La Consulta (capitulo 2)
Seguimos las desventuras (o aventuras) de este medico….
Durante la mañana restante, me esforcé en mantenerme ocupado, sabia que una mente ocupada no tiene tiempo de divagar en estupideces, así lo clasifique en mi mente el acto reflejo de mi pene ante el cuadro del especulo en el culito de Mireya… una estupidez, un desliz mental que me había jugado una mala pasada.
Mi mente racional empezó a indultarme con argumentos como: “de plano que fue una reacción normal al tema del ingreso del especulo en el ano, no lo relacionaste con la niña, simplemente fue eso ya que el sexo anal te gusta practicarlo con tu esposa” , ó “no debes darle importancia, recuerda que debido a los últimos días de trabajo has tenido una abstinencia de sexo con tu mujer ya que ella ha estado muy cansada”, “no puedes ser pedófilo porque tu no buscaste la situación, la situación te encontró” y cosas parecidas.
Al pasar las horas, mi tranquilidad retorno, y empecé a pensar que lo ocurrido como algo que nunca paso mas que en mi mente. Continúe con mis tareas acostumbradas. Al filo del mediodía, cuando ya estaba preparándome para salir sonó mi intercomunicador: – Doctor lo requieren en la consulta 12.
– ¿Que paso? – le pregunte a mi asistente.
– La interna Rodriguez tiene un caso que requiere su apoyo – me contesto.
– Voy – le dije a secas.
Dejé mi portafolio que tenia ya en mi mano para salir y volví a ponerme la bata y mi estetoscopio y me dirigí a la consulta 12.
Conforme me acercaba a la consulta, las imágenes del evento con Mireya me empezaron a saltar a la memoria, sacudí mi cabeza y toqué 2 veces a la puerta y me introduje a la consulta.
Cuando entre vi a la doctora Rodriguez a un lado de la camilla, del otro lado un caballero de unos 25 años, delgado, con overol de trabajo y botas de electricista, con el rostro compungido, en la camilla por unos segundos vi a Mireya, pero solo fue un instante ya que parpadee y entonces pude ver a una beba de unos 2 años máximo.
La beba se quejaba y se miraba muy incómoda, la tenían completamente desnuda y la doctora Rodriguez le acariciaba maternalmente su estomaguito.
– Doctor, gracias por venir – me dijo dirigiéndose a mi y luego al joven le dijo – este es mi jefe el Doctor Andrade, nos apoyara para determinar que le esta pasando a su nena.
– Mucho gusto doctor – me dijo el tipo, extendiéndome la mano, pude notar que era bastante áspera, como de alguien que trabajaba mucho con materiales duros.
– Mucho gusto – le dije estrechándole la mano y luego dirigiéndome a Rodriguez – ok, póngame al tanto.
– El señor Perez trajo a su hija, Linda, porque se está quejando y llorando sin motivo evidente, no esta comiendo desde ayer y bueno no pudo traerla su esposa porque no le dieron permiso en su trabajo, así que el señor Perez la tuvo que traer, realice una revisión general y noto su estomago distendido y sus intestinos algo duros.
– ok, veamos – dije poniéndome los guantes de latex y colocándome a la par de la nena, la cual con sus ojos muy abiertos se me quedo viendo.
Palpe sus estomago e intestinos corroborando lo indicado por Rodriguez, mi experiencia me indicaba que a esa edad si la dieta de la niña no esta siendo bien balanceada, puede llegar a tener lo que se llama una obstrucción natural del intestino, el hecho de que me indicaran que la mama trabajaba, implicaba que posiblemente ya no le daba pecho – ¿aun le da pecho? – pregunte al papa para confirmar.
– No, se lo quitamos hace un año más o menos – me contesto.
– ¿Que le dan como sustituto? – le pregunte.
– Le damos xxxxxx – indicándome un producto popular que sirve como formula para los niños, pero que yo sabia que si no se combinaba con una dieta rica en verduras o fibra podría causar endurecimiento anormal de las heces de los niños.
