El sueño del trío en el tren
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MilkyQueen.
Hola de nuevo mis queridos lectores y lectoras, es un placer para mí escribir de vez en cuando y ver que les gustan mis relatos.
En esta ocasión les contaré algo que pasó recientemente; no es algo fuera de lo común, lo advierto ya mismo.
Soy una mujer activamente sexual, y este ideal lo he respaldado desde que descubrí que era bisexual.
Dentro de la sociedad uno siempre piensa que “la mujer es la frígida y el hombre es el que siempre quiere sexo”, pero, ¿qué pasa cuando esa situación se voltea? ¿Qué pasa entonces cuando el hombre es el que es indiferente ante el sexo y la mujer lo anhela en todo el día? Pues ese es mi caso, señores.
Mi marido no lo admite, pero se nota a leguas.
Su mujer es más voraz y despierta en ese sentido.
Es algo con lo que tenemos algunos problemas usualmente.
Yo era la que lo buscaba para tener relaciones, pero él me rechazaba, o al menos así me lo hacía sentir.
“Tengo sueño”, “ahora no porque estoy trabajando”, “es que me siento cansado”… De verdad espero de todo corazón que no se sientan identificados con estas frases, porque se siente terrible, tanto en hombres como en mujeres.
Así pues entendí que él no necesitaba del sexo tanto como yo.
Lo hacíamos, sí, pero a sus tiempos y modos.
Yo me aburría desesperadamente porque no obtenía lo que quería, y era divertido hacerlo con él, pero no se prestaba la situación.
Entonces opté por comenzar a comprar juguetes para mí, porque después de todo, si no te mimas tú ¿quién lo hará?
Mis juguetes favoritos son los vibratorios, ya que soy ultra adicta a los orgasmos clitorianos.
Pocas veces son las que he sentido orgasmos vaginales y ciertamente no me han gustado mucho.
Pero los orgasmos en clítoris son lo mejor, son rápidos y potentes, justo lo que necesito cuando estoy caliente o necesito desestresarme.
Incluso me atrevo a recomendarle a las chicas que lo hagan cuando sientan cólicos, créanme, los dolores se irán después de un buen orgasmo.
La historia que les contaré sucedió aproximadamente unos 3 días.
Hacía mucho tiempo que mi marido y yo no teníamos sexo, y yo (aunque sigo sintiendo la necesidad) traté de controlarme, pero lo incité a que cogiéramos en la noche.
Yo preparé todo lo que necesitábamos, coloqué una botella de lubricante para ambos, los preservativos al lado y unas cuantas toallas por si se ocupaban.
Me bañé y quedé lista, preciosa y desnuda para esperarlo en el rodeo, jaja.
Y cuando me dirigí hacia donde escuchaba su voz, me encontré con que estaba jugando videojuegos en el ordenador.
Me miró y me dijo:
-Ya voy corazón, sólo termino esta partida y estamos listos para empezar.
-Sí mi vida, no te preocupes, yo te espero-le respondí un poco decepcionada.
Me sentí destrozada porque había esperado ese momento por mucho tiempo, y él lo había suplantado por un videojuego que podía haber jugado cualquier otro día.
Sin embargo, esperanzada aún, lo esperé un par de horas y no llegó al cuarto.
Decidí guardar todo sin hacer ruido e ir a acostarme, decepcionada de su comportamiento.
Al parecer no quería hacer nada esa noche.
Y entre el trago amargo y el cansancio, logré dormir.
Y doy gracias a Dios por eso, porque tuve un sueño muy candente.
Soñé que iba de pie en un tren, de esos en los que los citadinos se transportan diariamente.
El tren llevaba un bamboleo suave y marcado.
Llevaba puesta una camiseta de Batman y una falda de mezclilla, con unas medias negras, unos converse negros y mis anteojos de armazón negro.
Sí, totalmente una friki, y es porque en algún momento de mi vida fui muy fan del anime y los cómics.
