La Consulta
Esta es la historia de una persona que pensaba que se conocia a si mismo, pero que descubre que habia mas de lo que el pensaba en su interior..
Es extraño, la verdad no puedo entender por que razón termine haciendo lo que estoy haciendo, podría decirse que algún espíritu demoniaco o ancestral se apodero de mi mente y provoco la cadena de eventos que culminaron con lo que, ahora en perspectiva, nunca pensé que sucedería.
Pero la verdad… debo admitirlo, no se trató de ningún espíritu ni nada parecido, simplemente era mi propio subconsciente que tomo forma en las acciones que tengo la necesidad de describir a continuación, es como … si tuviera que transmitirlas… tal vez para que alguien mas que se pudiere ver en ese espejo pueda tomar una decisión diferente… o quien sabe, tal vez sea el pequeño empujón que necesita para rodar por esa pendiente de depravación y lujuria por la que resbale yo.
Soy Victor, y soy medico pediatra, tengo mas de 20 años de ejercer la profesión y siempre fui una persona de confianza con mis pacientes y amigos, la verdad, en mi vida profesional siempre fui una persona de lo mas integra.
Me case hace apenas 6 años, y mi esposa Victoria, medico uróloga, siempre ha sido mi compañera y amiga durante más de 10 años y somos pareja y vivimos juntos desde hace 7 años.
Tenemos una familia de lo mas adorable con 2 hermosas nenas de 5 y 6 años, Selene y Adriana respectivamente.
Siendo mi carrera muy bien cimentada, atiendo la Jefatura de pediatría del Hospital General de mi ciudad durante unas horas en la mañana y luego por la tarde atiendo mi clínica particular, la cual tengo convenientemente ubicada en la planta baja de nuestra casa de habitación, dicho sea de paso es bastante amplia, herencia recibida por mi esposa por parte de su familia, que si bien no eran millonarios, siempre tuvieron suficiente para vivir, gracias a los negocios de lácteos que tenía mi suegro y que ahora atiende mi cuñado. Y bueno mi suegra siempre tubo buen ojo para los bienes raíces y conseguía muy buenas casas o áreas de vivienda.
¿Por qué mi esposa siguió una especialización que usualmente la llevan los varones?, pues mi esposa también es muy inteligente, y a sabiendas que vivimos en un país muy, muy, muy machista, el tema de los exámenes de la próstata es aún un tabú para muchos hombres, y prefieren que, si alguien les va a hurgar el culo, sea una mujer. Y la verdad no le iba mal, ella solo atiende su clínica particular y casi siempre estaba llena su agenda. Su clínica también estaba en la planta baja de nuestra casa, colindando con mi clínica.
Bueno, creo que ya se hicieron una fotografía metal de mi contexto, y a decir verdad todo iba de lo mas normal que se podría decir. Atendía mis compromisos en el hospital y en mi clínica de lunes a viernes al igual que mi esposa, y los fines de semana la pasaba con mi familia.
Todo normal…
Hasta que ese lunes ocurrió algo que en un principio no pareció importante en mi vida, si no algo que ya había ocurrido antes y para lo que estaba preparado…
Como comprenderán, mi consulta por la mañana era muuuuy diferente que, por la tarde, ya que por la mañana me tocaba supervisar a un equipo de internos y médicos jóvenes durante sus distintas consultas con personas de bajos recursos, siendo el Hospital General de tipo público; mientras que por la tarde atendía a personas de un nivel socioeconómico más elevado y con seguros médicos, dado que mis tarifas de consulta no eran para nada económicas.
Pues bien, ese lunes, como es usual, luego de la acostumbrada ronda con los médicos internos, vimos los casos de los pequeños y el seguimiento y evolución de cada uno, gracias a los esfuerzos de todos, ya teníamos un buen tiempo que no nos ganaba ninguno “la parca” o “la huesuda” como muchos de los médicos jóvenes les gustaba referirse a La Muerte.
