Aprendiendo a masturbarme con Gabo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sebasstian28.
Gabo y yo teníamos la misma edad, 12 años, sólo que a diferencia él ya estaba muy experimentado. El papá de Gabo, un señor de rancho, se dedicaba a la cría de caballos rentando sementales y comprando yeguas.; era un señor que se la pasaba bebiendo y con mujerzuelas a pesar de ser casado. Gabo ya había tenido sexo porque su papá lo llevó con una prostituta ya saben la tradición de la “primera comunión” en México. Yo estaba de vacaciones en el rancho de mi abue y ya había conocido a Gabo.
Todas las tardes nos reuníamos a jugar basketball los chicos del rancho y ahí yo podía hacer amigos. Cuando miré a Gabo me llamo la atención. Era un chico blanco pero con un cabello muy oscuro negro y sobretodo ya con bigote y un poco de barba, de hecho creí que era más grande. Siempre se apartaba de todos, se la pasaba con una soga en la mano y su sombrero, jeans vaqueros y botas, fornido, estatura media y muy misterioso. Él no practicaba deportes, todo giraba a el negocio de su papá. El balón se había salido de la cancha y para no brincarme la cerca le dije “bolita por favor” (expresión que usaban para decirle a alguien que nos diera el balón). Gabo sólo miró y no dijo nada, agachó la cabeza. Tuve que salir yo por el balón pues los chicos me dijeron que él era muy mamón y que casi no hablaba. Me brinqué la cerca y fui por el balón, los demás mientras tomaban agua o platicaban de las jugadas en equipo.
-No eres de aquí ¿verdad?- Me dijo Gabo cuando yo pasaba con el balón en las manos
-No, pero aquí pasaré todo el verano-
-¿Vienes del norte verdad?-
-Sí ¿por qué no te unes a un equipo? Aún hay más retas-
-Ya deja de hablar con Gabo Burritas- dijo uno de los chicos de mi equipo de basket refiriéndose a Gabo
-¡Chinga tu madre pendejo- gritó Gabo al chico y se fue a meter a casa de su abuelo
Yo regresé a jugar basketball pero me quede pensando en ese apodo “Gabo Burritas”. Pasaron los días y veía a Gabo sentado en la misma piedra afuera d ela casa de su abuelo. Mi papá me había regalado una cuatrimoto pequeña y la habíamos llevado al rancho, había llovido y era excelente para salir a pasear en ella. Tomé camino rumbo al molino de caña y me divertía salpicando en los charcos y lodo. Me topé a Gabo, venía montado en una burrita y lo saludé
-¡Gabo Burritas!- le dije mientras me bajaba de la moto
-¡Pinche pendejo- me dijo Gabo y siguió su camino
-¿Dije algo malo? Todos te llaman así-
-Entonces vete a la verga junto con todos-
-No entiendo por qué te enojas, quiero que seamos amigos-
-Yo no juego basket como mi primo Cristian-
-¡Ah! Tu eres el primo de Cristian, bueno ya no le hablo se enojó conmigo porque le dí un beso a Blanca y yo ni siquiera sabía que eran novios-
En eso Gabo se volteó hacia a mí, bajo de su burrita y seguimos platicando
-Que bueno que ya no le hables a mi primo, yo tampoco le hablo se cree mucho ¿a poco si besaste a Blanca? Está bien buena la cabrona- me dijo Gabo
-pero yo no sabía que era novia de Cristian-
-Invítame a comer a tu casa, mi mamá no está desde hace días y mi papá no hace nada-
-Tendría que preguntarle a mis abuelos si puedes venir-
-Mejor vamos a comer a la de mi abuelo ¿qué te parece si nos robamos unos huevos? Mi abuelo se la pasa dormido casi siempre y ahí los hacemos-
-Pero yo no se cocinar y no creo que sea buena idea robarlos-
-Ya sabía que te ibas a rajar maricón-
No pude soportar que me dijera maricón así que me animé a ir a robarme los huevos con él, primero llevamos su burrita al corral de su papá y después la moto a casa de mi abue, luego fuimos a otra a robarnos los huevos y corrimos a casa de su abue. Cuando íbamos entrando al corral mire en unas piedras un poco de una sustancia blanca viscosa Gabo me dijo que era mecos de caballo pero en ese entonces no entendía que eran mecos y cuando le expliqué no me quiso decir. Llegamos a la casa de su abuelo y nos dijo que no hiciéramos mucho ruido porque se iba a dormir, Gabo cocino los huevos y nos fuimos a comer a una cantinita que tenían en la parte de atrás de la casa. Antes su abuelo era cantinero pero decía que ya estaba cansado para atender, la cantina estaba cerrada pero seguía en pie, un poco de polvo peor tenía la barra, las mesas, baños, todo. Ahí jugábamos Gabo y yo.