Recuerdo ese atuendo muy bien porque había asistido vestida así a una convención y un muchacho me susurró al oído “que rica nerd, estás como para comerte”.
Quizás fue un recuerdo reprimido, pero así lo soñé.
Llevaba puestos mis audífonos y escuchaba música a volumen alto.
De repente el tren paró, y comenzó a abordar mucha gente.
Tuve que correrme a la ventana opuesta del tren para dar espacio a que subieran, cuando sentí que alguien me rozó la cola.
Giré la cabeza rápidamente y reconocí a un sujeto.
Era un tipo bastante grande de edad, obeso y un poco más alto que yo apenas, con el cabello seboso y largo, amarrado en una coleta improvisada.
Llevaba puesta una playera negra y varios brazaletes con pinchos y púas en los antebrazos.
También usaba lentes y su aspecto se veía bastante descuidado.
Llevaba también un morral en el que tenía puestos muchos botones con referencias a distintos animes y cómics.
En fin, era un tipo que yo había conocido en esa misma convención que les comenté y me había apartado de él porque era bastante extraño.
Traté de hacer plática con él pero no hubo caso, parecía que estaba enfrascado en su propio mundo, ni hablar.
Volviendo al sueño, lo miré y me moví un poco más adelante, y la gente finalmente dejó de subir.
El tren volvió a la marcha y volví a mi tarea de escuchar música a pesar de la muchedumbre.
No habían pasado ni 5 minutos cuando sentí de nuevo un roce en mis nalgas, y giré la cabeza y era el mismo tipo, aunque esta vez había desviado la mirada, yo supuse que era porque sabía que eso estaba mal, y simplemente traté de acomodarme.
Pero al tratar de hacerlo sentí que mis nalgas rozaban su entrepierna y comenzaba a empujarme algo más duro y grande.
Sabía que era asqueroso, pero algo en mí (llámenlo instinto de puta si quieren) quería saber hasta dónde podía llegar todo aquello, ya que esto del manoseo en el transporte público es algo que me calienta mucho.
Giré de nuevo la cabeza y vi que me estaba sonriendo con satisfacción, yo lo miré atónita y sonrojada y miré de nueva cuenta a la ventana.
Con movimientos suaves seguía rozando mi culo en su miembro recubierto, y de un instante a otro sentí que unos dedos acariciaban mis nalgas.
Pude sentir que el tipo había puesto sus manos bajo mi falda, apretando mis nalgas poco a poco.
Empecé a sentir un poco de excitación y paré mi culo lo más que pude, accesible a lo que él quisiera hacerme.
Sentí que recorría mi tanga y la apartaba con sus dedos de mi sexo, que ya estaba lubricado por aquel rozamiento previo.
Escuché una risa burlona por lo bajo y comencé a sentir sus dedos en mis labios vaginales.
Yo brinqué asustada porque no lo esperaba, pero no lo aparté.
A pesar de su aspecto tosco y sucio, se comportaba como un verdadero galán.
Mientras me manoseaba me temblaban las manos y me era difícil agarrarme del tubo del tren, y de vez en cuando giraba a verlo.
Más que nada porque la situación iba poniéndose más excitante y me daba miedo que alguien nos viera.
Sin embargo, nadie nos notaba, cada persona iba inmersa en su propio estrés.
Sólo había un muchacho sentado que nos observaba y se rozaba el pantalón cada vez que veía que yo me mordía los labios.
Era mucho más guapo que el gordo, y el ver que se excitaba cuando veía que me manoseaban me ruborizaba, y también quería que se uniera a la fiesta.
Pasábamos varias estaciones del tren y la gente no bajaba, pensé que quizás era porque iban a bajar hasta la estación final.
Ahí estábamos nosotros, él seguía manoseándome y sentía que mis jugos fluían y caían sobre la alfombra del tren.
Mi cara estaba ardiendo, y al mirarme frente a la ventana estaba haciendo caras de placer.