Luego de las rondas, pasaba a mi oficina a verificar los informes médicos y validar que no hubiera algún inconveniente o mal diagnóstico y estar pendiente si había alguna emergencia o ayudar en las consultas si había mucha demanda, lo cual era muy recurrente; de repente sonó mi intercomunicador:
– Doctor Andrade, el doctor Martinez lo necesita en la consulta 12.
Usualmente se trataba de consultas especificas donde el interno tenia duda sobre algún diagnostico o quería una segunda opinión.
– Ok, ahorita voy – contesté al intercomunicador y poniéndome mi bata blanca y revisando que llevara mi estetoscopio en mi bolsa salí de mi oficina y me dirigí a la consulta 12.
Pase por lo corredores, a paso doble, intentando no toparme con algún otro interno o enfermera que me entretuviera, ya que la voz de mi asistente me dejo notar que era algo urgente lo de la consulta 12. No era algo fácil, si bien no era un hombre obeso, si tenia mi panza ya formada sin ser enorme, mi espalda la había desarrollado en mi juventud y bueno era bastante amplia, a mis 46 años aun podía levantar en peso a mi querida Victoria y a veces cuando jugábamos los domingos en la cama con las nenas las lograba levantar a las 3 al mismo tiempo, bueno también que mi Victoria no era muy grande que digamos, su 1.60 de altura y sus a penas 130 libras de peso no me exigían mucho.
En poco tiempo alcance la puerta que tenia un letrero “Consulta pediatría No. 12”, toque dos veces y de una ves entre a la consulta.
Al entrar pude ver que estaba el doctor Martinez sentado al pie de la camilla de consulta, la enfermera Ramos estaba a su lado derecho y de lado izquierdo se encontraba una mujer, de primera vista le calculé unos 30 años, de constitución delgada y su ropa denotaba que no tenía muchos recursos.
Al estar la camilla al centro de la consulta, el cuerpo de Martinez no me dejaba ver de primera mano al paciente que estaba en la camilla, pero al oír que ingrese a la consulta, las tres personas voltearon a verme, note en la expresión de la enfermera Ramos un rictus de pena ajena, pero no de sorpresa, la señora me miro con cara de susto, como que no sabia que estaba haciendo yo ahí.
Martinez se levantó y tendiéndome la mano me dijo:
– Doctor Andrade, gracias por venir, tengo un caso que quisiera que usted me apoyara en el diagnostico – volteando hacia la mujer le dijo – Señora Perez, este es el Doctor Victor Andrade mi jefe, el me apoyara para diagnosticar que ha pasado con su hija.
– Buenos días doctor – me dijo la señora con voz apenas perceptible con un tono de disculpas – ¿será que puede ayudar a mi nena?
– Espero poder hacerlo – le dije y volteando a la camilla pude entonces ver a la paciente, por su talla y peso estime que tendría unos 5 o 6 años, delgadita, pelo castaño, tez clara como la madre, estaba recostada sobre la camilla con sus piernitas abiertas de par en par, no tenia su calzoncito y podía ver claramente sus partes íntimas.
No era la primera nena que miraba desnuda, es parte de mi trabajo diario, así que no puse mucha importancia en ese momento. Me dirigí a Martinez y mientras le preguntaba moví mi cabeza hacia la madre también:
– De acuerdo, ¿cuál es el problema?
– Bueno doctor – inicio Martinez – es una nena de 7 años, la madre la trajo porque se queja de dolor abdominal y en el examen físico se palpa el intestino muy duro.
¿7 años? ¡Como es posible!, pensé para mis adentros, definitivamente que la niña o está presentando un cuadro anémico o mala alimentación ha provocado un retraso en su crecimiento.
– le pregunte a la madre como han estado sus deposiciones – continuo Martinez – y me indica que no se ha dado cuenta, le pregunte a la niña que cuando fue la última vez que fue a hacer popo, y me indico que tiene 2 días sin hacer.
– ¿Que ceno y que almorzó el día de ayer? – le pregunte a la mama.
– Pues cenamos todos frijoles y arroz y café, y almorzamos sopa de pollo con fideos en el almuerzo – me respondió.
– ok, – dije – y asumo que realizo la ocultación de la paciente para ver si no había alguna obstrucción del recto, ¿correcto? – le dije a Martinez.