Le explique esa situación al papa, lo cual lo puso mas afligido si se pudiere, ya que eso implicaba que ellos habían sido la causa del malestar de la beba.
– Voy a realizar una revisión de recto para ver si no hay alguna obstrucción – le dije al papa.
– Lo que usted diga doctor para que ella este bien.
Acomode a la beba a la orilla de la camilla y me senté en el banquillo en el extremo de esta, le pedí a Rodriguez que me pasara el gel y que luego sujetara a la beba, lo mismo le pedí al papa, lo cual hicieron ambos a cada lado de la camilla.
Les pedí que sujetaran cada uno aun lado una piernita y quedo expuesto su culito hacia mí.
Era el segundo culito que miraba en el día en esa posición, sin embargo, este era mucho más pequeño y regordete.
Tome sus dos cachetitos y los separe, su anito se miraba normal, sin irritaciones, le puse un poco de gel y gentilmente intente introducir mi dedo meñique, el cual no ingresaba de lo apretado que estaba su anito, con paciencia fue poco introduciéndolo y expandiendo el agujerito, la nena acuso el intruso con un quejido y empezó hacer pucheros como que quería llorar, Rodriguez le empezó acariciar su pancita y el papa le empezó a dar besitos en su frente para calmarla.
Llevaba introducido apenas una falange de mi dedo meñique cuando pude sentir una obstrucción, era algo semiduro, lo cual confirmo mis sospechas.
– Tiene un tapón de heces secas – fue mi sentencia retirando mi meñique del anito de la beba.
– ¿Qué? ¿es muy malo doctor? – pregunto el padre afligido.
– No se preocupe es algo que ocurre con frecuencia en los niños de esta edad, como le explique es debido a la formula que le están dando y no la están combinando con verduras y fibra.
– ¿y qué podemos hacer? – pregunto.
– hay dos formas de tratarlo, la primera debemos deshacer el tapón que tiene actualmente para que ella pueda defecar con naturalidad, para ello debemos ayudarla expandiendo un poco su anito para que salga el tapón, y luego y mas importante controlar su dieta.
– por favor haga lo que haga falta doctor – me dijo el papá.
– de acuerdo, por favor sujétenla un poco más – les indiqué y me volví a untar mas gel en mis dedos.
Ahora intente introducir el dedo anular, que de mis cuatro dedos era el siguiente más delgado, la introducción no fue tan complicada esta vez, logre meter una falange sin que la nena llorara, le estuve masajeando el anito, de forma que fuera cediendo, luego saque mi anular e introduje el índice, repitiendo el masaje, la nena dejo de quejarse y se quedó quietecita.
Cuando estime que mi índice entraba bien hasta la primera falange, procure introducir el dedo medio en conjunto con el índice, muy despacio y haciendo el respectivo masaje. Todo esto con la atenta mirada del papa, ya que Rodriguez ahora estaba a la cabeza de la nena sobándole su cabecita y consolándola, aunque la nena había dejado de quejarse y estaba absorta únicamente, como acusando al intruso que estaba metiéndose en su culito.
Con paciencia pude en un momento tener mis dos falanges dentro del anito, y había logrado expandirlo un poco más, la nena en ese momento emitió un pugidito, y pude sentir en mis dedos que el tapón que había sentido previamente se comenzaba a mover – Ok, aquí viene – anuncié.
Y verdaderamente, al tener mas abertura el anito, pude ver mis falanges salir del anito y detrás de ellos un bolita de unos 3 centímetros de diámetro de forma amorfa y color café oscuro, la cual poco a poco fue saliendo también.
La volteé a ver a la nena y tenia su boquina abierta como intentando jalar aire y sus ojitos muy abiertos, luego vi al papa y tenía la expresión de asombro.
