Once A
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por fercha.
Malena mira en el recuerdo la boca que mueve la lengua. Aun estando sola baja la vista, evitando encontrar esos ojos que se abren y la ven. No la miran porque son ojos que no invitan. La ven porque en una fraccion invaden hasta lo mas solido de su vergüenza. Pero los ojos lo saben y ella lo intuye, entonces la mirada se cierra mojada y en ese simulado descuido protege sus ganas de volver a mirar.
Es increible que mi mama, de alguna forma, ojala supiese cual, tambien intuya desde la nada cuando estoy asi, cuando llego asi. Se me pone a hablar o me pregunta estupideces, como si quisiera sujetar mi cabeza y ocuparla con toda su voz.
– ¡Malena, tenias que sacar!…-
-¡Si!… ¡si!… ¿Que?.-
Las palabras no suenan en la boca de su madre pero en la sordera de Malena arrancan el olor de esos ojos, que llegan primero a la nariz para secarse despues en toda su cara. Se levanta y camina frotandose la mejilla en el hombro, como reteniendo en el olor la claridad de la imagen. Un reojo vuela hacia la cocina. La madre la mira. Ella no. Piensa: quiero estar sola.
– Voy a dormir un rato. –
– Bueno. Te levanto cuando… –
Pone llave, deja la luz apagada, su cuerpo vuelve al once; enciende el ventilador y se tira en su viejo silloncito de infancia. El tapizado proyecta una fila de animalitos que se miman y se besan. Siempre en pareja, macho y hembra, siempre de a dos.
– Te pasaste un piso Male. ¿Venis de tu clase de armonica?.
– No, tendria que haber ido. Bah … estar ahora alla, no se.
– Estabamos durmiendo una siesta. A esta hora nos podemos tirar un rato. Ya sabias, ¿no?.-
– Si.-
– Pasa, dame la mano. ¡Mambru!.
Las pupilas se adaptan a su nueva luz ocre y en el disfrute de ese periodo ella reconoce lentamente su cuarto. No se detiene en el bruto desnudo de los objetos sino en la vulgaridad cotidiana que los cubre. Podria cerrar los ojos y enumerar cada linea que atraviesa el colorido cuadrille de su acolchado, cuantos muñecos de madera flotan en su repisita de libros pardos, el orden idilico de las fotos que fueron empapelando el placard, las carpetas y las paredes de su nido; cual remera cuelga hoy de la butaca y que bombacha se enrolla en los bordes para llenarse de polvo en el suelo, a los pies de la cama. Sabe que descansa sobre las jirafas que se aman por el cuello, los hipopotamos echados trompa con trompa y los monos que sonrien abiertos bajo la casta melancolia de los elefantes. Encoge una pierna apoyando el pie en el sillon y con la rodilla de base al menton logra distinguir el abrazo de los delfines.
Me gusta adivinar arriba de quien estoy sentada. Apuesto cosas, no se; hoy me llama, mañana no me toman. Despues me asomo para saber si gane, si perdi o empate. Por lo general gano. Me corro sin darme cuenta y ya esta, gane. A veces es muy obvio ya que no adivine ninguno, entonces me hago bien la boluda y enojada me dejo empatar. Esta bien me digo a mi misma… listo tenes razon, eran pajaritos y no vaquitas. Igual nunca pierdo. Al menos sola y a oscuras, nunca pierdo.
Por un instante endurece la frente evitando que se la trague el hueco que succiona desde la nuca. Inclina la cabeza hacia un costado y el hoyo arrastra una carpa donde las cosas se entorpecen con la tela. Pasan tan rapido que no las puede ni ver. Solo cuando la pieza queda pelada alcanza a distinguir un trapecio que le sirve de tapon. Lo introduce raspando la cervical y cuando el baston llega al limite la succion se corta. Junta saliva y se lame la rodilla. Se moja la cara con la piel y se huele y se seca… y se vuelve a lamer… y se huele y se seca. El cuarto se le hace tan chico que lo atraviesa por la ventana de sus dedos. Es ella quien ahora busca en el vacio los ojos que la ven. A la mujer que hace algunas horas le besaba el cuello dejando en su nuca un pozo agujereado y hueco.
– ¡Malena!. Que sorpresa, hoy te vimos a la mañana y como no saludaste pensamos que estabas enojada, que te habia caido mal la invitacion de la otra vez.-
– No, es que venia con mi vieja y me puse nerviosa.-
– Sabes que este guacho me hacia mimitos y hablaba de vos, y justo tocaste el timbre.-
– Dame un beso pitonisa… veni.