– pues sí…, pero quisiera su opinión – me dijo Martinez con una expresión de vergüenza en el rostro.
Viendo esto lo primero que me vino a la mente es que era otro caso de obstrucción rectal, aunque no lo crean son bastante comunes entre los niños y niñas, cuando no tienen nada en que entretenerse a muchos les causa curiosidad sus aberturas corporales, como en los bebes que se meten todo a la boca, los niños pequeños se meten de todo en los oídos y narices, en algunos niños mayores se meten cosas en el ano.
– Ok, de acuerdo vamos a revisar – les dije y tomé lugar en el banquito al pie de la camilla – ok, nena… ¿Cómo te llamas? – le pregunté a la asustada carita que medio se levantaba de la camilla.
– Mireya – contesto con apenas un susurro.
– Ok, Mireya, vamos a ver que te esta causando tus malestares, voy a necesitar que levantes tus piernitas lo más que puedas, Martinez sostenga la derecha y usted Ramos la izquierda – indique las instrucciones a mis dos asistentes que de inmediato tomaron posiciones.
La madre de Mireya se colocó atrás de mi procurando no perder ni un momento de lo que estaba pasando con su hija.
Me puse los guantes de látex, y comencé con la revisión, las nalguitas se veían algo coloradas, asumí se debía a la revisión de Martinez, tome delicadamente sus cachetitos que no eran muy carnosos y los separe, de primera instancia pude notar que la piel perianal estaba distendida y el plexo hemorroidal externo se notaba que no estaba cerrado como usualmente se encuentra en niños de esta edad, la mucosa escamosa estaba bastante deteriorada.
En resumen, nada del otro mundo, simplemente eran indicativos que este ano ya no se había utilizado solo para excretar heces, sino que también se había utilizado para ingresar algo.
Como lo había mencionado, parecía un cuadro típico de cuando los niños juegan a meterse cosas por el ano, sin embargo, necesitaba verificar que no hubiera nada mas al fondo que estuviera obstruyendo su recto ya que en la observación externa no pareciera que hubiera nada.
– Mireya, ¿me puedes decir que has estado metiendo por tu anito? – le dije a la nena mirándole a sus asustados ojitos, ella inmediatamente voltio a ver a su mama, sin contestar, por lo que todos volteamos a ver a la mama… como les había indicado esto era hasta aquí un cuadro normal, pero lo que usualmente encontraba en la expresión de la madre o el padre, dependiendo quien había traído al paciente, era una expresión de sorpresa mezclada con asombro y pasaba de inmediato a enojo y vergüenza.
La madre de Mireya no tubo ese juego de expresiones, tenía una expresión de temor, y casi de inmediato le dijo a la niña – vamos mija respóndale al doctor.
– Pues… estaba jugando con Josefina ayer en la mañana y … yo… ella… nos estuvimos metiendo un dedo y luego un palo de escoba… – y diciendo eso la nena se llevó las manitos a sus ojitos y empezó a llorar…
– Tranquila nena, no te aflijas, no eres la primera que lo hace y te asegura que no serás la última, y usted por favor no la vaya a regañar por eso, son solo juegos de niños – termine diciéndole a la mama.
– Por favor páseme el gel para … – no pude terminar la frase ya que la enfermera Ramos ya me tenia a la mano el tubo de gel, anticipándose a mi orden, era obvio porque ella al igual que yo ya habíamos visto casos similares.
– Debo realizar un tacto rectal para ver si no hay nada obstruyendo tu culito, ¿de acuerdo?, – la nena quito sus manitos de los ojos y dejando de llorar soltó una risita.
– Ji ji ji , mami el doctor dijo “culito” – dijo la nena con esa risita propia de los niños, al voltear a ver a la madre, esta no pudo evitar sonreírse también y la vi más relajada.
Me unte el gel en el dedo meñique para evitar provocarle algún dolor a la nena y poco a poco lo introduje observando la expresión de la nena para validar que no la dañaba, pero al ver que no había expresión alguna, procedí a introducir el dedo índice para lograr un poco mas de profundidad porque con el meñique no palpe nada extraño. La nena seguía impávida.