De repente dejó sus dedos quietos, y me puse nerviosa.
¿Quizás ya nos habían visto? Pero no, lo que había hecho fue acomodar su verga para rozarla contra mis labios ya humedecidos.
Sentía que su pelvis se frotaba contra mi espalda y mis nalgas, y que enterraba su miembro caliente entre mis labios.
Se sentía tan rico que comencé a gemir y el chico que nos observaba se había abierto el cierre y se había empezado a masturbar.
Lo miré por reacción y el chico me hacía caras obscenas.
Eso me hizo calentar aún más.
Mis brazos no aguantaron y me dejé caer contra el vidrio, aplastando mis tetas contra la ventana.
Al hacer esto paré el culo más y sentí que su verga me rozaba con más fuerza y rapidez, haciendo surgir en mi esa sensación tan deliciosa del placer.
Estaba inmersa en esa sensación en mi coño y él me tomó por detrás de los hombros y me levantó la blusa bruscamente, exponiendo mis tetas cubiertas con el sostén negro.
Comenzó a reír de una manera más morbosa y pasaba su lengua en mi cuello, podía sentir su sudor potente cayendo sobre mis hombros, y me decía al oído que siempre me había querido coger, que había esperado el momento de hacerlo.
Conforme me decía esas cosas me calentaba más y más y tomó mis tetas y comenzó a jugar con ellas.
Las sacó del sostén y apretaba los pezones mientras rozaba su pene en mis labios mojados.
Sentía cómo su miembro iba creciendo y poniéndose más gordo.
Las estaciones pasaban y la gente no bajaba, sólo se iban acomodando, sin tomarnos importancia.
Me giré a buscar al chico que se masturbaba y no lo encontré, y cuando miré de nueva cuenta a la ventana, ahí estaba, prendido en mis tetas, chupándolas con alegría.
Era una sensación tan excitante el saber que uno rozaba su verga en mí y el otro me ordeñaba al mismo tiempo.
Al primer tipo parecía no importarle, incluso se calentó más y sentí que su pene se ponía más duro.
El chico en mis tetas las chupeteaba, jugaba con los pezones y los mordía delicadamente, y me miraba con lujuria.
Era tanto el placer que me invadía, que finalmente y entre jadeos le dije:
-Ya, por favor, penétrame, no aguanto más, ¡hazme tu puta!
El chico gordo se sonrió y soltó mis tetas, y tomó su verga caliente y sentí que con las manos ayudó a metérmela.
Me dolió un poco por lo grande que estaba, pero la sentía apretando su tronco contra las paredes de mi útero.
Como estaba muy lubricada, lo metía y sacaba rápidamente, haciéndome gozar como loca.
Sentía que a cada penetración rozaba sus bolas contra mis labios y mi clítoris, y cada empujón me hacía acercarme al orgasmo.
Ya que el otro sujeto había comenzado a penetrarme, el chico que jugaba con mis tetas no podía hacer lo mismo por la posición un poco complicada, por lo que se adueñó totalmente de mis pechos y los dominaba a su voluntad.
Recargué mis manos contra la ventana para no caer por la sensación y el movimiento del tren, pero el chico me miró a los ojos y me dijo:
-Ándale zorrita, frótale que esto no es gratis.
Y señaló hacia su pene.
No era tan grueso como el del chico gordo pero sí era más largo, lo suficiente como para que con una de mis manos alcanzara a pajearlo.
Y así estábamos jugando los tres, uno me ordeñaba sin parar y yo lo pajeaba, mientras el otro empotraba su verga caliente dentro de mí.
Finalmente sentí que ambos iban a terminar, y sus vergas empezaron a palpitar con más fuerza y ambos dieron un grito ahogado.
Yo me corrí junto con ellos, y perdí la fuerza en mis piernas.
Ellos seguían chorreando leche, y cayó en todo mi cuerpo debilitado.