A veces decía que hiciéramos juegos de resistencia consistían en acostarnos un turno boca arriba y otro boca abajo, en lo que uno estaba acostado el otro tenía que rodar sobre el piso y pasar sobre uno, pero la resistencia consistía en tomar tiempo y saber cuánto aguantábamos el peso arriba de uno. Cuando estaba yo boca abajo Gabo rodaba y siempre se detenía arriba de mí arrimando su verga contra mi culo, podía sentir su erección pero no le daba importancia, me olía el cabello y me raspaba su barba en la mejilla, luego me daba un poco de nervios por tenerlo así y le decía que ya no podía su peso, entonces el seguía girando y seguía mi turno, yo siempre me ponía arriba de él cara a cara y platicábamos chistes. Empecé a notar que Gabo después de jugar se metía al baño y se paraba detrás de la puerta sobre un bote, las puertas eran las clásicas de cantina que se abren al centro cuando hacia afuera. Gabo me pedía que le dijera cosas y siempre lo observaba que le salía la cabeza por arriba de la puerta, yo me sentaba arriba de una mesa y platicábamos, él se agitaba y luego se le ponían los ojos medio blancos y pujaba, después se bajaba del bote y salía y se acostaba en la mesa. Siempre pasaba lo mismo y a mí me daba curiosidad, un día me baje a prisa de ma mesa y corrí a abrir la puerta. Gabo no esperaba que hiciera eso cuando abrí la puerta lo miré con el pantalón a media pierna e igual el calzón, su verga dura y muy peluda. Se estaba masturbando aunque a esa edad yo no sabía eso.
-¿Qué estás haciendo?- Le pregunté a Gabo
-Pues que no ves ¿Apoco tú no te la jalas?-
-¿Jalarme qué?-
-La verga aunque no tengas pornos, platicando se siente bien rico-
Era obvio que yo no tenía ni puta idea de lo que me hablaba, había visto un par de pornos, había tenido miles de erecciones, me había tocado la verga muy dura pero jamás me había masturbado, menos eyaculado. Gabo no tuvo problema alguno en que lo viera desnudo, menos masturbándose era lo que le excitaba. Y ahí estábamos los dos frente a frente, me dio una leve introducción de lo que era masturbarse, de lo que eran los mecos, de todo, era un chico tan experimentado que por eso ni necesitaba jugar basketball o tener amigos para divertirse, todo para él era sexo. A mis 12 años era más alto que los demás, blanco, castaño claro, muy delgado y lampiño pero con la verga grande. Me dijo que me enseñaría a masturbarme pero que no debía contarle a nadie y que si seguía sin hablarle a su primo Cristian me enseñaría mucho más cosas. Fue a checar que su abuelo siquiera durmiendo, cuando regresó traía un pañuelo. Me vendó los ojos y me pidió que confiara en él. Algo había en mí que no podía resistirme, quería pasar más tiempo con Gabo y experimentar con él mucho más cosas. Estando vendado de los ojos se paró detrás de mí, me abrazó y comencé a sentir su respiración en mi oído, su bulto sobre mí, luego pasó al frente y me quitó la camisa
-Estás muy blanco Sebas y ni un pelo tienes ¿seguro que no te rasuras?- me dijo Gabo
-Y tú estás muy peludo parece más grande-
-Yo creo que en las siguientes vacaciones que vengas ya vas a tener pelos-
-Eso espero y quiero tener barba también-
Empezó a tocarme el pecho y con sus manos rasposas me acariciaba la cintura, medía mi circunferencia, me olía y también acariciaba mi cabello, yo estaba excitándome al sentir sus manos sobre mí, cuando bajó mi short mi verga parecía atrapada n mi trusa
-Ah cabrón ¡estás bien pitudo! Súbete a la mesa-
Vendado no era fácil y menos con los jeans abajo pero Gabo me ayudó, él también había bajado sus jeans, luego puso su mano en mi verga y comenzó a masturbarme lentamente, agarraba mi verga suave sin estrujarla demasiado y me la jalaba hacía adelante y hacia atrás, estaba lubricando
