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Masturbacion Femenina

Recordando mi viaje a California

Laura, ya de vuelta en Madrid recuerda su descubrir del sexo en su viaje a California.
Para entender este relato hay que leer primero el anterior, en el que Laura descubría el sexo en un vuelo de Madrid a los Ángeles.

Vuelo a Los Ángeles

 

La noche en el avión sobre el Atlántico había sido muy especial, el viaje sola, el sueño de ir a Los Ángeles y volver a ver a Papá, América y mil cosas más, pero sobre todo Pablo, las largas horas hablando con él, dormir recostados uno en el otro, pero sobre todo sus roces, sus caricias, su forma de hablarme, mi descubrimiento de los hombres, de su cuerpo, la sensación de tocarlo, todo había sido un impacto para mí y seguro que me iba a costar mucho tiempo olvidarme de todo eso.

Los primeros días en California fueron algo genial, mágico, todo era fabuloso, nuevo y compartido con mi padre aún más, era maravilloso, el tercer día recibí un mensaje de Pablo, no le había olvidado, pero recibir un mensaje suyo me puso nerviosa, le había guardado como Paula Robles, como si fuera una compañera de clase, por si papá veía el mensaje, aunque cuando lo abrí vi que era un texto que podía haber escrito una amiga en España perfectamente.

“Hola Lau, cómo estas? Fue el vuelo bien? Has ido ya a Disney? Que envidia me das, te lo estarás pasando súper con tu padre, pero acuérdate de las amigas que seguimos por aquí y cuenta cosas. Un beso”.

Le contesté que todo iba súper, que era una pasada, y que me acordaba de él, con lo que Pablo ya supo que estaba sola en el teléfono y me contestó que el también, que estaba contento que todo fuera bien, que su congreso ya acacaba y que volvía para Madrid, pero que no me preocupara eso, que, si tenía algún problema, alguna cosa, que le escribiera enseguida, que si hacía falta cogía un avión y venía a ayudarme.

Nos mandamos algunos mensajes más, pero poco a poco dejamos de hacerlo, solamente el último día, desde el aeropuerto cuando ya estaba sola en la zona de embarque le escribí un mensaje largo contándole lo bien que lo había pasado y los sitios donde habíamos ido, incluyendo un viaje al Grand Canyon y una tarde en Tijuana que me dejó sorprendida.

No leí su respuesta hasta que ya estaba en Madrid, viendo a mi madre al otro lado de los cristales, me contaba que estaba con su hija en Italia, pero que le gustaría un dia vernos en algún centro comercial y que tomando un helado le contara cosas de mi viaje, que en el mensaje parecía que había sido maravilloso.

Yo me quedé un poco sorprendida, Pablo quería verme! Eso me alteró, me hizo sentir mariposas en el estómago, pero también me asustó, me preocupó. Encontrarme con un hombre en Madrid no era igual que hablar con un vecino de avión, me podía ver alguien, podría descubrirlo mi madre, y eso me preocupó y volviendo a casa, hablando con mi madre no se me iba de la cabeza y me daba cuenta cuanto me gustaría volverle a ver.

Esa noche me fuí a dormir pronto, pero tras un corto sueño me desperté, estaba alterada, soñando o pensando en Pablo y empecé a darle vueltas al tema. Poco después me di cuenta del cosquilleo en mi sexo, aquellas cosquillas que había descubierto en el avión con Pablo, que había notado 2 veces más en mi mes en California y que ahora notaba muy intensas.

Alargué mi mano y la coloqué sobre mis braguitas, me sorprendió lo húmedas que estaban, me olí los dedos y no había dudas, era aquel olor intenso y algo ácido que salía de dentro de mí cuando me excitaba. Pensé que diría Pablo y me bajé las bragas, me quede desnuda en mi habitación y empecé a acariciarme como había hecho Pablo, pronto encontré el pequeño botón, que se abría paso entre los labios y empecé a acariciarlo.

El placer era cada vez más intenso i me pareció notar como el botoncito, el clítoris había dicho Pablo se ponía algo más grande. Yo sentía cada vez más y más placer y notaba como de mi coñito salía cada vez más líquido que resbalaba por mis muslos, pensaba en Pablo, en que me abrazaba, en que mis dedos eran su mano mucho más grande.

Me abracé a la almohada, la apreté en mi pecho y la rodeé con mis piernas; así de lado el borde de la almohada se tallaba en mi pequeño sexo y parecía abrirlo, separarlo; el placer era cada vez más intenso y girándome sobre mi misma quedé subida en la almohada, mis piernas a ambos lados y sintiendo como el borde se clavaba más en mi coñito.

Empecé a moverme, frotándome con ella, como si cabalgara un pony y pronto sentí que el gusto grande, el gusto final que Pablo había llamado orgasmo, primero lo sentí en la columna, en la espalda, de allí pasó a mi pecho, a los pezones y fue bajando despacito hasta que sentí una explosión dentro de mi sexo, era como si u a corriente eléctrica fuera desde todo mi cuerpo hasta mi coño y alli fuera a salir. Y así fue, apenas unos segundos después todo mi cuerpo tembló, se me escapaban gemidos y pequeños grititos que traté de apagar mordiendo la almohada, y me corrí.

Me corrí muy fuerte, el orgasmo duró bastante más que el del avión y los dos pequeños que había sentido en California mientras me tocaba en la ducha. Recordé las explicaciones de Pablo y supe que me había corrido como una mujer, un orgasmo de verdad, con todo mi cuerpo temblando, apretando la almohada, sintiendo que me derretía, que me fundía y que todo eso escapaba por mi coño en forma de ese líquido que me producía tanto placer.

De repente me llegó todo el cansancio del viaje, el cansancio del tremendo orgasmo que acababa de tener y me quedé dormida, dormida como un bebé, y no desperté hasta que muy tarde al día siguiente mi madre entro en mi habitación preguntándome si estaba bien y si quería desayunar, en cuanto recordé lo que había pasado la noche anterior me asusté, estaba desnuda sobre las sabanas revueltas, la almohada estaba a mi lado y al mirarla vi una gran mancha de humedad.

Por suerte mi madre no se fijó mucho porque fue a abrir la ventana, momento que aproveché para ocultar las manchas de humedad de la sábana y la almohada y cuando al darse la vuelta mi madre vio que estaba desnuda, sin el pijama ni las bragas, me sonrió y me dijo:

  • Vaya, me parece que la niña que deje en el aeropuerto hace un mes ha vuelto mucho más mayor y menos tímida; como es que ahora duermes desnuda?
  • No sé.

Le contesté sin saber qué otra cosa podía decir y de pronto oí a mi madre reírse, yo también estallé en una carcajada y entre risas me dijo.

  • Vamos, lo que decía, que la pequeña Laura se quedó en California con su padre y me ha mandado de vuelta toda una adolescente que ya ha empezado a descubrir los secretos de la vida adulta.
  • Qué no mamá, que soy yo, la misma niña que se subía al avión.
  • Sí, sí…

Me reí con ella, nos reímos juntas y me encantó el buen rollo que veía entre nosotras, las risas, sus bromitas sobre el olor a cerrado de la habitación, como diciéndome que sabía lo que había pasado esa noche y sobre todo, me gustó que no le pareciera mal…

 

19 Lecturas/12 julio, 2025/0 Comentarios/por Millaris13
Etiquetas: amiga, heterosexual, hija, madre, mayor, padre, sexo, vecino
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