No sé cómo, pero nadie lo notó (la única explicación es que era la lógica de un sueño), y ahí terminó mi sueño.
Unos minutos después desperté pues sentía que mi clítoris palpitaba, urgido por recrear esa escena y terminar de la misma manera, vejada y satisfecha al mismo tiempo.
Miré al lado de mi cama, buscando a mi marido, y no estaba.
Tres horas habían pasado ya y él aún no se despegaba del juego.
Entonces opté por satisfacerme a mí misma, ya que mi propio cuerpo lo demandaba.
Busqué mi vibrador mediano y comencé a rozarlo sobre mis labios, que ya estaban mojados.
Ese sueño había sido tan real y placentero que me mojé en la vida real, y amanecí caliente como el infierno.
Fue entonces que decidí terminar la historia de ese sueño.
Lo encendí, y cuidando que mi marido no interrumpiera mi momento de placer, comencé a masturbarme.
Rozaba el vibrador contra mis labios y parte de mi clítoris, y sentí el cosquilleo tibio en la punta de los dedos de mis pies.
Comencé a mover mis caderas recordando el roce de aquel tipo asqueroso contra mis nalgas y simulé el mismo movimiento.
Cerré mis ojos y apreté mis tetas con la mano recordando al tipo que comenzó a mamarlas.
Rozaba mi pubis violentamente contra mi pequeño juguetito, sintiendo sus vibraciones y tratando de volver a imaginar aquel festín donde ambos chicos se deleitaron con mi cuerpo.
La sensación de cosquillas se fue acrecentando más y más y comencé a lamer mis pezones, como aquel chico lo hacía, fascinado.
Al ver que mi marido aún no regresaba, pensé en acomodarme mejor para sentir el orgasmo más profundo, y me levanté en la cama, con las rodillas en el colchón, como si estuviese montada.
Me imaginé de nueva cuenta a aquel gordo pajero y sentí sus manos apretando mis tetas, y coloqué el vibrador dentro de mi vagina, mientras yo iba de arriba hacia abajo.
Traté de imaginar su cara mórbida deleitándose con aquella zorrita brincando en su verga sudorosa y me calentó más.
Me imaginé que agarraba mis nalgas y las movía de arriba hacia abajo cada vez que caía, y sentí que el vibrador entraba y salía más rápido y potente.
Incliné mi cuerpo contra la cama e imaginé al segundo tipo adicto a mis tetas, pero esta vez pegado a mi culo, penetrándome por el ano mientras que el gordo lo hacía por mi vagina.
Tan sólo imaginar que tenía dos vergas dentro de mí, penetrándome, me hizo sentir que el orgasmo ya venía.
Me imaginé que me daban nalgadas y que el gordo se acomodaba para poder lamer mis tetas y pellizcar mis pezones, mientras yo lactaba.
El chico en mi culo me daba más duro, tanto que sentía cómo su verga rozaba con la otra inmersa en mi útero.
El vibrador recorrió más partes de mi sexo hasta que no pude aguantar más y me corrí, con el vibrador dentro de mi coño.
El corcoveo fue de lo más rico, y finalmente mi cuerpo volvió a la cama, cansado.
A la mañana siguiente, mi marido quiso que tuviéramos sexo, pero decidí negarme, más por venganza que por no tener ganas.
Al final de cuentas, había descubierto una nueva fantasía y un recuerdo con el que podía darme amor a mí misma, por así decirlo.
Siempre lo hago, independientemente de que mi marido quiera o no.
Le he tomado un cariño especial a mis juguetes y no los cambiaría por nada.
Esta es mi historia amigos y amigas, espero que les haya gustado mi sueño y lo que sucedió después de él, quizás se hayan sentido identificados y espero que practiquen la masturbación seguido, es una forma de conocernos y darnos placer sin depender de nadie.
Un beso, y muchos saludos de su amiga MilkyQueen.
Hubiera sido mejor que fuera de verdad y doble vaginal