UNA NIñA CULONCITA 3
El tío Alberto me lleva a bañar.
UNA NIñA CULONCITA 3
Por GrandPa 999
─ Marcelita ire a bañarme, ¿no te quieres ir a bañar conmigo amor?
Yo pensé que tal vez haríamos más cosas bonitas en él baño y le dije nerviosa:
─ ¡¡¡Este…, si quiero!!!
─ Ok, vente vamos a bañarnos.
Entonces me bajo de sus piernas y después se paró de la cama y de su mochila saco otro cassette, agarro su cámara y cambio los cassettes y puso el nuevo dentro, después me agarro de mi manita y nos fuimos juntos a bañar, él se llevó su cámara.
Cuando llegamos al baño la coloco arriba y le pregunte:
─ ¿Para qué?
Él solo me respondió:
─ Para que se siga cargando.
Yo solo veía un foco rojo encendido pensé que así era, ahora sé que todo lo grababa; abrió la llave de la regadera y nos metimos al agua, una vez cuando ya estabamos todo mojados cerró la llave del agua, agarro el jabón y sin decirme nada me empezó a enjabonar con todo y mi trajecito, yo solo me dejaba hacer, me gustaba muchísimo como me recorría con sus manos todo mi cuerpecito, ya con toda la confianza me dijo:
─ Te voy a bañar como baño a mis nietas y no debes sentir vergüenza, quítate la ropita.
Me la quité con vergüenza, pero con la confianza y el deseo de que me siguiera tocando y sentir cosquillitas en mi estómago, inocentemente me desnudé completamente frente a él y así desnudita me empezó a enjabonar, me enjabonaba libremente todo mi cuerpo, mis bracitos, bajaba por mi vientre hasta mis piernas, después subía por mis muslos y después me metía sus manos con el jabón en medio de mis nalguitas y después las recorría por mis cachetes, yo sentía riquísimo sus caricias recorriendo todo mi cuerpo y mi corazón latía a mil. Así siguió deleitándose con todo mi cuerpecito, me acariciaba por todas partes.
Después de un tiempo de estarme enjabonando se puso de pie y sin preguntarme metió sus dedos en los bordes de su calzón y se lo bajo y su verga salió como resorte, ¡no lo podía creer era enorme, venosa, cabezona toda su verga, yo no sabía qué hacer, no podía creer lo que estaba pasando, él con toda la confianza se había desnudado ante mí, con una erección a más no poder, se le veían las venas como si fueran a reventar!
─ Te voy a tallar y luego tú me tallas a mí ¿está bien?
─ Sí, le respondí.
Me enjabono nuevamente mi cuerpo, me ponía de frente, me restregaba su verga en mis pechitos y en mi barbilla, la diferencia de estatura hacía ver una escena súper caliente, imagínense una niña de 7 añitos de 1.15 mts bañándose con un señor de 50 y tantos años de 1.80 todo velludo, con una verga bien parada de 20 centímetros, desconocido, aunque había una cierta confianza, ¡Qué cachondez!
Me volteó de frente a la pared, puso nuestros trajes en él suelo y después se hinco y me abrió las nalguitas y me dijo:
─ Tengo que revisar si ya están limpias.
Después me habrío mis nalgas con sus dos manos y metió su cara y me empezaba a oler, a mi me daba mucha vergüenza lo que me hacía, sabía que todo estaba muy mal, pero en ningún momento me maltrato, fue muy cuidadoso y me decía:
─ Todavía falta, tu anito está muy profundo y debe lavarse bien, una forma de lavarlo bien es que yo meta mi lengua y vas a sentir cosquillas.
─ A mí me gustan las cosquillas tío.
Entonces él me enjuagó con agua, me recargo en la pared, se hinco y me habrío mis nalguitas con sus dos manos y despues me metió su lengua y me la movía en mi ano en forma de círculos, después la recorría desde el nacimiento de mi vaginita hasta mi anito, yo sentía muy bonito, no tenía morbosidad de que fuera algo malo.
Después cuando su lengua llegaba a mi vaginita me chupaba mis labios y se tomaba los líquidos qué me salían de ahí, yo pensé que eso era algo sucio y al principio me daba mucha vergüenza, pero él me dijo:
— Marcelita no tengas pena, deja que salga todo ese líquido para dejarte bien limpia por dentro mi amor.
Nuevamente me chupaba mi vulvita, yo solo sentía como me succionaba mis labios vaginales y después me los mordía suavemente con sus dientes, en ese momento ya no me contuve y deje qué se tomará todo mi jugo vaginal, a el parecía encantarle ese sabor, me decía:
— Sabes bien rica mi amor, deja que me siga tomando todo tu néctar de niña.
— Si tío Alberto.
Y seguíamos en lo que estábamos haciendo, en todo el baño se escuchaba como me succionaba mi panochita llenándomela de su salida una y otra vez.
— ¡¡¡Mmmmm, deja salir todo Marcelita, mmmm!!!
