Mi noche con seis chicas…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Camino.
Esta es la historia de mi primera relación sexual fantástica que tuve con cuatro niñas y dos jovencitas: Agustina, Daira, Florencia, y sus amigas.
Empezaré diciendo algo sobre Agustina: esta chiquita es una niña de un barrio cercano, a poco más de veinte cuadras de mi casa. Hace un par de años la conocí, cuando ella tenía como seis añitos, pero nunca me la insinué para nada. Mas por fin, un día, poco antes de los sucesos que narro más abajo, habiendo estado pensando de continuo y particularmente en ella, me levanté del comedor de mi casa, tomé la bici, y fui a su encuentro a su casa decidido. Por fortuna estaba en el patio, casi en la calle… me acerqué y, llevándola un poco aparte, le pregunté que qué le parecería si yo la invitaba a salir por ahí. Yo se lo pregunté con nervios y con delicadeza ya que nuestra diferencia de edad es de casi 20 años, pero ella me dijo que lo aceptaría. Mi miembro, que ya se había despertado, aumentó con fuerzas dentro de mi calzoncillo.
Tomé más fuerzas, y le pregunté en baja voz, casi al oído si le gustaba alguna chica (alguna otra chiquita… o mujer…), y me dijo que sí. Ahí me sentí necesitado a autosatisfacerme en un baño… lástima que no tenía cerca ninguno. Le dije entonces que al día siguiente, como a las cuatro de las tarde la iba a pasar a buscar… y también le dije que invitara a una amiguita suya con sus mismos gustos para aquella salida, la más linda que tuviera, y que la iríamos a buscar también. A Daira la conocí en una localidad lejana, y por mail le pregunté si no le molestaba reunirse conmigo y unas amigas mías por aquí. Le pedí el teléfono, y le pregunté con la mayor delicadeza si alguna vez había sentido atracción por alguna chica de su edad: también me dijo que sí, y le dije que invitara para aquel día (ya que había sido unos días antes que Agustinita) esa chica, la que le gustaba, u otra que sea bien linda. Con pocas palabras me asintió, pero mostró entusiasmo.
Otra vez me vi necesitado a autosatisfacerme en la soledad de mi baño pensando que en pocas horas la podría tener desnuda en mis brazos, imaginando todas las posiciones de penetración sexual que le podría invitar a tener. Eyaculé y me sentí ya más liviano. A Florencia, la más grande, la conocí cuando estudiaba, y contactándome de vuelta después de mucho tiempo, la invité por mensajito de texto, después de haber conseguido su número de celular. Le había dejado una carta abriéndole mi corazón, diciéndole cuánto me gustaba, y cuánto me gustaría estar con ella para una propuesta lésbica. Fue larga la carta. Cuando me contestó que aceptaba ir y que iba a invitar a una de sus amigas más lindas que tenía, no aguanté más, y me autosatisfice nuevamente en el baño de mi casa, pensando lo que me esperaría ahora con Florencia…
Llegó el día. La casa donde nos reuniríamos era la casa de unos conocidos que ya no la ocupaban, y que estaban por vender. Les dije que allí nos reuniríamos. A Agustina la fui a buscar yo a la casa, en remisse, ya que vivía un poco lejos y era la más chiquita. La fui a buscar con su amiguita: ambas estaban esperando en su casa, en la vereda, ya preparaditas. Cuando el remisse dobló la cuadra hacia su casa, sentí un par de palpitaciones que me llegaron a la garganta, pues las vi a las dos chiquitas y eran una ternura. Ya arriba del auto, las saludé intentando disimular mis nervios, pero vi como tragaban saliva y sonreían, mirándose entre sí, como presintiendo lo que pasaría. Yo intentaba hablar de cualquier cosa, por el que manejaba. Llegamos a la casa de mis conocidos, le pagué al chofer, les dije a las chiquitas que bajen del lado de la vereda, me acerqué a la puerta con las llaves ya en mano, y abrí lo más rápido que pude la puerta, intentando siempre disimular mis nervios. Las invito a entrar, cierro tras de mí la puerta, y empujándolas suavemente por las espaldas con mis manos, las hago pasar a una especie de saloncito.