– ¿No te duele Mireya? – le pregunte.
– No – fue su respuesta.
No logre palpar nada, por lo visto si existía alguna obstrucción estaba mas profunda, así que procedí a introducir mi dedo medio, poco a poco, la nena seguía sin expresar dolor, aunque su carita comenzó a tomar un poco rubor. Eso me pareció irregular ya que a estas alturas los niños se quejan de la invasión que se les realiza.
– ¿algún dolor? – pregunte.
– No – dijo la nena.
Me di cuenta de que había introducido el dedo hasta la raíz, entonces pude sentir algo al final de mi dedo, era algo duro.
– Creo que encontré algo – le dije a Martinez.
– vamos a necesitar realizar una exploración mas profunda, por favor páseme el espéculo mas pequeño que tenemos – le dije a Ramos.
– por favor, señora, puede esperar afuera por favor – le dijo Martinez a la mama, mientras Ramos me alcanzaba el especulo.
Resignada la madre salió de la consulta.
El grosor del especulo cerrado no era mas ancho que mi dedo medio, así que lo ingrese luego de lubricarlo sin problemas, la expresión de la nena acuso el ingreso de la herramienta, pero lejos de quejarse solo cerro los ojos y su boquita hizo un rictus que cualquier hubiera confundido con placer, pero mi mente lo descarto, no podría ser así.
Luego poco a poco empecé a abrir el especulo, hasta tener un grosor mas amplio, por cada milímetro que lo abría, la expresión de la nena no era de dolor y los tres lo notamos de inmediato, pude ver que Martinez tenia cara de asombro y Ramos tenía una expresión de intriga, pero sin sorpresa.
Con ayuda de una lampara clínica pude entonces observar el interior de recto de Mireya, y pude ver las paredes rosadas de su ano y recto, y al fondo pude ver algo de color amarillo, tomando una pinza de disección con punta roma pude introducirla y logre capturar el objeto, poco a poco comencé a retirar tanto la pinza como el especulo, el movimiento fue lento, pero me tuve que detener porque sentí un tope, vi a Mireya y su boquita estaba entreabierta, aun con sus ojitos cerrados, Martinez y Ramos no lo notaron porque estaba pendientes de la extracción.
Con mi entrenamiento por delante, sabía que podía haber topado con alguna curva de la línea pectínea o del intestino, – Encontré un tope – exprese en vos alta, aplicare un movimiento de rotación – así que volví a introducir el especulo y pinza unos milímetros lo gire un par de milímetros y volví a realizar el movimiento de extracción.
La herramienta comenzó a ceder hacia afuera, así que proseguí, pero mas adelante sentí otro tope así que realice nuevamente el movimiento de ingreso y giro y continúe, para cualquier ojo no entrenado en medicina hubiera parecido que estaba utilizando la herramienta para masturbar a la niña, pero la verdad era otra totalmente otra, sin embargo, al llevar ya mas de la mitad del especulo fuera, escuche un suspiro de parte de Mireya, o al menos eso pensé porque ninguno de los otros dos pareció que lo escucharon, de reojo observe la cara de la nena y pude ver que se mordía el labio inferior… ¡por Dios…lo está… disfrutando! Pensé en mis adentros.
Y ahí fue… todos mis años de integridad y de buenas practicas y de templanza y todo lo que puede mencionarse que forman a una persona normal… se fue al carajo.
¡la niña estaba disfrutando la penetración del especulo! Como puede ser esto posible, medicamente sé que el esfínter puede llegar a provocar un placer sexual al cuerpo, pero este se desarrolla de manera gradual y por una larga exposición a la penetración del ano, al menos unos 30 o 40 minutos; pero en este caso no llevábamos mas de 15 minutos en todo el procedimiento.
Todo este tren de pensamientos me provocó un espasmo en una parte de mí que nunca había sentido alterada por una niña o niño en 20 años de ejercer mi profesión… tuve una erección.
Por unos segundos mi mente se obnubilo, y por suerte Martinez me dijo.
– Me permite continuar doctor, así puedo aprender esa técnica –
Voltee a verlo como absorto y logre reaccionar y decirle – claro Martinez, con mucho cuidado.
