Un juego no tan inocente y peligroso
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fue hace ya varios años, tenía 18 años de edad y físicamente era un bombón, no por nada, pero me caía de buena pues tenía muy buen cuerpo por ese entonces, no era muy alta pero mis senos y mis caderas se habían ensanchado bastante, mis nalgas eran voluptuosas pues yo hacía ejercicio por mi cuenta y nunca acudí a un gimnasio, por lo que pretendientes no me faltaban y de hecho en varios trabajos en los que laboré tuve problemas con tipos que se quisieron pasar de listos conmigo; al término de la prepa yo ya no pude seguir estudiando y me metí a trabajar para ayudar a mis papás con los gastos de la casa, por el tiempo en que sucedió lo que quiero contar yo andaba de novia con Alberto, un buen muchacho, trabajador y muy guapo, su único pequeño gran defecto es que le gustaba un poco la bebida y solía gastarse lo que ganaba en la peda y seguido andaba sin dinero, aunque yo lo quería muchísimo, esa circunstancia me hizo verlo como alguien sin ambiciones y ayudó a que yo no perdiera la cabeza totalmente por él, claro que tuvimos relaciones sexuales varias veces ya que el sexo no era desconocido para mi (tuve sexo por 1era vez a los 15 años), pero nunca le permití fornicarme sin condón o sin que yo hubiese tomado la pastilla, era un amante dedicado y excelente, claro que no era el dios del sexo pero era bastante cumplidor e imaginativo.
Pues bien, todo empezó una tarde en la que me encontraba muy quitada de la pena lavando los trastes, debo mencionar antes que mi familia y yo vivíamos en una colonia de clase media, nuestra casita era decente pero humilde y en la parte de atrás estaba el patio y colindaba con otras tantas casas, eso nunca había sido un problema, pues nos habían tocado en suerte como vecinos personas generalmente honestas y tranquilas, ya saben familias, matrimonios jóvenes, o simplemente con el paso de los años, las casas se desocupaban y las volvían a ocupar y así sucesivamente, y como decía me encontraba yo muy tranquila lavando trastes en el fregadero cuando sentí que alguien en la pared de al lado me estaba observando, no me asusté ni me alarmé porque yo sabía que en esa casa solo vivía Nati y sus dos hijas, Ximenita y la bebé Camila, que en ese entonces tenía 1 añito de edad, el marido de Nati, don Sebastián, era camionero y se ausentaba por largos periodos de tiempo, le hablaban muy bien a mi mamá y don sebas seguido nos encargaba a su esposa e hijas cuando tenía que hacer viajes largos, así que no le di importancia al hecho de que me estuviera observado por un boquete de mediano tamaño que tenia la pared, y aunque me incomodó un poco, opté por no hacer ningún aspaviento ya que lo tomé como una travesurilla de niña pequeña (en ese momento creo recordar que tenía 9 años de edad o algo así), y solo para asegurarme de que realmente era ella, volteé hacia el boquete y la saludé: “hola xime…” sin contestarme la niña se apartó bruscamente del agujero y escapó a toda prisa al interior de su casa… solo escuché el portazo y sonreí divertida, no le di importancia y seguí a lo mío, olvidándome casi en seguida del incidente, tenía otras preocupaciones… ese inocente y travieso hecho no hubiera tenido mayor relevancia de no ser porque días después, nuevamente al lavar los trastes (lo confieso, no lo hacía diario), noté a la niña espiándome otra vez, sentí un raro escalofrío recorriéndome la espalda, no sé… fue una sensación muy incómoda, como de peligro, porque en esa 2da ocasión la niña se había asegurado de hacer el menor ruido posible como si esta vez deseara no ser descubierta, me sentí muy confundida, casi asustada.
¿Qué debía hacer? ¿Regañarla? ¿Acusarla con su madre? Traté de tranquilizarme nuevamente, solo era una pequeña niña traviesa, curiosa y solitaria, no debía hacer un escándalo por algo que no merecía la pena, ahora se que me equivoqué, pues tratando de no alentarla, ahora opté por ignorarla hasta terminar de lavar los platos, pero el peso de su mirada era más fuerte de lo que supuse, me sentía desnuda y no es halago, a ninguna mujer nos gusta que nadie (sin importar edad o sexo) se nos quede viendo fijamente o que nos espíen, lo sentimos como una invasión a nuestra intimidad y eso nos incomoda de manera casi inmediata y fulminante, así que no pude mas y me giré dispuesta a reprender ahora si a la niña, solo para descubrir que Ximena ya no estaba ahí… sentí alivio, la niña se había ido antes y no tuve necesidad de regañarla, antes de esos días la veía como una niñita normal, ya saben, risueña, juguetona, coqueta, bobita y atolondrada, iba en la misma escuela que Chepe, mi hermanito menor, aunque no en el mismo grado ni el mismo salón (Chepe iba en 6to y Xime en 4to), incluso por la buena relación que había entre mi mamá y sus papás, en diversas ocasiones en que a doña Nati le surgía alguna emergencia nos había pedido de favor que recogiéramos a Xime y la cuidáramos en nuestra casa hasta que ella llegara, mi mamá lo hizo varias veces y yo lo hice en un par de ocasiones en que mi trabajo me lo permitió y no recuerdo ninguna conducta anormal por parte de la niña, su