Poco después escucho el timbre: dejo a Agus con su amiguita en ese saloncito, y con el corazón en la boca voy hacia la puerta: un poquito más tarde de lo acordado llegó Daira con una amiguita, también jovencita como ella, de pelo oscuro y lacio, y con pequitas en la mejilla. Cuando llegaron, las hice acomodar en ese saloncito y yo les pedí permiso para irme a hacer algo y que enseguida volvía. Tanto a Daira como a su amiga sus pechos se estaban desarrollando. Una hora y media escucho la última timbrada del día: voy en las mismas condiciones a ver si es Florencia con su amiga, y ciertamente lo eran: ambas eran muy, muy lindas: delicadas, afables… Florencia me saluda con un beso en el cachete, como nerviosa, y su amiga como más suelta, me da un beso más cerca de la boca que de la mejilla, lo que me hace estremecer enteramente. Las hago pasar y las presento a las cuatro chiquitas que ya estaban en aquel saloncito. Florencia es rubia, de pelo lacio y largo, algunas pequitas en la mejilla, ojos verdes, y piernas largas y esbeltas. Su amiga era también de nuestra altura, de rulos, jopo y pelo largo.
Ella especialmente me hizo insinuaciones de lo que íbamos a disfrutar esa noche, que me obligó de vuelta a ir al baño a autosatisfacerme. Y mientras esto me hacía yo mismo, me imaginaba ya que iba a estar con seis chicas todas de piel tersa, acostado, cosa que me excitaba aún más.
Volviendo a donde estaban ellas, preparé adrede unos videos en una habitación con cama matrimonial que yo había preparado, que tenían algunas insinuaciones mayormente entre mujeres. Intentamos comer unas pizzas que pedimos. Yo explicité y les quise como “recordar” porqué estábamos allí, y hablaron de ellas, de mujeres y de lo lindas que se parecían entre sí, pero en ningún momento se atrevieron a tocarse un pelo. Ya estaban las seis, y yo no sabía muy bien cómo iba a terminar en la cama con ellas tres. Mi corazón latía a full, y las miraba sabiendo que de un momento a otro mis labios iban a explorar y besar cada centímetros cuadrados de cada uno de sus cuerpos: sus vientres, sus brazos, sus piernas, sus muslos, sus glúteos… y por fin sus zonas genitales, mientras ellas, las seis mujeres, se besarían con besos de labios en labios, con besos en todos sus cuerpos… donde pudiesen.
El hecho de que iba a estar en la cama con seis lesbianas, aunque ellas nunca se habían llamado así, me excitaba muchísimo. Al verlas, y al imaginarme eso, me erotizaba cada vez más. Por fin me decidí, ya que nos habíamos quedado en silencio mirándonos, y en general eran tímidas o vergonzosas: me acerqué a Florencia (no digo su apellido para guardar su identidad) que vi cómo miraba a Agustina, a Daira y a sus amigas. Sabía que las deseaba. Le toqué el hombro, acariciándoselo. Ella me miró y tragó saliva. Agustina, Daira y sus amigas clavaron sus miradas en nosotros, boquiabiertas por los nervios, casi inmóviles. Agustina era la que más le costaba disimular su asombro y su deseo, y tragaba saliva queriendo disimular con sonrisas forzosas debido a los nervios. Sus labios temblaban. Acariciándole el hombro a Florencia, hermosa ella y rubia, de piel perfecta y dientes perfectos las seis y cuerpos esbeltos y muy atractivos, bajé mis manos a la zona de su cadera para invitarla a que se saque su remera. Ella se lo sacó. ¡Ya estaba empezando la fiesta! Yo acerqué mi zona genital a sus hombros, presionándome mi miembro sobre ella. Yo todavía tenía el pantalón. Me lo saco: primero el botón, después me bajo el cierre, y me bajo el pantalón, que era de vestir… me saqué las zapatillas, las medias, e invité a Agustina y a Daira a que se acerquen más con sus amiguitas… No lo podía creer… ¡seis mujeres! Estábamos sentados en una cama grande.
Acerco lentamente mis labios a los de Agustina, y sintiendo su respiración, tomo contacto con su boca, le doy un beso… y hundo mis labios en los suyos, los relamo, y cuando los separo, una línea de saliva une sus labios un poco abiertos y nerviosos con los míos. Va el primero, yo ya me estaba extasiando… le saco su remerita blanca de niñita, y ella levanta sus bracitos para ayudarme a desvestirla. Beso sus antebrazos, hundiendo ahora mis labios en su hermosa y tierna piel. Veo como ella acerca sus labiecitos a mi rostro y me besa, me excitó sobremanera: ¡que ella me diera un beso! ¡una chica de nueve añitos! ¡y estando con el pechito desnudo! ¡Ah!… voy a la amiguita de Agustina y también hundo mis labios en los suyos, succionándoselos, y presionando con mi mano izquierda su nuca para acercarla a mis labios, y al terminar se muerde el labio inferior mirando para abajo y sonriendo temblorosa. Veo a Daira y le saco el pantalón vaquerito ajustado que lleva, y ella me ayuda, y se saca rápido su remerita por iniciativa propia… ¡y el corpiñito que llevaba! ¡Ya le veía todo el torso desnudo…! Al parecer, ella ya había entendido para qué estábamos allí. Veo que su amiguita hace lo mismo… y le veo la bombachita a Daira: al parecer entendió mi mirada, porque enseguida se la sacó, apoyando su espalda en la cama, y Agustina la miraba. Era una bombachita blanquita, que termina volando al piso. Florencia le ayudó. Yo estaba re-excitado. La amiga de Florencia… Mili, se me acerca y me da un beso en los labios… abriendo y cerrando su boca sobre la mía.
