La puerta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esa tarde estaba algo cansada y me di una ducha para despejarme.
Al salir del baño, sonó el timbre de la puerta.
Me acerqué y observé por la mirilla. Era el vecino del piso contiguo.
Nuca me había llamado la atención ese chico. Pero el hecho de que yo estara completamente desnuda y saber que el estaba al otro lado de la puerta, me puso muy cachonda.
Sin darme cuenta baje mi mano lentamente, rozando mi cuerpo y empecé a tocarme.
Entonces noté que ya estaba bastante húmeda.
El volvió a llamar.
Intentando disimular mi excitación le respondí sin dejar de acariciarme.
-"¿Quién ess?".
-"Perdone que la moleste, me he dejado las llaves en casa y mi novia llegara tarde.
Si me permitiera entrar para poder saltar de su patio al mío".
Su voz me hizo estremecer.
Recostada, apretando mis pechos sobre la puerta, sin poder evitarlo abrí mis piernas y metí mis dedos lentamente dentro de mí. Notaba como mi flujo resbalaba por mi mano y rociaba mis muslos hasta caer al suelo.
Fantaseando con la idea de dejarle entrar con el deseo de meterme su gran pene en la boca, solté un gemido de excitación que el pareció oír, ya que acercó su oído a la puerta y alarmado preguntó:
-"¿Este usted bien?, ¿Necesita algo?".
Lo único que necesitaba en ese momento era sentir su cuerpo apretándose contra el mío. Quería tener su grueso pene dentro de mí y que me apretara con sus fuertes brazos. Con estos pensamientos, mi excitación llegó al máximo.
Con un movimiento cada vez más frenético, seguía frotándome. Cada vez más empapada me penetré con mis dedos mientras mi cadera se movía de un lado a otro con un ritmo cada vez más rápido.
Mis piernas empezaron a temblar, entonces caí de rodillas en el suelo.
Mi propio flujo, que había encharcado el suelo me hacia resbalar haciendo mis movimientos torpes y por ello placenteros.
Mis pechos se movían en todas direcciones y yo estaba tan caliente que no sabía cuanto podría aguantar antes de estallar.
Con una de mis manos daba golpes en la puerta al mismo ritmo que acariciaba con mi otra mano ansiosamente mi húmedo sexo.
Del otro lado de la puerta mi inocente amante alarmado por el ruido empezó a zarandear la puerta violentamente.
Eso hizo que yo estallara, sintiendo el violento movimiento que causaban sus golpes en la puerta.
Con mi cara apoyada en ella empecé a tocarme y a gritar buscando el orgasmo.
Entonces me corrí. Me corrí como nunca me había corrido antes.
Terminé extasiada, tumbada sobre mi propio flujo en el suelo del pasillo.
Los golpes de la puerta habían cesado.
Imagino que el chico se asusto, sin saber que indirectamente me había hecho tan feliz.
Espero que vuelva a dejarse las llaves en casa otro día.
Probablemente le deje entrar la próxima vez.
monika_000000@hotmail.com
Autor: Anonimo
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