Confesionario Zoo
Una milf me cuenta su primera vez con un perro.
Soy Gerardo y soy un sacerdote de una parroquia aquí en el centro de Veracruz en México llevo varios años desde que me ordene lo que les voy a contar es algo real que no acaba de pasar ni una semana fue antes de la misa del 24 de diciembre.
Todo empezó durante la confesión de aquel día…una señora se sentó y empezó
-Ave maría purísima
– Sin pecado concebida, ella contesto
– Dígame hija escucho sus pecados.
-… He tenido un encuentro pecaminoso, padre.
– Por favor, hija dígame, porque peco, por qué me dice que es pecadora.
– Siempre he sido una mujer fiel a mi marido, esa ha sido mi vida mi hija y mi marido, por eso pido la absolución, y además que una puede desahogarse, decir lo que realmente piensa y está pasando, usted entiende padre.- , yo solo he conocido como hombre a mi marido, tiene muchas virtudes, pero el sexo no es una de ellas, cuando con mis amigas todas casadas hablábamos de nuestros maridos, las envidiaba aunque, decía y digo que sí que me lo paso también como ellas, mi marido tiene su verga pequeña, pero no solo eso, apenas aguanta 5 minutos de tenerla dentro de mi como tampoco aguanta preliminares, es decir si acariciamos y nos besamos, le ocurre igual, siempre desde novios, ahora tengo 47 años.
– Dame detalles, Hija.
Ahora siquiera eso, si lo hacemos una vez al semestre ya es mucho, yo con sinceridad no conocí realmente un orgasmo hasta que me masturbé a solas con más de 30 años ya, él solo me preguntaba y pregunta, te lo has pasado bien digo si y queda tan contento, aunque pienso que, en su fuero interno, sabe que jamás me ha sabido satisfacer ni mínimamente, además es un hombre muy obsesionado con la higiene y que jamás, a siquiera besado mi coño, dándome siempre esa excusa, hasta que no se lo dije más. Vivimos aquí por boca del Rio, donde paso, la mayor parte de la semana ya sola al irse mi hija hace tres años, él por su trabajo suele estar fuera, no menos de 5 días, sin importar que sean sábados o domingos, siempre he estado acostumbrada a ello, cuando mi hija se marchó, él me regaló un perro macho.
Todo para que no estuviera sola y me defendiera, un ROTTWEILLER de pelo corto marrón claro, lo trajo con dos meses, me encariñé rápidamente con él, así hasta que creció y le llegó la hora del sexo, le dio por querer “montar” su “cama”, yo le reñía, le enseñaba pero nada, puse anuncios para que montara a otras perras y se fuera calmando como me recomendaba el veterinario, pero no encontré, así pasó hasta tener los tres años, el veterinario diciéndome se calmaría, con la edad o que lo castrara, pues además le afecta al comportamiento, siendo muy “revoltoso”, a veces se agarraba a mi pierna, intentando restregarse con ella, yo le reñía, pasó estas navidades, cumpliendo él 3 años, tras marcharse mi hija y su pareja, a los pocos días, de pasadas las fiestas, se marchó mi marido por 5 días, ya el perro como digo estaba más calmado, enseñado a que no se “restregara” con mi pierna, con decirle un eeh, seco y fuerte, se quitaba rápidamente y se estiraba sumiso, así lo enseñé hacía más de un año.
– Desde el principio, cómo empezó, lo que pasó y cómo terminó.
– ¿Es necesario, padre?
– Si, hija, es justo y necesario.
– ¿Justo y necesario?
– Si, justo para Dios y necesario para tu absolución o ¿no quieres recibir el cuerpo de cristo?
– Bueno padre….
Por la mañana se fue mi marido, quedé sola y me fui a pasear el perro, además de tomar el café en la terraza con las amigas, ese día el tema de conversación fue el sexo y los hombres, todas contaban maravillas, como se lo pasaban ellas con su esposo o su amante o haciendo tríos con mujeres más jóvenes que ellos y llegaban al orgasmo con su marido, yo dije que también, nos fuimos y llegó la noche, sola en casa, aburrida, sin ninguna motivación, pensando en mis amigas y el sexo, me fui excitando, hacia muchísimo que no me excitaba, desde el verano que no me masturbaba, pues, en parte me parecía insulso inacabado, estaba sentada en el sofá viendo la tele, me toqué en mi pijama, sin quitarmelo llevaba un pantalón, la tela al rozar mi chochito, me excitaba, hasta que dejé de hacerlo, me fui a la cocina e hice algo que no suelo hacer, me eché un poco de ron en un vaso, hielo y cola, me quité el pantalón, quedé bragas y camiseta, no suelo beber salvo que lo haga con mi marido, volví al sofá, dejé la copa en la mesita, me acariciaba suavemente, los muslos nada más, lentamente tranquila sin la más mínima prisa, mi perro allí echado en su cama, en una esquina del salón.
