
“Mostranos vos” (ella se quitó el camisón y nos enseñó unas tetitas chiquititas y preciosas que enseguida empezó a acariciase).
“Así, bonita, así.
Tenes unas tetas preciosas”.
“Son muy pequeñas”.
“Nos gustan así”.
“A mi las suyas.
Me estoy poniendo a cien” (“Y yo”, le dije a mi hermana y nos reimos).
"Mostranos tu conchita.
Vamos a pajearnos juntas”.
Ella no lo dudó y bajo la cámara hacia su preciosa conchita, allí estaba el objeto de todos nuestros deseos.
Una pelusita le crecia y se la veía muy rosadita, tanto mi hermana como yo suspiramos al verla y nos apresuramos a bajar la cámara y mostrarle nuestras conchitas, ya que estábamos sin tanga.
“Me encantan las de ustedes”.
“Y a nosotras esa preciosa conchita que tenes”.
“Pajeense una a otra”.
“Claro bebe” (Eso fue lo que hicimos, nos empezamos a acariciar el clítoris una a la otra mientras ella hacía lo mismo sola).
La situación era superexcitante y estábamos cachondísimas.
No queríamos decirle quienes éramos aunque ganas no nos faltaban, pero el momento clave eran las preguntas que íbamos a hacerle.
“Segui así, preciosa, que nos estás poniendo a mil”.
“Y ustedes a mi”.
“Nos gustaría chupártela”
“Y yo a ustedes.
No les voy a dejar nada por chupar” (Que bien, que descarada era y que caliente).
Llegó el momento.
“Sofi, ¿no te importa que seamos tan mayores para vos?”.
“No, me gustan grandes”.
“Pero podíamos ser tu madre por la edad”.
“Ojala” (las dos dímos un gritito, Ojala, decía y había que preguntar más claramente)
“¿Ojala? ¿Te gusta tu mami?”.
“Me encanta” (Dios mío, era verdad, se nos llenó el cuerpo de una extraña felicidad como si nos hubieran dado la mejor noticia de nuestra vida,y yo sentí me un poco celosa, pero pensé que si veía a su madre con ojos sexuales, mucho más lo haría con su tía).
“¿Coges con ella?” (Fuimos muy directas).
“No…no me atrevo”.
“¿Por qué? No seas tonta.
Deciselo, mira si a ella le gustas también.
” (Tratábamos de allanarle el camino)".
¿Y vivis con tu papa tambien?".
"No, desde chica que no lo veo".
"¿Y solo con tu mami vivis?".
"No, hoy esta mi tia, la hermana de mi mama, que se quedo a dormir".
"¿Y tambien ella te gusta?".
“Me encantaría coger con ella, me gustaria que entre ellas me desvirgaran”.
Nosotras estábamos ya a cien, mi hermana, tomando todas las precauciones posibles para que no se le viera la cara se había agachado y me estaba haciendo una mamada estupenda.
“CHupamela, puta, que me voy a correr”.
A partir de ahí, todas teníamos las manos muy ocupadas y no hablamos nada.
Solamente nos veíamos.
Sofi estaba totalmente “despatarrada” y se estaba haciendo una paja monumental.
Mi hermana también mientras me comía la concha.
Yo vi perfectamente como mi sobrina se corría y yo lo hice a continuación.
Mi hermana lo notó, levantó la cabeza y vio a su hija convulsionándose como una loba.
Se corrió salvajemente mientras gritaba:.
"¡Si! ¡Si! ¡Mi niñaaaaa! ¡Cogete a tu mamiiiii…! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh…!.
Nos quedamos las tres paradas casi al mismo tiempo.
Mi hermana y yo estábamos en la gloria.
Había sido una sesión “rara” de sexo con su hija, pero había sido muy excitante.
Además, ya sabíamos lo que queríamos; a Sofi le gustaba su madre y su tia.
A partir de ahí todo sería muy fácil.
“Nos ha gustado mucho, Sofi”.
“A mi también”.
“Esperamos poder repetir”.
“Y yo, mejor al natural”.
“Quien sabe”.
“Eso”.
“Bueno, Sofi, adios y gracias”.
“Adios.
Gracias mamá, gracias tía”, (y desconectó).
¡NOS QUEDAMOS DE PIEDRA! ¡Nos había reconocido y no había dicho nada! No solo eso, había tenido una sesión de cibersexo con su madre y su tía.
Después de los primeros momentos de estupor, nos entró un ataque de risa nerviosa que nos duró un buen rato.
Rápidamente decidimos que había que ir al cuarto de Sofi y terminar lo que habíamos comenzado.
Ya eran las 4 de la madrugada.
No es necesario decir que esa madrugada Sofi dio el primer beso de su a su mamá y el segundo beso de su vida a su tia, es decir, yo, y mientras yo la sostenia su cuerpito, Maribel la desvirgo a su hija con un consolador enorme que era mio, y desde hace 15 años, que es de las tres.
Como pueden comprender a partir de aquella noche, me fui a vivir a su casa, y las tres vivimos desde hace 15 años noches lujuriosas de intenso sexo.
Nos amamos más que nunca y disfrutamos de nuestros cuerpos cada noche, y siempre estamos dispuestas a hacerlo las tres juntas.
Un beso grande para todas.
Maribel, mamá; Sofía, hija; y Carolina, tía.
Excelente relato, me gustó todo, son geniales. Eso de oler las pantys es muy importante rico. Las felicito.