Me desespera no ver, pero tambien me gusta por eso lo hago. Me gusta sentirme la rodilla mojada y el airecito del ventilador cuando pasa. Me gusta tener puesta la bermuda de mi hermano, es ancha y mi mano pasa comoda y siento como si no fuese yo la que me tocase. Pienso en los dedos de alguien, no hay caras ni cuerpos. Una vez escuche a Fico decirle a mi hermano que se pintaba las uñas de rojo para hacerse una paja. Me gusta empezar asi, con mi mano de otro acariciandome el flejecito entre la pierna y mi concha.
Durante cinco mil minutos no paran de besarse. Malena no mira, quiere pero no puede. Escucha como si procurasen despegarse una bola de caramelos masticables del paladar. Ha perdido la sensibilidad del tiempo y asimila la geografia cuando se cubre de ella; sin embargo la esencia penetra con la misma destilacion que suponia: tardar en descubrir su proyeccion al borde de la cama y no controlar sus pies, que intentan abrir en el golpeteo del piso el techo de su cuarto.
– ¿Estas bien Male?. Sabes que de chica cuando rompia algo, o se me caia algo, o hacia cosas que creia que estaban mal, me ponia a mover todos los dedos hasta darme cuenta de que no tenia ganas de hacer eso. Yo habia tenido ganas de romper, de patear a la vieja que manoseaba mi cara, de tocar a mi prima, no se… si se, tenia muchas ganas.-
– Yo tengo ganas de estar aca.-
La mujer le besa el hombro. Son besos cerraditos pero gruesos como si mimase la espaldita de un bebe. La mujer tiene pelo corto, teñido de un caoba extrañamente chisposo, su nariz tironea de la boca levantando apenas el labio superior. En la siesta viste siempre de camisones color lagarto; todos y todo esconde en ella un barroco ilustrado. Sus pomulos se tallan por vida y flacura mientras que su mirada ancha rejuvenece la lenta ereccion de su marido. Para el estos ojos esconden el sentido de olvidarla por un rato. Llega la hora de su patoncita, su brotecito de arvejas, su palomita de cornisa, su iguanita afiebrada de ojos dulce de leche. Llega la hora de jugar.
Malena progresa en rigidez, acaso la inmovilidad le sugiere un trafico sexual distinto. La mujer repliega la cara y en un movimiento brusco se llena la boca con los dedos curtidos de su Mambru. Mambru es casi un anciano de cincuenta y tantos para Malena. Es extremadamente rollizo y aunque la barba aliviane sus rasgos, los pliegues que brotan del cuerpo le endurecen por completo el visaje. Ahora la mira y con la palabra arrastrada se dirige a su copita de curacao. Malena no alcanza a escuchar. Siente un desequilibrio visual casi imperceptible para el oido. El viejo enloquece con la postal: su mujer besando a una nena. La retiene una y otra vez, las cejas se le fruncen hasta casi taparle los ojos. No quiere aligerar el placer del paisaje: es casi inevitable.
– ¿Por que no le sacas la ropita mi amor?…me parece que le raspa un poquito… ¿no Malenita?.-
– ¿La ropa?-
-No le hagas caso Male. ¿Queres sacarme el camison?. Tengo los pezones reduros. ¿Me los queres ver?. Si siguen creciendo me van a romper el corpiño.-
Los latidos carretean hasta el cuello y la presion es tan fuerte que los labios se muerden para camuflar el sismo. Una humedad de pecho embarrado y un nudo seco en la concha. La garganta aspera no le permite decir palabra. Tampoco lo intenta. Cabecea en circulo pidiendo. Se muere de ganas y de miedo. Una sorda taquicardia anula el cuerpo que no encaja en su mirada. La precaria y novedosa sensacion de ser una masa de bloques, cada uno con autonomia propia, apilados pero sin integridad. Un zumbido le quema el timpano; piensa: estaran hablando mal de mi… estaran hablando mal de mi… estaran hablan… el eco se le hace insoportable y trata de pensar en cosas desconocidas, que no se llamen, que no pueda nombrar. Una carilla del diccionario se le clava en la M y las palabras le taladran el cerebro. Aprieta las sienes buscando cesar en una foto: una obra de Chagall, un monotipo, "Desnudo, amarillo y fauno". La tiene, la despliega como una sabana cubriendo los temblores del primer plano. Es el mayor y mejor esfuerzo que hizo en toda su vida. Alla atras, flotan en un susurro las definiciones: montacargas… aparato que transporta verticalmente… monte… tierra sin roturar…, se pierden suaves, sin rencores desaparecen por la rejilla del oido. Malena se relaja y en la dulzura del desconcierto quiebra los dedos para desabrochar el corpiño.
