Cómo papá me fue enviciando (I)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo comenzó cuando era una niña chica (ahora soy una mujer de 39 años, aunque todo eso me marcó para siempre en mis gustos viciosos). Mi madre trabajaba de limpiadora al final de la tarde en unas oficinas, y me quedaba siempre al cuidado de papá.
Cuando mamá se iba, el quedaba al cuidado de jugar un ratito, luego bañarme, darme la cena y acostarme.
Ya a los 7 o 8 años, siempre me bañaba y me decía que tenia que enjabonarme el bien porque había mucha porquería en el parque. Por eso, corría el baño y cuando llevaba un ratito, entraba y iba enjabonando poco a poco. Primero de pie, y luego quitaba el tapón para que la bañera se quedara vacía. Entonces, me tumbaba, y me abría bien las piernas. Me subía los pies a los bordes de la bañera, y me quedaba así tumbada, con la rajita bien al aire. Entonces, se tiraba un buen rato lavándomela. Primero con la esponja, y para que se me quedara bien limpio (eso decía él) cogía un cepillo de dientes suave y se tiraba un buen rato frotándome tanto el agujerito del culito como mi vulva. Y luego él me decía que había que limpiar bien un botoncito que hay un poquito más arriba (después me enteré de que se llamaba clítoris). Me llamaba la atención, porque a veces filmaba un rato todo eso y yo le preguntaba. El decía que era para verlo después solo para ver si lo hacia bien o si había que repasar mas, pero que no se tenia que enterar nadie de eso porque si no me castigaría mucho con la zapatilla y me quitaría las chuches. Como era pequeña no me imaginaba nada.
Me preguntaba: "¿Paulita, te da cosquillitas?" y yo me reía y le decía que sí que eran unas cosquillitas que me llegaban a la tripita. Después, me secaba, me daba la cena y me llevaba a la cama.
Cuando ya tenia 9 o así, me fue explicando que esa forma de ducharme era un secreto y que no solo había que frotar bien la rajita, sino que además había que empezar a limpiar bien las tetitas porque me estaban empezando a salir unos botoncitos en los pezoncitos, que me estaban empezando a crecer, y que tenía que hacerlo muy bien para que no se me infectaran. Y así fue como empezó a durar más el baño. A mi me gustaba mucho y esperaba la hora, y papá preparaba el material: la esponjita, el cepillo de dientes… Me explicó una cosa importante: "Paulita, hija, ahora vamos a dedicarle bien la limpieza de tus tetitas para que sepas hacerlo tu solita cuando seas mayor y siempre te acuerdes de esto que te enseña papá". Me desnudaba, me daba agua y jabón, y me sentaba en el borde de la bañera. Esponja primero, y después cepillo en las tetitas. Se tiraba un buen rato, frotando con el cepillo, con las manos… Después, me secaba y me ponía cremita en las tetitas. Me ponía en los pezoncitos, y se tiraba un buen rato con los dedos ya. Y ponía tiempo hasta que se absorbiera la crema. Estiraba un poco los botoncitos, los soltaba. Yo ya me iba haciendo mayor, y notaba como se me aceleraba la respiración, estaba empezando a salir un liquidito entre las piernas a medida en que se pasaba largos ratos trabajando mis tetitas. Me dijo "Paulita, cada vez te vas poniendo mas coloradita, eso es que te gusta mucho como te limpia papá ¿a que sí?" Yo me sonrojaba y le decía que sí, bajito, porque era muy tímida. Me pasaba después los dedos por la rajita y me decía que me salían unos liquiditos muy ricos y que eso era porque me gustaba como me lavaba papá. Y después, me pasaba el cepillito por el botoncito de abajo, ese que me daba tanto gustito ya… Y me decía: "Este es tu premio por ser buena. Ya verás, papá te va a enseñar a ser una mujer muy juguetona, ya verás como después no podrás dejar de vivir sin hacer estas cositas tan agradables. A los hombres les va a encantar estar contigo, papá te está preparando".
Yo notaba que se le hacía un bulto enorme en su pantalón, pero él no se lo abría, decía que estaba ahí para enseñarme a mi.
Y un buen día, cuando cumpli 10, mas o menos, volvía del cole y me fui al baño. Cerré la puerta, y me encontré de pronto una revista encima del bidé. Papá se había quedado en el salón viendo la tele. No pude aguantar la curiosidad, y la abrí. Estaba llena de relatos y salían muchas fotos de señores desnudos con la cola al aire, metiéndoselo en los coñitos de señoras. A veces eran una señora sola con muchos señores, y cosas así. Me acuerdo que había un relato de dos familias que se reunían todos, con los hijos, y contaban como al final la nena terminaba chupando la cola a su papá, la mamá al nene, y al final le metían la cola hasta a la nena, su papá y otro señor… Todo eso me dejó perpleja… Y a la vez se me empezó a calentar la rajita. Como quien no quiere la cosa, cogí el cepillo de dientes que usaba papá para lavarme, y mientras leia y miraba las fotos, me empezé a frotar el botoncito, cada vez más rápido. Qué gustito ! Y me paso una cosa muy rara para mí: de pronto todo el cuerpo se me puso rígido, me salió como un gritito, y ya no podía tocarme mas porque me dolía, era como un espasmo. Toda mi rajita estaba muy mojadita…
Dejé el cepillo en su sitio, la revista como estaba, y salí corriendo del baño.
Papá estaba en el sillón viendo la tele, con el bulto, como siempre, y me dijo "Qué has estado haciendo Paulita? Estas muy colorada y sudando" Me puse mas colorada todavía, no sabía que contestar. Y me dijo: "¿No habrás leído la revista que había en el baño? Las niñas no deben leer eso, son muy malas. Si me entero de que lees eso tendré que castigarte dándote azotes en el culito bien fuerte". Le dije que no la había visto…
Esto no es más que el principio de una larga historia que es totalmente real, y que si los lectores quieren, seguiré contando.
Hasta otro día.
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