comportamiento (al menos hacia mi) era totalmente ordinario y cordial, pero todo eso estaba dando un giro bastante retorcido con esa rara actitud de la niña, no sabía que pensar, y algo aparentemente inofensivo e insignificante fue instalándose en mi mente con cada vez más fuerza, sobre todo después de descubrir a la niña espiándome 2 veces más, ¿Qué carajo me estaba pasando? Aquello me incomodaba muchísimo ¿Por qué mi reacción no era tan violenta? Es decir, quise ponerme en los zapatos de alguien “normal”, pero ¿Qué era normal en todo aquello? Las mujeres no reaccionamos tan visceral como los hombres, es decir, traté de imaginar a mi novio siendo espiando por algún niñito jotito, ¿Qué hubiera hecho él? Lo más seguro es que hubiera hecho tremenda rabieta y echado de ahí al niño a pedradas, ¿Por qué no lo hacía yo? No era para nada divertido, a lo largo de mi juventud, como ya lo mencioné antes, había sufrido bastantes acosos y muchos galanteos, pero para esto no tenía respuesta, a la 5ta vez que la niña me espió, me convencí que no lo hacía por simple curiosidad o travesura, la niña quería o deseaba algo, quizá exageraba, no tenia porque temer de una mocosa de 9 años…
Los encuentros con ella a partir de entonces fueron bastante embarazosos, me la encontré a la salida de la escuela en un par de ocasiones cuando fui a recoger a mi hermanito, se me quedaba viendo sin ningún disimulo y cuando yo la volteaba a ver, ella agachaba la mirada avergonzada, ya no había duda, de seguro la escuincla era lesbiana (precoz, si ustedes quieren) y seguramente me había hecho objeto de su deseo, bueno, ése era su problema, no tenía por qué afectarme, de hecho, cierto día que acudí al colegio
Pero todo cambió un día en que doña Nati, fue a mi casa a pedirme que cuidara un momento a Ximena, ya que Cami, su bebé se había puesto muy malita y debía llevarla de urgencia, sentí un ramalazo en el vientre, ¿a que le tenía miedo? solo era una niña, no cabe duda que un deseo sexual anormal interponiéndose entre dos seres humanos cambia a las personas y a las perspectivas que se tienen de ellas, yo estimaba a doña Nati y me dolió tener que negarme, la excusa perfecta era que mamá no estaba en casa y no había quien cuidara al Chepe además de mi, para mi mala fortuna, justo en ese momento llegó mi jefecilla muy quitada de la pena y ya no tuve cara ni fuerza para negarme…
Cuando llegué a casa de Xime, doña Nati le indicó a la niña que se quedaría conmigo un rato, la mocosa asintió sin ninguna emoción, la sra.
Me dio un par de indicaciones más que ya no recuerdo y se fue, ¿Qué sucedió a continuación? Ni yo me lo explico, las mujeres somos perversas por naturaleza y nos gusta jugar como cuando las gatas juguetean con su presa entes de devorarla, pero yo tenía novio, no era y no soy lesbiana, y juro que no sentía ningún tipo de deseo por la niña o por alguna otra mujer, por lo que no me explico el por qué de mi conducta ese día, por pura diversión decidí ver hasta donde llegaban las cosas, como se trataba de una niña pequeña, no sentí la necesidad de un coqueteo descarado, así que me desparramé en el sillón, y la invité a sentarse junto a mí, la niña parecía seria, como sacada de onda
-¿Qué tienes Xime? Te veo muy seria ¿estás enojada conmigo?- pregunté yo
-No mary.
– contestó ella tranquilamente
-Es que te veo como triste, ¿te regañó tu mami?-
-No…-
-Ah ya se… te peleaste con tu novio-
Ximena rió traviesamente al tiempo que se sonrojaba:
-No tengo novio…-
-Ah ¿no tienes? No me digas, no te lo creo-
-De verdad…-
La plática transcurrió de manera intrascendente, así que, sin olvidar que la niña tenía cierto interés en mi, le propuse que jugáramos a ”te reto” un estúpido juego donde se desafían a hacer cosas asquerosas o peligrosas, los retos empezaron tranquilos y subieron de tono conforme avanzaba el juego, yo le reté a que me chupara el dedo del pie, ella me retó comerme una uña, para ser una niña de 9 años era bastante imaginativa y los retos que me quería imponer se volvieron más retorcidos, así que me puso un reto que en cierto modo me hizo enojar, se tiró un gas en mi cara y me dio mucho asco y como venganza me saqué un moco de la nariz, y la reté a comérselo:
-No que asco… dijo la niña, entre risas-
Pero ante mi asombro y sorpresa la niña lo tomó y se lo metió a la boca sin dudarlo, vaya, si que tenía agallas o aquello estaba gustándole, yo sentí una especie de repugnancia y morbo al mismo tiempo ¿Qué me estaba pasando? De repente todo pasó sin darme cuenta, Ximena me propuso escupir en mi boca, y tragarme el escupitajo, definitivamente no lo haría, aquello se había extralimitado, y me negué rotundamente, Xime se molestó, me llamó injusta, chillona y mala perdedora, ella si se había tragado mi moco, y yo rehusaba aceptar el castigo, traté de contentarla, imposible, cruzó los brazos y me ignoró por completo a punto del llanto, le prometí un helado, unas galletas, hasta una muñeca, nada funcionó, era el escupitajo o nada, ¡que demonios se proponía? No me di cuenta que el jueguito había excitado su morbo y curiosidad, se que pude mantenerme firme en mi respuesta, se que pude detener todo a tiempo, la