-Mira como estan estos pezones Male, me van a explotar. Los tengo un poquito secos… ¿sabes?. ¿Queres que los mojemos juntas?-
Me acuerdo y me da miedo. ¿Como pude tocarles el timbre?. ¿Que cara voy a poner cuando me los encuentre con mis papas?. Cuando me los cruce en el ascensor. Me quiero matar. Cuando bajen un rato a tomar algo y el viejo hable del trabajo con papa, y la mujer se ria con esas tetas; y yo que no voy a poder dejar de mirarselas. ¿Que hago?. No salgo del cuarto. No, es cualquiera. No estoy, me voy… no se. ¿Ellos no estaran pensando lo mismo?. Con las guasadas que dijo el viejo no tendrian ni que salir de la casa. Que pija que tiene. La cabeza es enorme, se estiraba la pielcita y me apuntaba agitando cada vez mas rapido. Si me la metia me partia. ¿Fico la tendra chica?, no se, es la unica que conozco. Curtimos una vez sola, vino a buscar a mi hermano que no estaba, el sabia que no estaba, yo sabia que iba a venir. Estabamos mirando tele y nos reiamos no se de que boludez; empezamos a transar mal, asi de la nada. Despues nunca mas, le hice un par de pajas pero apurados y a escondidas, una vez arrinconados en el balcon, mi hermano se habia quedado dormido escuchando el partido, hacia un frio horrible. La segunda en un baño, era una fiesta en una casa y yo estaba reborracha, me acuerdo de los dos acostados en el inodoro, no se como, es imposible pero tengo el recuerdo de estar acostada. Estoy remojada, ¡puta madre! ahora estoy recaliente. Al viejo se la agarre y era como un garrote, hirviendo, tenia un olor tan fuerte que la boca se me iba sola. A Fico le quiero ver la cara cuando acaba, quiero mirar como le salta la leche. Nunca pude ni puedo, siempre me mete la lengua hasta la campanilla y la deja paralizada mientras gime sacudiendose todo. El airecito del ventilador me vuelve loca. Me gusta ponerlo cerquita y sentir que me sopla cuando pasa. La cara del viejo se transformaba, decia cosas todo el tiempo, me dan ganas de tocarme, de mostrarle como se tocarme. Hay viene el vientito de nuevo. Soplame asi Fico, dale… dejame verte esa carita.
Sola en la pieza Malena se saca la bermuda y la huele. Siente su concha confundida en los olores de su hermano. Arquea la espalda y se baja la bombacha a la altura de los tobillos, apoya una mano en la panza y con la otra se sube la remera sin descubrirse los pezones. Levanta una pierna y la cuelga en el apoya brazos del sillon. Sacude la otra dejando caer la bombacha y con la planta del pie la arroja sin fuerza hacia donde vaya. Prende su velador mandarina y se reconoce en el largo y angosto espejo que cubre la vejez del empapelado. Se mira sin mirarse a los ojos, la sombra se dilata creciendo en luz por la curva final de sus tetas; las acaricia como si apenas le picasen. En la cocina unos platos chocan y la madre carajea. El sonido es tan lejano que Malena baja la mano y en un respiro largo empieza a tocarse.
Me calienta mirarme las tetas en el espejo. Me gustan asi, como si se escapasen de la remera sin que yo me de cuenta. Cuando vienen los amigos de mi hermano y se ponen a hablar en el comedor, fumados y chupados como bestias antes de salir, yo dejo entornada la puerta de mi pieza, primero para saber lo que dicen y segundo para escuchar cuando alguno de ellos viene al baño. Me hago la tonta y salgo con la remerita ajustada, los pezones se me renotan, me pinchan por el amarillito de la remera. Saludo y me meto en el cuarto de mi vieja como buscando algo. Me encanta imaginar que mientras mean estan pensando en mi con unas ganas terribles de ponermela. Fico es divino, se hace el duro pero es retimido, vive poniendose colorado, cuando estamos juntos tiene mas vergüenza el que yo. El vikingo es el mas guaso de todos, mide como dos metros y se acomoda los huevos todo el dia. El hijo de puta se mete la mano por adentro del pantalon y despues se filtra los dedos en la nariz con un placer terrible. Siempre lo escucho decir que se quiere garchar una pendejita con tetas grandes y duras. Como tu hermanita le dice el grasa a mi hermano.
-Como me gustaria verle esos ojitos azules con todo este caño en la boca.-
– ¡Callate gordo!. Porque no te comes esta y te llenas de merengue toda esa cara de torta que tenes.- le grita mi hermano reloco.
