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Lesbiana, Masturbacion Femenina

¿Una reconciliación con mi EX mejor amiga?

Una noche en la playa me reuní con mi ex mejor amiga Lorena, separadas por el tiempo y decisiones dolorosas. Entre disculpas, confesiones y un deseo reprimido, ambas nos sumergimos en una experiencia intensa que… ¿cambiará para siempre la forma de vernos y sentirnos?.

La brisa salada del mar entraba por las ventanas entreabiertas del auto estacionado en la orilla solitaria. Era de noche, y la única luz provenía de la luna, que se colaba entre las nubes y brillaba sobre la piel de mi ex mejor amiga, Lorena a la cual no se había visto en años… hasta ahora.

Reconocí su figura gracias a la luz de la luna, tomé la manilla de la puerta de copiloto y me subí. Debo reconocer que no quería verla, sin embargo tras muchos mensajes de suplicas de perdón por parte de ella y pedirme innumerables veces que por favor nos juntáramos, acepté, no de muy buena gana, esta sería mi última conversación con ella, ya no quería volver a verla.

Lorena me miraba con los ojos cargados de culpa. Yo sentada en el asiento del copiloto, mantenía la mirada fija al frente, tensa. mis labios entreabiertos temblaban apenas.

—Perdóname por haberte dejado botada cuando más lo necesitabas —susurró Lorena, su voz ronca, contenida—. No solo te fallé como amiga. Tú sabes que siempre te consideré mi mejor amiga. ¡Perdóname! te juro que desde ahora todo será distinto, te extraño.

Giré la cabeza. Su rostro estaba bañado por la luz de la luna. Había dolor en sus ojos… y curiosidad.

—Rara forma de demostrar que era tu mejor amiga—dije con reproche— te busqué meses, te necesitaba conmigo. Me abandonaste cuando no tenía nada…ni a nadie — mi mirada volvió al frente… a la nada.

Era imposible no recordar aquél tiempo… mi novio había muerto hace poco, tras una enfermedad a la que ambos habíamos luchado, sin embargo no la pudo ganar.

—Lo sé… —respondió Lorena—yo… llevo años pensando en cómo recomponer nuestra amistad, sé que cometí un error horrible.—No contesté Solo la observé.—no debí haberte dejado de lado cuando me enamoré de Fernanda, sé que cometí ese error…

—No, el error fue mío, yo siempre te puse de prioridad, como mi mejor amiga, cuando me necesitabas… siempre estuve allí para ti, incluso muchas veces dejé de lado a mi novio por ti, por ir en tu ayuda…

—Lo sé, por eso él me odiaba —sonrió de lado al recordar todas aquellas conversaciones que habíamos tenido en el pasado, yo le había contado que mi novio no la quería.

—Y tenía razón —dije con pena— él siempre me dijo que yo daba demasiado por ti y tú no lo darías por mí. No se equivocó.

—Quería estar contigo en ese momento, pero yo estaba recién casada con Fer y ella estaba celosa de nuestra amistad… ella pensaba que yo sentía algo más por ti…

Me reí. Que ironía… yo había estado en su matrimonio, como la única representante por parte de Lorena, ya que su familia no aceptaba que fuera lesbiana y se casara. Yo había sido siempre su apoyo. Incluso cuando conoció a Fernanda y se enamoraron y lucharon contra todo.

—Yo te quería como una hermana… pero Fernanda nunca lo entendió —lo noté desde el primer momento y se lo dije, aunque ella siempre lo negó.— ¿aún estas con ella?

—Sí

— y ella ¿sabe que estás aquí?

—Sí

—¿Y te dio permiso para venir? — me burlé.

—Es que vio cuanto he sufrido todo este tiempo por traicionarte —la miré y sus ojos estaban llorosos, eso hizo que mi corazón se apretara, después de todo la seguía queriendo, todos esos recuerdos de nuestra adolescencia y juventud eran difícil de olvidar.

—Ya, cálmate -susurré

—Es que…. -no pudo aguantar más, se quebró en llanto. No sabía cómo reaccionar.

De repente se giró y me abrazo fuertemente, yo quedé paralizada, sin reaccionar ante eso.

Respirando más rápido. Lorena se inclinó con lentitud, mirándome fijamente y posó sus labios sobre los míos.

—¿Qué estas haciendo? — grité, sin poder alejarme, ya que ella me tenía fuertemente abrazada.

Luego me soltó y su mano rozó mi pierna. Sentí su piel arder.

—No puedo evitarlo más.— volvió a besarme, y no supe cómo ni cuándo, pero le devolví el beso.

Un beso largo, como el que no me habían dado en años.

Fuego, me quemaba por dentro.

Mi mente me decía ¡PARA!, pero mi cuerpo no obedecía.

—Si me dices que pare, paro —dijo Lorena, con la frente apoyada contra la de ella.

Un susurro apenas audible escapó de los labios de mis labios.

—No pares.

Ese fue el permiso. El auto se volvió una cápsula de calor. Lorena me volvió a besar, primero suave, con respeto, pero pronto se adentraron en algo más salvaje. Yo jadeaba, sorprendida de lo rápido que mi cuerpo respondía al de mi ex mejor amiga. Nuestras lenguas se enredaban, nuestras manos se buscaban con desesperación. Lorena bajó las caricias por el cuello, por el pecho, y me arquee contra el asiento, gimiendo con los ojos cerrados.