Me levante del banquito dejando medio especulo dentro del culito de Mireya, la cual seguía con los ojos cerrados, al parecer el único alterado era yo, ya que vi que Ramos estaba con una mirada de lo mas normal, y me coloque a un lado de Mireya, y de repente sentí que tomaban mi mano… era Mireya, que había logrado asirla.
Martínez continuo con la extracción muy despacio, mas lento que yo, asumo para evitar algún problema por ser primer vez que lo realizaba.
Se notaba que había puesto atención a mi técnica porque la realizaba muy bien, lo único raro era que la manito de Mireya apretaba la mía y notaba que sudaba… o ¿era yo?… no lo sé, pero sí sé que apretaba y soltaba mi mano como expresando su placer ante el procedimiento que estaba realizando Martinez.
Al final, el esfuerzo fue coronado, y lo que venia saliendo del ano de la nena era una especie de tapón amarillo con una pequeña asa en la parte superior… al extraerlo, pudimos notar con claridad que era uno de esos pequeños tapones que les ponen a los cepillos o escobas en la punta de los palos para poder colgarlos en las tiendas… debió quedarse atorado en el interior de la nena cuando estaban jugando con su amiguita.
Martinez se levanto del banquito con una sonrisa triunfal – ¡Listo! – exclamo con suficiencia.
– ok, vamos a explicarle a la mama que tenía metida su nena en el culito – dijo Ramos asiendo del brazo a Martinez y ambos salieron de la consulta.
Me quede solo con Mireya, aun me tenía asido de su manita y me estaba viendo con una mirada arrobada.
– como estas Mireya – le pregunte con mucho cariño.
– Bien doctor, muchas gracias – pero entonces su semblante cambio por una expresión de pena.
– ¡pero tengo ganas de ir al sanitario! – dijo con urgencia.
La tome de los brazos y la baje de la camilla y la lleve de la mano al baño de la consulta, donde rápidamente se sentó en la tasa y por su expresión y el sonido de lo que caía dentro supe que ese había sido el tapón culpable de todo su dolor.
En ese momento ingresaron Martinez, Ramos y la mama, la cual busco afanosamente a la nena al no verla en la camilla, yo estaba de pie a la puerta del sanitario y le señale con una sonrisa triunfal – creo que le debemos dar un tiempo, esta “liberando” el dolor que tenía…
La risa se hizo general, incluyendo a la madre a pesar de que era a costa de su nena, pero se le veía ya tranquila, como liberada de un peso, mucho mayor de lo que nosotros pensábamos.
– Ok, cuando finalice de liberar su intestino le recetas unos antinflamatorios por cualquier problema con la manipulación que le realizamos doctor Martinez, enfermera Ramos dele mis datos a la señora por cualquier eventualidad que se pueda presentar posteriormente, me retiro – dije quitándome los guantes de latex y arrojándolos a la basura.
– Gracias muchas gracias doctor – me dijo la madre, tomando una de mis manos entre las suyas y besándola con mucho fervor – y gracias a ustedes también – les dijo a Martinez y Ramos.
– No se preocupe es nuestro trabajo – le dijo Martinez y Ramos solo asintió con una sonrisa.
Sali de prisa de la consulta, ni me despedí de Mireya, algo en mi me decía que tenia que alejarme lo mas posible de esa niña, mi yo interior me gritaba y me señalaba como un fiscal acusador por causa de la erección que había sufrido, gritándome ¡PEDOFILO!
Sentía que mi pecho estallaba, al llegar a mi oficina, me tomé un vaso de agua y me senté en mi silla recostándome un poco.
Me sentí a salvo, y pensé que gracias a los cielos había pasado todo sin más consecuencias…
Que equivocado estaba….
Continuara….
Por Que Ria
Wow, muy verosímil, estimado porquería15. Disfruto siempre un relato con alto grado de realismo. No cualquiera logra eso. Felicidades…!
Saludos
–Stregoika
Bien relatado, creible, muy excitante.Me calento bastante.LO disfrute. ¡BIEN!