– ¡Uy!…sii… sentadita aca arriba y yo amarrandole la colita con una mano y la guacha que me dice: me duele un poquito Viko… ¡ay!… me gusta igual… la tenes redura. Si bebe, ¡si!.-
Todos se rien y yo me imagino abajo del vikingo, mojandome las dos manos con la cola transpirada, empujando, me mira y empujo y siento que me abre, la panza cerosa que se aprieta contra mi clavandome como un animal. ¿La tendra grande como el viejo?. No creo. Ademas el viejo es un señor degenerado, no se rasca los huevos, se manosea la pija tan bien que me da ganas de tener una para poder tocarmela asi. Asi… asi Vikingo… agarrame la cola… estas todo saladito… asi.
Sobre la cabecera de la cama el viejo juega con los dedos en la boca de la pitonisa hasta sentir la palma de la mano empapada en saliva. Espera impaciente la mirada de Malena y en el instante en que la encuentra la devuelve enteramente vacia. Ella mantiene fija la invitacion de esos ojos que no la ven. Entonces el viejo se agarra la pija y se la moja de arriba hacia abajo, se pajea con una belicosidad tan desagradable que a Malena le tienta.
– ¡Te encanta patoncita eh!… te encanta chuparme la mano con todo este gusto a pija… –
-Es que se te pega toda a los dedos… ¡ay!… ¡mm!… te la voy a comer toda.-
-¿Queres que la nena te vea con toda la pija en la lengua?… ¡eh!… mira como te mira.-
La pitonisa se acerca al viejo y le pasa el pezon desde los huevos hasta la punta de la pija. Lo frota suave y se lo muestra, despues lo lleva tibio a la boca y lo babea para volver a pasarlo. El viejo holgado murmura como con arena entre las muelas. La patona sonrie con los dientes calientes. Malena queda por un momento excluida del codigo interno, duerme la vista y se hace tan chiquitita que ni ella puede verse. Un llanto le camina por el cuerpo y se monta sin resistencia a cualquier despedida. Cuando despierta la mirada, las tetas de la pitonisa rozan el aire que se fastidia contaminado por el olor que derraman sus pezones. Malena abre la boca hasta donde su libertad lo permite.
– ¡Uy!… que besito me estas dando. ¿Te queres quedar un ratito ahi?, como cuando eras mas chiquita y se las comias llenas de leche a mama… ¿eh?… si… viste que grande que son mis tetas… ¡aay!… mirame… quiero verte con todo el pezon en la boca. Viste que los tengo como bañaditos en aceite. ¡Uy!… le pasas la lengüita toda timida… ¿tengo mucho gusto a pija no?.-
– ¿Te gusta?.-
– Asi me gusta mas, mirame la lengua… asi, veni a chuparla conmigo.-
– ¿Asi por abajo?… besitos por aca.-
– Si… ¡ay! si, ¿queres venir aca Mambru?.-
Malena escucha el elastico de la cama y toma distancia repentinamente.
– ¿Queres que sigamos nosotras dos nada mas?. Veni… volve que estoy solita jugando con mis tetas. Veni… ¡ay mojame!… mojame que se la paso por toda la pija. Mirale la carita, mira como se la esta tocando solito. ¿Queres que te ayudemos?.-
– Por favor.-
– ¡Espera!… ¡ay!, ¡ay! que hermosa… no sabes que bien me esta chupando esta nena las tetas.-
– Vengan aca.-
-Te voy a sacar esta remerita Male… ¿queres?… la tenes toda pegada al cuerpo, estas toda transpiradita. Te va hacer mal quedarte asi. Te podes resfriar, despues te doy un bañito sabes.
Me daba un poco de asco sentirla tan melosa; me agarraba la cintura con un amor tan vicioso que me causaba rechazo. Tenia las uñas comidas y los dedos bien flaquitos. La mesita de luz era una montaña de aros, pulseras y anillos. Igual me encantan las uñas comidas. El Vikingo tambien se come las uñas, esa mano mocha apretandome la espalda, me lo imagino con la cara desorbitada… me calienta esas ganas que tiene de darme. El viejo estaba desesperado por cogerme, cuando la pitonisa me saco la remera empezo a tocarse con todo mientras me decia que se la mire. La mujer me acariciaba las axilas y los dos me fulminaban con la vista las tetas. Yo no hablaba nada, ellos no paraban de murmurar cosas. Era como escuchar lo que jamas iba a decir. Escuchar en ellos lo que yo tambien pensaba. No me gusto porque no sonaba como en mi cabeza, toda palabra estaba poseida por la misma entonacion grasa del Vikingo. Puedo oirlo sin que hable, puedo sentirlo abotonado sin querer despegarme de su pija ni por un minuto.
El viejo sacude una pierna al ritmo discontinuo de la mano. La aprieta fuerte y soplando en una especie de quejido se la mira: dura, gorda y venosa. Malena vuelve a cerrar los ojos perdiendo en los besos de la pitonisa la identidad del goce.
