Mis amores con Irene
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Silvina, rubia, piel blanca, ojos marrones, 29 años, casada con Billy y recalentona (puta, para ser más directa).
Como saben, tenemos un romance con Irene. Dos o tres veces por semana, Irene deja su hijita en el jardín de Infantes y se viene "a tomar unos mates" a mi casa.
Billy y Carlos, su novio/marido trabajan.
Para los que no saben, "mate" es una infusión de una planta que se cultiva en Argentina, Paraguay y Brasil.
Bueno, eso de los mates es una mentirita elegante.
Les cuento lo que pasó este lunes 22 de marzo:
Apenas llegó mi amor, comenzamos a besarnos como desesperadas, a desnudarnos y a recorrer con nuestra bocas todos nuestros cuerpos. Que placer!!!!
Besar y chupar esas tetas de mi alemanita adorada. Meter mi lengua en el agujerito de su culo amado. Recorrer su concha con mi lengua y meterla en ese lugar exquisito, mordisquear y besar su clítoris, mientras ella me lo retribuye en un 69 delicioso.
Después, me tendí boca arriba en la cama y abrí mis piernas, ella interpretó que quería ser poseída, ser suya, sentir como su cuerpo apretaba el mío. Se acostó sobre mí y juntó su concha a la mía. Metí mi mano, con los dedos índice y mayor juntos. Los separé y abrí nuestros labios vaginales dejando que nuestros clítoris se frotaran. Mi Irene comenzó un vaivén enloquecedor que me prodijo de inmediato dos orgasmos espectaculares. Los de ella no fueron menores mientras me susurraba, – Así, así puta mía!!!! Acaba con mi concha!!!! Sos mi hembra!! Hija de puta como cojes!!!!!! Quiero mearme toda sobre tu cuerpo y tu boca!!!!
Cómo amo a mi Irene, tanto como a Billy.
Después nos separamos unos centímetros y nos volvimos a chupar las conchas enchastradas de jugos. Nos metimos los dedos en el culo mutuamente y los chupamos. A los quince minutos estábamos de nuevo a mil. Nos pusimos en tijera, con las piernas cruzadas y apretándonos las conchas y comenzó el nuevo meneo, mientras nos besábamos y chupábamos. Irene escupió su exquisita saliva dentro de mi boca sedienta y los rogasmos volvieron a ser dos seguidos.
Nos acostamos pegaditas a susurrarnos palabras dulces y chanchas, como nos gusta.
Para terminar la mañana, aprovechando que hace calor, nos metimos en la bañera y le di el gusto de mearme encima. Mi cara, mi pelo, mis tetas, mi ombligo recibieron ese líquido maravilloso, bebí su néctar mientras veía sobre mí esa concha rosada, delicada, que es mía.
Nos duchamos e Irene se fue a su casa, después de "tomar unos mates"
Un beso a todos de Silvina.
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