LAS TETAS DE LA ORUREÑA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Las tetas de la orureña eran robustas, gruesas y tenía unos pezones oscuritos que de lo duritos que estaban era una delicia mamárselos, yo me detuve a saborear bien esos pezones con mis labios, mientras ella acariciaba mis mejillas y mi nuca haciendo que me restregara más entre sus abultadas tetas. Llegue a sentir lo carnosas que eran por dentro, esas tetas estaban repletas interiormente y sus piel por fuera era tan lisa que me dejaba resbalar por ellas con tan solo posarles mis mejillas.
Estaba poseyendo ese par de tetas con mi boca, ella restregaba uno y otro pezón en mis labios y yo chupaba y lamía cuanto ella me entrega, con mi lengua, me di el gusto de lamer cada una de sus tetas, desde abajo restregando su piel con mi lengua, pasando por su pezón para luego subir hasta arriba de su teta, dejándosela humedecida por mi boca y llevándome el placentero sabor de su piel en mi lengua, así hice con ambas tetas y eso le fascino. Me lo agradeció llenando de besos mi boca, mis manos fueron a tomar sus pechos y a cada beso que invadía mi boca con su lengua, mis manos invadían sus pechos, me llenaba cada mano con cada uno de sus senos. Acariciaba apasionadamente sus tetas enormes, sus pezones endurecidos se frotaban entre mis dedos, sentir esos pezones puntiagudos apuntando hacia afuera, tan firmes y a la vez tan tiernos era reconfortante lo mismo que excitante.
Las tetas más firmes que mis manos habían sostenido, eran tan grandes que al sostenerlas por abajo podía sentir su peso, imaginaba como se sostenía con ese peso tras sus sostén y recordé como salieron casi rebotando hacia adelante el momento en que le quite el sostén, ya sueltas me expusieron todo su volumen, aquel que era oprimido por sus sostén, pero así libres y a mi disposición era como me gustaba tener sus tetas, para saborearlas, para tenerlas sueltas moviéndose de un lado al otro como si se dejaran llevar por la gravedad. Graves pechos que me permitían sentir los latidos de su corazón y entre latidos la emoción que sentía al ser invadida por mis manos, esos pechos libres y excitados no querían sentir más que caricias y manoseos que les hicieran disfrutar de ser tocados.
Luego tome ambas tetas por debajo, y deje sus pezones apuntados hacia arriba. Volví con mi lengua sobre ellos, le di unas buenas lamidas a sus pezones, en cada lamida sentía en mi lengua su dureza, su redondez, mi lengua resbalaba encima de esos pezones y rodeándolos con mi lengua iba lamiendo sus lados, a la vez, mis manos apretaban sus pechos por debajo lo que hacía que sus pezones despuntaran más hacia afuera y así podía darme el gusto de lamer erectos esos pezones macizos. Y en seguida, ella misma tomo sus pechos por debajo, apretándolos de la misma manera que yo lo hice y ambos pezones los apunto hacia mi boca para que se los mamara, para que me metiera a la boca cada uno de sus pezones y me pusiera a chuparlos, ella metía al interior de mi boca sus pezones completos con aureolas y todo, ella quería ser mamada así y yo me daba el festín chupándoselos, sintiendo esos pezones apuntando al interior de mi boca y reteniendo al filo de mis labios el borde de sus aureolas, ahí chupaba con gusto, en cada chupada, succionaba más adentro de mi boca sus pezones. Sintiendo sus tiernos pezones en mi lengua apretándolos hacia mi paladar, pude degustar la delicia de esa piel, sentir su calidez y a la vez su firmeza, advertía cierta dureza al borde de sus pezones que rozaba mis labios y mi excitación me llevaba a apretar más con la lengua para, otra vez, sentir aquella sensación que me producía.
Después ella dejo que sus pechos cayeran de mi boca con su propio peso hacia abajo, ella me miro sonriente, y viendo que sus pechos habían quedado húmedos por mi boca, los volvió a tomar por debajo y sosteniendo sus pezones hacia arriba, tal como ya lo había hecho, pero esta vez para que ella misma recogiera de sus pezones la humedad que había dejado en ellos con mis chupadas. Se metió sus pezones a la boca, y empezó a lamérselos con ternura, con una suavidad que solo sus labios sabían hacerlo, recogía mi humedad de sus tetas para dejarlas impregnadas de sus propias lamidas. Contemplar aquella auto mamada de sus propias tetas me llevo a una excitación que casi me hace perder la noción de todo a mi alrededor.