-Te puedo lavar asi la carita. Tenes todo el pecho mojadito. Aca en medio de las tetas… dejame darte unos besitos. Sabes que sos una nena con las tetas muy grandes. ¿Queres que sea la amiguita envidiosa que te las toca?.-
-¿Me las vas a chupar?…-
-Si no queres no, me muero de ganas pero si no queres muevo los dedos hasta que me dejes.-
– Me da un poco de cosa, no se… puedo darte besos yo… tengo ganas.-
-Si mi bomboncito. Ya me comiste todas las tetas, tenes ganas de seguir por aca… toda la pancita. Me voy a poner asi… veni, veni.-
La mujer se tira hacia atras apoyando la cabeza sobre la pija del gordo. Se abre de piernas y con las dos manos se golpea el pubis incitando a Malena, como si fuese un perrito que va a sacar con su lengua todo el gusto que guarda en la concha.
– ¡Estoy empapada Male!, me siento como una nenita con mucha vergüenza. ¿Queres ver como me haces tocar?… mira… ¡ay mira!, mira como la haces tocar a esta nenita… ¡ay! tengo los dedos regomosos.-
Detras de Malena una pintura descentrada ocupa el centro de la pared. La mano de la pitonisa resbala por su cara cercando con su olor el pequeño territorio. La boca se fertiliza y Malena deja crecer la lengua que lava de saliva los dedos untados en flujo. Un flujo contagiado de sexo y de sexos, una distancia irreconocible para una nena que aun moja sus labios con una impersonal transparencia.
– ¡Como me calentas pendeja!. Te puedo llevar con los dedos asi. Veni, queres jugar con mi clitoris un poquito, ¡veni!… veni.-
Malena se deja traer como perforada por un anzuelo, la imagen de la concha a medio centimetro de su ojo le produce una repulsion irresistible, tan irremplazable que la lengua se deshace de la mano y se hunde en la lascivia del gusto. Malena tiene rulos hasta la mitad de la espalda, el azul de su mirada no despide la rabiosa espuma de la ola; un antojo de ciruelas oscurece parte de su brazo, es bajita y camina como si una estaca atravesara sin dolor su cadera. Las amigas le dicen Carlita porque se parece a la chica que se tatua el ombligo en una publicidad de toallitas femeninas. Ahora en su cuarto los ojos excitados se le atan a la nuca, resbala por el sillon acercandose en diagonal al ventilador, la pierna continua trepada del apoya brazos, no apuesta nada pero tiene la certeza de estar humedeciendo el noviazgo de los caracoles. Deja por un momento de tocarse apaciguando la velocidad a la que corren sus diapositivas; se huele la mano reconociendo su calentura. Vuelve a tocarse: esta vez los dedos son mas agresivos y las imagenes ya no golpean como destellos, sino que se hacen pasivas, se quedan, se desarrollan logrando una consistencia mucho mas activa. Su cabeza viaja lenta en el gesto de la patona: una mueca velada por el placer. Estaciona su paja en esa cara, le regala la totalidad del frote; ningun Vikingo, ningun Fico, ningun pasaje de ningun pasajero se estrella en la escena para sumarse a un repertorio enriquecido. La mujer nenita se abre con los dedos y pega el clitoris a la lengua de Malena. Un almibar tibio baja por la garganta. Traga… Malena por primera vez, traga.
– ¡Mira como me come la concha!. Te gusta mi juguito, somos dos amiguitas que nos gustamos mucho… ¡ay! ¿queres que te la abra un poquito mas?.-
– Por favor veni, quiero que me chupes la pija.-
– ¿No podes mas mi amor?…ay… ¡ay! ¿esta tan rica Male que me la comes asi?.-
– ¡Estoy recaliente!, le preguntas a tu amiga si no quiere cogerme.-
– ¡Malena para… eh!, ¡ay! para un poquito… por favor me vas hacer acabar si me la seguis chupando asi.-
– ¡Le vas a llenar de lechita la boca!… si, ¡sii!…asi con toda mi pija en tu cara.-
– ¡Te voy acabar Male!, ¡decile a mi amiguita que me deje!…¡ay, ay te voy a bañar por favor!…¡ay!, ¡ay! queres escuchar a tu compañerita acabar… ¡eh!, decime ¿queres que te acabe toda la lengua?.-
-Acabame.-
– Acaba mi amor, dale… dale llenala de airecito, te quiero escuchar.-
– Me dejas, sii… ay, ¡ay! ¡uh!, ay ¡uh!… ¡te voy a entregar la concha nena!… ¿la queres?…¡ay! toma… asi… toma mi concha… toma, ¡uh!, ¡uh!, ¡ay!, ¡ay!.