-¿Te gusta Sebas?-
-Sí, siento como si quisiera hacer pipí pero no pares-
-Ahorita vas a sentir más rico-
Ahora Gabo escupió sobre mi verga, estando vendado sólo escuché el sonido y sentí esa saliva caliente en mi verga, Gabo me acariciaba con una mano la verga y con la otra los huevos, jalaba mi escroto, yo deseaba pararme pero él no me dejaba tampoco que me quitara la venda, luego me pidió que yo mismo lo hiciera entonces comencé a masturbarme con mi mamo izquierda y agarrado de la mano derecha con la mano de él, con su otra mano acariciaba mis piernas, abdomen, pecho y cuello. Sentía que la sangre me hervía, la respiración agitada y unas inmensas ganas de estar abrazado con él, luego me soltó de la mano y comenzó a masturbarse, un par de veces juntó su verga con la mía y el líquido preseminal de ambos se mezclaba
-Ya me voy a venir ¿Tú ya casi?-
-Yo ya casi qué-
-¿No sientes ue ya se te van a salir los mecos?-
-Ah… los mecos…-
Como vió que no tenía claro si ya casi o no decidió volver a masturbarme, esta vez con más saliva y mucho más rápido, ahora sí sentía mis huevos bien elevados y algo que me recorría desde ellos a través de mi verga, como si fuera a explotar algo dentro de mí, era un placer más grande que comerme 10 chocolates juntos. Gabo sabía que ya me iba a vacear, que iba a eyacular por primera vez y continuó dándole más duro a mi verga, las piernas me temblaban, lo tomé de la mano y se la quise quitar de mi verga
-Ya Gabo, ya, detente-
-No te muevas, te dije que sentirías rico, ya te van a salir-
-No ya no, ya no quiero-
Le quité la mano y me puse de pie, él insistía en que siguiera, se puso detrás de mí y puso su verga entre mis piernas, sentía su punta rosándome los huevos, me agarró con una mano bien apretado contra mi cuerpo y con la otra me la jalaba, me daba besos en el cuello y me mordía la oreja, yo le acariciaba su barba y sus nalgas, cuando sentía que ya me iba a vacear me quité la venda de los ojos, deje de acariciarlo, me ví la verga durísima, las venas se me notaban demasiado, los huevos estaban duros y elevados a punto de eyacular y de pronto no podía más, lo agarré de los brazos, cerré los ojos y deje salir mis mecos por primera vez mientras Gabo le seguía dando duro a mi verga con su mano, podía sentir a presión la salida de cada chorro, parecía que hasta el alma se me iba a salir y no podía dejar de gemir. Cuando abrí los ojos mis mecos habían llegado hasta la puerta del baño y había muchos tirados en el piso también y aún así mi verga tenía mecos también al igual que la mano de Gabo, nuestros cuerpos sudaban, de pronto se puso frente a mí, agarro mi mano y me la puso en su pecho, yo comencé a acariciárselo mientras él se masturbaba y de pronto soltó también sus mecos.
Me sacudió la verga, me la limpió con su mano y me subió el pantalón, luego hizo lo mismo con él y al final se limpió sus manos en sus jeans, me dio un abrazo y me dijo
-no soy puto y no le digas a nadie-
-somos amigos, me gustó esto-
-Si vienes mañana haremos otras cosas o si quieres te invito a ver como montan las yeguas-
La excitación ya se me había pasado, ahora sólo tenía un sentimiento de culpa, estaba sudado y quería irme a casa de mis abuelos a descansar. Gabo y yo nos veíamos a la misma hora así que si quería ver más cosas sólo necesitaba ir al siguiente día a casa de su abue. Llegué a la casa de mis abuelos me bañé, cené y esa noche no pude dormir no sólo de pensar en lo que había hecho con Gabo sino también de las tremendas ganas que tenía por seguirme masturbando. Por más que dije que no iría al siguiente día ya estaba tocando la puerta de la casa del abue de Gabo y ya había abandonado el equipo de bastketball…
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