Masturbándonos sin Saberlo..por Adriana..
De cómo mi Inquilina me usaba para Satisfacerse, y me satisfacía…
Vivía en una ciudad Chica del interior de Argentina. Mi Mamá trabajaba en una fábrica por las mañanas, y por la tarde atendía su peluquería. El local estaba delante de mi casa. Como empezó a trabajas bastante, tuvo que contratar a una peluquera. Pasaron varias chicas. Hasta que mi Mamá se decidió por Marcela. No porque fuese mejor que las otras. Al cabo era una simple Peluquería de Barrio y las Clientas no eran tan exigentes. Sinó porque ésta chica también buscaba alquiler. Y nosotros teníamos una Habitación con cocina, en el fondo de casa. Mi madre pensó que capaz a ella le serviría y se la enseñó. Ella quedó encantada con el lugar y con la posibilidad de vivir tan cerca de su trabajo. La peluquería abría a las 10 de la mañána y cerraba a las 13. Para reabrir a las 16 ya con la presencia de mi Mamá. Pues bién, Marcela era del interior de otra Provincia. Tenía casi 18 añitos y había venido a cuidar a una tía, que recién había fallecido y los hijos de ésta estaban por venderle la casa. Así que mudó sus cosas (que no eran muchas) y a la semana estaba ocupando el departamentito.
Mi nombre es Adriana. Tenía 13 años y de inmediato hice amistad con ella. Era una chica muy Dulce. Con mucha paciencia y calidez. Yo la veía enorme. Era de ascendencia de Alemana y estaba muy desarrollada para su edad. Cabello rubio, lacio, Largo. Ojos claros y boca carnosa. Le encantaba mi pelo. También rubio y lacio y me decía que le hacía acordar a ella cuando chica. Se pasaba el día acariciándome y pasándome el cepillo.
Marcela me esperaba a que yo llegase del colegio para cerrar al mediodía. Entrábamos juntas, y almorzábamos lo que mi Madre me dejaba preparado. A veces, a lo sumo, teníamos que cocinar algo de pollo, o de carne. Y luego, yo iba a mis deberes, y ella a su «Departamento» a asearlo y lavar sus cosas. Una tarde de invierno, yo no me sentía bién. Creo que era un dolor de panza. Como a las 2 de la tarde, acudí a su habitación. La Puerta estaba entreabierta. Golpeé, y ella se encontraba acostada mirando televisión.
«Pasa Adriana. Ven» dijo desde la cama
«Qué te pasa? te sientes bién?» e inmediatamente, llevó el dorso de su mano a mi frente. Se levantó y me llamaron la atención sus piernas. Estaba sólo con una Tanguita y una remera que le traslucía los pezones.
«Tienes fiebre. Tienes un termómetro en la casa?» Me preguntó.
«Sí. En la mesa de luz, lo traes?» le supliqué.
ella salió rápidamente y volvió con el termómetro ya bajado.
«A ver, Corazón..Acuéstate acá y no te muevas» y me colocó el termómetro antes de taparme.
«Qué te digo?? Tienes 38°! éso es fiebre.»
Me arropó y se acosto a mi lado. No dejó de acariciarme un segundo.
Mi Madre llegó cerca de las 16hs. Ella le pasó el parte, y durante toda la tarde venía a verme y a traerme Té y galletas.
Me repuse, y al otro día falté al colegio. Aunque estaba mejor. Almorzamos, y me invitó a dormir la siesta en su cama. Accedi. Qué cómoda me sentía a su lado!!. Cuando me metí en la cama, me pidió que me desvista. Argumentó que era de mala suerte acostarse con ropa. Me saque el Jumper tableado, la blusa, y me acosté. Creo que me quedé dormida de inmediato. Y entre sueños, recuerdo que mi mano acariciaba uno de sus pechos redondos y duritos. Me sorprendí, pero no me disgustó la idea. Me miró con dudas, y al ver que sonreí, apretó mi mano contra él, para luego moverlo en círculos. La sensación era muy placentera. Yo le daba pellizcos, y ella se notaba que los disfrutaba. Llevó mi mano a la otra teta, y comenzó a hacer lo mismo. Yo sabía que eso no estaba del todo bién, pero no podía dejar de hacerlo. Sentía hormigueo en la panza, y un calor que me subía. Ella estaba muda. pero respiraba con profundidad. Llevó mi mano a su boca, y se metió 2 dedos. Los Chupó varias veces mientras me miraba fijo a los ojos. Como semblanteándome. Yo sentí algo cálido. Bajó mi mano y la llevó a su vientre. Con la otra mano acariciaba mi pelo. Y llevó mi cabeza junto a la suya. Su respiración era entrecortada. Yo sentí algo áspero en mis yemas. Ella bajó aún más mi mano y comenzó a pasarla por su Rayita, que estaba muy mojada. Echó su cabeza hacia atrás, hundiéndola en la almohada, dejó mi cabeza y comenzó a apretar con fuerza su teta. Yo no entendía bién que le pasaba. pero el momento era hermoso. Como intuyendo que debía hacer algo sin saber muy bién qué, me puse de perfil mirándola, y con mi mano libre, le apreté la otra teta. Ella respiraba muy fuerte. Jadeaba. Me acomodó la mano de manera que le apretase el pezón, que ya había duplicado su tamaño y estaba durísimo. Sin saber porqué, llevé mi boca hacia él. Y lo chupé. Lo mordí y lo chupé, alternadamente. Ella se contorsionaba con mi mano en su vagina y mis dedos empapados en sus fluídos. Sólo dijo «Sigue, sigue..»
Me puse toda la teta que pude en la boca, y aspiré fuerte. Chupe con ansias, ya casi encima de ella. Comenzó a mover la pelvis con fuerza. La cama se movía y crujía. Soltó un grito, y sentí mi manito empapada. Hasta la palma. Me la soltó y rápidamente la traje hasta mí para verla. Estaba llena de un líquido blanco semiespeso con un aroma muy embriagador. Me besó la frente, y se levantó al baño. Al destaparse, noté la sábana mojada. Muy mojada. Volvió, y me dijo: «Espero no le cuentes a tu Madre. Ésto es algo normal entre chicas grandes. Espero no me traiciones». Yo juré y perjuré silencio.
Nos volvimos a dormir, y nos despertó mi Madre. las cosas siguieron como siempre..
Que deliciosa anécdota, me calentó mucho, las chicas son las diosas en el sexo entre ellas y con los hombres.
Te. hubieras. comido. el. flujo.
Que buen relato, me gustó mucho. Ese morbo de la temprana juventud es el más intenso y el que queda en los recuerdos de adulto. Ojalá compartas otras anécdotas si es que las hubo con esta chica. Saludos