Penetrada por mi tía y su amiga.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Julia, y debo decir que aunque tuve sexo con hombres, me desanime de ellos por malas experiencias. Después de un rompimiento con mi anterior novio, a quien sorprendí infraganti con una examiga, decidí darme una pausa. Puesto que soy huérfana, vivía sola, pero notando mi tía que había sufrido cierto estrés, me llevo junto a ella a pasar unos días en su casa.
Mi tía, es una señora soltera, quien alguna vez me dijo que su anterior marido la abandonó, por lo cual se identificaba conmigo. Ella es guapa. Tiene cuarenta y cinco años y es una encantadora mujer. Posee el cuerpo de una de veinte, y la sonrisa de una sinceridad inequívoca. Se viste siempre muy sexy, pero notaba con extrañeza, que no le atraían los hombres, hasta los evitaba. Llegue a pensar, que simplemente no deseaba formalizar nuevamente.
Tenía ya tres días hospedada con mi tía, cuando después de ducharme, sentí un hormigueo en la vagina, de modo que anhelando una buena sesión de sexo, y al no tener pareja, me dirigí a mi cuarto, donde ya para lo deseado, saqué de mi bolsa, un vibrador con el cual comencé a masturbarme. Soy una apasionada de los tacones, y sin pensarlo, me calcé unas botas ceñidas hasta las rodillas de brilloso charol, con las cuales siempre me quedaba cuando tenía relaciones. Sin esperar más, me penetré con aquel aparatito, y no logrando contenerme, comencé a jadear y gemir. Me apretaba los pechos, me sobaba los labios vaginales y me alcanzaba el culo. Cambiaba de posición en la cama, me ponía a gatas, de piernas arriba, otras arqueaba mi espalda. Justo entonces, cuando, montaba sobre el vibrador, y me movía de atrás hacia adelante, y gemía a loco placer, la puerta del cuarto se abrió y entró mi tía. Me recosté rápidamente intentando ocultarme ante la sufrida vergüenza.
Sin embargo, para sorpresa mía, mi tía se acercó a mí y me dijo que todo estaba bien, que aquello era natural y ciertamente no había de que avergonzarse. Hasta me confesó que ella por igual, tenía un consolador. Antes de dejarme sola, me dijo que le agradaban mis botas, y que si deseaba algo, acudiese a ella.
Por varios días evité el rostro de mi tía, pero ella me buscaba, y hasta me trataba con el cariño de siempre. Estábamos en el comedor, y en la plática, me dijo que esa noche vendría una de sus amigas a dormir. Yo nada dije, pues era casa de ella al fin.
Por la tarde, llegó su amiga, una señora más joven, como de treinta y cinco años, muy guapa, de larga cabellera rubia y de manera muy sexy en su vestir. La saludé cordialmente, y ella muy amable correspondió a mi saludo. En cuestión de minutos nos hicimos amigas. Al poco rato, tras una ligera cena, decidí ir a mi cuarto. Mi tía y su amiga bebían vino en sus copas, y antes de marcharme me dieron las buenas noches. Yo por mi parte, no logré conciliar el sueño, por lo cual decidí salir un rato, de modo que me vestí. Me puse las botas ya citadas. Además, me ceñí un vestido de spandex rosa que resaltaba mi cuerpo.
Me coloqué unos collares de fantasía, por los cuales tengo gran pasión. Me maquillé y usé un labial carmesí. Salí entonces, y cuando avancé por el corredor, escuché unos jadeos y gemidos provenientes del curto de mi tía. El corredor estaba alfombrado, de modo que mis tacones no resonaban. Alcancé a ver que la puerta estaba entreabierta, y al pretender cerrarla, observé a mi tía y a su amiga besándose y sucumbiendo a sus encantos. No pude evitar mirarlas, y cierta impresión positiva despertó mi libido. Comencé a tocar sin querer mí entrepierna ya húmeda, y sin poder contenerlo, liberé un leve gemido, el cual escucharon las dos amigas. Mi tía se levantó de su cama, y para sorpresa mía, observé que portaba un enorme dildo que tenía adherido a un arnés morado. Quedé muda por el momento, y comprendí que eran de gustos lésbicos.