Veía la película de Brandi Love pero a la vez, me acariciaba los muslos interiores, a veces tocaba la pantaleta, dándome un pequeño pero a la vez más creciente placer, por lo que más asiduamente repetía esta operación, hasta quitarle voz a la televisión y centrarme más en las caricias, mis dedos resbalaron dentro de la braga, noté mi chochito húmedo, froté con extrema lentitud y suavidad, quité los dedos, me los llevé a mi nariz, olí mi olor, me excito más, hasta llevar mis dedos a la boca, los saboreé, encendida, después volvieron al interior de mi braga, volví a frotarme la humedad de mis dedos aún hacía sentir más placer, lento, pequeño, pero deseoso sin yo querer quitar mis dedos de allí.
– Hija masturbarse no es tan malo.
– Escuché a mi perro, miré se había levantado, se desperezaba estirando sus patas, después vino a mí, yo suspiraba, aunque muy silenciosamente, él se acercó y sus hocicos se metieron entre mis piernas, mi primera intención fue retirarlo lo hice pero no sin sentir, un gran placer al él chocar su hocico contra mis dedos y bragas, nada más soltarlo él volvió a insistir, yo volví a retirar su hocico, de nuevo sintiendo aquel placer, pero el perro, parecía haber olido, el olor que yo desprendía a deseo de sexo, volvía a insistir, hace varias veces, hasta que retiré mis dedos y lo aparté con las dos manos, me levanté, llevándolo de nuevo a su cama, ahora si obedeció pero yo me calmé, en parte, fui a la cocina, bebí agua, tenía sed no de bebida, volví, cogí la copa di un nuevo sorbo estaba casi entera, le di voz de nuevo a la tele, buscando calmarme, pero, ahora en mi cerebro además de mis dedos, me recordaba, los hocicos del perro, sin apenas darme cuenta de nuevo me encontré “tocándome” y poco después, suspirando de nuevo lentamente, era como lo deseaba lentamente, es de la única forma que después sentía un cierto placer en el orgasmo.
De nuevo se repitió, el perro volvió, metía el hocico, nuevamente ese pequeño latigazo de placer, pues yo al meter el hocico le agarraba la boca, totalmente, igual que antes, hasta que una de las veces no lo hice, el perro dio una lamida en mis bragas, que me “derretí” ahí mismo, quedé quieta mirándolo, no podía pensar, quería quitarlo pero a la vez, veía como lamía y mis suspiros, eran perfectamente audibles por mí, hasta que me fui, tumbado hacia atrás en el sofá las piernas abiertas, mi culo sobresalía del asiento ahora para facilitar al perro las lamidas al igual que me iba echando a un lado la braga, el perro lamió directamente, como si se lo hubiera ordenado como si alguien le hubiera dicho como hacerlo, no paraba, lamia y lamia hasta que empecé a gritar sintiendo aquella enorme lengua, sobre mi sexo, el placer me invadia me sentía en esos momentos en su poder y eso me excitaba aún más era como estar siendo obligada a ser lamida por el perro pero obligada por él.
Los minutos me parecieron segundos cada lamida, era un jadeo mío cada vez más fuerte, mi cuerpo, empezó a sentir en mi vientre en enorme cosquilleo mil veces más fuerte que cualquier masturbación mía, mis muslos empezaron a temblar mi mano se puso en la cabeza grande de mi perro, acariciándola a la vez empecé a sentir en mi ano mi vientre y mi chochito en todo en conjunto algo desconocido para mi hasta entonces creí enloquecer pegué más mi sexo al perro, gritando, no me reconocía a mí misma, aaaahaahhhhhh aaaaahhhaaaaahahh aaaaahhhhhha aahhhhhhaaaah, era incapaz de contenerme, la ropa me molestaba pero ya no podía quitármela, rezaba para que el perro no parara yo explotando en sus hocicos hasta que aquel enloquecedor orgasmo, fue alejándose en pequeñas oleadas ya mucho más manejables por mi cuerpo, yo hipaba aun con cierto placer, pero era como haber vuelto del mundo de la locura, ahora estaba relajada, pero no calmada, es decir, quería volver a repetir todo aquello y pronto.
