Conociendo mi sexualidad III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por latosita.
Es posible que necesites leer los relatos anteriores para saber cómo empezó todo:
Parte 1: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-45016.html
Parte 2: http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-45055.html
Por supuesto que continué con la autosatisfacción y el conocimiento de mi cuerpo, por ejemplo, había aprendido que durante la menstruación podía experimentar cambios como dolor o mayor sensibilidad en mis pechos o que las molestias de cada 28 días se pueden aligerar gracias a un buen orgasmo, también tenía ya una rutina para tocarme (como si se tratara de ejercicios) e incluían sus respectivas repeticiones; claro que también aprendí a improvisar de acuerdo a la fase de mi periodo o mi estado de ánimo, a veces lo hacía lento y con calma, pero otras, lo hacía con gran vigor.
En fin, unos meses después de haber cumplido 14 años, me sentía toda una experta en el tema de proporcionarme placer y eso que todavía no me atrevía a meter los deditos en mi vagina, no por falta de ganas, sino por exceso de miedo, porque todavía me faltaba mucho por saber, no solo de mi cuerpo, también de la virginidad y todo lo relacionado con el sexo, además de los prejuicios que me regaló mi mamá.
Regresando de vacaciones decembrinas, un chico que vivía cerca de mi casa me pidió ser su novia y acepté gustosa; me puse feliz por tener mi primer novio, tanto que me dejé llevar por el romanticismo y hasta pausé toda actividad de autocomplacencia durante las primeras semanas; el primer beso fue rápido, de esos que les llaman “de piquito” y tenía tanta ilusión que aún conservo un bello recuerdo, lo sigo llevando muy grabado en mi mente, como una fotografía.
Con el paso del tiempo, juntos aprendimos a darnos besos más prolongados (mucho), usando también la lengua y, por supuesto, también a acariciarnos, bueno, más él a mí, la primera vez que puso su mano en mi pecho, me separé y abrí mucho los ojos, pero no dije nada, me quedé ahí sin mover ni un dedo; él quiso retirar la mano y fue cuando reaccioné, tomándola con la mía y colocándola nuevamente en mi seno izquierdo, luego lo abracé y lo volví a besar con más ganas.
En la escuela, mis compañeras a veces se ponían a hablar de sexo, que debes sangrar y no te puedes quedar embarazada la primera vez, que si es doloroso o que si se siente algo cuando se rompen el himen y cosas por el estilo.
Recuerdo que a una de ellas (digamos que se llama Paulina) se le salió decir que duele la primera vez pero ya que te acostumbras es algo fantástico; inmediatamente puso cara de “ay, ya la regué” y todas las demás comenzaron a tratarla como si fuera una diosa, su expresión se volvió la de alguien exitosa y autosuficiente, hagan de cuenta que era una famosa doctora especialista respondiendo preguntas en una rueda de prensa; yo, por ser tímida, solo me limitaba escuchar y tomar nota.
Una de las compañeras estaba próxima a cumplir sus quince años y organizó una piyamada en su casa, una semana antes de la fiesta; éramos 6 y sus papás no tuvieron inconveniente en prestarnos su cuarto, porque era el más grande, podían acomodarse 3 en la cama, una en un sofá y otras dos en una colchoneta que colocaron en el piso.
Comenzó a las 9 de la noche y hablábamos de cómo sería la fiesta, el vestido, si nos íbamos a poner borrachas y cosas así, hasta que Paulina, la única que ellas que sabíamos que ya no era virgen, dijo que mejor jugáramos a entrevistar a la quinceañera y todas estuvimos de acuerdo, cada una preguntaría algo, de preferencia muy personal; yo fui la primera y le pregunté si tenía novio, yo sabía que sí, pero ella dijo que no.
Se fueron sucediendo las preguntas hasta que realmente se llegó a un tema muy personal y privado: ¿te masturbas?, ella se puso roja como un tomate y las demás nos reímos, no era necesario que contestara, ya se había delatado, otra dijo que nos mostrara cómo lo hacía, pero nuestra experta en sexo sugirió una competencia, donde todas nos masturbaríamos para ver quién terminaba más rápido.
Solo tres, incluida la quinceañera, aceptaron el reto y se sentaron en la cama, sin mucho pudor se desnudaron de cintura para abajo y empezaron a tocarse; en verdad era una competencia, porque de pronto las 3 se estaban metiendo dedos en la vagina a una velocidad vertiginosa.
Paulina se levantó de su lugar y comenzó un monólogo con tutorial en vivo incluido:
No mames, güey – dijo y luego agregó – la cosa es ver quien llega más rápido al orgasmo, no quién se lastima primero, antes de meterse los dedos tienen que excitarse; a ver, háganse a un lado que les voy a enseñar, ¡ah! y pongan algo de música, no sea que nos vayan a escuchar – dicho esto, se sentó en la orilla de la cama, donde antes estaban las competidoras.
Lo primero es estar cómoda, no importa si estás desnuda o no y comenzar a tocarte muy suavemente, algunas comienzan con las chiches (pechos), pero si tienes algo de prisa, pues vas directo a la panocha (vulva) – se levantó la falda y se acarició sobre los calzones (bragas) – te debes tocar suave al inicio, recuerda que el primer objetivo es ponerte cachonda para que realmente lo disfrutes y piensa en algo caliente, o sea, imagina que el chico que te gusta es el que te está metiendo mano.