Entonces, habló mi tía:
__ Que no te cause pena esto hija. Debes saber que encuentro más fiel a una amiga que a un hombre.
Pero lejos de sentirme impresionada, me sentí ardiente, y más cuando la amiga de mi tía, recostada en la cama, me sonreía con maliciosa lujuria. Además, se frotaba su dildo color negro. Fue entonces, que me adelanté frente a mi tía, y decidida, la besé en la boca, mientras que con una mano le acariciaba su dildo. Ella respondió favorablemente, y siguió a mi lengua enredándola con la mía. Yo tocaba su largo cuello, pues estaba peinada con un molote, que le hacía ver sexy y bella. Ella, por su lado, acariciaba mis senos, ocultos aun por mi vestido, y con su pulgar e índice, apretaba lo suficiente mis pezones. Sentí que me derretía ante tanto deseo, y sin más, me incliné a la cintura de mi tía, y empecé a propinar sexo oral. Mi tía me tocaba el cabello y con calma me movía la cabeza atrás y adelante. Sentía todo aquel dildo dentro de mí boca y parte de mi garganta. Paseaba mi lengua por su contorno real y veía como mi tía se estremecía gustosa. Se acercó entonces su amiga, y cerca de mi tía comenzó a besarla con gran pasión, mientras se tocaban sus senos. Mi tía me llevó a la cama, y me subió el vestido, mientras su amiga me lo bajaba, hasta que llegó a quedarme todo sobre el vientre.
Mi tía se puso a gatas sobre la cama, y haciendo a un lado la correa que le pasaba por su culo, me invitó a besarlo. Nunca lo había hecho antes, pero aquella aventura me parecía muy deseosa, de modo que con gran atrevimiento surqué su contorno y lo llené de mi humeante lengua. Mi tía gemía, y yo para entonces, me besaba con su amiga. Ella por su igual, se puso a mis espaldas e hizo justo lo que yo con mi tía. Poco después, ambas se pararon, y se dirigieron a un pequeño cuarto, dejándome a mí recostada en la cama ya sin el vestido. Me veía sola con las botas y los collares de fantasía. Al poco tiempo regresaron, y las miré vestidas con prendas de látex. Mi tía usaba unos guantes largos negros hasta el codo, a los cuales aplicaba un abrillantador de latex, y calzaba unas sandalias negras de plataformas, que se perdían con las medias también de negro y brilloso látex. Su amiga, usaba un par de guantes de pvc resplandecientes y unas botas largas de charol y de un tacón enorme.
Ambas usaban sus arneses con los respectivos dildos. Comprendí que sería penetrada, por lo cual me relajé, además que ya estaba muy ardiente. Nos besamos las tres, compartiendo nuestras bocas y lenguas. Así, mi tía se recostó sobre la cama, y yo la monté. Su amiga a mis espaldas, me lubricaba el ano y con lentitud me penetró. Fue delicioso sentir aquellos dos miembros sobre mis orificios. Era como doble gozo, y con locura gemí y jadee hasta más no poder. Me movía de adelante a atrás y ellas por igual se movían. Giré al poco tiempo mi cuerpo, y de espaldas a mi tía, que aún estaba recostada en la cama, le sujeté el dildo y me penetró por el ano, mientras su amiga, me penetraba de frente por la vagina. La besé con gran deseo, mientras sentía su lengua en mí. Y fue increíble, cuando mi tía con gran éxtasis en sí, explotó su dildo dentro de mí, pues era uno de esos eyaculadores. Pronto me vi mamando su dildo, el cual me enviaba su blancuzco líquido, el cual también se derramaba sobre los senos de su amiga.
Después, cuando me vi saciada de esa experiencia, me coloque el dildo de mi tía, y las penetré a ambas, y mientras se besaban, aquel aparato eyaculó en ellas, dejándome con la idea de repetir aquello de nuevo.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!