– Como le apretas la lengua… la vas a ahogar, queres que no se te escape… movete asi… dale… ¡asi!… ¡dale mi amor!.
– ¡¿Puedo?!, ¡¿Me dejas?!… ¡ay!… ¡¡no aguanto mas!!… ¡ah!, ¡ah!, ¡¡ay!!, ¡¡ay!!, ¡¡ah!!… ¡te estoy acabando toda la boca pendeja!… ¡ah!, ¡uh!, ¡ay!, ¡ah!… ¡oh!, ¡oh!… ¡umm!, ¡oh!, ¡uff!, uf, uf…
La patona cierra los ojos y con los pies en punta se deja alisar por un instante la sangre. Malena arrodillada al borde de la cama y con los labios abultados, observa la aspereza del viejo que agita en su propio manoseo el letargo de su mujer. El gordo estira la mano con la que se toca dejando caer la pija sobre el pelo de su mujer. Malena tambien estira su mano pero sin ganas de ser llevada, simplemente quiere sentir al tacto el extracto de esos dedos. Se quedan un rato asi, en el aire, se tironean pero no se nota. La pitonisa abre los ojos como si estuviese sola, no mira nada, parece como si se ojease el cuerpo. No mira nada. Malena la busca desconfiada, con la mano libre le acaricia como equivocada el tobillo. La mujer reacciona bajo la inercia maternal que derrapan sus orgasmos. La anarquia del intervalo canaliza un soplo donde ninguno se responsabiliza del tiempo. El viejo toma el liderazgo y la trae hasta la boca de la patona; queda una encima de la otra, se besan como por primera vez, como hace media hora. Una de las dos larga un gemido corto; atras el gordo se pajea ensordecido por el ruido de su pija. Las tetas de la pitonisa se abren suaves por el peso leve de Malena, se escabulle en el pantalon y con las dos manos le aprieta fuerte la cola; la adhiere y la mece en circulo.
– Asi… despacito. ¿No te queres sacar el pantalon?.
– No se… aparte no me bañe y me siento incomoda.
– Mi chiquita. ¿Tenes miedo de ensuciarte o de lavarte?. Ya te dije, despues nos bañamos.
El viejo sonrie y fuera de todo contexto besa la mejilla de su mujer. A Malena le brota la urgencia de salir corriendo. Voltea en un rayo la posicion quedando boca arriba, hace un puente con la espalda y en la agilidad novata de la torpeza saca en una sola maniobra pantalon y bombacha. Se trepa a la pitonisa y mientras le lame el cuello combina un forzado roce corporal. El viejo abandona la prolijidad del manoseo y ensaya un comprensivo puchero que nadie alcanza a ver. Piensa como no piensa en años. Lo piensa sin ordenador de memoria:
El dulce no tiene lugar, y no puedo mas con tu camino. ¿Acaso el color es lo que adivinas?. Quizas tus pies no demuestran que van. Miedo a una cama grande o grande a una cama de miedo; y sequita, sequita estas, no te toco que te vas. Nada hay arriba, nada hay abajo. Alguna linea hablara por vos. Tengo amor hasta en los codos, ¿vos te seguis viendo los bracitos?. ¡Te asuste!. ¿Me estas viendo?, ¿si o no?. Todo igual.
Por un instante sujeta una añeja carta en la mano. Mira agradecido los pies de su mujer. Sabe que ese arco aplasta la incertidumbre de lo que nunca leyo. El cuerpo de Malena lo regresa a donde siempre estuvo. Una nena capaz de hacer recordar a un niño toda su veteada longevidad. La pitonisa acerca la boca al oido de Malena.
– Mi nenita, que lindos besitos. Male… sabes que aca no tenes que demostrar nada. A nosotros nos gusta que te guste, no nos importa si lo haces bien o mal, porque cuanto mas te guste mejor lo vas a hacer.-
– A mi me gustas vos.-
– A mi me gustaria que me la chupen. Por favor, me estoy volviendo loco, se estan dando unos besos muy ricos.-
El viejo intenta filtrarse por las bocas que se besan, los labios se separan de a ratos, las lenguas no se despegan ni por un segundo. Las observa deleitado y en el eter de la union asoma el filo de la pija. La saliva tibia sutilmente brilla cuando apenas toca su cabeza. La pitonisa la agarra y le pincela la cara a Malena sin dejar de besarla. El techo apunta en la memoria la mejor cola que ha visto en esa cama.
– Meteme en tu boca, dale mi amor.-
La pitonisa se la pasa por la nariz y despues juega como si fuese la puntita del helado.
