Placer y dominio
Historia contada por Rebeca .
Los nombres en esta historia son cambiados para proteger la identidad de sus protagonistas
Hola, me llamo Rebeca, tengo 37 años, soy licenciada en lenguas extranjeras y pedagogía, especialista en pedagogía infantil y preadolescente, actualmente dicto las clases de inglés a los cursos de primaria en un colegio privado de clase popular en la ciudad, soy de piel morena casi oscura, cabello negro, ojos café, labios carnosos, un cuerpo no tan atlético pero me alcanza para ser refinada, abdomen delgado y trasero normal, me considero bonita y aún más con mi forma de vestir blusa escotada y falda ceñida a la cintura. Soy una mujer soltera y tengo mi apartamento hecho con mi esfuerzo, en mis clases tengo muchos alumnos unos inquietos, otros juguetones y ocurrentes, pero hay una alumna mía que siempre ha llamado la atención, la llamaré Mía, Mía cursa tercer grado, tiene 7 añitos, suprema mente inteligente, es de piel clara, cabello largo castaño claro casi rubio, ojos verdes saltones, nariz fina y unos labios pequeños, era una niña muy linda pero, a diferencia de los otros niños, ella casi no sonreía, y uno como maestro, independiente de todo pues se preocupa de sus alumnos. Mía aprendía muy rápido con mi materia y aprendí a ganarme su confianza, hablándole todos los días con el mayor cariño y amor, en los recreos yo le invitaba las onces. Con el paso del tiempo tuvo su confianza en mi, y cierto día logré que me diera una sonrisa, una sonrisa tan angelical e inocente, por dentro sentí algo diferente, ya no era esa sensación de una docente hacia su alumna, sino un deseo carnal que a veces en las noches no me dejaba dormir. Pasaban los días y ya tenía suficiente confianza para saludar de beso y abrazo a mía, cada abrazo y cada beso en su mejilla me encendía.
Cierto día, llegaba la madre de mía al colegio, con una cara de estrés y preocupación, decidí abordarla y logré que me contara todo, ella es madre soltera y le ha tocado sola todo el tiempo, Raquel llamaré a la madre de mía.
Ra: – Mira profe, ha Sido muy difícil el tema, el padre de mía falleció y tengo que viajar y no sé con quién dejar la niña, mía me ha contado que se la lleva muy bien y que son amigas, perdón por atreverme pero profe, me ayudaría a cuidar a mi niña?
Re: – Por supuesto, doña Raquel, no hay ningún problema, es más, estaría contenta con la compañía de mía.
Si, la compañía de la dulce mía, esa niña cuya sonrisa me desarma, ya se que es grotesco que una mujer como yo tenga ese deseo con una niña, pero no puedo evitarlo.
Llegó la tarde, Raquel llegaba con mía al colegio a dejarmela mientras iba a su viaje, terminé de organizar un papeleo y fui con ella, la invité a comer helado, donde nos divertimos mucho y luego llegamos al apartamento, es muy bonito y acogedor aunque pequeño, no tenía sino la habitación, con su cama y una silla, la salita, comedor y su cocina, perfecto era para mí, no se si para mía, pero al ver su sonrisa nuevamente le agradó. Veíamos tv y al mismo tiempo jugábamos, todo era sonrisas y juegos hasta que de un momento a otro me quedé mirando fijamente el rostro de mía, era muy hermoso, ella también me miraba con su sonrisa, era diferente, estaba sonrojada, me descoloque y casi que mecánicamente comencé a acariciar tu cabello, ella abría sus ojos y su boquita con sorpresa, obra del impulso le robé un pico pero no fue en la mejilla sino en la comisura de sus labios, mía se sonrojó y me devolvió el pico en la comisura de mis labios, finalmente me aproveché de su inocencia y besé sus labios, mía se ruborizó más. – Profe, que haces? – Lo siento mía. – No profe, está bonito. – Por favor mía, no le comentes de esto a nadie, ni siquiera a tu mami porque si no, no te puedo volver a ver. – Profe no te preocupes, no diré nada. Luego de que ella me dijera eso, volví y la besé, largamente, cerré mis ojos para sentir ese aliento infantil, ella parecía torpe, pero era producto de su inocencia, mientras besaba sus labios, la temperatura