niña necesitaba orientación y ayuda, no que fomentara su confusión, pero no tenía idea lo que ese estúpido jueguito desencadenaría, yo estimaba mucho a xime y a su mamá y por alguna razón no quería que se enojara conmigo, así que finalmente y con mucho pesar accedí, el rostro de la niña compungido antes, se iluminó de pronto y no se lo dije dos veces; rauda se paró de un salto y se abalanzó sobre mi cara, tuve que frenarla, antes le impuse condiciones, si dejaba que lo hiciera no debía decírselo a nadie, menos a sus compañeras de escuela, ya que todas o al menos la gran mayoría me conocían, además el juego habría terminado y no lo volvería a consentir, así que me preparé, sería desagradable pero soportable, pensé, también imaginé que su insistencia era más bien de coraje al haberse tragado mi moco y no por una motivación sexual, así que abrí mi boca y sentí como el grumo húmedo de su saliva resbalaba por mi garganta, fue horrible, pero un extraño calambre recorrió mis entrañas hasta mi entrepierna, escupí, carraspeé y tosí, mientras Ximena se partía de risa, “cabrona escuincla… me la vas a pagar” pensé en ese momento, me levanté y fui al baño para lavarme la boca, al hacerlo descubrí que mi tanga estaba sumamente mojada, sin querer todo aquello me había excitado
La siguiente vez que la cuidé (que fue relativamente pronto, ya que la bebé Cami seguía en tratamiento médico) las cosas empezaron a ponerse turbias, yo ya casi había olvidado el incidente del escupitajo cuando, sin esperarlo Ximena me volvió a proponer jugar “te reto”, sentí una punzada en la vagina muy desagradable, como de alerta, yo sabía bien por donde iba la mocosa y lo que se proponía, como dije, no sé por qué no me negué, todo era fácilmente evitable, pero descubrí mis pantaletas nuevamente húmedas y sin estar muy convencida acepté, el primer reto me tocó a mí y la reté a lamerme el empeine del pie derecho, no puso demasiada resistencia y lo hizo con una sensualidad impresionante, mi novio lo hacía casi igual, era imposible no sentir nada en la entrepierna, no quise detenerla, se sentía demasiado bien y lo hizo un buen rato hasta que se cansó, se alzó encendida como amapola y con una picara sonrisa dijo:
-mi turno…-
Debí haberlo adivinado, nuevamente me retó a escupir en mi boca, comprendí que le había agarrado gusto y que no tenía caso negarme, así que nuevamente dejé que lo hiciera, de ese modo escupía por segunda vez en mi boca, esta vez no lo sentí tan desagradable, pero para mí ya era obvio que Ximenita tenía algún tipo de interés sexual hacia mí, aquello me confundió mucho, yo debía cuidarla como un favor a su madre porque la estimaba mucho pero sería difícil convivir con ella sabiendo eso, ¿Qué hacer entonces? Lo más fácil en estos casos: nada, dejar que las cosas siguieran su curso, pero la tercera vez que pasó lo mismo, entendí que había provocado una desviación en la niña mas allá de un simple juego cuando lo hizo 3 veces en la misma tarde, y gracias a esos estúpidos juegos le había agarrado gusto escupir en mi boca, lo tomó como un fetiche sexual, me daba asco, pero se lo permitía como parte del juego, quiso hacerlo una cuarta vez pero le hice ver que ya había sido suficiente, no pasaba nada, acepté que aquello le excitaba y dejaba que escupiera en mi boca al menos una vez o dos veces en cada visita, sentí que ya era mucho abuso así que decidí vengarme, me saqué una teta y la reté a chupármela:
-Ahora Xime vamos a jugar a la bebé… tú eras mi bebe y te daba pecho…-
Tomé mi teta derecha y metí mi pezón en su boca:
-ahora chupa…-
Ese sería su castigo, no lo hacía muy bien pero se sentía rico, ¿Qué me estaba pasando? Solo deseaba humillar a Ximena, no disfrutarlo, encendí la tele y me puse a mirar un programa mientras sentía como Ximena succionaba mi pezón, irremediablemente empecé a pensar en mi novio y a ponerme cachonda, eso era suficiente para sentir tremendos calambres en mi vagina, cuando tenía sexo con mi novio, la forma que él tenía para provocarme un orgasmo era que mientras me penetraba, chupaba mis tetas sin cesar, aquello me volvía loca y terminaba en un par de segundos, mis pezones eran uno de mis puntos débiles, así que mientras Ximena me chupaba mi pezón, abrí mis piernas y comencé a masturbarme, empecé a besar la cabeza de xime al tiempo que intentaba darle instrucciones de cómo mamar mi teta: le decía que lamiera, que chupara, que le diera mordisquitos suaves, que lo hiciera más rápido, en fin, la niña trataba de obedecer a lo que le pedía hasta que finalmente, un fuego quemante invadió mi vientre y sentí mis pantaletas sumamente mojadas, al fin había terminado, entonces tuve un golpe de realidad, no podía creer lo que había hecho, casi inmediatamente me sentí horriblemente mal, una mala persona y toda una puerca sucia y pervertida, me había aprovechado de un menor de edad y ni siquiera era del sexo opuesto, yo no era lesbiana, jamás me había interesado saber del tema, un remordimiento me invadió en seguida y sobre todo un temor horrible, me dio pánico pensar que Xime pudiera contarle a su mamà lo que había sucedido entre las dos en su ausencia, pero al ver la actitud de