Succionaba esos sus pechos de manera que me excitaba más y ella me miraba de reojo, me miraba como yo la miraba, y sabiendo que eso me gustaba, sabiendo que disfrutaba al verla darse auto satisfacción, se ponía a lamer con más ganas sus propias tetas. Pero al instante, se soltó, dejo de lamerlas repentinamente y tomando mis manos con las suyas me condujo nuevamente hacia sus pechos, yo invadí sus pechos con mis manos, los acaricie por sus costados, palpaba con mis dedos, podía sentir un par de venas que parecía que palpitaban en mi tacto, frotaba y acariciaba esas tetas por todos lados, era como amasar esas tetas y dejarme llevar complacido y alucinado por la forma y volumen de su redondez.
Estrechando sus senos volví a posar mis labios sobre uno de ellos, me aferre a esa teta con ambas manos tomándola por sus costados, era tan firme su teta y su pezón salía hacia mi boca, que yo empecé dándole unos besos encima, para pronto comenzar a lamer ese pezón y sus alrededores, esa piel en mi lengua era tan fresca que me entregaba a ella en besos, en lamidas que elevaban levemente su pecho y dejaba que retorne a su lugar con su propio peso, mis manos soltaron ese pecho y comencé a acariciarlo por sus costados, era tan robusto que solo acariciando en solitario y por sus costados ese pecho pude darme cuenta de lo grande que era en realidad.
Era tan redondo, tan carnoso que mis dos manos parecían no abastecerse para tomar ese pecho y mi boca abierta apenas podía tomar una porción de ese seno para lamerlo, para besarlo y volverlo a lamer, era algo que me producía una sensación por demás placentera, disfrutar de ese pecho liberado del otro, era encontrarme con todo su esplendor. Pero también quise disfrutar del otro, del mismo modo, agarrándolo en solitario, tanteando en mi mano su peso y su grosor, su tierna y rica piel se amasaba en mi mano, su pezón salía coronado en medio y también se lo palpaba con la punta de mis dedos, ese robusto pezón escapaba de mis dedos como un resorte y entonces me puse a lamerlo, ella acariciaba sus abdomen por debajo, a momentos llegaba a rozar sus vagina y me pedía que me metiera más su pecho en la boca, yo agarraba con toda mi boca su seno, abarcaba tanto como podía y chupaba con tantas ganas que ella podía sentirlo y me entregaba más su pecho. Era una cosa única recibiéndola en mi boca, llenándome manos y boca con un solo pecho.
Luego quise seguir, y me fui por un costado, ahí donde termina su pecho y se marcan sus vertebras, ahí debajo de su brazo, manteniéndome cerca de donde se tersa su piel para dar paso a la redondez de su pecho, ahí me quede besando y lamiendo continuamente, eso le producía cierto cosquilleo que le agradaba y me dejaba estar ahí a un costado de su pecho, disfrutando de su costado. Mientras mi otra mano acariciaba su otro pecho, levemente recorriendo su seno por un costado y tomando su pezón con dos dedos para apretarlo levemente y rozarlo hasta que ella se sintiera excitada por ello y por mi lengua lamiendo el costado muy cerca de su teta.
Y me fui lamiendo su piel por debajo de su teta, iba rodeando su pecho a lametones por debajo, y ya cuando llegue al centro de su cuerpo, lamiendo por debajo y en medio de sus dos tetas, ahí decidí sujetarlas y juntarlas en medio. Entonces con mis manos agarre ambas tetas por sus costados exteriores y me puse a juntarlas hacia el centro, como dos almohadas esponjosas se unieron ambas tetas, y yo me fui sobre ese par de tetas con la boca, ahora que las tenía juntas lamía al centro, donde la piel de una teta había quedado sellada junto a la piel de la otra, lamía esa unión de pieles, esa conjunción de tetas, esa proximidad de pezones, lo lamía todo, y hacia los bordes exteriores donde se habían puesto más redondas sus tetas di también unas buenas chupadas a modo de abracar tanto al centro de esa unión de tetas como al exterior de cada teta. Luego solté esas tetas y ambas volvieron a su sitio, dejando temporalmente una marca rojiza en la zona donde se habían juntado.
Acto seguido, aproximándome con mi boca en medio de esas dos tetas, hundí mi lengua hasta llegar a la piel que las separaba y ahí di un par de lamidas más, a lo que ella respondió enlazando sus brazos alrededor de mi cuello y apretándome hacia sus redondos pechos, ahí me contuvo en un fuerte abrazo y me miro sonriente. Y en el calor de su pecho y su abrazo, me di por rendido para poder descansar en ese par de tetas que cobijaban mi cabeza. Si eres orureña puedes escribirme a: ellibrodegonzo@gmail.com
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