Daira, que ya vestida tenía un cuerpo escultural, pasó algunas veces sus deditos por sus genitales, como masturbándose y se pasó saliva como para lubricarse, y ya el rostro de las cuatro más chiquitas se sonrojaron temblorosos. Dairi me veía especialmente el calzoncillo, que todavía lo llevaba puesto, y en el que se me veía el bulto y las pulsiones que apropósito yo hacía. Su amiguita hacía lo mismo, ya sacándose el pantalón ajustado que traía. Tanto ella como Agustina eran morochitas, de pelo lacio y largo. La amiguita de Agustina también era rubiecita, como Florencia. Daira de 15 años, y Agustina de unos 9 años: sus pechitos aún no se habían formado. Le doy otro beso a Agustina, en la boca, y se me acerca Daira como pidiéndome uno para ella, cosa que hago muy gustoso. Me siento entre ellas. Les pregunto si me pueden sacar el calzoncillo, y me lo sacan… con la ayuda de sus amiguitas que vienen a ayudar… se quedan mirando mi pene. Yo me lo había afeitado, depilado, para que quede suavecito a sus caricias.
Florencia ya estaba a los besos con Mili, y ya le estaba lamiendo su clítoris, ¡yo no lo podía creer! ¡Me quedé extasiado! Agustina posa su mano derecha al lado de mi pene erguido. Florencia se saca la ropa que hasta entonces le había quedado. Ya no aguanto más… y me masturbo mirándolas… delante de ellas hacer eso me llenaba de placer, adrenalina y erotismo ¡Ah!¡Seis mujeres!¡Y para mi sólo! Daira se me acerca, yo la recibo abrazándola con mi brazo derecho. Con el izquierdo acariciaba a Agustina particularmente su espalda y su entrepierna, ya se había desnudado toda. Las amiguitas de ellas dos se arrodillan delante de mí, una mirando mi pene, otra, mirándome a los ojos: me estremecí. Extiendo mi brazo hacia Florencia y Mili llamándolas. Me acomodo en el centro de la cama. Me masturbo de vuelta un poquito, pero Agustina siguió y yo cubrí su mano con la mía y le guiaba sus movimientos. Ya estaba empezando la fiesta fiesta ¡con seis chicas de las más lindas que conocía! Las amiguitas de Agus y Daira empiezan a besarme la zona genital y testicular, explorándolo todo… ¡y yo a ellas!… Daira me empieza a besar en los contornos de mi zona genital también. Algunas veces rozaba la manito de Agustina con su boquita, supuestamente inintencionalmente, y otras veces acercaba su carita a la carita de alguna de las dos chiquitas.
