Agustin, mi mejor amigo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por javy98.
Nunca me atrevería a decirle lo que siento por él, porque a pesar de que somos grandes amigos temo que me rechace y deje de hablarme.
Yo por mi parte, soy un chico alto y delgado, completamente lampiño, lo único que destaca un poco de mí son mis ojos verdes, que por alguna razón siempre reciben halagos por parte de la gente.
Ese día habíamos salido junto con unos amigos, Agustín me había pedido quedarse en mi casa pues quedaba un poco más cerca.
Al llegar la hora de regresar, yo estaba bastante nervioso, hacía meses que Agustín no pasaba la noche en mi casa, casi siempre nos quedábamos varios amigos, no habíamos tenido la oportunidad de quedarnos solos.
Al llegar nos fuimos directamente a la habitación, estábamos agotados, Agustín comenzó a desnudarse y se dejó solamente los bóxer, unos bóxer negros y ajustados, una línea de vellos le recorría el estómago hasta su pecho, al mirarlo me puse nervioso; sentí que mi pene se endurecía y rece para que él no lo notara.
Yo me quite la camiseta y los zapatos, me deje el pantalón para que cubriera mi erección y me acosté, Agustín se acostó a mi lado sin decir nada, como dije estábamos muertos de cansancio.
Él se durmió en cuanto su cabeza toco la almohada, yo cerré los ojos pero no podía dormir: escuchaba su respiración tranquila a mi lado, su brazo rozaba el mío lo cual me hacía estremecer.
Imaginarlo a mi lado con solo el bóxer puesto me excitaba bastante, notaba que mi pene estaba completamente duro.
-¿estás despierto?- pregunte.
Al no obtener respuesta alguna desabroche mi pantalón y baje mi bóxer, dejando que mi pene saliera.
Tome mi pene y comencé a acariciarlo, imaginando que eran su mano la que lo hacía, eso me puso mucho más caliente.
Mi mano bajaba y subía mientras mi amigo dormía a mi lado; comencé a acariciar mi pecho, pasando las puntas de mis dedos por mis pezones, cuando mis dedos rozaron la punta de mi pene solté un gemido en voz baja.
Me gire para comprobar que Agustín seguía dormido, y así era, no parecía haber escuchado nada.
Al bajar la mirada vi que tenía una erección, el contorno de su pene se dibujaba bajo su bóxer y la cabeza asomaba un poco.
Verlo así me calentó demasiado, apreté mi pene entre mi mano y acelere mis movimientos, no paso mucho tiempo para que me corriera entre gemidos, sin importarme que Agustín me escuchara.
Mi mano se llenó de mi leche caliente, y un poco cayo en el bóxer de Agustín, cerca de su pene.
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