Normalmente empiezo de abajo hacia arriba, o sea, desde la entrada de la vagina hasta casi llegar al clítoris, ese no lo toques todavía – las 3 que querían competir se sentaron en la colchoneta, frente a ella y estaban siguiendo el tutorial, yo me puse detrás del sofá, donde tenía muy buena vista y podía tocarme sin ponerme en evidencia, la otra se sentó delante de mí y solo veía.
Poco a poco notarás que te vas humedeciendo, es lo normal cuando te excitas, de la vagina sale un flujo que te ayuda a lubricar y, cuando ya estás bien lubricada, es cuando puedes meter dedito – volteó a vernos a las que estábamos en el sofá y dijo – a ver, ustedes no estén nomás de mironas, vengan y ayúdenme con la ropa – las 2 brincamos y corrimos para seguir sus órdenes, mientras la desnudábamos ella seguía hablando.
Es importante que te fijes en lo que más te gusta, a lo mejor te tocas el clítoris desde el principio y te gusta, pero yo prefiero así como te digo – yo le quité la blusa y el brasier, mi otra compañera solo las bragas y regresamos a nuestro lugar – si todavía no estás bien lubricada, puedes ensalivar tus dedos para que resbalen rico por tu rajita, ya sin calzones, yo uso dos dedos para abrirme los labios y a veces me detengo en la uretra, que es por donde orinamos, me encanta tocarme ahí, sobre todo al principio.
Ya con cierto grado de excitación puedes tocarte el clítoris, algunas son muy sensibles y es mejor que se lo toquen por encima del capuchón, otras aguantamos más y nos encanta tocarlo directamente – se echó un poco hacia atrás y subió las piernas en la cama, abriéndolas completamente, no precisamente para dejarnos ver, sino para estar más cómoda.
Intenta todo lo que se te ocurra con el clítoris para saber lo que más te gusta, yo lo que hago es apretarlo como si fuera un botón, luego hago círculos, también lo pellizco y hasta lo giro un poco – ocasionalmente levantaba la cabeza para asegurarse que la seguíamos, las 3 de primera fila ya habían copiado su posición, la que estaba sentada en el sofá solo tenía una mano muy apretada entre sus piernas y yo, parada, también tocándome y siguiendo sus instrucciones – ya estoy escuchando algunos gemidos, no se limiten déjenlos salir, pero no muy fuerte porque nos van a escuchar.
Aunque se siente rico, la penetración no lo es todo, ni tampoco es necesaria, depende de cada quien – en este punto, todas estábamos jadeando y gimiendo, yo hasta sudaba copiosamente – comienza con un dedito, de preferencia el medio para que sea más cómodo y mételo poco a poco, si sientes que se atora sácalo y vuelve a empujarlo pero lento, no te vayas a lastimar.
Después puedes intentar meterte dos, o los que quieras, hasta podrías meterte toda la mano, pero siempre recuerda que necesitas práctica y mucha paciencia; un buen tip que te voy a dar es que cuando tengas un dedito adentro lo muevas hacia arriba y aprietes el clítoris, o sea, el pulgar por fuera y el dedo medio por dentro, eso a mí me vuelve loca y me hace llegar bien rápido, pero también puedes meter y sacar completamente, como si el chico de tus sueños te estuviera cogiendo.
¡Ahora sí, perras, gócenle a ver quién llega más rápido! – esto fue lo último que dijo.
Todas estábamos masturbándonos, hasta la que se había sentado en el sofá y se podía escuchar un concierto de gemidos y expresiones “ay”, “sí”, “dios”, era una carrera frenética de 6 adolescentes queriendo ser la primera en llegar al orgasmo, yo todavía no me metía ni un dedo, pensé que sería mejor experimentar esa parte en la privacidad de mi cuarto y con plena libertad para acabar en mis propios términos.
Los dedos de Paulina entraban y salían de su vagina a una velocidad increíble, las otras chicas lo llevaban con más calma y la escena me tenía con una calentura fenomenal, tanto que fui la primera en tener un orgasmo, pero no dije nada porque no pensaba conformarme, tratando de lograr el segundo y, como quería prolongarlo lo más posible, acariciaba mi clítoris muy lentamente.
Paulina fue “oficialmente” la primera en terminar y lo anunció con un gemido muy sonoro y muy largo, luego la que estaba en el sofá, que también fue muy ruidosa; curiosamente, las 3 de la colchoneta obtuvieron su orgasmo casi al mismo tiempo y creo recordar que se estuvieron tocando entre ellas.
Yo, que estaba detrás del sofá para evitar cualquier tipo de protagonismo, estaba tan concentrada en obtener mi segundo orgasmo que no me di cuenta cuando las otras chicas se pararon frente a mí y comenzaron a echarme porras: Vamos, tú puedes, llega, llega, llega.
Froté afanosamente mi clítoris, tan rápido como me era posible, respiraba y gemía muy agitada, mi cuerpo se llenó de calor y sentí como escurría el sudor por todo mi cuerpo, principalmente de la frente y, al fin, las contracciones se apoderaron de mi vientre y, literalmente, me fui a dar un paseo por las nubes en un orgasmo tan intenso y prolongado como no lo había experimentado antes.
No pude más y me dejé caer sobre el sofá, todo parecía suceder como en un sueño; luego de medio recuperarnos, nos acostamos e intercambiamos opiniones sobre lo que acababa de pasar; luego alguien le preguntó a Paulina cómo era que sabía tanto y dijo que su novio tiene mucha experiencia y le había estado enseñando.
Después de mucho insistirle, acabó revelando que el misterioso novio era casado, de 34 años y, además, su tío, hermano de su mamá.
Hubo un acuerdo general: nada de lo que había pasado, se había visto o escuchado en ese cuarto podría salir de ahí.
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