Aprendiendo a jalármela
Estaba explorando lo recién aprendido.
Ya en el relato anterior les conté que mi introducción al mundo del sexo fue por parte de mi hermana antes de que ambos pasáramos los 8 años.
Yo tenía 12 ó 13 años quizá cuando vi la primer película porno en casa de un primo que desde chico había crecido en la CDMX y desde chico estaba familiarizado con el tema.
En una ocasión viajó de la ciudad a la provincia y nos invitó a mí y a un empleado de su papá a ver una película. Fuimos a verla a su cuarto. Él tenía 17, el otro morro tenía 12 y yo 12 ó 13. Algo así.
El punto es que a mí ni siquiera se me paraba puesto que no sabía qué era lo que se debía sentir o hacer. Solamente vimos porno gringo de ese barato con fondos blancos, iluminación excesiva que te deja ver los detalles pero todo pálido y sin volumen porque no podíamos subirle para que no escucharan afuera.
Yo solamente recuerdo estar acostado de panza en la cama junto con el otro compita de mi edad y el puñetero primo se comenzó a calentar junto con su cuate de su edad y los dos dijeron:
– No mames güey! Pinche vieja! Está re buena!
– Sí, güey! Me late que yo sí me la voy a jalar a su salud! Pincher vieja! Está bien buena la culera!
Y sin más, ese güey se comenzó a agarrar la verga por encima del pantalón y después se la sacó y se la comenzó a jalar mientras veía la película como todo adolescente depravado en el que se convierte alguien a quien sólo le importa darle rienda suelta a su sexualidad.
Mi primo tuvo pena en un principio pero su cuate le dijo que estaba bien porque no tenía nada de malo. Le dijo: «Pues ni que fuéramos a jugar espadazos. O ni que nos fuéramos a agarrar la verga el uno al otro.»
En fin. Se la jalaron hasta que se vinieron por separado obviamente. Solamente vi que se limpiaron con papel y ya es tuvo.
Yo seguí mirando la película todo el tiempo y no miré a detalle cómo se la jalaban.
No sería sino hasta otro día cuando el cuate de mi primo me enseñaría a jalármela.
Ese amigo de mi primo comenzó a ayudarle a uno de mis tíos. Y después a otro. Mis tíos eran comerciantes de plaza o mercado al igual que mis papás.
Esos tíos eran más pinches mujeriegos que burro en primera.
Uno de ellos le puso de tarea al amigo de mi primo de nombre David que me enseñara a masturbarme. Entonces, esos güeyes ya se habían puesto de acuerdo y me metí a bañar con el pinche David.
Ya estando en la regadera, ese güey me preguntó si ya sabía jalármela.
Yo no sabía ni qué vergas me estaba diciendo pero como me vio con mi pinche cara de pendejo que puse sólo se rió y dijo ahorita vas a aprender a jalártela para que no te vengas tan rápido cuando cojas con las pinches morritas. En eso pasó el güey de mi tío y le dijo te encargo eso güey y echaron carrilla y se fue.
Ya estábamos encuestados y ese mismo pinche pervertido que había visto jalársela mientras miraba la película porno en el cuarto de mi primo salió con que le daba pena enseñarme a jalármela.
Dijo que no se le quería parar y nos comenzamos a bañar. Juntos pero no revueltos.
Ya después dijo: Ya está bien parada mira.
Y entonces comenzó a decirme:
– Te la comienzas a jalar y ya que este parada así entonces comienzas a rematar el currito hacia atrás luego hacia adelante. Lo subes lo bajas. Ya luego lo haces más rápido y luego lo haces lento de nuevo y luego más rápido y luego lento.
Me dijo, dame chance. Báñate tú y ahorita que ya casi estén por salir los mecos te aviso. Voy a pensar en tus primas un rato y se volteó para el rincón.
Después de un rato volteó y dijo ya casi.
Puso su mano frente a su verga y así siguió hasta que se vino. Los recibió en su mano y dijo: esos son los mecos güey. Nunca se los eches adentro a las viejas porque son puros pedos. Sólo metesela y sacala cuando sientas que ya van a salir los mecos pero tienes que practicar.
Y ese fue el mejor consejo que haya recibido de ese güey. Creo que dicen que se fue a Estados Unidos y ya nunca supieron de él.
Después de esa lección, yo simplemente comencé a darle con todo.
Buscaba espacios a solas de tiempo y físicos para poder practicar con mi pinche pitito apenas con unos cuántos pelos.
Le jalaba y le jalaba y entre más lo hacía más lo disfrutaba.
Me subía a la azotea a practicar a la luz de las estrellas. Pinches jaladas bien ricas. Aún las recuerdo. Y aún las disfruto. Pero las necesidades también cambian con el paso del tiempo.
Recuerdo que en ese tiempo yo estaba en primero de secundaria porque me la jalaba pensando en las dos primas de 6 de primaria que se enamoraron de mi pero yo no tenía seguridad emocional ni económica. Era un arrimado en casa de mi abuela y no tenía buena ropa.
Así que por esa misma razón me consolaba disfrutando lo que sí podía disfrutar. Y vaya que lo disfrutaba pensando en esas morritas con sus nalguitas suavecitas. Recuerdo que se las agarré a una de ellas en una feria del pueblo. Pase sobando su culo con mi mano.
Y aunque yo era un mocoso, mi amigo mayor me decía que fuéramos a la feria para ir a manosear viejas. Nos acompañaba un ex-compañero de primaria que manoseaba a su hermana mayor cuando el apenas estaba en primero de primaria.
Y todas esas memorias de morbo hacían que me corriera riquísimo.P Poco a poco fui soltando más y más leche con cada venida.
Ya luego contaré más memorias.
Les deseo una buena venida porque son necesarias para ser feliz en un mundo donde hay tanta gente tan infeliz.
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