– ¿Asi esta bien?… ¿o asi?.-
Ahora se lo coge con la boca que entra y sale en un sonido de galope mojado. El viejo arruga el pecho como si la lengua le llegase al estomago. Malena al fin baja el latido de su garganta, la pija le maquilla los labios cerrados, la pitonisa lo pajea manteniendo la dureza que estalla en forma de anillos circulando por sus manos. Haciendo palanca abre despacio la boca de la nena y con delicados mimos en la nuca empuja, empuja suave hasta desfigurarle el gesto. Malena quiere pero no puede permanecer con la boca llena y los ojos abiertos. Malena quiere tantas cosas que no puede. Y aunque no quiera enterarse, siempre decide lo que puede. La pitonisa se lleva el indice al clitoris y lo trae empapado hasta el culo del viejo, el dedo penetra primero por la yema y ocultandose lerdo comienza a escarbar, como sondeando el relleno de un flan.
-¿Podes sola con mi pija Malenita?. Que ruidito estas haciendo… ¡oh!, ¡ay!…-
– Que blandita tenes la cola mi amor. Tengo todo el dedito adentro, ¿sabes?.-
– ¡Ah!, ¡ay! no vas ayudar a tu amiguita. Se la esta comiendo toda solita.-
– Veni un ratito a bucear mi amor, no me dejes asi que la quiero apretar un poquito. Dale veni, estoy reabierta. Subis Male aca… pasame la concha por las tetas.-
– ¡Ay!, ¡que concha que tenes!… me voy a quedar asi pegadito.-
El viejo gordo entra y sale de su mujer con las manos sobre los hombros de Malena. Arrodillado siente el calor de lijar las rodillas, hace años que no raspa meniscos y combina ese ardor con la rutinaria sensacion de estar cogiendo. La pitonisa mira como sus tetas endurecen al contacto de la nena. El pezon roza el clitoris y llega empalagado hasta la sensibilidad que divide la concha del culo. El hormigueo no tiene costumbre en el vientre de Malena, burbujas que trepan y mueren sopladas por el estomago antes de llegar al diafragma.
– ¡Subi!… ¡ay! como me estas cogiendo hijo de puta… subi Male que te quiero chupar toda la concha.-
– No, dejala asi que le quiero ver toda la cola mientras te cojo.-
Malena se muere por sentarse en la boca de la pitonisa. Quizas sin entenderlo se estira sobre ella, sintiendo los golpecitos cortos que rascan la panza del viejo entre sus piernas. Malena quiere tantas cosas que no puede.
Me hubiese gustado que la patona me chupe toda; no se, siempre digo que no cuando quiero algo, y cuanto mas es eso lo que quiero mas rapido digo que no. Soy una tarada. Estoy recaliente. Toda esa lengua en mi concha. Quiero acabarte toda la boca. Si, quiero que me la comas… asi como se mueve mi dedito, asi, asi quiero que se te mueva la lengua.
– ¡Baja la mano mi amor!… tocame, dale por favor tocame la concha…¡ay!, tocame mientras me coges, ¡ah!, ¡ah!. ¡Te gusta apretarle toda la colita a la nena eh!… ¡ah! tocame, dale.-
El viejo sale y rodea su pija con los pies de Malena, pasa la lengua por la concha de su mujer, una vez sola, como si secase el chorro que cae por los muslos. Le chupa los pies a la nena, las piernas, la cola, la espalda, la cola. La lengua del viejo es tan gorda y ancha como su panza. Es una vaca pastando a una liebre de ojos mal abiertos.
– La cola no… besitos no. Quiero que te la vuelva a meter.-
– Mi amiguita quiere que me cojas. Dale, ponemela.-
El gordo la caza de la cintura y la trae sin mucha resistencia. La pija es un ladrillo pegada al clitoris de Malena. Hace fuerza pero no entra. Malena quiere tantas cosas que no puede.
– Quiero que te coja a vos.-
– Dale, volve… dale que mi amiguita me quiere ver con toda la pija adentro.-
La pitonisa enrosca al rinoceronte marcando con los talones el paso. El viejo rollizo escucha alla arriba el sonido esponjoso de los besos, los dedos se agarran a la cola de Malena descargando toda la dureza del cuerpo.
