¡CÓMO TE PENSÉ ANOCHE…!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Maduritaseconfiesa.
Cierro los ojos y ahí estás, flotando de pie en la nada, mirándome intensamente con toda la miel de tus ojos. Toda mi piel sube de temperatura con sólo pensarlos, sin poder evitarlo y sin querer hacerlo.
Hundo mis dedos en mis cabellos, dejando que resbalen éstos entre aquellos, exactamente como tú lo harías. Bajo la mano por mi cuello como lo hacen tus labios; suave y despacio, dando tiempo a que la piel reaccione a cada milímetro. Sigo bajando por mi hombro y sigo, rozando con mis yemas sutilmente, llegando a la curva de mi pecho. Aún no he llegado a él, pero mi pezón ya muestra el anhelo de tu contacto. Al alcanzarlo incrementa su erección, provocando en mí un delicioso escalofrío que me atraviesa el vientre y la base de la espalda.
Eres pura lujuria en mi mente. Sigo con esta mano el camino hacia el otro pecho, mientras la otra se apoya en la cintura e inicia su propio camino sobre el vientre, rozando mi ombligo, hasta alcanzar ese vello en que quisiera escribir “Bienvenido” para ti. Juego con él un poco. Sólo con esto ya me siento húmeda.
Mi lengua moja mis labios porque me arden. Me pellizco suavemente el pezón, duro como diamante, como lo harían tus labios. Sigo hacia abajo sin detenerme pero sin ninguna prisa, quiero que dure esta sensación. Al llegar a mis otros labios los rozo por fuera; una pequeña humedad ya asoma.
Eres surreal en mi mente; tu boca va pasando de mi pecho a mis labios y a mi vientre a la velocidad del pensamiento. Con las piernas flexionadas, abro un poquito las rodillas dejando camino a mi mano para que siga su recorrido. Rozo suave con mis uñas los labios por fuera, mientras uno de los dedos presiona un poquito para separarlos. Lo hace sin dificultad ya que la humedad de mi flujo lo facilita. Mi yema queda ahora sobre mi clítoris palpitante. No lo froto porque duele, simplemente lo presiono suave de forma intermitente.
No sé por qué pecho decidirme de lo mucho que ansían los dos tu contacto, así que mi mano se desdobla, acariciándolos de forma alternativa. Mi dedo bombea mi clítoris, mi boca va a estallar del calor… Mi cuerpo es surcado de forma constante con estremecimientos de puro placer y quiero retener esa sensación, pero si no te siento dentro voy a perder el juicio. Bajo un poco más la mano, apoyando esta vez la base de mi pulgar sobre el clítoris y así sigo bombeándolo, mientras otros dos dedos se dirigen a mis labios internos y los abren sin ninguna dificultad. Una ola de mi deseo por ti surge a través de ellos, resbala por mi perineo y hasta la siento en mis nalgas.
No puedo esperar más. Hundo esos dos dedos en mi vagina lo más adentro y lo más fuerte que soy capaz. Un gemido se escapa de mi garganta y todo mi cuerpo tiembla. La respiración intensa mueve mis pechos de arriba abajo mientras mi mano se afana sobre ellos. Tengo ya todo mi clítoris rodeado; por dentro con los dos dedos y por fuera con la base del pulgar, que sigue bombeando. Empiezo a frotar con fuerza el interior de mi vagina. Quisiera que esa sensación durase, pero no voy a aguantar mucho.
No, no voy a aguantar nada. Mi espalda se arquea, mis piernas se cierran para retener la presión y la penetración, mi mano se cierra sobre mi pecho clavándole las uñas, mi respiración se detiene en un grito, mis glúteos se convulsionan, mi vagina queda contraída y una nueva ola, ésta mucho más caliente y abundante inunda mi interior. Poco a poco pierdo esa tensión, quedando por un momento desvanecida, sin poder mover un sólo músculo. Tu imagen en mi mente me acaricia la piel de la espalda.
Gracias, cariño. Me acabas de regalar otro “momento único”, aún sin saberlo.
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