– ¿Y no le devolvió el favor, Hija?
– No, no sabría cómo. Fue el que me dio a mí más placer. Pero como le decía padre….
Me levanté pues el perro hubiera seguido lamiendo, me bajé las bragas hasta quitármelas tirándolas al suelo, me miré, mi entrepierna mis muslos y sobre todo mi chochito estaba mojadisimos, no sabría decir cuál era los líquidos de mi perro, cual los míos, en mi vida había, echado tal cantidad de líquido vaginal, me notaba encendida, es decir, satisfecha por el momento pero sabiendo que a la vez deseaba más, fui al aseo, el perro estaba oliendo y oliendo mis bragas a la vez que chupándolas hasta que me vio caminar y la dejó, pensé mientras caminaba, muchas veces la cesta de la ropa la había tenido a su alcance y nunca lo había visto olisqueando mis bragas sin embargo ahora las lamia, intuía el perro que yo estaba “cachonda”.
Entré me lavé en el bidet, el perro entró, miré su polla, introducida dentro, miré sus testículos mientras me aseaba, de pronto alargué la mano y los acaricié desde atrás, me parecieron muy suaves, me gustó acariciarlos tenerlos en mi mano, el perro totalmente quieto, solté los testículos, el perro se movió al verse suelto, quedando ahora junto a mí, yo sentada en el bidet, mi mano, fue a la bolsa de piel que cubre su polla, la acaricié, sentí aun sin salirle nada como parecía como una “varilla” dura y empezó a asomar la punta, fina después ya la parte más gorda, rojo amoratado, froté desde la piel, el perro quieto hasta que empezó a soltar un líquido transparente a chorros cortos pero muchos chorros y al terminar se quiso quitar de mi mano lo solté, de nuevo e imaginé que hacia lo que él me decía, me había excitado todo sobremanera de nuevo.
Fui, al salón me senté, él me siguió le indiqué su cama y obedeció, se chupaba la polla, hasta que dejó de hacerlo yo lo miré todo el rato, bebiendo lo que quedaba de la copa más de la mitad, tranquilamente sin prisas pensando y reviviendo en mi cerebro cada escena vivida, seguía excitada, desde el principio, pero sin atreverme a nada, hasta que, tras ese rato, volví a levantarme llamé al perro, me siguió, volvimos al baño, lo metí dentro, solamente me dediqué a lavarle la polla y los huevos, yo metida con él en el baño, él quieto, le eché su gel, pero esta vez era muy distinto a como otras veces al bañarlo pasaba mi mano por allí, esta vez, lo hacía muy lento sentía su dureza en el interior y al sacar el la punta lo dejaba y me deleitaba lavando sus huevos, al menos estuve 15 minutos así hasta que lo enjuague lo sequé y salimos del baño, con su polla y huevos lavado concienzudamente, me decía a mí misma que no pasaría de volver a hacerle una paja al perro e intentar me volviera a chupar mi chochito, pero yo misma sabía que me engañaba.
Puse una toalla, en el sofá me senté desnuda y me froté, el perro volvió rápido a chuparme, solo que nada más estar un minuto sintiendo su lengua quería cogerle su polla, me bajé hasta el suelo, le cogí su polla por la piel, él se quedó quieto, sentí de nuevo su dureza en el interior y salió su punta yo mirándola y frotando hasta que salió la parte más gorda solo un poco, pero me bastó fui metiendo la cabeza hasta lamerla, al instante la tenía en la boca, la chupe, rojizo amortado y venoso, mi mano agarraba con suavidad su piel y pelos para no tocar la zona sensible, solo mi boca, el perro empezó a escupir su leche, en mi boca no la quité, excitadísima por verme así, el perro se apartó de nuevo buscando su cama y tirándose lamiéndose su verga había salido, al chupársela, era bastante grande y gorda, ya estaba de nuevo “recogida” el lamiéndose, yo encendida como nunca, sin dejar de ver en mi cerebro su verga, lo que había salido de allí.
– «¿Quieres más?»
– Claro que quería más, mi coño se estaba mojando de nuevo padre.
– ¿Tanto le gustaba aquel miembro viril de su perro, hija?