– ¡Ahh!, ¡ay!, si sigo moviendome asi voy a acabar.-
– ¿Te gusta Male ver como me coge?.-
– Tengo la pija que me estalla… ¡ah!, ¡ah! les voy acabar a las dos. Les puedo tirar toda la leche en la cara… ¡eh!, ¿me dejan?.-
– ¿Queres sacarla y hacerte la paja en la cola de ella?… ¿queres juntarle los cachetitos y apretarte toda la pija dura?… ¿lo dejamos Male meterse en el medio de tu cola?.-
– ¿Puedo asi?… ¡oh!, ¡oh!, ¿puedo pajearme asi en tu cola?… ¡oh!, ¡oh! ¡oh!…-
– ¿ Si dejamos que te la meta un poquito?… dale, un poquito en la concha.-
– ¡Ah!… me estan dejando entrar.-
Malena clava los dedos en la muñeca de la mujer, el viejo casi ni se mueve, se deja coger por la nena que sube y baja con las manos de la pitonisa en la cintura.
– ¿Te gusta como estamos cogiendo?… ¡ay!, ¿te gusta verte penetrando a mi amiguita?.-
– ¡Ay!, ¡no puedo mas! ¿quieren darse vuelta?… ¡ah!, ¡oh!, les voy a tirar toda la leche en la cara.-
– Si, dale… asi, dale pajeate mas fuerte… ¡ah!, asi, dale asi mas fuerte.-
– ¡Ah!, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, hay viene… ¡hay viene toda la leche!, ¡ah!, ¡oh!, ¡ooh!, ¡ooh!….-
– Si, si, ¡ay!, ¡ay!, ¡umm!… ¡que manera de largar!… ¡ay! por favor segui acabando, no pares, ¡por favor no pares!.-
La cama es tan grande como un rio. La pitonisa continua desparramando la leche por el cuello de Malena, baja hasta las tetas y con la boca empastada se las chupa hasta dejarle cascaritas de semen. No hay lugar para pensar nada, el viejo gordo y acabado mira las manijitas del ropero y descubre la mala combinacion que hacen con la mesita de luz; la patona medita sobre las azaleas y si en realidad nacen lilas o cambian de color con el tiempo. Malena piensa en nada, no puede pensar, no quiere pensar. Siempre decide lo que puede y entonces quiere sentir sin pensar:
Cuando me sente en esa piedra y se te mojaron las pestañas, goteabas. Y cinco dedos en cada mano y cinco cadaveres en los pies. Agito la melena y doy giros con mi cabeza, te veo rapidito y entonces pedi un deseo. ¿Acaso se cumplio?. Soy mas grande que tu mano, pero ella me sabe guardar. Y se apoyo en mi hombro y no queria volar. Beso de a uno sus ojos, seco sus pestañas mojadas, enrojecio sus labios. La mosca volo y dijo: chau che, nos vemos.
No puedo sacarme ese olor de la nariz, cada vez que respiro o me muevo es peor. El ventilador me revuelve la piel y siento el olor de los dos como si estuvieran todavia conmigo, en mi cuarto, aca en mi chocita mirandome la concha, abierta de piernas diciendo las cosas que no escucharon. Me muero por acabarte toda la panza Mambru. Yo tambien tengo un olor ahora… ¿me lo quieren sentir?. Veni metemela mientras ella me chupa. Vengan… quiero hacerle toda la paja a esa pija. Dale, ¿quieren escucharme acabar o no?.¿Siguen ahi parados con ese olorcito que tienen?. Estoy a punto de lavar a las jirafitas, ¿me quieren mirar?.
Creo que voy a mojarte toda la boca patona, ¿queres?, ¿les gusta mirar la paja que me estoy haciendo?. A mi me gustaria que me chupen los dos las tetas hasta que me saquen leche de los pezones. Me estan haciendo tocar mucho, mucho. Miren mi mano en el espejo como no puede parar de abrirme toda, esta yendo muy rapidito, asi muy rapidito. Quiero aguantar un poquito mas, despacito, que lindo, un poquito mas. Por favor la jalea que tengo en los dedos, ¿me dejan limpiarlos con la lengua asi?. ¡Estoy muy caliente!, no puedo dejar de tocarme y mirarme y sentir todo este olor a sexo que me pusieron encima; no puedo, no puedo, ay ¡estoy super caliente!, me veo todo el clitoris salidito y duro, parece un tomatito que no termino de crecer. ¡Estoy tan mojada!,tan empapada que el ventilador pasa y me da chuchos de frio. Me entro una cosquilla por la concha y ahora la tengo aca en la pancita, me esta dando cada vez mas vueltas, me hace temblar las piernas, las voy a estirar todas asi me ven bien la concha acabando en el espejo… asi, asi con todo el silloncito humedo, asi de chiquitita, les gusta, les gusta, si… ¡les gusta!, ¡¡les gusta!!, ¡te amo!, ¡te amo!, ¡te amo!, ¡te amo!, ¡te amo!, te amo… te amo… te amo.
Autor: fercha (lapeceraetero@hotmail.com)
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