Ximena me tranquilicé a medias, quería seguir chupándome las tetas pero yo ya estaba satisfecha, por lo que pensé en negarme y decirle que ya había sido suficiente, pero imaginé que podría ser contraproducente así que se lo permití para tenerla contenta, se pasó los 15 minutos restantes chupando mi seno izquierdo mientras yo veía la tele y acariciaba su cabeza, lo había disfrutado muchísimo pero para mí era caso cerrado, no volvería a suceder nunca más algo así en mi vida, y trataría de mantenerme alejada lo más posible de Ximena de ahora en adelante, eso creí en esos momentos, y a pesar de lo sucia y ruin que me sentía por dentro, mi remordimiento fue bastante menos sabiendo que la niña lo había disfrutado y que seguramente lo había estado deseando desde que había empezado a espiarme, le había dado un bello momento de placer y la niña no parecía molesta o arrepentida por lo que yo había hecho, al contrario, en eso escuchamos la puerta del exterior abrirse, su mamá había regresado del doctor con la bebé, Ximena rápidamente se aparto de mí y yo me arreglé la blusa, cuando entró a la casa, nos encontró sentadas en el sillón viendo la tele en una actitud de lo más normal, aunque el corazón me latía a mil x hora, traté de mantenerme ecuánime, para entonces yo ya sabía que Ximenita no diría nada de momento, así que trate de controlar la situación interesándome por la salud de la bebé, Nati se mostró contenta y amable conmigo, agradecida por el favor que le había hecho, lo cual hizo que el remordimiento fuera peor, y para colmo, después de depositar a la beba en el suelo se dirigió a la cocina y me ofreció un delicioso flan que ella acostumbraba preparar como muestra de gratitud, no tuve cara para rechazarlo, pero no pude comerlo más tarde, me habría sabido a lodo, de hecho esa noche, no tuve ganas de hablar con mi novio, le había sido infiel y con alguien que nadie se hubiera imaginado, los días que siguieron no mejoraron mi incomodidad, traté de no tener contacto con Ximena y su familia, tal y como me había propuesto, pero el temor de que aun hubiera posibilidades de que Ximena me delatara pudo más que mi determinación, así que una tarde visité a Nati solo para comprobar sus actitudes, gestos y reacciones hacia mí.
Muy nerviosa toqué a su puerta, Nati me abrió y aunque sorprendida, me recibió con gusto como siempre había hecho, mis temores se disiparon al momento y animada por mi buena suerte, salí del paso como pude, en ese momento me di cuenta que no tenía una buena excusa que me hiciera visitarla a esas horas, así que le dije lo primero que me vino a la mente, se me ocurrió decirle que yo había notado desde que la había cuidado que xime era una niña muy solitaria (lo cual era cierto) así que, si ella lo consideraba pertinente, le permitiera a xime visitarme a mi casa cuando ella pudiera, yo con gusto jugaría con ella a lo que quisiera y le haría toda la compañía que le hiciera falta, Nati me dio por mi lado y me agradeció mi interés hacia su hija y prometió considerarlo, cuando me despedí me di cuenta de la tontería que había cometido, ¿en qué carajos estaba pensando? ¿No estaba yo decidida a no ver más a la niña? ¿Por qué hacia entonces todo lo contrario? Me tranquilicé pensado que Nati no lo tomaría en serio y jamás le daría permiso a Xime para ir a mi casa, pero una tarde cuando ya casi todo se me había olvidado, llamaron a la puerta, mi mama acudió a abrir, de rato regresó conmigo diciendo que alguien me buscaba, le pregunté que quién y me contestó visiblemente extrañada que Ximena, mi vecinita de nueve años, tragué saliva y supongo que palidecí, ya casi había olvidado el comentario estúpido que le había hecho a su mamá de que le diera permiso a su hija de que me visitara, pero traté de calmarme y pensar a gran velocidad, se hubiera visto mas sospechoso si me hubiera negado así que salí del paso ante la extrañeza de mi mamá mintiéndole diciendo que la misma Nati me lo había sugerido y yo había accedido pues no tenia problema con que la niña me visitara ya que era mi amiguita, mi mamá era muy tolerante conmigo y me tenía mucha confianza por lo que sin sospechar nada raro en esa inusual situación se encogió de hombros y se metió a la cocina: “tu sabrás…”, me dijo, Salí a la calle y ahí estaba ximenita, me miraba sonriente, inmediatamente me di cuenta que la niña esperaba que sucediera algo especial de nuevo, sin saber que hacer la invité a pasar y la metí a mi cuarto, me sentí incomodísima, gracias a mi sucia acción, finalmente había confundido a la niña, aunque la niña se sintiera lésbicamente atraída hacia mí, yo no tenía derecho a hacer lo que hice, no debí propiciar ni alentar su deseo o confusión sexual, ahora, no era justo para la niña que yo la rechazara si yo era la causante de todo, así que no la mandaría a volar de forma tajante, lo haría de forma sutil, aquella era una buena oportunidad de enmendar mi error y deshacer el enredo en que me había metido, le haría saber de forma gradual que lo que había pasado entre nosotras había sido un error, además había tenido bastante suerte que no se enterara su mamá por lo que no podía tentar al destino una 2da vez.