Metió su mano bajo mi blusa y buscó mi pecho izquierdo, hace tantos años que nadie hacía eso… luego las prendas cayeron, una por una, primero mi blusa, luego mi brasier, mi falda y mi ropa interior, hasta que el cuero del asiento rozaba mi piel desnuda. Lorena se tomó su tiempo, adorando cada centímetro de mi cuerpo que tantos años había deseado en silencio. Yo con las mejillas encendidas y el pulso desbocado, dejé de pensar.

Solo sentía.

Sus manos fueron a mi vulva y gemí

—Ah- sentí su risa en mi pecho, y luego una mordida a mi aureola.—¡AH! sigue— pedí.

Dos de sus dedos entraron lentamente en mí y pude notar lo mojada que estaba por ella.

—¡Joder! —exclamó, sacó sus dedos y los llevó a su boca, fijando su mirada en mí, probó mi sabor— tanto tiempo esperé por esto «amiga».

Me mordí el labio, mi corazón lo sentía en mis oídos y mi pecho subía y bajaba rápidamente.

Volvió a introducir sus dedos en mi vagina y no sé cuánto tiempo estuvimos así, yo siendo llenada por su mano, su dedo pulgar al ritmo del mete y saca en mi vulva, y sus labios por todo mi cuerpo.

De repente, Lorena estiró su otra mano y abrió la guantera. Sacó el arnés con un movimiento lento, mirándola a los ojos.

—¿Quieres continuar? —me preguntó.

Asentí, sin palabras. El deseo me había comido las dudas.

Lorena se colocó el strap-on con destreza, sin dejar de mirarme. Se subió sobre el asiento, entre mis piernas, y me acarició con dedos suaves, jugando, provocando. Mis gemidos crecían, cada vez más descarados. Mi cuerpo se estremecía. Mi humedad, irresistible.

Cuando Lorena me penetró, fue con una mezcla de dulzura y hambre. Me  aferré a su cuello, gimiendo en su oído. El sonido del mar parecía volverse parte del ritmo de nuestros cuerpos. El movimiento era lento al principio, profundo. Luego, más rápido, más crudo. Cada embestida nos arrancaba un suspiro, un jadeo, un “sí” tembloroso.

Nuestros cuerpos sudaban, temblaban. Me rendía por completo, montada en un torbellino de placer que jamás imaginé con otra mujer. Y Lorena… se perdía en mi olor, en mi voz, en esa sensación de tenernos por fin, de poseerme con cada centímetro de su deseo contenido.

—Quiero que  me montes—me susurro.

No tenía palabras, solo asentí.

Salió lentamente, besó mi labios y se acomodó en el asiento del conductor. Todo era nuevo para mí. Ella vio la duda en mis ojos. Soltó una pequeña risilla e hizo el asiento para atrás.

—Vamos, arriba—me dijo con voz picarona.

—Qui…quiero hacer algo primero—dije entre susurros, con mi pulso a mil por hora.

Me incliné, saqué mi lengua y la probé, probé su centro, estaba goteando, que sabor más rico, escuché su gemido.

—¡ah!, sí sigue— acerco su mano a mi cabeza y presionó. —sí, más rápido— pidió y mi lengua se movió a una velocidad que nunca imagine poder seguir. —¡Joder, me corro! —gritó y yo me reí, sus manos presionaron aún más mi cabeza, pero no me importó.—¡HAAA…! —Y me soltó.

Me enderecé y la miré, tendida en el asiento yacía con los ojos cerrados.

—Joder, si solo puedes hacer eso con tu lengua… cuando me folles con los dedos me matarás— dijo y abrió lentamente sus ojos. Estaban brillosos.

—¿gracias?-dije con duda

—Móntame, quiero que te corras.

Le obedecí, me subí encima de ella, Lorena tomó la polla de plástico y la apunto,, lentamente fue bajando, sintiendola hasta lo más hondo de mí.

—Muévete—dijo mientras tomaba mis caderas y marcaba el ritmo, lento, tranquilo, pero aumentando cada vez más.

Su mano derecha apretó mi seno izquierdo, piñizcó, masajeó-

—¡Ah! sí Lore— grité—Sí, así muérdeme— y así lo hizo me inclinó hacia ella y me chupo y mordió los senos—sí, así…—gemía como loca, y comencé a moverme más rápido, arriba-abajo, delante-atrás y en círculo — ¡ah!, ¡ah!, falta poco…

El orgasmo llegó como una ola salvaje. yo grité su nombre, con la espalda arqueada, las uñas marcando la piel de su espalda. Y Lorena no se detuvo hasta que sintió mi cuerpo relajarse en sus brazos, agotada y llena.

Silencio.

La respiración entrecortada fue lo único que quedó por un momento.

—¿Estás bien? —murmuró Lorena, aún abrazándome.

Yo con una sonrisa ladeada y el cabello enredado, respondí en un suspiro.

—Estoy mejor que nunca. Pero esto… no cambia nada.

Lorena levantó mi rostro y  besó mi frente.

—Tal vez no. Pero cambió esta noche para siempre.

Me levante de ella lentamente, sintiendo mis piernas como gelatina, me senté en el asiento de copiloto mientras veía como Lorena se sacaba el arnés, y comenzaba a vestirse. La imité en silencio.

Cuando ambas estuvimos listas, arrancó el auto.

—Te iré a dejar a tu casa.

6 Lecturas/30 junio, 2025/0 Comentarios/por bellybells
Etiquetas: amiga, confesiones, hermana, metro, orgasmo, playa, recuerdos, vagina
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