Yo me moría del placer, sabía que todo eso estaba muy mal y que un hombre mayor no debía hacer eso con una niña, pero me estaba chupando muy bonito mi conejito y yo solo dejaba qué se tomará mis jugos vaginales. Después subía nuevamente por mi anito y me daba unos lengüetazos como si chupara una paleta, yo solo daba brinquitos a cada pasada de su lengua por todo mi anito y después volvía a bajar por mi vagina repitiendo el mismo proceso.
Después de estarme metiendo su lengua por 20 minutos yo me sentía en la gloria, no quería que se detuviera, pero todo se acabó cuando se levantó, yo aún sentía la sensación como si siguiera su lengua en mi anito y mi vaginita, me dijo:
— Marcelita para terminar de lavar tú culito tengo que meter algo que llegue mejor hasta el fondo por lo que utilizare mi cosa para que te termine de lavar, pero primero me tienes que lavar tú a mí.
─ Sí tío Alberto.
Ignorante a lo que me había dicho agarré el jabón y empecé a enjabonarle el pecho lleno de pelos, sus piernas, se dio la vuelta y me mostro sus nalgas también llenas de pelos y después se dio la vuelta y me dijo:
─ Debes lavarme mi cosito muy bien como yo lo hice contigo.
Entonces con algo de miedo se lo agarré con mis dos dedos y le empecé a enjabonar su pitote grande y cabezón, yo no sabía o imaginaba que lo que estaba ante mi y tenía entre mis manos era una verdadera verga que a las mujeres tanto les encanta, solo lo veía enorme, grueso, venoso y con una gran cabezota. Yo sentía en mis manitas como le palpitaba, yo se lo enjabonaba mal y me dijo:
─ Así no se hace Marcelita, debes ponerle jabón con tus manitas y tallarlo así.
Se coloco jabón en toda su verga y me mostro como debía hacerlo, me dijo:
— ¡¡¡Mira Marcelita debes lavarlo d arriba a abajo como lo estoy haciendo yo!!!
Me enseñó a hacerle como si fuese una puñeta, pero en realidad él se estaba masturbando frente a mí.
— Ahora te toca hacerlo a ti mi amor y no debes sentir pena.
— Si tío Alberto.
Agarro mi manita y me la coloco en su vergota, cuando sintió mi mano sujetar su gran verga se ruborizó y lanzó un gran ¡uffff!
Yo sentí por primera vez toda su verga, era muy grande y mi mano no podía cubrir todo ese trozo de carne, después me empezó a subir y a bajar mi manita en toda su vergota, se sentía muy dura y suave a la vez, también muy caliente y le salía un poco de líquido transparente y viscoso de la punta de su verga.
Después me la soltó y así solita se lo empecé a lavar algo torpe de arriba abajo, le palpitaba mucho y sus venas se sentían durísimas y cuando mi manita le llegaba hasta el tope de su hongo se la volvía a bajar. En mi inocencia pensaba que lo estaba enjabonando, pero en realidad estaba masturbando su verga dura y caliente. El me decía con la voz entre cortada:
— ¡¡¡Haaaa sssiii, esssooo eesssooo, así, asssiii Marcelita, lo haces muy bien mi nena, no te detengas preciosa, me estas lavando de maravilla mi amor, nunca me han lavado así!!!
— Tío Alberto ¿Te estoy lavando bien tu coso?
— Siiii mi amor, déjamelo bien limpio, tallalo mas fuerte Marcelita.
— Si tío Alberto.
Entonces agarre y le puse mas jabón en toda su verga y se lo empece a tallar con mis dos manitas mas fuerte.
— ¡¡¡Ohhhh sssiii, asi asi Marcelita, no te detengas mi niña, ufff que ricooo, ahhhh siiii!!!
Así seguí lavando la enorme verga de mi tío Alberto de arriba abajo; él no decía nada, solo gemía, gruñía y se retorcía de placer; para mi solo era un juego y el verlo retorcerse me causaba mucha risa motivo por lo cual le hacía mas fuerte y rápido, no puedo decir que era la mejor lavada del mundo, pero al tener 7 añitos para él era la gloria.
Despues de un rato de tener ese enorme palote entre mis manitas empencé a tener una comesol muy rara en mi panochita y sin pensarlo y con gran inocencia empece a tocarme, yo no sabía qué estaba excitanda con todo lo que estaba pasando en ese momento y después de un rato mientras con una mano me sobaba mi panochita con la otra enjabonaba su enorme verga; él no perdía ningún detalle, todo lo grababa y para terminar las cosas se salieron de control, me dijo:
─ Marcelita ahora vamos a terminar de limpiar tu culito, ponme más jabón en mi pajarito y te voy a tallar para que quede limpiecito.
Nuevamente comencé a ponerle mucho jabón en toda su grande y palpitante verga hasta que quedó totalmente blanca y resbalosa. Después me dijo:
─ Ahora Marcelita párate y date la vuelta mi amor.
— Si tío Alberto.
CONTINUARA…
Ya quiero ver la parte 4. Apúrate amigo pues
Me dejaste el guevo parado y babeando