Mi prima Isabela
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Prefiero mantener ésto totalmente anónimo, así que pueden llamarme Alicia.
Actualmente soy una joven de 21 años, altura media, ojos verdes, pelirroja, por lo que mi piel es muy, muy blanca, aunque casi no tengo pecas.
Soy muy, delgada, soy de esas chicas planitas que se les marcan las clavículas, los huesos de la pelvis y tengo el dichoso "arco entre las piernas", pero como bastante, algunos dicen que como cual hombre.
Supongo que es porque practico ballet profesional.
La razón por la que escribo esto, es porque desde hace mucho tiempo he tenido ganas de contárselo a alguien, pero creo que es un tema "prohibido" y "tabú", así que quiero compartir mi historia de manera anónima.
Soy considerada una chica dulce e inocente, gracias a mi apariencia angelical y mi tranquila personalidad, pero lo que nadie sabe es que soy una adicta al sexo lésbico, y disfruto ser pasiva.
¿Cómo comenzó todo esto? Bueno, habría que retroceder a mi tierna infancia.
Cuando tenía entre 6-7 años vivía con mi tía debido a que mi escuela quedaba a más de 1 hora de mi hogar, por lo que entre semana me quedaba con mi tía, mientras que los fines de semana y en vacaciones me regresaba con mis padres.
A una cuadra de la casa de la casa de mi tía vivían otros tíos, solo que de segunda generación (primas de mi mamá).
Uno de ellos tenía 3 hijas, Ariel, Isabela y Rosa, en ese orden respectivamente.
Isabela y yo nos llevábamos muy bien, ya que teníamos la misma edad, (Ariel ya era una adolescente mientras que Rosa apenas tenía 2 años), además mis demás primas y primos ya rondaban la edad de Ariel o eran bebés como Rosa, así que Isabela y yo nos hicimos mejores amigas.
Jugábamos todas las tardes después de hacer la tarea (siempre he sido muy nerd), al principio era en su casa, ya que mi tía como es abogada y llegaba hasta las 5 de la tarde.
Pero llegando al punto más importante, resulta que a mí nunca me atrajeron los hombres, de hecho me gustaban mucho las mujeres jóvenes y mayores, y a veces me escabullía a la sala en la madrugada, para ver un programa donde salían modelos en diminutos bikinis, mostrando sus pechos y nalgas.
Sentía cosas extrañas en mi conchita, pero no entendía mucho y pensaba que solo eran ganas de hacer pipí.
Bueno, una tarde mientras jugaba con Isabela, se nos ocurrió jugar a la familia, al principio pensamos en que una debía de tomar el rol masculino, pero al final decidimos que seríamos una pareja de chicas como habíamos visto en un programa de MTV.
Al principio todo era muy inocente, cuidábamos a "nuestros bebés", íbamos de compras, etc.
Hasta que ella hizo una propuesta.
-¿Y si nos besamos? Las parejas hacen eso -Yo me quedé en blanco unos segundos, ya que no me lo esperaba, y menos de mi prima.
La miré unos segundos y sentí en mi conchita la misma sensación que cuando veía a las modelos.
-Está bien.
-Nos fuimos acercando lentamente hasta que juntamos nuestros labios, fueron roces muy suaves y tiernos.
Nos sonrojamos, pero nos gustó tanto que lo hicimos de nuevo unas 4 o 5 veces más.
Paramos hasta que su mamá nos llamó para comer.
Así pasamos los siguientes días, y cada vez los veces los besos eran más apasionados y seguidos.
Mi conchita se sentía más extraña mientras más aumentábamos el frenesí de los besos.
Llegó un punto en que queriendo imitar a las demás parejas que habíamos visto en televisión, comenzamos a acariciar nuestros pechitos y piernas, hasta que llevadas por la pasión decidimos comenzar a desnudarnos cuando sus padres salían a comprar para hacer la comida (siempre se llevaban a Rosa, y Ariel se la pasaba con mis demás primos en la calle).
Al principio no sabíamos qué hacer cuando nos desvestimos, pero comenzamos a tocarnos y nos dimos cuenta de lo bien que se sentía, así que juntábamos nuestros cuerpos desnudos mientras nos besábamos y acariciábamos nuestros pechitos y nalguitas.
Y así seguimos un par de semanas hasta que un día nuestros primos nos invitaron a jugar, no queríamos pero aceptamos para no levantar sospechas.
Terminamos completamente ensuciadas por el lodo, así que su mamá, preocupada porque mi tía me fuera a regañar, nos mandó a ambas a bañarnos mientras ella lavaba nuestra ropa.
Su ducha tenía una tina, donde podías bañarte normalmente en la regadera, o llenando la tina.
Optamos primero por limpiarnos bien con la regadera, y después jugar un rato en la tina.
-¿Quieres que nos besemos aquí? -Isabela era más juguetona, y yo simplemente no podía negarme a sus peticiones.
-De acuerdo.
-Nos acercamos hasta besarnos con esa pasión que nos caracterizaba.
Nos tocamos y sentiámos más rico gracias al agua.
En cierto momento su rodilla resbaló y rozó mi conchita, a lo que inconscientemente solté un gemido.