Debía parar todo antes que la niña se siguiera confundiendo mas haciéndose ilusiones e ideas que no eran y todo pudiera salirse de control, así que al principio no mencioné nada del incidente anterior (ahora sé que fue un error, debí de hablar claro y directo con la niña) y me mantuve un tanto indiferente, tenia que hacerle sentir que yo no permitiría nada mas, ya dentro del cuarto, traté de mostrarme lo más normal que pude, la niña se veía inquieta, parecía estar esperando el momento oportuno, no estaba ahí para tonterías, yo trataba de distraerla con revistas, algunas muñecas que tenia por ahí, con zapatos, nada funcionó, xime buscaba cualquier motivo para acercarse a mí, su torpe acoso me causó gracia, pero poco a poco empezaron a surgir aquellos extraños calambres en mi entrepierna, cuando me di cuenta, ya tenía mi pantaleta mojada, oh por Dios no… lo último que se me ocurrió fue mostrarle unos videos en mi celular, grave error, mi intención era que la niña los viera y entregarle mi cel para que se entretuviera viéndolos, pero fue lo opuesto, aquello provoco que la niña acercara su rostro demasiado al mío y mientras veíamos los videos, podía sentir su aliento golpeando mi mejilla, reflexioné sobre todo lo que estaba pasando y llegue a la conclusión que lo mejor sería que la niña se mantuviera tranquila y satisfecha y no lo estaría hasta que escupiera nuevamente en mi boca o chupara uno de mis pezones, así que imaginé que no sería tan grave si permitía que Ximena lo volviera a hacer y se desahogara, pero todo se limitaría solo a los pezones esta vez, no habría mas, no habría besos ni nada, solo me chuparía el pezón hasta que se cansara y eso sería todo, así que, finalmente y sin decir palabra alguna, me desabotoné la blusa ofreciéndole mi pezón izquierdo, con una gran sonrisa, xime se aferró a él succionándolo ávidamente, en ocasiones lo hacía muy fuerte lastimándome: “ouch, despacio nena… despacio.
” me chupó la chiche mientras yo trataba de ignorar la sensación viendo los videos de mi cel, pero fui muy ingenua creyendo que podría ignorar las reacciones de mi propio cuerpo, mis pezones eran un punto demasiado sensible, finalmente no pude mas y aventando el cel a la cama, abrí mis piernas y volví a masturbarme frenéticamente, no tardé mucho en alcanzar un orgasmo y al hacerlo, le ordené a xime que me besara, maldición, ¿Qué estaba haciendo? Pero ya era muy tarde para detenerme (era una costumbre que tenía desde hace mucho, siempre que tenía un orgasmo perdía el control y en un arranque le pedía a mi amante en turno que me besara en la boca sin importar nada, de esa manera, la venida resultaba más satisfactoria), xime lo hizo de inmediato y yo hasta la lengua le metì, pero me di cuenta que no le gustaban demasiado los besos, ella prefería escupir en mi boca y lo hizo sin parar, era lo menos que podía hacer por ella en esos momentos, nunca imaginé que la primer mujer que besaría en mi vida tendría 9 años de edad cuando xime se fue, le dije que podía venir cuando quisiera y jugaríamos a lo que ella quisiera, no podía creer en lo que me había metido, era solo morbo, no pasión, ni amor, ni deseo, solo autosatisfacción, solo eso.
Yo seguía sintiendo deseo y pasión por mi novio aunque la relación se había desgastado bastante, pero por otro lado mi lado perverso y oscuro surgía cuando estaba con Ximena, me siguió visitando por espacio de dos meses hasta que mi mama empezó a sospechar que algo raro ocurría, y fue a partir en una ocasión, en la que yo estuve fuera casi todo el día, yo no me enteré hasta días después, pero la tonta de Ximena fue a mi casa buscándome hasta tres veces ese mismo día, y lógicamente, mama empezó a cuestionarse el porqué esa niña de 9 años buscaba a una chica mucho mayor tan insistentemente, porque después de todo, ¿a que tanto puede jugar una niña de 9 años con una mujer de 18? Entendí que las cosas se empezaban a salir de control, durante ese lapso, las cosas entre Xime y yo habían evolucionado en lo sexual drásticamente, tragarme sus escupitajos se habían vuelto una especia de pacto suicida entre las dos (recuerdo que en una sola tarde llegó a hacerlo hasta 7 veces), por su parte, ella me correspondía chupándome mis tetas, mientras me masturbaba, le enseñé a hacer sexo oral pero parecía no agradarle mucho, y yo, no muy convencida también se lo hice, me sorprendió darme que cuenta que el sabor de su panocha no era tan desagradable como imaginaba, pero igual no sabía bien, tenía un sabor agrio y picante, era soportable pero no placentero, recuerdo en una ocasión en que yo se lo practicaba a ella, como era muy pequeña, obviamente no sabía controlar sus órganos así que, en su confusión lanzó un pequeño chorro de orina que me cayó en la boca tragándome su chis por completo, fue asqueroso pero no me afectó demasiado ya que la cantidad ingerida había sido mínima (por cierto, la orina sabe como a mostaza) sin embarco, Ximena se había dado cuenta de lo sucedido y aquello parecía haberle excitado mucho mas de la cuenta, y debí haberlo adivinado, como un hecho natural de los escupitajos pasó a cosas mayores, era lo lógico y solo era cuestión de tiempo, no tardó en pedirme que me tragara sus orines, de ninguna manera haría eso, lo que había pasado fue solo un accidente y no lo haría de nuevo.