– Pues a falta de sexo y de encontrar otro macho cerca.
– ¿Me imagino eso fue todo Hija? ¿no hubo copula?
– Padre después de eso me fui de nuevo al baño, me enjuague la boca con el bucal antiséptico, concienzudamente, sí, pero sin dejar de reconocer cuanto me había gustado, volví a salir, el perro estaba de nuevo calmado, mirándome, pensé que estaría ya satisfecho y cansado, me senté en el sofá de nuevo, azarosa, caliente, solo existía las imágenes que volvía a revivir en mi mente, tuve que reconocerme pues mi cuerpo temblaba, que estaba cachonda muy muy cachonda como nunca en mi vida, una sensación agradable y a la vez desagradable, al no poder satisfacerme ese deseo pues, no me atraía masturbarme no lo deseaba, fue cuando el perro se levantó, fue a su comedero, bebió un largo trago de agua y en vez de ir a su cama se puso a caminar cerca de mí, observándome, lo miraba y me bajé del sofá de nuevo, se acercó lamiendo mi cara, le aparté el hocico y él obedeció pero sentí como lamió mi nalga casi mi cintura a la vez que se iba hacia atrás, hasta empezar a olisquear mi chochito, esta vez, mi cabeza se inclinó hasta tocar el suelo, olía, a veces lamia se retiraba, volvía, yo inmóvil suspiraba, hasta que se hizo más larga sus quedadas de hocico en mi entrepierna desde atrás, en una de ellas, alargué mis brazos hacia atrás, mientras me lamia, llegué a coger sus dos patas delanteras, las fui a alzar él titubeaba llegué a sentir sus patas en mi espalda pero al instante se quitó.
Volví a quedar inmóvil estaba nerviosa y hacía que el perro lo estuviera pensé, esperé el perro volvió a hacer aquello, lamer quitarse volver a lamer hasta que de nuevo atrapé sus patas, esta vez, más lentamente y más decidida a su vez conseguí de ir tirando hacia adelante y el perro ir pegando su cuerpo a mis nalgas, hasta que casi estaba, lo solté con suavidad y levantando mi cabeza y cuerpo para que apoyara mejor sus patas, hasta que lo conseguí, empecé a intentar al mover mis nalgas y rozar su polla, al principio fue muy difícil y paciente para que no se quitara de encima de mí, empecé a sentir tras mucho tiempo desplazarme unos centímetros más atrás, su polla, ahora si movía mis nalgas y sentía, la “bolsa” con su polla en el interior, me quedé quieta ahí moviendo mis nalgas casi de forma imperceptible sintiendo, aquella bolsa con cierta dureza en su interior, eso me animó y excitó más, a la vez que me hizo pensar con cierta frialdad que debía seguir así con lentitud, así lo hice, hasta que al tiempo, sentí entre mis nalgas, que su punta había salido se frotaba conmigo, yo suspiraba, sintiendo su punta desnuda a la vez, sentí sus dos patas delanteras apretarme hacia dentro intentando inmovilizarme quedé quieta.
De pronto sentí a mi perro, moverse como si me follara con fuerza adelante y atrás durante unos segundos, pero yo solo sentía unos milímetros por encima de mi coño, una presión de un bulto desnudo pero que no me iba a penetrar, segundos después paró sentí como aflojó la presión de sus patas delanteras, su cuerpo lo noté como iba un poco hacia atrás y perfectamente sentí su verga pasar por mi raja, que suspiro de enorme placer di en un instante al sentir aquello caliente pasar ese instante por mi coño, a la vez, me di cuenta con ello que mi coño estaba totalmente abierto, como una flor esperando impaciente, ahora sentí su polla por debajo de mi coño sentí y empecé a comprender ahora, que era su forma de “empezar de nuevo”, buscando mi coño, fue subiendo, sentí de nuevo ahora la punta pasar justo por mi coño a la vez de nuevo estaba cogida “firme” por sus patas, di un nuevo gemido instantes después comenzó a moverse de nuevo y de nuevo sentí había “fallado” estaba en el mismo lugar que la primera vez, yo estaba fuera de sí, sentía sus patas, sus arañazos a veces pero los aguantaba, pues mi calentura era muy superior.