Nos sorprendimos bastante y paramos.
-¿Qué fue eso? -Me preguntó entre asustada pero excitadamente curiosa
-Tú rodilla me tocó "ahí".
-¿Y te gustó? -Me sonrojé mientras asentía con la cabeza.
-Entonces lo haré de nuevo.
-Y efectivamente acarició mi conchita, solo que ésta vez con su mano.
Se sentía tan bien que soltaba suaves gemidos mientras que intentaba hacerle lo mismo, solo que con más timidez.
-Siéntate
-¿Para qué?
-Te voy a besar ahí.
-Se me hizo extraño pero acepté su petición, así que me senté en uno de los bordes de la tina y abrí mis piernitas lo más que pude.
Isabela se acercó y comenzó a darme besitos en mi conchita, para después soltar pequeñas lamidas en toda mi intimidad.
Yo gozaba como loca, e intentaba callarme para no llamar la atención de mis tíos.
-¿Te gusta?
-Mucho.
-Siguió lamiéndome la conchita, incluso lamió mi ano por completo, hasta que finalmente llegué al orgasmo, lo que me hizo mojarme mucho, y ella lamió todos mis jugos.
Yo no entendí qué era, pero se había sentido tan increíblemente bien que quise hacérselo sentir también.
-Es tu turno.
-Se puso en la misma posición e imité lo que había hecho, primero besos y después lamidas.
Me gustaba mucho su sabor, era un poco salado pero delicioso.
También lamí su conchita, tan deliciosa al igual que su ano.
Finalmente llegó al orgasmo y lamí todos sus juguitos tan deliciosos.
Queríamos repetir eso, pero era más riesgoso, así que aprovechando que mi tía me había regalado un X-box hacía un par de días, tomamos de pretexto que queríamos jugar con la consola para ir a casa de mi tía, y ahí, estando solas, comenzamos repetimos lo del baño, solo que ahora en la cama, en el sillón, en la cocina, en fin.
Lo hicimos en cada parte de la casa, y lo disfrutábamos como perritas en celo, y más porque podíamos gemir a nuestras anchas.
Nos lamíamos por completo, y tomábamos algunas frutas y verduras de la cocina para frotárnoslos en nuestras conchitas.
Así seguimos durante un par de años.
Cuando cumplimos 11 decidimos que ya era momento de ver películas porno, así que aprovechando que mi tía tenía internet terminamos por metiéndonos en una página de porno lésbico.
Ahí vimos que se metían los dedos, y penes de plástico, hasta las mismas frutas y verduras con las que nos frotábamos.
Como aún nos sentíamos algo pequeñas como para meternos plátanos o pepinos, nos metiámos los dedos, ¡y joder que bien se sentía!.
Nos metíamos los dedos en la concha y en el ano, nos besábamos, lamíamos y gozábamos del sexo que cada vez se hacía más y más salvaje, especialmente porque mientras más crecíamos, Isabela a diferencia de mí, se desarolló perfectamente, con unas pechos enormes y redondos, al igual que sus nalgas.
Cuando cumplimos 13 ya no nos bastaban nuestros dedos, así que comenzamos por meternos cosas, al principio eran cositas pequeñas como zanahorias o brochas de maquillaje, después fuimos aumentando el tamaño a plátanos, desodorantes, hasta pepinos y el control del X-box.
Y todo por ambos agujeros.
A veces tomábamos dos pepino y lo compartiámos por la concha y el ano respectivamente, mientras empujábamos y los sacábamos con fuerza.
En otras ocasiones hacíamos múltiple penetración, llegamos a meternos un pepino, dos zanahorias y una brocha en la concha, mientras en el ano había un plátano y otra zanahoria.
Con ella conocí el kamasutra lésbico, hicimos varias posiciones, e imitamos cada película porno que veíamos.
Así duramos hasta los 15 años, cuando yo decidí continuar mi gusto por el ballet y me metí a una Academia de Arte, dónde podía practicarlo de manera profesional, por lo que mis papás me compraron una pequeña casita a 10 minutos de la escuela.
Perdí todo contacto con Isabela, pero nunca perdí mi lujuria, por lo que por medio de internet conocí chicas lesbianas cerca de mi nuevo hogar con las cuales follaba por horas como perras en celo, y lo mejor era que mis padres me mandaban dinero para mis gastos, así que con lo que me sobraba comencé a hacerme de mi colección de juguetes sexuales, que hasta hoy día disfruto como loca.
Incluso, y no me da pena admitirlo, he follado con dos profesoras y una que otra mujer madurita, especialmente profesoras de otras escuelas, ya que disfruto tomar el rol de alumna traviesa y que me castiguen dándome en las nalgas bien duro con la regla, hasta tríos y orgías con otras maestras, donde todas me dominan por completo, y me hacen lamerles sus jugosos coños y enormes pechos mientras ellas me meten de todo en mi sediento coño.
Pero pese a todo y mis múltiples parejas sexuales, ninguna ha igualado el enorme placer que Isabela me dio, y espero próximamente volver a encontrarnos y brindarnos todos los orgasmos que nos perdimos estos años.
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