Oda de las amigas – amantes
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Porky.
Elena y Gloria se precian de ser las amigas mas intimas de la ciudad. No es raro en absoluto verlas pasear juntas, con las manos entrelazadas, a cualquier hora del dia, y si es verano, de la noche. En el barrio todo el mundo las conoce y las saluda cuando pasan. ¿Y quien no lo haria al ver su belleza?
Gloria es la mas alta. Tiene la piel ligeramente morena, sin duda por el aire de la sierra, donde va a pasar todos los fines de semana con sus padres. Una hermosa mata de cabello rizado, que parece trigo tostado, le cae hasta media espalda. El cuerpo parece una estatua de Venus, perfecto y proporcionado. Es curioso que ella se empeñe en vestir ropajes que escondan su natural belleza. Lo que nada podria ocultar es la inocencia y la timidez que destilan sus ojos.
Elena (o Helena) es mas voluptuosa. En sus escasos 160 centimetros, no hay pausa ni se pueden contar sin marearse, la sucesion de sus curvas. Se viste de un modo muy provocador, con tops y pantalones para sordos (porque se pueden leer los labios). Su frescura la hace aun mas deseable: parece una flor eternamente floreciente. Y ¿que podria decir de sus labios? Son carnosos y de un rojo insultante, incluso sin maquillar. Al verlos deseas de inmediato ser uno de los chupachups o piruletas que tan a menudo saborea, mientras clava en quien la mira una mirada libidinosa.
Esta divina pareja, si ya por separado quita el hipo cualquiera de ellas, juntas son una mezcla explosiva, pura dinamita. Cuando se sienten observadas por algun "macho" en celo, juntan sus cuerpos y empiezan a rozarse, sin parar de mirar a su pobre victima. Los delicados dedos de Helena buscan los pezones de Gloria por encima de la blusa. Gloria, en permanente estado de excitacion, cierra los ojos y suspira, de un modo tan sugerente que hasta las piedras se conmueven. Tiernos besos en el cuello van aumentando su atrevimiento hasta convertirse en los mordiscos de una leona, que no permitira que nadie toque a su presa. Y Gloria no puede pensar en otra cosa que en el placer.
Solo reza para que su amiga-amante no termine nunca de acariciarla. Helena ha recorrido tantas veces ese cuerpo, que conoce incluso mejor que su dueña donde hay que tocarlo, como y cuando, para que los sentidos de su amiga se empapen de sensaciones. Pero no lo hace. Ella le pertenece y la obliga a pagar un alto precio a cambio de sus cuidados. Gloria esta frustrada, quiere mas y mas.
Nunca estara satisfecha ni saciada. Quiere que Helena la posea por completo, y le abre las puertas de par en par. Desabrocha su atuendo y muestra, despojada de todo pudor, sus atributos. Helena sonrie: ha caido en la red que tan habilmente le preparo. Con mucha calma, lo cual excita y angustia a Gloria a partes iguales, se hace con el objeto de su deseo. Los pechos de Gloria casi gritan desesperados por sentir el contacto de la suave piel. Solo quieren eso, un simple roce que siempre llega tarde y que a veces incluso les es negado. Pero no hoy. Un pellizco en cada uno, medido para que sea lo suficientemente fuerte para sacar a Gloria de su trance hedonista y recordarle a quien debe tanto gozo, y una sonrisa malevola, casi diabolica. Los gemidos no se dan tregua ya unos a otros.
Y sin avisar los labios de Helena sorprenden a su victima. En una armonia perfecta de besos y caricias, la boca de Helena se deleita en el manjar de los pechos de Gloria. Esta confusa: nunca hubiera aspirado a tanto. Quiere decir algo, pero ni las palabras salen ni sabe que decir. Helena no le da tiempo a adaptarse a la nueva sensacion y con un movimiento felino hunde su mano derecha en el pubis de su amiga. Es una caverna humeda que quiere explorar. Es demasiado para Gloria. Va a estallar en jadeos, pero Helena sella sus labios con los suyos. Su lengua compite con sus dedos en la labor de extraer todo el placer (y otros liquidos afines) de las profundidades de Gloria. Pero no es solo una busqueda fisica. En realidad sus espiritus se estan fundiendo en las dos caras de la misma moneda: el tributo de Afrodita.
La sangre de ambas recorre sus cuerpos como fuegos artificiales y no hay punto en su cuerpo que no se vea invadido, anegado y sometido por el placer.
Por fin Gloria se siente consciente de la situacion y de la plenitud de su union. Sus deseos de ser poseida se unen a los de poseer, tan fuertes como los otros pero dormidos hasta ese momento. Un ademan torpe logra acercar, sin separar sus labios del nectar del deseo que mana la boca de Helena, sus manos al cuerpo de su amiga, ahora parte de un mismo cuerpo. Son inexpertas en estas lides, pero demuestran su capacidad de aprender en poco tiempo. En unos instantes pueden competir en habilidad con los sutiles dedos de Helena, y entre las dos tocan la mas hermosa melodia en el arpa de sus almas.
La pudicia y el recelo han sido vencidos por completo. Nuevos reyes se alzan en el trono de sus corazones: voluptuosidad y anhelo. Y si deciden retirarse de la vista del resto de los mortales, no es por vergüenza, sino porque no desean una interrupcion en la danza de sus caricias, besos y abrazos.
¡Yo os alabo, Gloria gloriosa y Helena, a la que nunca nadie podra someter al yugo del amor sino su adorada Gloria! Y aunque se bien que jamas podre aspirar a poseeros en la realidad, sabed que en mis sueños, mi mente y mis escritos, hareis lo que yo ordene. No os preocupeis, que os pagare bien esa prenda vuestra: con la fama imperecedera, cuyo valor no puede calcularse, y con muchos millones de suspiros, moneda de curso legal entre los amores platonicos.
Autor: Porky(capizafio80@yahoo.es)
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