– Listo ahí viene, por favor Rodriguez acerque un orinal – mis instrucciones fueron rápidas y precisas, ya que segundos después de que salió el tamponcito de caca, la nena pujo y empezó a salir toda la caquita que tenía acumulada, la cual ya tenia un olor nauseabundo, que indicaba que ya tenia mucho tiempo de estar almacenada en su pequeño intestino.
– Bien mi nena, sáquelo todo – le decía Rodriguez sobándole su pancita, mientras yo sostenía el orinal y fácil expulso la nena como media libra de heces.
Cuando finalizo, Rodriguez tomo el orinal y fue arrojar su contenido al sanitario de la consulta.
La expresión de la nena era de satisfacción total, tenia su carita relajada, también la expresión del papa era muy alegre.
Procedí a utilizar unas toallas húmedas para limpiar bien el culito de la nena. Y bueno… ahí debería haber terminado el procedimiento… pero de repente me escuche decir lo siguiente.
– Ok, debo revisar si no quedo algún resto o algo que pueda dar problemas más adelante.
– De acuerdo doctor – me dijo el papa, y Rodriguez no cuestiono mis motivos, ¿Cómo lo haría? Era su jefe y acababa de diagnosticar y resolver un caso que ella no pudo.
Retornamos a nuestras posiciones, y ahora ya limpio el anito pude ver lo rosadito que era, ya no tenia esa apariencia de micro agujerito, se miraba mas distendido y relajado, me cambien los guantes y me volví a echar gel.
De mas esta decir que yo mismo me asombré de haber dicho lo que dije, no había ninguna necesidad de hacer lo que iba a hacer a continuación, pero algo en mi me dominaba, y entonces procedí…
Comencé a introducir mi dedo medio, ya no iba con tantos cuidados, poco a poco fui introduciendo el dedo en ese anito precioso, podía sentir sus paredes suaves y delicadas de su recto, empecé a sacar y a meter el dedo de forma acompasada, de reojo vi que Rodriguez sobaba la cabeza de la nena la cual estaba de lo mas calmada, y solo tenia medio abierta su boquita, y su respiración se volvía agitada, asumo que Rodriguez pensaba que era por el susto, pero yo no le veía cara de susto a la nena, si no de otra cosa…
Tome mi dedo anular y lo adjunte al medio, y ya los dos ingresaban y salían del anito lubricado de Linda, mi pistoneo era suave y sin prisa, en mi menta estaba super alerta, ya que mi temor era que Rodriguez se llegara a cuestionar porque hacia yo eso, pero mi mente estaba completamente fuera de mí, y me recordé que se me había olvidado el papa, de rejo o lo vi y pude ver que estaba muy concentrado en mis movimientos manuales en el culito de su hija.
Pero… su expresión había cambiado, ahora se miraba muy atento, con los ojos brillosos, y supe que el tipo se estaba excitando… y al bajar un poco la vista, la camilla y mi posición me permitía ver que su overol presentaba un bulto en la entrepierna… ¡Tiene una erección! Pensé.
Y eso me hizo percatarme de otra cosa… al ver hacia abajo, note que yo también estaba erecto.
Ese descubrimiento me hizo reaccionar, y al ver mi mano, pude darme cuenta de que tenia enterrados mis dos dedos hasta la raíz en el culito de Linda. Dejé mis dedos ahí y vi a la nena, su rostro estaba muy colorado y sus ojitos estaban entrecerrados, y su boquita solo emitía pequeños pugiditos, que era acallados por Rodriguez que la acariciaba su carita, pensando que estaba sufriendo la pobre… la verdad, no creo que así fuera. Reaccione, saque mis dedos de su culito, mis ojos chocaron con los del papa, que de inmediato reacciono y bajo la mirada, era obvio que noto que yo note que él estaba excitado.
– Ok, estamos listos, todo bien, Rodriguez por favor vista a la nena y emítale una receta de antinflamatorios para niños para que se los den… y dele mis datos a señor Perez por si se presenta algún otro inconveniente.