De nuevo y ahora lo comprendí bien, su polla se recogía quedaba la punta la bajaba volvía a pasar por mi abierta raja y yo gimoteaba, hasta estar por debajo de mi coño, volví a sentir la presión de sus patas, ahora si lo supe, iba a volver a intentarlo sentí su punta y subiendo ahora más apretado el perro contra mí que bajando sus patas bien aferradas a mi cuerpo para impedirme moverme y su punta llegó a mi coño, esperé que volvería a pasar pero de pronto me sentí, “empujada” a la vez que atrapada y mi coño siendo invadido por su polla al instante empecé a gritar el perro se movía como un poseso metiendo su verga yo gritando aaaaaah aaahahahah intenté mover mi brazo, para que no me introdujera todo, no pude, sentí mi coño al final abrirse mucho más que al principio y más que oír sentí como si hiciera un CHOP, a la vez que empecé a correrme como una posesa, mientras me corría a gritos quieta, pues no podía moverme, el perro se quitó de mí, mi coño sentía ya perfectamente como tenía dentro una bola, un mazacote, se abría y cerraba de un inmensísimo placer, que no podía casi soportar grite sin parar, alcancé la toalla la mordí pero no por ello dejaba de gritar una y otra vez, tuve dos orgasmos monstruosos simultáneos uno tras otro en apenas nada, quedé quieta, mi mano fue hacia atrás, el perro me tenía “pegada” a él, su polla quieta la sentía latir dentro de mí, hincharse, una y otra vez, volvía a hacerme gemir a pesar de mis sudores de mis dos gigantescos orgasmos, el culo del perro pegado a mis nalgas, busque y acaricie sus huevos suavemente empecé a moverme apenas perceptible, pero que a mí me hacía jadear hasta volverme a correr a sentir como mi coño se apretaba a su verga, esta vez no fue tan fuerte como las dos anteriores.
– ¡Qué demonios… a saber ese animal estaba feliz!
– Cuide su vocabulario, padre. Estamos en confesión.
– Si, disculpa Hija y dime ¿no hay nada más que confesar?
– ¿Esta caliente, Padre Gerardo?
– ¿Le excité?
– ¡Sí, y de un momento a otro me corro sobre la sotana!
– No era mi intención, pero continuo…
Apenas me corrí, el perro a su vez empezó a tirar de mi me hizo moverme hacia atrás hasta que di un gritó y su polla salió, nada más salir, mi mano fue a mi chochito, empezó a caer de mi chochito líquidos sin parar a mi mano de ahí al suelo por la inmensa cantidad a su vez mi perro tras despegarse se fue hacia delante, no a la cama quedando a un lado a un metro de mí, le veía la verga colgando casi hasta el suelo, el mazacote, con el que me había “abotonado” a él metido ya pero lo demás amoratadisimo y rosado sacado yo no dejaba de mirarla y mi mano en mi coño.
Después se acercó mientras a un estaba ahí en 4 y el perro me orino el cuerpo y algo de la cara y el cabello como si me marcara. Después su pene se fue recogiendo lentamente y yo volviendo a estar recuperada y dolorida, me fui al baño, él a su cama ahora, me duché, me limpié concienzudamente, me fui a la cama después de vestirme y limpiar el piso.
Estaba, en parte dolorida la espalda por las uñas y mi chochito, pero, por primera vez en mi vida, dormí satisfecha sexualmente, por completo Padre. Solo pensaba…
– ¡¿Son así de gordas y de largas las pollas de los perros?!
Me levanté lo saqué a pasear, después volvimos a casa, la mañana la dediqué a hacer las labores de la casa la comida y demás, en la tarde pude entrar en internet y por primera vez, leer sobre zoofilia, en la noche pues no pude resistirme, la pasé follandome mi perro incluso padre decidí pedirle el divorcio a mi esposo y vivir con el perro.
Mi marido después de esto que le pedí el divorcio Padre no sospechó ni sospecha nada, también, me he informado bien de la zoofilia, tengo mis cremas antisépticas como bucales, a la vez ya mi perro no necesito que lo “guie”, rápidamente, me monta a él, me hace enloquecer, dejándome plenamente satisfecha. Por eso soy pecadora padre esto es antinatural.
Hija tu castigo será 3 aves marías y un padre nuestro y si así lo deseas tú y tu perro deberán consagrarse para que puedan vivir su relación.
ESO LE DIJE Y LE OFRECI LA OPCION DE OFICIAR SU BODA…
Lo que se soy algo enfermo, pero tengo más historias zoo de confesionario…
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Excelente… Muy excitante relato, me gusto mucho