LA PEQUEÑA ACTRIZ PORNO 2
Me hizo explotar de placer desde el primer momento, abrí las piernas y la dejé caer entre ellas sobre la cama, me tomó de las entrepiernas y empezó a lamer, sentir su lengua en mi vagina hizo que restregara mis nalgas en la cama y soltara un gemido, ella siguió y recorrió el interior..
AMOR LESBO CON LA PEQUEÑA ACTRIZ PORNO
Entré al cuarto con cuidado y evidentemente estaba ahí, la encontré acostada, seguramente había quedado muy exhausta después de las escenas que filmamos, la creí dormida así que me acerqué a cubrirla con el cubrecama pues tenía el dorso descubierto y se había quedado desnuda al parecer, pero apenas me senté al borde de la cama me miró y me sonrió, le cubrí el pecho, y ella me agarró de la mano y me dijo: ¿Te quedas conmigo? Yo acepté porque estaba muy cansada y quería echarme a descansar también, entonces me acomodé a su lado, ella no paraba de sonreírme y me acaricio el pelo, gesto que me agrado mucho. Luego se atrevió a besarme y eso me gustó mucho más, compartió el cubrecama conmigo y ahí constate que se había quedado completamente desnuda, pues no traía ni calzoncito puesto.
Continuó besándome muy tiernamente, soltó mi pelo y dirigió su pequeña mano a mi escote sobre la bata que era lo único que cubría mi cuerpo desnudo, no tenía ningún reparo en que metiera la mano a mis pechos pues después de lo que habíamos hecho delante de las cámaras ya no había ninguna reserva entre las dos.
Pero me miraba tan tiernamente aquella niña, que quedé prendada de su encanto, a pesar de que se dedicaba a hacer videos porno al igual que yo, encontré ternura e inocencia en la forma en que me miraba y en como se acercaba a darme sus besos tan cariñosamente. Ya había cogido una de mis tetas y me sujetaba el pezón como una niña tímida, había dejado de ser la diablita que se metía entre mis nalgas, como me gustaba la niña, así que le dejé que hiciera lo que quiera con mi pecho, así se lo hice saber, entonces ya con toda confianza me abrió la bata dejando al descubierto mis pechos y mi pubis, me gustaba como dirigía su mirada a mi cuerpo y para que lo disfrutara completo me descubrí hasta las caderas, luego ella se me vino encima y se acomodó con las piernas abiertas, por primera vez sentía su tierno coñito, lo tenía sobre mi abdomen por debajo de mis tetas, con su mirada sobre mí cara me quede quieta y me estremecí, pero ella continuó dándome besitos en la boca y haciendo que la rodeara con mis brazos llevó mis manos hasta sus nalgas, que no dude en tomarlas, como eran pequeñas las agarré muy bien.
Esta vez sus besos se pusieron más apasionados y no dude en acariciarle el pequeño culito, incluso dedee su anito, nunca había sentido un anito tan cerradito, y eso me encantaba. Imaginé que aún no le había tocado entregar el culo en ninguna escena porno.
Le cogí firme de las nalgas y la eleve un poquito para que cayera sobre mi cuerpo, no paraba de besarme con pasión y entre besos la escuche decirme: mi amor…, te amo…, ámame. Sentí deseos de decirle que también la amaba y de llenarle la carita de besos, pero en este oficio el amor suele ser efímero, por lo que me contuve y solo hice lo segundo para corresponderla, ella era muy delicada y cariñosa, ya no como cuando filmábamos y se ponía como toda una guarrita, sin embargo, me dejaba acariciarla, rozaba mis dedos entre sus nalguitas y sentía su anito en mi tacto, lo cerradito que era me encantaba. Al fin me tocaba una virgen del culo, pensaba.
Luego le toqué el coñito que lo tenía bien cálido y no se resistía a mis caricias pues mi mano resbalaba muy bien por ahí y ella terminaba frotando su coñito sobre mi mano, con algo de torpeza, sin embargo, era su forma de entregármelo y lo disfrutaba. Posteriormente, ella misma jalaba mis dedos hasta su anito para que volviera a dedearle. Para mí era maravilloso que me entregara así su coñito en la mano y que de paso me ofrezca su anito, pero eso no iba a ser todo de su parte ni mucho menos. De inmediato y como un resorte, salto de mi abdomen a mi cara con sus piernas abiertas y me encajo el pequeño coñito en la boca, lo disfruté al instante, ella me lo encajó por completo, entonces me puse a chuparlo sin demora, era calientito, su sabor era agradable no como los coños que había probado hasta ahora, era tan tierno y con la piel fresca como un pétalo que tuve cuidado de no hacerle daño con los dientes, también le pasé la lengua, no era un coño profundo así que mis lengüetazos eran cortos, pero aprovechaba para lamérselo todo, y no tenía ningún reparo en alcanzar con el borde de mi lengua su anito y de ahí salía hacia adelante con una lamida sostenida y repetía una y otra vez aquello mientras ella se frotaba con mi lengua y así llegaba al clímax.
Seguía rozándose enérgicamente, resoplaba mientras cabalgaba sentada en mi boca, yo ya solo mantenía la lengua afuera y ella hacia el resto, restregaba todo su coñito en mi boca, a momentos ponía firme mi lengua para alcanzar su huequito pero no quise forzarla, la niña estaba muy distraída restregándose en mi boca que ya había agarrado ritmo en su cabalgata, a veces se daba sentones muy fuertes sobre mi quijada, pero nada molestos, la lamía como una paleta que iba y venía, ese coñito estaba calientito, humedito y bien sabrosito, la pase muy bien dándole con mi boca. Cuando ya se cansó se dejó caer con todo su peso y recargo todo su dorso sobre mi cara, me abrazó y me besó la frente, me dijo: Te amo mucho.
Y desprendiendo su pequeña vagina de mi quijada, se fue más abajo, al hacerlo no desperdicie la oportunidad de sentir su conchita con mis pezones, al menos en uno de ellos, y pensé: si tengo la oportunidad, uno día voy a hacer que me orine en la teta. Y es que estaba muy excitada y me enloquecía con esta niña. La sujete de las caderas e hice que cerrara las piernas, luego la bajé un poco más abajo sin que deje de estar encima de mí, ahí la tuve y la llené de besos, ella me correspondía con ferviente pasión, me besaba el cuello y yo la bajaba cada vez un poquito más, hasta poder sentir sus cariñosos besos en mis pechos, ella mamaba como una bebe y se aferraba a mis pezones, me gustaba tenerla entre mis tetas, se las ofrecía y se las llevaba a la boca, una a la vez para que me mame los pezones, y lo hacía de maravilla, sabia como succionarme los pezones para dejármelos endurecidos. Y era inmejorable como tomaba con su boquita otras partes de mis senos.
Continuo con sus besos por mi abdomen y yo la iba bajando un poquito más, hasta que llegó a mi ombligo y se detuvo a verlo y rozarlo por dentro con su lengua, no sé porque, pero recordé las veces que habían puesto un pene ahí y cuantas veces me habían descargado su semen precisamente en ahí, así que hice que continuara su viaje hacia mi vientre. Su llegada a mi concha fue maravillosa.
Si quieres leer completo éste lujurioso relato escríbeme a mi correo: [email protected]
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