Me levanté del banquillo y quitándome los guantes le di la mano a Perez que levantando la mirada me dijo – muchas gracias doctor. – No fue nada, cualquier cosa que necesite… llámeme. – le dije y no sé de dónde provino ese impulso electro que me llevo a guiñarle el ojo.
Pero fue mas mi sorpresa cuando entonces el me guiño el ojo diciéndome – de acuerdo lo voy a hacer doctor. Sali de la consulta y me dirigí como una exhalación a mi oficina, ya ni salude a mi asistente, tome mi portafolio y me dirigí al parqueo buscando mi automóvil.
Me metí, y entonces pude notar que esta sudando como caballo, y mis manos temblaban, y lo peor de todo es que aún tenía la erección, que gracias a la bata que aun llevaba puesta, nadie noto. Encendí el vehículo y puse el aire acondicionado a todo volumen, tome con ambas manos el volante y procure tomar control de mi respiración.
¡Masturbe analmente a una paciente de 2 años! … era un hecho… del cual ya mi conciencia me estaba atenazando con un tridente filoso y con un gran rotulo en el: PEDOFILO, ¿Cómo es posible? ¿Cómo pude llegar hacer eso? ¿Por qué? ¿Qué me esta pasando?, me estoy volviendo loco.
Y luego como un balde de agua fría (o fue el aire acondicionado) me percate de otra cosa… EL GUIÑO, ¿Qué significo?, ¿le estaba diciendo al padre que sabía que la había masturbado? ¿el fue cómplice? ¿o simplemente me dio por mi lado para inmediatamente después ir a la policía.
¡POR TODOS LOS CIELOS! ¿Qué he hecho? Tarde unos minutos en tranquilizarme, mi mente racional poco a poco empezó a tomar control, fue proporcional a la reducción de mi erección. Al final me dije a mi mismo: OK, no ha pasado nada grave, Rodriguez no noto nada raro con la ultima parte del evento, el papa me guiño el ojo porque es algo usual entre hombres, fue mi imaginación que el tuviera una erección, la niña no disfruto el masaje, simplemente estaba relajada por haber expulsado todas las heces acumuladas, no eres un pedófilo porque tu no buscaste la situación… un momento… esta ultima afirmación era … en todo caso a medias la verdad…
Sacudí mi cabeza, encendí mi vehículo encendí el radio y me dirigí a mi casa. Durante el trafico la música me calmo totalmente y cuando llegue a mi casa era yo nuevamente. Ingresé el vehículo en el garaje y vi que el auto de mi esposa estaba ahí, lo cual significaba que no había salido.
Entre a mi casa, y grité como era usual “Ya llegué” y pude oír con felicidad como el tropel de ese par de zapatitos venían corriendo desde la sala.
– ¡HOLA PAPI! – me gritaron al unisonó mis preciosas nenas. Y se arrojaron a mis brazos, y las cargue a ambas una en cada uno de mis lados. – ¿cómo están mis preciosas? – les pregunte plantándoles besitos en sus hermosas caritas.
– ¡Bien! – y luego se bajaron de mis brazos y corrieron nuevamente a la sala donde se escuchaba la televisión a un volumen medio.
– Buenas tardes – escuche que me saludaban atrás de mí, era Doña Esmeralda, señora de alrededor de unos 65 años que ejercía la función de nana y ama de llaves de la casa, la cual tenía además a su cargo a la mucama y la cocinera. La señora tenia de vivir con nosotros el tiempo que teníamos de estar casados, y antes había trabajado para la familia de mi esposa, por lo que la conocía desde que era niña y por eso la confianza que tenía en ella.
– Gracias Esmeralda, ¿alguna novedad? – le pregunte revisando la correspondencia que estaba en el recibidor.
– No señor, solo una llamada para su consulta de la tarde, una tal Señora Perez por su hija Mireya.
Continuara…
uy qué rico, ya se extrañaba los relatos, todos una delicia…