Me insistió por días hasta que finalmente accedí a medias, pero me negué rotundamente a tragarme su pipí de nuevo, lo más que pude ofrecerle para tenerla tranquila fue dejar que me orinara encima, (supongo que la idea le obsesionaba) la pequeña puta era afortunada, ni a mi novio se lo hubiera permitido nunca aunque me lo hubiera pedido, y ella lo haría sin ningún merecimiento, me sentía baja y sucia, aquello me parecía degradante y enfermizo, pero Xime satisfacía un lado mío perverso y desconocido hasta entonces, nos metíamos al baño, me sentaba en la regadera y ella orinaba encima de mí, lo hacía en mis pechos, en mi estomago o en mi cocho, no era lindo ni placentero, el líquido es sumamente caliente e irrita la piel, además era repugnante, me dejaba toda pegajosa, la idea de orinar en mi boca obviamente surgió de ella, y no se por qué razón se le metió en la cabeza hacerlo, ignoro qué placer podía haber en el poder hacer eso, pero no había discusión, eso no pasaría jamás, ya bastante había hecho sometiéndome a sus aberrantes caprichos, aunque nuevamente admito que era por culpa mía, había creado una monstruita sexual pervertida e imaginativa y no tenía derecho a quejarme, además siempre estaba el temor latente de que pudiera chantajearme contándole todo a su madre así que me orinó encima al menos unas 10 veces, yo por mi parte, me contentaba con que me chupara las chiches o lamiera mi vagina, no le gustaba mucho hacerlo pero le hacía ver que era favor con favor, y que si quería que yo accediera a algo ella tendría que hacer lo mismo, pero eso no era todo, la interacción con la sociedad se volvió difícil, cuando iba a recoger al chepe a la escuela tenía la impresión de que todas las mamás que esperaban a sus hijos me veían inquiridoramente, imaginaba que todas sabían lo que hacía con una menor de edad o que Ximena pudiese haber contado lo nuestro
Pero las cosas se empezaron a poner de verdad complicadas cuando en su escuela, la maestra le encontró a Ximena en su cuaderno, el dibujo de una mujer desnuda, no hacía falta mucho para imaginar que esa mujer era yo y se lo enseñó a su mamá y ella a mi mamá, y aunque nunca me acusó de nada directamente, la relación entre ambas familias se desgastó mucho, obviamente, las visitas de xime cesaron por completo y doña Nati no volvió a pedirnos algún favor, para colmo, según su mamá xime había presentado ligeras molestias en sus genitales, lo cual era normal, pues según investigué en el internet, los órganos sexuales de una niña no están aun capacitados para ser manipulados sexualmente, en otras palabras, si se forza la vagina de una niña pequeña a tener orgasmos puede traer otras complicaciones físicas, me asusté mucho, para mi buena suerte, la doctora que atendió a xime al parecer no acertó en su diagnostico, si no, en menudo problema me meto, mi mamá tampoco me acusó de nada pero me dijo que yo había tenido la culpa por hacer cosas buenas que parecieran malas y me prohibió volver a recibir a la niña, traté de no extrañar a mi xime, pero me había acostumbrado en poco tiempo a sus visitas, sin embargo, imaginé que había sido lo mejor, aquello había sido un episodio sumamente amargo, perverso y extraño en mi vida, pero al mismo tiempo, no me arrepentía de haber experimentado esa increíble aventura, me tranquilizaba darme cuenta que en el fondo no era lesbiana, ya que a pesar de todo lo vivido, no me sentía sexualmente atraída por ninguna mujer, así las cosas hasta que finalmente 2 meses después de la última vez que había estado con Ximena, me enteré que a su papá lo habían cambiado de destino en su trabajo y aprovechando las vacaciones de verano en las escuelas se mudarían a otra ciudad en pocos días, sentí alivio, sin la niña cerca pronto olvidaría ese raro episodio, pero obviamente la niña no se iría tan tranquila, no sin intentarlo una última vez, así que, una tarde, nuevamente lavando los trastes justo como todo había empezado, Xime trepó por unas cajas y muebles que estaban en su patio y asomándose por encima de la barda, me llamó en voz baja, me puse nerviosa que alguien nos viera, no quería más problemas, pero entendí lo que la niña estaba haciendo y lo que estaba sintiendo:
-¿Qué haces taruga? Bájate de ahí que tu mamá te va a ver… y nos la va a hacer de pedo a las dos- le dije bastante ansiosa y molesta
-ahorita no está, se fue con mi hermanita a ver a una señora y me quedé con mi papá, ahorita se acaba de quedar dormido…- me dijo ella con bastante seguridad
-pero igual ahorita regresa…- Contestè yo
-no… se ponen a jugar baraja y se tarda horas…-
Recordé que era cierto, Nati solía reunirse con sus amigas en ciertas ocasiones y duraban horas, mi mamá también había asistido varias veces cuando aun se hablaban bien y al oírlo me tranquilicé a medias:
-¿y qué quieres escuincla?-
-es que nos vamos mañana y quería jugar contigo por última vez…-
Me negué:
-no, no, no… me metiste en muchos problemas por chismosa… ahora jòdete…-
La niña empezó a llorar suplicándome:
-por favor mary, yo no dije nada… te lo juro…-