fue subiendo, aproveché para quitarle su pijama y dejarla en calzoncitos, luego de contemplarla flaquita, blanquita, tetitas rosaditas incipientes, también decidí desnudarme, me quité mi blusa y mi shorts, quedándome también en tanga solamente, una tanga violeta que combinaba con mi piel mulata, la niña se quedaba mirando con asombro mis senos, medianos para mí, pero grandes para ella, con un pitón grande y aureola café, mostrándole mis ganas de ella, luego volví y la besé, largo rato haciendo que nuestra respiración se volviera más pesada, ella lograba erizar mi piel, luego pasé a besar su cuello, ella soltaba una risita, como si le estuviera haciendo cosquillas, luego lamía sus tetitas, su respiración pesaba más, luego bajaba a su ombligo y bajo vientre, jugué a pasar sus dedos por su calzoncito, acariciando indirectamente su vaginita, me encantaba cada minuto que pasaba, no pude aguantar y quité su calzón, su vagina era un manjar, rosadita, estrechita y tenía un olor muy particular, comencé a pasar mi lengua por su alrededor, un breve gimoteo escuchaba venir de su boca, luego, cuando puse mi lengua en su rajita, respingo e hizo un gemidito bueno, no quería desvirgarla todavía, así, que ante la cara de su asombro, me quité mi panty, mostrándole una vagina casi morada, con un buen vello, ella miraba con asombro mi vagina, pero se dejaba guiar, así que tome su mano y la puse, ya estaba mojada, así que estaba mojando sus manos con mis jugos, luego puse en su boquita una teta mía, casi no le cabe, pero instintivamente comenzó a chupar, me tenía caliente de verla con mis tetas en su boquita, ya respiraba pesado, luego me puse en cuatro en la cama, le ofrecí mi cola, ella miraba ese trasero y lo tocaba con asombro y curiosidad, luego fui abriendo para que sus deditos entraran y buscaran mi esfinter, velludo por cierto – nena, puedes lamerlo, te va a encantar. – Profe, pero ahí es por dónde se hace popó. – No solo es para eso, si lo pruebas, sabe delicioso, dale atrévete. Mía, con mucha duda pasó tímidamente su lengua por mi ano, al parecer le gustó porque ya comenzó a lamer más seguido, es más, con sus manitas agarraba mi cintura para que me quedara quieta y poder lamer, yo gemía, y no lo creía, mía, una niña de 7 años, estaba pasando su lengua por mi ano, la estaba pervirtiendo, tal era mi excitación que yo gemía y como podía agarraba su cabeza para meterla más en mi culo, ya no sentía su lengua, sino también sus labios chupando mi esfinter, era una locura, estaba por venirme, pero no lo quería de esa forma, me levanté, me senté en la silla, hice arrodillar a mía, esa mirada cruzando con la mía, una mirada infantil, tomé su cabello y fui haciendo que su cabeza vea mi vagina, no dudo lo que debía hacer y pasó primero su lengüita por mis labios, al principio seguía con dudas, pero al seguir pasando su lengua le gustó su sabor, ya que se decidió a lamer, ella levantaba su miraba y yo la veía, su mirada inocente me miraba a mi mientras lamía mi vagina, me excité, mi respiración era cada vez más pesada y gemía más, mía aceleraba las lamidas, ya chupaba hasta mis vellos vaginales, mis movimientos pélvicos eran más rápidos, agarraba con más fuerza su cabeza y la pegaba a mi vagina, los movimientos eran más rápidos, gemía mas fuerte, no pude aguantar más, tuve mis contracciones y finalmente tuve mi orgasmo, con mis manos pegaba la cabeza de mía a mi vagina, no quería que ella desperdiciara mis orgasmos, hasta que al fin descansé y solté un poco la cabeza de la niña.
Me acosté en mi cama, al levantarse mía decidí mirarla, ella me veía sonriente, y en su sonrisa, sus labios tenía una manchita blanca como si hubiera tomado leche y en forma de juego al sacarme la lengua logré ver qué un vello mío yacía ahí.
Luego mía se recostó, pensé que se iba a poner al pie mio y dormir abrazada pero no, decidió tomar mi vagina como almohada y ahí quedó dormida.
Ésta es la primera parte, nos vemos a la próxima historia.
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