Viene Florencia a mí, gateando sobre la cama, ¡Ah! ¡totalmente desnuda! Una chica que desde siempre había deseado, aunque sea darle un beso y abrazarla saliendo de aquel lugar donde en su momento estudiábamos juntos, ¡ahora la tengo desnuda a centímetros mío! Mili viene a mi encuentro por el otro lado… Mientras tanto Agus, Daira y sus amiguitas seguían como hinoptizadas con mi pene y esa zona. Agus había empezado a darme besos en la punta de mi pene, con mi mano derecha seguía guiando sus movimientos para que me masturbe, con la otra mano acariciaba la espalda y la colita de Daira, la de 15 añitos, y en un momento dirigí mi mano izquierda, de Dairi a recibir el primer beso de Florencia. ¡Ahhh! Mhhh… A la altura de mi cara tenía a las dos chicas más grandes y desarrolladas, y en mi zona genital ¡a cuatro niñas que no se cansaban de besar, explorar y gemir! Ver sus ombliguitos y sus zonas prohibidas me extasiaba sobremanera, cómo se doblaban, como abrían sus boquitas… los hilitos de saliva que veía y sentía que me dejaban… el intercambio de salivas infantiles y los roces que tenían… eyaculé y las manché… se limpiaron y continuaron…
Acerqué a Agus para poder darle un beso en la boca, y para de paso hacer que se de un beso con Florencia. Siguió aumentando la excitación al ver cómo unían sus labios, siendo las dos mujeres, y mujeres lindas… vi cómo Florencia, la rubia a quien tanto desee, cubría con su boca la boquita de Agustina, ¡una niña de nueve añitos!, también hice que se dé un beso con Mili, mientras yo acariciaba sus partes… y eyaculé manchando de nuevo a las tres niñitas que estaban en esa zona… se limpian de nuevo con las manos y se secaron con las sábanas… Mientras tanto Daira pasó a besarme el pene y chuparlo sacando la lengua. Agus, la más chiquita, le da un beso a Florencia, y yo a ambas. La amiguita de Agus y la de Daira se funden con Mili, que siendo más grande que ellas las abraza y les dice donde dirigir los besos: a sus genitales y a sus pechos y labios. Así estuvimos los siete largo rato, y eyaculé de nuevo. Ellas también habían llegado al clímax muchas veces, pero después de unos segundos de descanso, seguían besando y metiendo dedos… Recuerdo patente cada orgasmo de Agustina: unía con fuerzas sus piernitas por las rodillas, cerraba sus ojitos y se recostaba en la cama, gimiendo y sollozando unos segundos de placer… siendo una dulce niñita tenía que soportar un clima sexual con cinco hermosas mujeres y un varón que hasta a mi se me hacía difícil sobrellevar sin estar continuamente en éxtasis. Pero en breve se sobreponía y seguía en acción. Cuando se nos acercaba un orgasmo, tanto a las dos niñitas como a las más desarrolladas veía que, si estaban acostadas, elevaban su cadera como queriendo recibir más placer en esos segundos, y si estábamos sentados, uníamos las piernas por el placer…
Yo buscaba que se den besos, y el que más me erotizó fue el beso que se dio Agus con Daira, y ambas con sus amiguitas. Fue hermoso. Mirándolas eyaculé de vuelta. Las amaba. Eran jovencitas, una piel lisa y hermosa, sus ojos brillaban, cuando se inclinaban se les formaban las arruguitas en la zona abdominal… Florencia dejó que yo la penetre sentándose arriba mío, y al lado mío se comían a besos Agus y la amiguita de Daira y Daira y la amiguita de Agus. Me di cuenta de que Flor había tenido un orgasmo cuando presionó con fuerzas sus largas piernas hacia mí. Mili giraba besando y lamiendo los genitales que encontraba. Era hermoso ver eso. Allí fue mi enésima eyaculación. Les hice luego que Daira besara el clítoris de Agus y que esta besara el de Dairi, y las de sus amiguitas y seguí penetrando a Florencia, besándola a ella y a ellas, luego. Acercándose otra de mis eyaculaciones, pedí a Flor que se acostara al lado de Dairi, que yo iba a eyacular sobre la espalda y la cola de Agus masturbándome, y sobre la cara de Dairi. Mili se acostó del otro lado esperando mi fluido. Después me recosté suavemente sobre ellas cubriéndolas, mientras besaba los glúteos de la hermosa niña Agus y la cara de Dairi, mientras ellas se besaban, y las penetré a cada una de ellas, eyaculando otra tantas veces. Vi cómo se besaban, esos besos lésbicos, de niñas, labio a labio, cómo se besaban en los brazos, en sus pancitas, en sus partes íntimas, en sus colitas, en sus cuellos… Repito otra vez que sobre todo me excitaba de un modo especial Agustina, ya que era la más niña aún. Así estuvimos casi hasta la madrugada. Me desperté con ellas seis… algunas seguían… y seguimos un poco más, hasta que tuvimos que parar a la fuerza, porque ellas tenían que volver cada una a su casa, hasta una próxima vez. Nos seguimos viendo luego a menudo, ¡haciendo lo mismo!
Sí… es verdad… el corazón del hombre es insaciable de afecto, de amor, y yo lo experimento a menudo… tenemos un corazón con deseos infinito de ser amado… pero también de amar…
Y no es verdadero amor el que sólo pasa por la superficie de la piel, por el tacto… no es amor verdadero ese… sino aquel que se dona por entero…
Varias veces entré en razón de que con estas relaciones terminaba haciendo de la mujer un objeto, una cosa… ¡pero es algo tan difícil de corregirse!, o de abandonar llegado el caso
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