Sentí un tremendo golpe de ternura y remordimiento, no quise hacerla llorar, además, no la volvería a ver tal vez nunca, pero ¿Qué podía hacer? Aunque quisiera ella no podía salir de la casa ni yo ir a la suya:
-ya, ya no llores, perdóname… yo también quiero jugar contigo antes de que te vayas, pero ¿Qué quieres haga?-
Ximena ya lo tenía planeado:
-te subes en esa escalera y me jalas a tu patio…-
-estás loca? Nos vamos a caer…-
-no de verdad… yo me agarro fuerte…-
-pero ¿y si tu papá oye el ruido y se da cuenta?-
-está dormido y se tomó unas cervezas, cuando toma dura mucho dormido en el sofá…-
Entendí que la niña se estaba jugando el pellejo, y lo hacía por mí, la devoción y amor de la pequeña hacia mí me enternecieron e hicieron que poco a poco se me ablandara el corazón, no olvidaba que todo lo había iniciado yo, y lo menos que le debía a esa criatura era tomar un riesgo tal y como lo hacía ella, no podìa negarlo tampoco, Ximena era la única persona hasta ese momento que me había ofrecido su amor y su cariño sin escatimar nada, no había sentido tal pasión hacia mi ni siquiera de mi propio novio mas interesado en la bebida y salir con sus amigotes, finalmente accedí pero había que hacerlo rápido, mi mamá aun no llegaba de su trabajo (ciertos días de la semana iba a diferentes lugares a hacer la limpieza), coloqué la escalera, me trepé a lo alto y con un demonial de trabajo logré jalarla hacia mi casa, poco faltó para que nos rompiéramos la madre y antes que el Chepe nos viera (ya que era el único además de mí que permanecía en la casa) nos metimos a mi cuarto, recuerden que yo lo hacía solo por darle gusto a la niña, no lo disfrutaba y menos con el susto de muerte y el nerviosismo de que nos atraparan, casi no me concentré debo decirlo, pero eso no importaba, solo quería que se llevara un buen recuerdo de ahí, nos desnudamos de inmediato y nos besamos apasionadamente, yo realmente me esmeré, la besé lo mejor y más cachondamente que pude, ya que se iba a ir de mi vida, de verdad deseaba que no me olvidara nunca, me acosté en la cama y le ofrecí mi cuerpo para que me hiciera lo que quisiera, me chupó y me mordió lo que se le antojó, noté que tampoco le agradaba mucho chuparme la chocha, así que lo dejó pronto, generalmente en nuestros encuentros sexuales, la que me hacía cosas era ella a mí, yo casi no le hacía nada porque siendo una niña, muchas caricias en muchas partes de su cuerpo le causaban cosquillas tremendas, por ejemplo, no soportaba que le besara el cuello, o el estomago, o las piernas, por lo que no tenía que esforzarme, a mí tampoco me gustaba mucho lamerle la concha, el único lugar donde mis caricias no le daban cosquillas, porque noté que a mí tampoco me agradaba el sabor, así que lo hacía poco y siempre con el temor de que me pudiera orinar la boca.
En anteriores encuentros como ya mencioné, me lo había pedido con mucha insistencia pero yo siempre me había negado y tenía que contentarse con orinarme las tetas, el estomago y a veces la vagina, me daba mucho asco, pero era solo por tenerla contenta, no porque lo disfrutara, sin embargo, esa última ocasión, se me ocurrió la “maravillosa” idea de darle un regalo especial, la volteé bocabajo y le lamí su anito, algo que no le había hecho nunca a ximena y a nadie en mi vida (y que nunca volví a hacer, lo confieso), mi novio lo hacía siempre por lo que más o menos sabía cómo hacerlo yo y lo que Xime podía sentir, la verdad no me gustó hacerlo, no fue agradable, no sabe nada bien, su ano le olía mal, desafortunadamente, nuevamente Ximena fue presa de las cosquillas, pero aquello que era nuevo para ella le agradó bastante e hizo un esfuerzo por soportar, sentí como se arqueaba su cuerpecito y conteniendo la risa aguantó los embates de mi lengua, pero no pudo controlar la sensación y sin poder evitarlo, soltó un gas que prácticamente me tragué, sentí un vapor sumamente caliente en mi lengua, caray, que difícil es el sexo a veces, se sentía increíble cuando mi novio me chupaba el culo, pero es muy diferente cuando la que lo hace eres tú, a partir de entonces jamás forcé a ninguna de mis parejas a hacerme algo que no quisieran, pero aquello no fue todo, aun faltaba el gran final, ximena se incorporó sobre mi y abriendo las piernas justo sobre mi cara, me di cuenta que se disponía a orinar en mi boca, la detuve, no estaba lista para eso aún, pero insistió, yo le dije que no, casi hace berrinche y tratando de tranquilizarla le supliqué que entendiera, que había llegado a mis límites, pero por otro lado si Xime ya estaba ahí corriendo un tremendo riesgo, lo mejor era que valiera la pena, demonios, se lo debía, y ya fuera por su insistencia a punto de llanto o por la adrenalina del momento terminé aceptando resignada y confundida, sería mi regalo de despedida, ya no podría pedirme nada mas, yo sabía que iba a arrepentirme, así que me acosté en el suelo y le dije que lo hiciera rápido, antes le advertí que sería lo último que haría por ella y que no quería volverla a ver en mi vida, estaba tan ansiosa que creo que ni me escuchó, respiré profundamente y cerrando los ojos abrí mi boca.
Ximena estaba a punto y no tardé mucho en sentir el caliente y quemante líquido entrando de golpe en mi boca, ardía un poco, traté de imaginar que estaba bebiendo jugo de manzana, imposible, sabe horrible, es un ligero sabor a mostaza podrida fermentada en suero, instintivamente traté de expulsar lo que pude, pero me fue imposible, sentía que me ahogaba y grandes cantidades de su orina penetraron en mi estomago, a punto estuve de vomitar, intenté no respirar pero la consistencia salada de su pis era abominable, me pareció que nunca terminaría de mear la pequeña puta, hasta que finalmente me atraganté y me dio un ataque de tos, el resto cayó en mi rostro, me calaban los ojos, cuando terminó mi cuarto era un desastre, así que le ordené que se vistiera de inmediato, me sequé con una toalla y me vestí también, no hubo tiempo para más, salimos de mi habitación y con el corazón a punto de salírseme por el miedo, nos dirigimos al patio, ella sabía lo peligroso de nuestra siguiente maniobra y no puso objeción, así que a punto de perder el equilibrio nos subimos juntas a la escalera y con un esfuerzo enorme la trepé a la barda, solo pude darle un beso en la mejilla a manera de despedida: “adiós xime… que seas feliz” fue lo último que alcance a decirle, tomándola de las manos fui deslizándola al otro lado de la barda hasta que sus pies toparon con una caja, entonces la solté, en ese último movimiento perdí el equilibrio y resbalé de la escalera, aunque caí de pie me torcí el tobillo y no pude caminar bien los siguientes días y no solo eso, tenía el estomago terriblemente revuelto y esa misma noche vomité durante horas, todo por darle gusto a una escuincla pendeja, pero lo acepté como justo castigo a mi conducta tan inmoral, sentía que el karma al fin me había cobrado todas mis chingaderas y al menos una niñita (sexualmente desviada, pero niñita al fin) se iría feliz de ahí, a la semana siguiente de esa increíble tarde noche, comprobé que la casa donde Nati y sus hijitas había vivido ya estaba vacía, me sentí contenta por Ximena donde quiera que estuviese y yo, no volví a sentir esa clase de impulsos por nadie nunca más, no dejaba de sentirme culpable por pervertir a una niña pequeña y aunque Xime fue feliz en su experiencia conmigo, yo seguía creyendo que había actuado mal, nunca más le volví a ser infiel a nadie, rompí con Alberto, mi novio de esos días, pero tuve varios novios más en los años siguiente, hasta que me enamoré del hombre con el que finalmente me casé, y a ninguno de ellos le fui infiel aunque tuve muchísimas oportunidades, yo no era una mala persona y menos una pervertida y estaba decidida a demostrármelo a mí misma.
Un año después que Xime se fue, entré nuevamente a estudiar una carrera corta y me titulé como trabajadora social, actualmente ayudo a las mujeres víctimas de violencia y a menores de edad víctimas de abuso sexual en espera que la vida me perdone por lo que hice, nunca más supe de Ximena y en ocasiones me pregunto en que andará ahora, solo espero que lo que hicimos no la haya afectado demasiado, al menos no de manera negativa y deseo de verdad que esté bien y que sea feliz y sobretodo, que haya encontrado su lugar en la vida, actualmente ha de tener unos 22 años de edad, en esos días se portó conmigo increíblemente pervertida, pero no olvidaba que yo lo había permitido y provocado, yo debí ayudarla y orientarla en un aspecto más positivo ante su evidente confusión sexual y no haber alentado y fomentado desviaciones, impulsos y deseos que no estaba capacitada para entender o asimilar a esa edad aprovechándome de su inexperiencia, aprendí mi lección y algo así no volvió a repetirse, pero cierto día, mi esposo se encontraba en casa cuidando a los niños, cuando llegué de trabajar, me dijo que una muchacha joven y muy guapa había ido a buscarme a la casa, cuando me interesé por los particulares de la persona, mi esposo no supe decirme gran cosa, la muchacha no quiso darle su nombre, ni algún otro dato con el que yo pudiera comunicarme, cuando mi esposo le preguntó el motivo por el que me buscaba o algún recado que pudiera dejarme, la enigmática mujer simplemente se marchó, por la naturaleza de mi trabajo mucha gente suele acudir a mí, pero había algo raro en esa persona que no supe definir.
Obviamente la mujer nunca regresó ni intentó comunicarse, no puedo asegurarlo ahora , pero imaginé que pudiera tratarse de alguna persona de mi pasado aunque no era muy seguro, obvio que no podía decirle absolutamente nada a mi marido, por lo que me encogí de hombros restándole importancia, hoy tengo amigas lesbianas y a algunas les conté esta misma historia, incluso con detalles aun peores y se mostraron sumamente tolerantes y comprensivas, creo que todo era porque aun me sentía un poco mal por haberme convertido en la puta sucia de una mocosa precoz, yo que solìa ser una chica coqueta, super femenina, segura de mi misma, y con muchísimo pegue con los hombres, con la llegada del internet supe que la ingesta de orina como fetiche sexual por parte de algunas parejas (no solo las lesbianas) en todo el mundo es relativamente común y eso hizo que me sintiera menos mal, descubrí que le llaman “lluvia dorada” pero igual pensaba que ningún ser humano digno debe permitir que lo degraden así, aunque cada quien sus gustos y aficiones, después entendí que todos los seres humanos experimentamos curiosidad y morbosidad por esos temas, al menos una vez en nuestras vidas, ya saben, dominar y ser dominado, y yo debía estar agradecida con la vida misma por haberme permitido pasar por esa etapa con relativo éxito, ahora sabía bien lo que quería y lo que me gustaba y lo que no, y nunca más volvería a experimentar algo así, no me avergüenzo de mi ahora pero esas son cosas que deben hacerse y experimentarse solo una vez en la vida, las mujeres no eran lo mío y yo no volví a someterme a los deseos y caprichos de ninguna otra persona ni a complacer a nadie màs a no ser que yo lo quiera, por ejemplo, a mi marido le encanta venirse en mi boca y que yo me trague su semen pero a mi no me gusta hacerlo y solo se lo permito cuando hace los méritos suficientes y no porque él me lo imponga … hoy vivo feliz y tranquila con mi sexualidad y no hay nada que perturbe mi mente, confieso que muuuy de vez en cuando, le pido a mi marido cuando tenemos relaciones que se vuelva algo puerco y deje caer en mi boca una que otro escupitajo, pero solo eso, no parece entenderlo pero igual me complace.
no me queda mas que aceptar que el sabor y la esencia de… algunas… memorias, se quedarán ahí para siempre
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